Mi paciente.
Notas: Ok… ¡Jazmín o desu..! Sé que no he escrito en meses y todo se lo debo al LFM… por enterrar todo rastro de imaginación que en mí había bajo kilos de fórmulas y declaraciones. Estoy a la mitad de mis vacaciones quimestrales, felizmente sobreviví a los exámenes –Jo, nunca en mi vida he dado uno acumulativo… casi muero XD- Y bueno... para no hacer largo el cuento este es un regalo de cumpleaños –atrasado XD-para mi adorada mentora, mi luz y ejemplo a seguir… X3… Pero de igual forma, disfrutad. He demorado una semana en escribirlo, en realidad no tengo descanso alguno: si no es el Liceo, es el Pre, y si no son esos dos sádicos hdp, son las responsabilidades de la casa ;_;
Capítulo 1
El doctor Schiffer leía cuando advirtió el ruidoso escándalo que provocaba el inspector general, el mismo que se acercaba ascendiendo por las lejanas escaleras, al parecer la causa de su visita era un muchacho problemático, algo definitivamente fuera de lo común. En realidad el internado era un sitio sumamente tranquilo, por esta razón Ulquiorra podía dedicarse de lleno a sus estudios en paz, lejos de… los seres humanos.
-¡Doctor Schiffer!- Vociferó el irrumpir en la oficina- ¡Espero que pueda controlar a este mocoso psicópata...!
-¿Quién es el psicópata aquí?- Profirió en un gruñido Grimmjow Jagearjaquez, un crío de cabello azul neón.
-¡Usted se calla, Sr. Jagearjaquez! ¡Y más vale que se deshaga de esa actitud suya tan insolente, en esta institución valoramos profundamente el recato, la moral y las buenas maneras, pero usted!… ¡Usted atenta contra todas ellas!- Un hombre en traje marrón a cuadros, ese era el inspector general, desgañitándose la garganta frente a la impasible y verde mirada de Schiffer.
-¿Ha terminado?- Preguntó cuándo los gritos cesaron, recibiendo el expediente que le era entregado.
-Tienes un mes para enmendar tu mal comportamiento, de otra manera, considérate fuera de este lugar.- Salió dando otro portazo, dejando a los dos, doctor y paciente, a solas.
Ulquiorra miró con resignación el texto cerrado sobre el gran escritorio del roble, abriendo la carpeta gris que contenía el motivo al cual debía la presencia del chico que seguía parado en el centro de la estancia.
-¿Por qué no tomas asiento...? Pero antes, abre la ventana que da al balcón por favor, así está bien. Gracias. No, no ahí. En el diván. Sí, puedes recostarte si deseas… Vaya, en realidad dejaste inconscientes a seis chicos… ¿Tu solo? ¿Usaste algún arma, no es así?
-Tsk… solo mis propios puños, son todo lo que necesito para defenderme.
Yacía con los ojos cerrados, cómodamente sobre el diván, el cual resultó ser insuficiente para la estatura del peliazul, ya que sus pies colgaban del extremo inferior, pero esto parecía no incomodarle, pues respondió con serenidad y en tono jocoso -¿No usan bata los doctores?
-He estudiado psicología, psiquiatría y de momento algo de psicoanálisis, por lo tanto no necesito de una, o al menos no aquí.
-… ¿Qué no son todas esas lo mismo?
-No. Aunque de todas formas asumo que persiguen un mismo fin.
-Ah… ¿Y no es muy joven para haber estudiado tanto?
-Supongo, si tener veinticinco es ser muy joven. Pero regresemos a ti, has dicho que… te defendías de ellos. ¿Acaso he errado?
-No, no… Llegué hace una semana y digamos que… me he rehusado a seguir las costumbres de aquí.
-¿Las costumbres de aquí? ¿Podrías detallar eso?
- Det… ja! ¿Cómo? Fabuloso, así que no tienen idea de lo que ocurre bajo sus propias narices… Por si lo ignoraba, Doctor… Schiffer, ¿cierto? Los estudiantes nuevos son humillados y manipulados de todas las formas imaginables, y las que no se pueden imaginar también; y no sólo aquí, sino en todas las escuelas de pijos hipócritas en las que he estado, y si esos niñatos creen que van a someterme… pues pueden ir bajándose de esa nube.- Respondió incorporándose súbitamente del diván.
Eso dejó perplejo al pelinegro, ya que explicaba perfectamente el por qué de tanta tranquilidad en su consultorio en el año y medio que llevaba trabajando ahí.
-Bien… parece que eso justifica tu comportamiento.
- ¿Entonces puedo irme?
-No, para nada.
-¡¿Cómo?!
-Cuatro colegios… No has logrado adaptarte a ninguno de ellos.
-Ah, eso. Tsk…
-Sí, ¿quieres decirme algo respecto a eso?
-No, nada en particular. Sólo detesto saber que estoy encerrado bajo llave día y noche.
-Ya veo… En ese caso, ¿por qué no escogiste educarte cerca a tu hogar?
-¡Ja…! Tampoco me gusta estar ahí.- Negó mientras se levantaba, caminando hacia el balcón.
-Y… ¿En qué lugar te gustaría estar?- preguntó al incorporarse de su asiento, siguiendo el paso del ojiazul hacia la gran ventana abierta.
-A mi… me gustaría… perdón, ¿qué cosa?- dijo sintiendo la brisa en el rostro, el verdor de los árboles y el césped abajo, en el suelo; y el hermoso azul cielo que se extendía sin fin hacia el horizonte, con sus ocasionales nubes que danzaban suavemente por sobre su cabeza.
-¿Dónde te gustaría estar?- acercándose más, apoyando los brazos sobre el barandal de cemento ornamentado.
-Quiero decir, ¿cuándo?, ¿ahora?
-Mmmm… Sí, podría ser ahora mismo, ¿en dónde te gustaría estar?
-En este momento… Creo que me gustaría estar en el cielo.- respondió en un susurro.
