LUNA DE PLATA
Resumen: Remus Lupin tiene tres mejores amigos. Ellos lo aceptaron, a pesar de su condición, y lo han acompañado siempre. Pero un incidente interrumpe el constante flujo de sus vidas, haciendo que los sentimientos del joven licántropo cambiaran la forma que tenía de ver el mundo.
Advertencia: Slash. Relación chico/chico. Si eres homofóbico, abstente de leer. Si sientes curiosidad, pues ¡bienvenido! No es demasiado fuerte, así que si recién te encuentras ingresando a este mundo, puede que te guste.
Disclaimer: Todos los personajes, excepto aquellos que no reconozcan, pertenecen exclusivamente a J. K. Rowling. La historia sí es completamente mía.
Comentario: Bueno, soy nueva por aquí, así que me estoy adaptando al formato de fanfiction, por lo que no sería raro que cambie el formato de las cosas cada dos por tres, hasta que le agarre la mano. Igual, me encantaría que me dejaran sus opiniones con respecto al fic :) Sería una gran ayuda. No duden en criticar si encuentran algo mal, y no olviden hacerme saber si creen que estoy desviando la personalidad de alguno de los personajes cannon. Sin más que agregar, ¡disfruten de la lectura!
Capítulo 1
EL PRIMER GRANITO DE ARENA
—¿No es hermosa? —preguntó James, con la vista muy lejos de la Snitch que liberaba y atrapaba en modo automático.
Remus levantó los ojos del pasaje que estaba leyendo, y siguió la línea de visión del muchacho. Al final, pudo encontrar a Lily Evans. Lily era una Gryffindor de quinto año, al igual que ellos, que compartía con Remus sus deberes de Prefecto. En ese momento bajaba las escaleras que llevaban hacia el lago, donde estaban ellos. Su cabello, largo y de un rojo fuego, bailaba con el viento. Desde esa distancia, los ojos verdes, brillantes e inteligentes de la muchacha no podían apreciarse.
—Lo es —afirmó, sin mucho entusiasmo.
Que James hablara de Lily no era novedad alguna. Desde la finalización del curso anterior, estaba embobado con ella.
Su amigo lo miró con suspicacia.
—¿No te gustará, verdad, Lunático? —la sospecha impregnaba su voz, pero a Lupin no le afectó en lo más mínimo. Aquella reacción también resultaba de lo más normal—. Porque no pienso dejártela, no me importa que seas mi amigo.
—No, James. Lily es toda tuya —respondió, casi en un suspiro, mientras dejaba rodar los ojos, antes de volver a sumergirse en el libro que estaba leyendo.
En realidad, en un principio, ella sí había llamado su atención. Pero cuando se enteró de que James estaba enamorado de ella, desistió. Y habría desistido de todas maneras, porque pronto se dio cuenta que el interés que sentía por la muchacha no se asemejaba en nada al amor que su amigo le profesaba. En realidad, lo que Remus veía en Lily era una amiga.
Eran mediados de octubre. Las clases iban bien. Había sido una sorpresa para varios el que Remus hubiera sido nombrado Prefecto, debido a la cantidad de problemas que traían los cabecillas de su grupo. Pero para otros, había resultado algo más que obvio. Sus tres mejores amigos no parecieron sorprendidos en lo más mínimo al recibir la noticia. En realidad, le pasaron los brazos por encima de los hombros y dijeron: "¡Ya era hora!".
Volvió a concentrarse en su lectura de Artimancia. Le parecía una materia interesante, pero no le gustaba tanto como Defensa contra las Artes Oscuras.
—¡Peter! ¡Sirius! —exclamó entonces James, lo que provocó que a Lupin le diera un vuelco en el estómago—. ¡Por aquí! —gritó, haciendo señas con las manos, y dejando escapar tontamente la Snitch—. ¡Oh!
El chico de anteojos corrió unos pasos, pegó un gran salto y atrapó la huidiza pelotita con alas. En seguida, se giró con una gran sonrisa y aspecto ganador hacia donde segundos antes estaba Lily. Hizo un mohín cuando se dio cuenta de que ella ya no estaba allí.
Regresó con paso lento hacia donde Remus lo miraba divertido, Sirius se desternillaba de la risa, y Peter no sabía si reír o no.
—¿Qué? —preguntó, molesto y con mirada amenazante.
—¡Eso fue ridículo! —respondió Sirius, lagrimeando—. Tienes que agradecer el que ella no te haya visto montando semejante espectáculo.
—Cállate —le espetó, mientras sus mejillas tomaban un color sonrosado.
James ignoró a Sirius y se dirigió a Peter, que sostenía un pergamino y parecía a punto de entrar en crisis.
—¿Cómo les fue con el castigo? —Sirius entonces dirigió la vista a Remus, que le hablaba desde donde estaba sentado en el césped. Cambió la cara, dejando asomar una mueca de disgusto.
—McGonagall ha insistido en que tendremos que pasar dos horas por día completas ayudando a Madam Pince a acomodar los libros en sus estantes, durante toda la semana —informó con mal gesto.
—Bueno, tú te lo mereces —respondió Remus, encogiéndose de hombros, a lo que Sirius le dedicó una mirada furibunda—. Es decir, ¿quién te manda a prender una bengala en la biblioteca, sólo para molestar a Snape? —le recriminó, cerrando el libro por un momento—. Entiendo que hayas sido castigado. Quien me da pena es el pobre Peter, ¿por qué lo tuviste que meter en tu lío?
—Él estaba de acuerdo —dijo, enfurruñado, cruzándose de brazos.
Remus negó con la cabeza, y luego volvió a meterse en su libro. No importaba que Sirius dijera que Peter estaba de acuerdo con su idea. El pequeño Peter no diría no a ninguna petición de sus dos héroes, por más que estuviera asustado o creyera que lo que estaban haciendo no era correcto. Tanto así se dejaba influir por ese par.
—Se acerca Halloween —comentó Sirius al rato, rompiendo el silencio.
—Mh…
Estaba en una parte muy interesante de la lectura, por lo que no hacía caso de lo que le estaba diciendo el muchacho.
James en ese momento estaba ocupado dándole consejos a Peter sobre su trabajo de Transformaciones, que aún no había terminado, y debía presentar esa tarde.
De repente, sus ojos dejaron de ver letras y pasaron a ver el pasto. Tardó unos segundos en darse cuenta de lo que había sucedido. Levantó la vista, arrugando el entrecejo.
—¿Qué haces?
—Deberías ir a hablar con esas chicas —le recomendó, sosteniendo el libro que acababa de arrebatar a Remus bajo el brazo izquierdo, mientras que con la mano derecha señalaba a un grupito de chicas de Ravenclaw. Al notar que Sirius las miraba, lanzaron un gritito y se largaron a reír.
—¿Por qué debería? —miraba al grupito alborotado.
—¿Por qué? —repitió el chico, con una nota de exasperación en la voz—. Porque les interesas, y necesitas una pareja para el baile de Halloween, ¿lo olvidas? —Remus volvió la mirada a Sirius, con una obvia expresión de incomprensión—. ¡Vamos, Lunático! Sal un poco de atrás de tus libros y consíguete una novia —le instó, de manera amistosa.
—Esas chicas no me miran a mí —dijo, empequeñeciendo los ojos y estirando la mano hacia Sirius, con la palma hacia arriba—. Devuélveme mi libro.
—No —canturreó, con una sonrisa juguetona, mientras escondía el volumen tras su espalda—. Y sí te miran a ti, ve y salúdalas.
Remus lo miró fijamente, muy serio. Aún tenía la mano extendida en dirección a Sirius, y éste lo miraba con una mueca burlona, apretando los labios para evitar reírse.
—Esas chicas te miran a ti, no a mí —dijo con la misma seriedad que su cara reflejaba—. Así que devuélveme mi libro.
Sirius dejó escapar una carcajada, divertido ante la actitud de Remus. Al mismo tiempo, sus ojos se mostraban triunfantes.
—No me importa si esas chicas me miran a mí o no —murmuró, mientras le devolvía el libro al licántropo—. Pero soy feliz ahora que tú me miraste.
Lupin levantó la vista con una sacudida, sobresaltado.
—¿Qué? — ¿qué había dicho? ¿Había escuchado bien?
—Nada.
Remus despertó sobresaltado.
Respiraba agitadamente. Miró a su alrededor sin ver nada. ¿Qué sucedía? Respiró lentamente, buscando relajarse.
Estaba oscuro, porque debía ser cerca de las tres de la mañana. A medida que iba observando con más detalle la habitación, iba reconociendo las sutiles formas de las camas con doseles que allí se encontraban. Un sonoro ronquido a su izquierda le indicó que James dormía profundamente.
Qué tonto.
Había sido sólo un sueño.
Mas que un sueño, un recuerdo.
Pero, ¿por qué recordaba eso ahora?
Había pasado un año desde aquel suceso. Ya no estaba en quinto año, sino en sexto. Y desde el momento que aquello sucedió, había olvidado la conversación, tachándola de poco importante. Es decir, seguramente había escuchado mal. No tenía el más mínimo sentido que Sirius le hubiera dicho algo como eso. Además, dos días después, él mismo estaba saliendo con una de aquellas chicas de Ravenclaw.
Claro que sí. Sirius, el ligón. Desde que había cumplido los quince años, no pasaba mucho tiempo estando soltero. Aunque no conservaba la misma novia mucho tiempo. Mujeriego.
Remus sacudió la cabeza hacia los lados, con violencia. ¿Qué diablos estaba pensando? Se mordió el labio, avergonzado de sí mismo. ¿Qué podía importarle a él si Sirius estaba rodeado de admiradoras? No era como si pudiera evitarlo. Casi todas las chicas alrededor del castillo estaban de acuerdo en que era muy guapo.
Y lo era. Alto, bien fornido y con su oscuro cabello cayéndole sobre los ojos de manera natural, Sirius no podía ser catalogado como alguien insulso, o como uno más del montón. Incluso su aire altivo y elegante, o sus niñerías ocasionales con sus amigos, resultaban atractivos.
Se maldijo a sí mismo, y se giró en la cama, cubriéndose la cabeza con la almohada, intentando no pensar.
¿Por qué había tenido que recordar aquella escena?
Al día siguiente, tuvo su respuesta colgada en el tablón de anuncios en la Sala Común. Se había programado un baile para la noche de Halloween, luego de la salida a Hogsmeade.
—¡Evans! —exclamó a sus espaldas una voz conocida—. ¡Vamos, Evans!
—Eres más que irritante, Potter —respondió molesta Lily—. Ya te dije que ni en un millón de años iría contigo a un baile, ¡mucho menos salir! —la severa mirada que le dedicó podría haber hecho retroceder a cualquiera, pero James era más terco que un buey.
—¡Te la pasarás bien, ya lo verás! —insistió—. ¡Ve al baile conmigo!
—No —repitió, tratando de mantenerse en sus casillas, y luego desapareció por el orificio del retrato de la Dama Gorda.
—¡Evans! —James salió justo detrás, y sus palabras dejaron de escucharse.
Remus se contuvo de reír. Su amigo no había hecho ningún tipo de progreso desde el episodio que había recordado esa noche. Si era posible, las cosas estaban peor desde lo ocurrido a Snape cuando terminaban de rendir la MHB de Defensa el año anterior.
—Nunca cambian, ¿verdad? —comentó una voz a sus espaldas. Sirius tenía aspecto de recién levantado, aunque una sonrisa en su rostro indicaba que había visto la escena—. Te digo, esos dos terminarán juntos tarde o temprano —aseguró como si nada, y luego volteó a leer el anuncio.
Lupin, cuyo corazón había dado un brinco al aparecer Canuto sin previo aviso, se reprochó mentalmente.
—¡Un baile! —Peter acababa de ver el cartel, y dejó escapar un suspiro apesadumbrado—. Odio los bailes —se quejó, mirando las palabras escritas como si fueran veneno.
—¿Qué dices? ¡Los bailes son divertidos! —exclamó Sirius, alegre.
—Eso dices porque no tienes problemas en encontrar acompañante —refunfuñó Colagusano con cara de pocos amigos. Sirius rió—. No es divertido —le espetó, cerrando aún más sus ojos pequeños.
—De acuerdo, de acuerdo… Tienes razón —aceptó, tranquilizándose—. ¿Qué te parece si te presento a alguna amiga para que te acompañe, eh, Peter? —le ofreció, guiñándole un ojo.
—¿Lo harías? —preguntó el aludido, repentinamente de mejor humor. Los ojos le brillaban con la expectativa.
—¡Claro! Para eso estamos los amigos populares, ¿verdad?
Remus escuchaba sin oír, perdido en sus propios pensamientos. La mente vagaba sin rumbo determinado, sin llegar a hilar sus ideas de manera coherente.
—…co… tico… ¡Lunático! —una mano se sacudía en frente de sus ojos cuando por fin hizo caso al llamado—. Oye, ¿te encuentras bien? —miró a su interlocutor.
—¿Qué pasa, Canuto? —se sentía como si hubiera salido de un trance.
—Pregunté si querías que te presentara a alguien también a ti —le recordó, mirándolo fijamente.
—Ah… —Lupin abrió grande los ojos, desorientado—. Eh… Um… Bueno —aceptó finalmente. Había pensado primero en negarse, pero sentía que aceptando la oferta podría dejar de actuar tan extraño.
—De acuerdo —Sirius sonrió, y Remus apartó la vista del chico, para ver entrar a James a la Sala Común. Por su expresión, parecía haber fracasado en su nuevo intento de persuadir a Lily de salir con él—. ¡Cornamenta! —lo llamó—. ¿No quieres que te presente a alguien para que te acompañe al baile? Sino terminarás asistiendo solo.
James le dedicó una mirada furiosa, claramente dando su negativa a la proposición. Sirius rió y se acercó al rechazado para seguir molestándolo un rato, antes de bajar para la primera clase.
