Capitulo 1.- A toda costa.
Disclaimer.- Inuyasha y sus personajes no me pertenecen, solo los uso para fines de artísticos (?) en este reto.
Conteo de palabras (Sin comentarios).- 5,779
Este fic participa en el reto Arreglos matrimoniales en Inuyasha: Hazme el amor. El Pov que va utilizado aquí es el de Kikyo.
No tengo mucho que decir, solo que me encuentro nerviosa por ver como queda la historia y si gusta lo suficiente como para ganar o al menos tener algunos votos. Como sea, disfruten la historia.
····················
No te molestes diciendo lo que sientes
¿Por qué no entras? Y me miras una vez más.
····················
Kikyo Higurashi, era una joven con tez pálida, tal como si se tratara de la porcelana, mientras que sus cabellos se ajustaban a aquel tono, su voz sedosa que se ajustaba a la situación, fría y calculadora por naturaleza, la primogénita del matrimonio Higurashi. Era conocido por todos –incluso los menores de su familia- que ella siempre obtenía lo que quería.
Si deseaba un nuevo celular o un nuevo guardarropa estaba hecho ese mismo día, sin ser pretenciosa. Ella, estaba completamente feliz con su vida, desde pequeña, al ser la primera siempre fue la consentida, aun creciendo o naciendo más niños, lo siguió siendo.
Lastima que lo que mas quieres, no puede ser tuyo.
Cada vez, no tengo escapatoria.
Cuanto tiempo ha pasado… Entra ahora y limpia tus pies en mis sueños.
Tú robas mi tiempo como una revista barata.
Cuando pude haber estado aprendiendo algo.
Bueno, sabes a lo que me refiero.
He hecho esto antes y lo hare de nuevo.
Corría por cada una de las salas, mientras buscaba en el proceso a su hermana. Quería llegar cuanto antes, decirle que iría con un amigo del cual se encontraba algo preocupada, pues había faltado ya dos días, considerando como eran sus padres era raro, y que le agradecería mucho si podía cubrirla con su familia, pero no lograba encontrarla por ningún lado. Eran demasiados estudiantes en aquella preparatoria-universidad pública. Su rostro ya se encontraba algo cansado de tanta búsqueda sin resultados.
Finalmente, tomó el celular y marcó varias veces el número, pero antes de presionar el tono para celular una sonrisa adornó sus labios, destacando la hermosura de tu rostro, porque a lo lejos, venia él, con su mochila al hombro y ese largo cabello plateado moviéndose con el viento, lo que era algo extraño viniendo de él. De cualquier forma, se acercó quedando cara a cara.
-Onee-chan, ¿Has venido a buscarme?- preguntó con mucha felicidad, abrazándola fuertemente.
-Hola Kagome, si vine a buscarte, aunque iba a decirte que iría a visitar a un amigo pero ya no tiene caso- respondió con la mirada marrón algo confundida mientras que los chicos simplemente reían nerviosos.
-¡Oh mira! El es Inuyasha lo he conocido en el Instituto- alegó con entusiasmo, tomando del brazo del chico que parecía avergonzado con una mirada ajena a ellos.
-Ya nos conocemos, Inuyasha, ¿Por qué has estado faltando al colegio?- reprochó de madera seria, mientras que le apuntaba con el dedo esperando su respuesta.
-¿No te lo había dicho? Mis padres decidieron que debía estudiar en una Universidad pública, de esa manera ampliaría mi mundo- respondió con un tono de voz meramente formal como casi siempre hacían.
-Kagome-chan, quiero que me ayudes con algo, ven por favor- gritó una castaña de cabello largo, mientras que la ultima aceptaba con una sonrisa confiada.
-Lo siento me tengo que ir, Inuyasha te veo mañana- se despido la joven corriendo para alcanzar a su amiga. Mientras que ambos chicos se concentraron en la chica peli negra.
-¿Cómo conociste a mi hermana menor?- preguntó con algo de reproche en su voz, después de todo, el oji dorado no estaba prestándole atención –al menos eso parecía-
-En mi primer día, así como tú fuiste mi guía en el colegio, ella lo fue también. Me enseñó todas las instalaciones- indicó con una sonrisa como si recordara algo gracioso que había sucedido.
-Mmmm… ya veo, solo no te acerques demasiado a ella- golpeó el costado del oji dorado con burla, acomodando su cabello azabache.
-Tranquila, además de ser una niña, sé que no me dejarías acercarme a tu hermanita- carraspeó con incomodidad ante la broma de su mejor amigo, seguiste tu camino en silencio.
Esa tarde, aunque caminaban juntos la distancia se sentía mucha, porque el otro parecía seriamente perdido, seguía sin comprender porque, de cualquier manera, estando a su lado no te importaba demasiado porque estabas a su lado.
Por esta vez, no le mencionaría de ninguna manera que su advertencia no iba precisamente por protección a su hermana, ella no quería compartir a Inuyasha, ni con su hermana.
Él era como convivir con una persona completamente distinto a lo acostumbrado.
Aquellas que la mimaban todo el tiempo, tanto que comenzaba a hacérsele aburrido, por eso estaba tan divertida, ese chico era perfecto para ella. Como ella era perfecta para él.
Miró la mano que se balanceaba frente suyo, extendiendo su mano con deseos de tocarlo, arrepintiéndose al último momento. Aun no llegaba el instante en que decidiera hablar sobre sus sentimientos, los cuales estaba segura conseguía encerrar perfectamente.
-¿Me dejaras estar en tu corazón como tú lo estás en el mío?- pensó avanzando hasta estar a su lado.
Ven y mátame bebé, mientras me sonríes como a una amiga
Y yo iré corriendo solo hazlo otra vez.
Tú eres la última bebida que no debí tomar
Tú eres el cuerpo escondido en la cajuela.
Tú eres el vicio que no puedes dejar.
Tú eres mi secreto en esa página principal cada semana
Tú eres el carro que no debí comprar
Miró completamente hastiada el paisaje, se sentía realmente frustrada quería gritar, desgarrar todo lo que hallara a su paso, realmente, las personas debían agradecer que se especializaba en el arco, y no en las espadas como hacia el hermano mayor de Inuyasha. En tan solo dos semanas, todo era diferente.
Inuyasha ya no era más ese caballero del que se había enamorado, tenía una desfachatez para hablarle a todo el mundo, su cabello iba completamente suelto siendo que antes lo traía amarrado en una coleta, como si todo eso no fuera suficiente su cercanía como mejores amigos había cambiado, era como estar con un Inuyasha totalmente desconocido del que se había enamorado.
Aunque… Aun seguía sin querer coquetearle.
-Inuyasha disfruta mucho de la comida ninja, sigue llamándole a si a pesar de que solo es instantánea-
-Inuyasha es demasiado terco- Inuyasha esto… –Inuyasha lo otro… –Inuyasha quiere… – Inuyasha prefiere… -Inuyasha odia…
Parecía que las únicas palabras para su hermana menor eran Inuyasha todo el tiempo, comenzaba a sacarle de sus casillas que lo mencionara a toda hora, en todo lugar. Ella nunca menciono a Inuyasha en su hogar, porque entonces sentiría la obligación de llevarlo a su casa, algo que ella en definitiva no buscaba.
Tú eres el tren que no debía agarrar
Tú eres la cortada que hace esconder mi cama
Tú eres la fiesta que me hace saber mi edad.
Tú eres esa rosa con espinas inofensivas.
Eres como un accidente que veo pero que no puedo evitar
El cielo estaba de un color gris enigmático, puesto que se veía oscuro, pero algunos rayos de Sol traspasaban por aquellas capas, recargaste tu cabeza sobre el mentón de tu manera derecha, hace una hora que tu hermana te había citado al despacho, apenas y llevaba unos minutos retrasados.
En la puerta, lucia tu hermana con una sonrisa hermosa, sonrojada quizás por el esfuerzo de correr o llegar rápido. Con la ropa completamente empapada, tenía una toalla agarrada en su mano izquierda, sus pasos dejaban algo de agua a su paso.
-Onee-chan, siento haber llegado tarde, ¿Tienes mucho esperando?- preguntó tomando asiento, colocando la toalla debajo de ella para no mojar el asiento.
-No te preocupes por eso, ¿Qué es lo que tienes? ¿Problemas con los chicos? preguntaste pícara, tomando entonces una pose más seria, pero aun con mueca amable.
-Sobre eso… yo sé que puedo confiar en ti para todo. Desde hace algunos meses que me siento muy extraña, tengo un deseo extraño de estar siempre con él, no puedo parar de mirarlo y me avergüenzo cuando me descubre. Lo conozco tanto que tengo miedo de lo que sea esta sensación, además a veces no solo me pierdo en sus ojos, sino también en sus labios, y me pregunto, ¿Cómo se sentirá? ¿Qué significa eso?- se detuvo por un momento, asintió con mucho cuidado, contemplando todo aquello que podía ser una posibilidad referente.
-Estas enamorada, solo que no lo sabías porque nunca te habías topado con un chico que te hiciera sentir así, ¿Quién es el afortunado?- preguntaste con modestia y emoción, ver la cara sonrojada de tu hermana era algo inusual.
-¿Me prometes que no le dirás nada a nadie?- su voz bajó de volumen considerablemente, tomando entonces un impulso hacia adelante.
-Te lo puedo jurar, anda dime quien es- después de todo, como buena hermana mayor tenias que darle el visto bueno antes de aprobar su noviazgo.
-Es Inuyasha, y creo que yo le gusto a él- gritó en un chillido emocionado, apretando los puños con mucha intensidad.
Tu mirada decayó de pronto, como si te hubieras dado cuenta de una verdad que siempre sospechaste pero no creías posible, o más bien luchabas por no aceptarlo. Sonreíste ante el entusiasmo de tu hermana, te disculpaste con una sonrisa, aunque ella te vio extrañada, simplemente no le tomaste importancia.
·····
····
Tocaste unas cuantas veces frente a la puerta de madera, esperando un inmediato pase en cuanto les dijeras quien eras, ahí estaban tus padres, revisando algunos documentos, mientras jugaban de manera algo profesional, algo bastante extraño considerando que eran familia y esposos.
-¿Qué necesitas Kikyo?—con amabilidad, tu padre te indicó una silla vacía frente al escritorio donde ambos te veían esperando el motivo de tu asunto.
-Papá, mamá, como sabrán he llegado a una edad perfecta para casarme, pero dado el caso a que soy la primogénita es mi deber tomar partido con un prospecto que ustedes elijan, ¿O me equivoco?- asintió con una sonrisa seria, tomando entonces algo del té que su madre le ofrecía.
-Estas en lo correcto, pero también hemos considerado que a ti te podría ir bien elegir una pareja a tu gusto, ¿Tienes pensado alguien?- el hombre de cabello negro cruzó sus manos poniendo su mentón en ellas, realmente tenias mucho parecido en el.
-Los Taisho tengo entendido que son parte de las familias más importantes, por lo visto, ellos serian algo perfecto para llegar a un acuerdo, después de todo, tienen relaciones amistosas casuales con nosotros- después de eso, tomaste el té de un solo golpe, lo dejaste en la mesa, te retiraste finalmente.
Sonreíste cuando te percataste de tus intenciones, siendo tu como eras, y el cómo te trataban tus padres era demasiado sencillo poder conseguir lo que querías. A diferencia de otras veces, no se trataba de un objeto.
Era Inuyasha, la única persona que podía cambiarte de maneras extrañas, tal como lo era incluso oponerte a tu pequeña hermana.
Esas cuatro semanas había estado muy atareada, como presidenta del consejo estudiantil, era tu deber revisar que todo estuviera en orden para los festivales escolares, en este caso, una escuela privada y pública se unirían.
No fue una sorpresa que el Instituto Sengoku aceptara la visita de la prestigiosa escuela Shikon no Tama, había tenido que organizar variados permisos, los cupos del lugar, asignar a los estudiantes en que lugares ayudarían para trabajar, estaba más que claro, todo había salido a la perfección. Además, había estado evitando a Kagome en su hogar.
No la malentiendan, no tenía ninguna sentimiento de culpa, simplemente que no quería lidiar con las rabietas de su hermana menor, aunque esta nunca hubiera hecho una, era muy capaz de hacerlo solo por ese peli plata.
La escuela lucia variados puestos, muy bien hecho si debía decirlo, todos miraban encantados a los alumnos de aquel instituto, sin tomarle mucha importancia a los demás, claro, en su escuela también había un grupo de elite, pero no se comparaba con el grupo de aquellos extravagantes y porque no admitirlo superiores chicos.
-Muchas gracias por haber aceptado nuestra estadía aquí por esta semana, El instituto Shikon no Tama es afortunado de haber venido- declaraste con una sonrisa, reverenciaste antes de retirarte a las afueras del auditorio, donde muchos chicos aclamaban por la presidenta, que según ellos era simplemente hermosa.
-Pobres ingenuos- repetiste en tu cabeza, asintiendo y saludando por mera formalidad, ahora buscabas a quien desde un principio querías ver.
Lo encontraste a unos pasos de su salón, con una sonrisa, el cabello completamente suelto, pero un traje de mayordomo que a ella le pareció un mal gusto de disfraz, aunque debías admitir, que se veía guapo metido en aquel atuendo. Estabas caminando, cuando notaste como el chico se detenía frente a una escena desconocida, de la que no cuadraba bien.
Era bien sabido por el Instituto, que Kagome Higurashi era una joven con muchos pretendientes, puesto que su sonrisa e increíble amabilidad te hacían verla sin percatarte, por eso no era extraño que un joven le estuviera coqueteando e invitando a salir.
El panorama, incluso pudo haber sido tomado como algo gracioso melancólico, tu veías a Inuyasha, pero este no te miraba a ti, si no a tu hermana, solo bastaba verlo para saber que así era, además, encajar las uñas en sus palmas hasta caso el punto de ponerse los nudillos blancos, era una señal de que estaba enojado.
Nunca le habías visto perder la compostura, así que por esta vez, deseabas descubrir más del chico que tanto amabas. Una nueva faceta que experimentar.
-¿Qué crees que estás haciendo perro sarnoso?- bramó con furia el peliblanco, dando dos grandes zancadas para llegar a la pareja, la peli negra lucía un vestido en toda la regla de parecer a Alicia en el país de las maravillas.
Otro disfraz de mal gusto, pues tenía unas orejas de gato color negras sobre su cabeza, tal como las que traía Inuyasha pero el color blanco. Rápidamente, la oji chocolate se refugió en la parte de atrás de Inuyasha, viendo al peli negro con algo de duda.
-Koga, ya hemos hablado de eso, no voy a volver contigo- replicó la joven mientras apretaba los puños sobre el uniforme del chico oji dorado.
-Kagome, ¿Por qué no me quieres dar otra oportunidad?- pidió el chico de manera desfachatada, tratando de acercarse.
Pero el Taisho había tomado el impulso de hacerla atrás en cuanto se dio cuenta de sus intenciones, gruñendo como un perro que cuida su territorio.
-Ya lárgate de una vez perro sarnoso- indicó el chico bastante molesto, aunque parecía que iba a replicar el ver como Kagome se estrechaba le daba a entender que quizás si era mejor irse.
Cuando finalmente estuvieron solos –al menos, sin contarse a ella- el joven se giró para quedar en frente, tomando su frente con cariño depositó un pequeño beso que hizo estremecer a la más pequeña, sacándole una risilla infantil de las que hace tanto tiempo ella no le escuchaba hacer.
-Gracias por cuidarme Inuyasha- con jovialidad, juntaron sus labios de manera discreta, apenas tocándose el uno al otro, por otro lado, su sonrisa simplemente no pudo ensancharse más.
¿Sería tan despiadada hacerle eso a su pequeña hermana por su felicidad?
-Siempre voy a cuidarte, nunca me voy a alejar de ti- dijo el chico tomando nuevamente los labios de tu pequeña hermana con más intensidad.
Su respuesta llegó sola, sería tan irónico que se prometieran no dejarse jamás, cuando el tendría que contraer nupcias con ella, por ahora les dejó disfrutar su momento, después de todo, esta semana, era su ultimo momento de gozar para ser una parejita escondida.
A pesar de haber prometido no buscarles, era inevitable que te fijaras entre la multitud, cuando los eventos acabaron todos se cambiaban disfrutando un poco del festival que ellos mismo habían organizado, codeándose a veces con otros estudiantes de escuelas diferentes.
Los celos corrompían su cabeza, puesto que esa noche ni tu pequeña hermana llegó a la casa, y tú próxima pareja no te contestó el teléfono ni una sola vez, recibiendo por contestación el mensaje pre grabado de voz.
Sujetabas tu cabello en una coleta alta, dejando al aire libre tu espalda descubierta con aquel vestido de color ojo resaltando tu figura de joven mujer, la música apenas se escuchaba desde tu cuarto, mientras que tus tacones resonaban por parte de la habitación. Tu pálida piel apenas tenía toques de maquillaje, en los labios y ojos resaltaba más que nada.
Este día era muy especial, no solamente porque era tu cumpleaños número veinte, sino porque la fiesta seria el momento perfecto, para una gran sorpresa que ansiabas tanto, que con solo suceder podrías morir feliz. Colocando los aretes en gesto convencional, te miraste al espejo una última vez antes de sonreír al reflejo, luciendo perfecta.
Vestido perfecto, maquillaje perfecto, aspecto perfecto, celebración perfecta, solo faltaba el chico perfecto que no tardaría mucho en aparecer.
-¡Feliz cumpleaños Kikyo!- gritó una joven pelirroja desde el primer escalón, viéndola con mucha alegría.
Ayame una de sus amigas, ¿Qué haría la chica si se enterara que te acostaste con el chico que le gusta?
-Gracias Ayame, ¿No has visto a Inuyasha?- preguntaste con una sonrisa mientras que paseabas la mirada marrón por todos lados, esperando encontrarle.
-Si hace unos minutos le vi con tu hermana, creo que se fueron a la cocina- señaló con el dedo algo molesta tan solo de decirlo. Reíste ante su reacción.
Claro que no le agradaba Kagome, después de todo, es la ex novia de Koga, el cual, aun está interesado en ella. Agradeciste antes de irte, con paso rápido pero firme llegaste para encontrarte con esa peculiar escena.
Tu hermana aferrada a la camiseta color negra de tu Inuyasha, el otro acariciaba sus cabellos con mucha ternura, mientras que ambos sostenían una sonrisa que pudo haber jurado no había visto en ninguno de los dos. Entonces, en un impulso se separaron.
-Kagome, tengo algo muy importante que decirte ¿Prometes no enojarte?- habló el peli plata con preocupación en su voz.
-¿Qué es lo que sucede?- preguntó esta vez ella, de manera comprensiva, conciliadora.
Antes de que pudiera mencionar algo mas, tentó la puerta, e hizo sus tacones sonar, de manera en que advirtiera su presencia. Ambos se separaron con algo de nerviosismo, cruzando su mirada con la tuya.
-Inuyasha, Kagome los estaba buscando- mencionaste con una sonrisa muy parecida a la amabilidad.
-Ya vamos para allá- Kagome fue la que respondió, pues Inuyasha no parecía querer hablarte.
Tarde o temprano tendría que hacerlo, después de todo. Era el gran día en que finalmente, sus sueños tendrían la primera fase de felicidad completada.
········
········
La noche había sido lo ideal, cada cosa que ella había deseado estaba en el lugar, tus padres no estaban más que conformes de verte alegre por tu cumpleaños, tus suegros también a veces contemplaban tu sonrisa. No habías podido pasártela con Inuyasha, de alguna manera, este no había aparecido en toda la noche.
-Kikyo, necesito hablar contigo- pidió el peli plata mientras tomaba tu mano de manera delicada.
Sin que el chico se diera cuenta, un reflector los iluminó haciendo que entonces tu y el fueran el centro de atención. Una sonrisa apareció en tu rostro de manera diferente, asentiste de manera nerviosa. Se recargó en una sola de sus rodillas.
-Hace mucho que te creía más que una amiga, eres tan hermosa, contigo a mi lado puedo formar una vida juntos, una familia a la que querré tanto como tú, ¿Quisieras ser mi esposa?- preguntó con anhelo en su voz, tomando al mismo tiempo una cajita de color azul marino.
-Acepto Inuyasha- te derrumbaste en sus brazos, el apenas pudo sostenerse para no caer ambos. ¿Podían ser las cosas más perfectas?
Ni siquiera el sonido de tacones de tu hermana corriendo iba a menguar tu alegría. Lo abrazaste mientras el otro correspondía
Todos vitoreaban a favor de la nueva pareja que formaban ustedes dos.
Era obvio que había un problema, que la azabache menor había desaparecido, aquella que el peli plata buscaba con tanto desespero, pero ella no volvería a bajar
Porque estabas segura, su corazón se estaba rompiendo.
-Kikyo, quiero hablar contigo- habló seriamente la joven después de haber entrado a su habitación con el permiso de la propietaria.
Como toda joven a punto de casarse con el chico de tus sueños, te encontrabas recargada en el escritorio con una sonrisa en los labios mientras revisabas una y otra vez la lista de invitados. Paraste de escribir para ponerle atención a tu hermana, pues esta rara vez te hablaba con ese tono de voz,
-¿Qué necesitas Kagome-chan?- preguntaste con una sonrisa amable, incitándole a que se sentara, pero ella solo te veía fijamente, mientras que sus ojos se achicaban.
-Sabes muy bien por lo que vengo, ¿Por qué lo hiciste?- habló de manera casi desesperada, tomando impulso hasta quedar frente tuyo, sus ojos se veían desolados.
Desde un principio lo suponías, pero ya habías tenido momento para alejar todo tipo de sentimiento referente a la culpa, después de todo, tú misma habías sugerido aquel acuerdo matrimonial del que no podías sentirte avergonzada, de hecho una dicha rodeaba toda tu seguridad.
Quizás cometías un error, pero por el amor se hacen tantas locuras, a lo largo de la historia estaban comprobadas, entonces, una mas no haría daño, ¿Verdad?
-Lo siento Kagome, pero me fue imposible evitarlo, mis padres ya sabes que no dan derecho a réplica- hablaste con calma, como si los ojos chocolate no se estuvieran conteniendo para no derramar lagrima alguna.
-¿Imposible? Por favor, estamos hablando de ti, la princesa de la casa, aquella a la que le dan todo- casi gritó la azabache elevando sus brazos al techo para darle más efusividad a sus palabras
-Entonces es eso, ¿Estas enojada? Porque a mí siempre me dan todo, y piensas que es lo mismo, ¿Es eso? Finalmente dejaras de fingir que el que me mimen no te importa- replicaste mientras te levantabas, en tu voz había una pizca de rencor y verdad.
Mientras que la chica parada frente a ti, movía los labios como si tratara de decir algo sin ser capaz de decirlo, sin entender muy bien la razón, te acercaste para ver si de esa manera escuchabas mejor.
-¿De qué estás hablando? ¡Esto no tiene nada que ver con tus caprichos! Nunca me importó que te den todo por ser la mayor… Realmente tu no lo entiendes- gritaba exasperada, como si soltara lo que quería decir, pero se mordiera la lengua para aclararlo todo.
-Inténtalo, quiero saber porque estas llorando y gritando como desaforada- exigió como solía hacer con todos los demás, menos con su pequeña adoración.
-Siempre lo has tenido todo, nunca me ha importado, Inuyasha es la primera persona que me hace sentir así, tan llena, con la que puedo ser yo misma y no va a juzgarme por ello, entonces, ¿Por qué lo hiciste? ¿No podías simplemente dejarme a mí y a él en paz? ¿Por qué tenias que volverlo uno de tus caprichos?- preguntó derrumbándose en el suelo, con la mirada baja, su voz completamente quebrada y solo el sido leve de sus lloriqueos.
-¿Capricho? Inuyasha no es uno más de mis caprichos, además ya te lo he dicho todo aquello que hice solo fue para garantizarte lo mucho que te quiero- replicó tomando la barbilla de la chica que le veía entre furiosa e indignada.
-¿Me quieres? Por eso te acostaste con todos mis novios, tienes una rara forma de demostrar tu cariño hacia los demás. Nunca antes sentí lo que siento con Inuyasha cerca, ¿Es que no comprendes?- rogó mientras apretaba su falda escolar, intentando –fallidamente- de hacerte entrar en razón.
Todo lo que estabas haciendo no era solo un capricho, tampoco era para ayudar a Kagome a que no tomara una mala decisión, solo era para estar junto a la persona que ella más quería, porque de esa manera, todo saldría bien.
Inuyasha estaría feliz, con el tiempo Kagome lo olvidaría y se daría cuenta de que solo era un cariño pasajero, y finalmente, tu serias tomada en cuenta, podrías caminar a su lado con la sensación de que te amaba como a nadie más hacia.
Porque los errores se pueden cometer muchas veces, una o dos veces, incluso una tercera vez, pero jamás una cuarta.
-Kagome-chan, ¿Eso es todo? Porque aun tengo muchas cosas que hacer, tengo una boda que planear, así que si me disculpas- pediste con una sonrisa, mientras la otra te miraba furiosa.
-¿Puede tu cinismo llegar a mas? Kikyo, te advierto que él no te va a querer como tú te empeñas en decir. Tu no lo conoces lo suficiente- musitó con la mirada clavada en tus movimientos relajados.
Cuando la puerta se cerró, no hizo nada, solo concentrarse aun mas en sus invitaciones de color blanco, con letras en color dorado, al menos era el prototipo de las mismas.
De cualquier forma, ella estaba segura que todo lo que decía su hermana solo lo decía por envidia, Inuyasha la quería mucho.
Las flores de cereza caían caprichosas por la alfombra de color blanco, bailando deliciosamente con la brisa fresca que emanaba aquel día despejado, las sillas en un perfecto orden, cubiertas con una tela de color blanco, con un cintillo dorado apenas perceptible, la música se escuchaba como si fuera un sonido de fondo acoplado perfecto, las personas esperaban ansiosas por su aparición, seguramente, no eran los únicos que esperaban ansiosos su llegada.
Aquel peli plateado del que ella estaba enamorada, le estaba esperando en el altar, dispuesto a aceptar su palabra en cuanto la dijera.
Su sonrisa, así como su felicidad no podría romperla nadie.
-Kikyo, todos te estamos esperando, ¿Ya estas lista?- preguntó la joven en tono seco, acomodando su cabello recogido.
NI siquiera la presencia de tu hermana iba a menguar tu alegría de ese día.
-Ya no tardo, te agradecería que por favor avisaras mi llega al altar- soltaste con algo de veneno en tu voz.
Como si quisieras hacerla reconocer, que habías ganado, que nadie se iba a meter en tu camino, que como muchas cosas ella solo había sido la segunda mejor. Siempre era así, siempre lo seria a este paso.
·····
La música subió de intensidad, la marcha nupcial se dejó escuchar, felices por la mayor de los Higurashi, muchas personas habían asistido a la boda, la prensa también estaba ahí, pues comprometer a dos de los solteros más codiciados no era para nada, un motivo insuficiente para recordar o hablar.
Con pasos lentos pero acompasados, caminabas con elegancia, de vez en cuanto tu cabello completamente suelto adornado con una flor blanca se dejaba llevar con la brisa, el vestido largo dejaba un rastro después de tus pies, mirabas todo con entusiasmo.
Era una boda perfecta, para cualquier noviazgo exitoso que se jactaba de poder haber dado otro paso a su felicidad, donde terminaba una etapa, se abría otra donde se garantizaba necesitaría de esfuerzo y mucho amor…
Radiante, tomaste la mano de tu prometido con una sonrisa, el otro te la correspondió tomando así también tu cintura, depositó un beso en tu mejilla antes de que empezara la ceremonia, casi quisiste voltear atrás para contemplar la cara de tu hermana, verla de reojo no era suficiente.
-Kikyo Higurashi, acepta usted a Inuyasha Taisho para cuidarlo y respetarlo, en la salud y en la enfermedad hasta que la muerte los separe-
-Acepto- sonreíste cuando el otro te miró con intensidad, sus ojos dorados enfocados en los tuyos.
-Y usted Inuyasha Taisho acepta a Kikyo Higurashi para cuidarla y respetarla, en la salud y en la enfermedad hasta que la muerte los separe-
Hubo unos segundos de silencio, todos esperaban ansiosos la respuesta, el chico solo miraba hacia el suelo como dudando de lo que estaba por hacer, volteo para atrás, apenas de manera audible susurró, moviendo los labios.
-Perdón Kagome…- Kikyo se extrañó por haber escuchado aquella frase, mientras tanto tomó la mano de la joven, apretándola fuertemente.
-Acepto- dijo ya con su voz en tono normal, casi todos escucharon, soltando un suspiro colectivo.
-Si hay alguien que se oponga a esta unión, que hable ahora o calle para siempre-
-¡Yo me opongo!- gritó Kagome, volteaste tu rostro hacia la joven como esperando que se amedrentara.
-Kagome, ¿Qué se supone que estás haciendo?- regañó su padre tomando de manera algo fuerte el brazo de la joven que lo zafó a toda costa.
-Déjame hablar papá. No puede casarse porque no se aman, además… yo estoy embarazada de Inuyasha, fue antes de enterarnos que estarían comprometidos- susurró lo último lo suficientemente audible para que le escucharan sin llegar a ser exagerado.
-¿¡Hablas en serio Kagome?! ¿No es mentira?- interrogó el peli plata que en cuanto vio la negación de la joven corrió a abrazarla como si no hubiera otra cosa.
La levantó con una sonrisa y felicidad tan grande que no pudiste más que caer sobre tus pies cuando los escuchaste, algo dentro de ti comenzó a quebrarse, algunas lagrimas se comenzaron a caer de tus ojos. ¿El mundo podía ser así de injusto?
-Te amo Kagome, gracias por hacerme padre- gritó el chico mientras besaba múltiples veces a la joven sin tocar sus labios.
-Yo también te amo Inuyasha- repitió la joven varias veces en tono cada vez más bajo, dejando caer algunas lagrimas.
Dejaste de ser el centro de atención, también lo notabas, alrededor de ellos no parecía haber nada, solo ambos abrazados, como si el mundo despareciera sin darse cuenta, tomaron algunas fotos de ellos, cuando finalmente la bajó encaró a su padre, mientras Inuyasha jugaba con el vientre aun plano de Kagome.
-¿Por qué no habías dicho eso antes? No hubiéramos armado esta boda para nada- reclamó el padre de ambas chicas tomando también a su hija en un abrazo.
-Lo siento papá, mamá, pero no lo sabía, apenas ayer con Sango me hice algunas pruebas, este fue el resultado, ¿Están enfadados?- preguntó con la cabeza baja, mientras sonreía.
-Para nada, estamos impactados, solo eso- respondió su madre tomando como un impulso abrazarla junto al padre y el novio.
¿Qué haremos con este circo que armamos?- pregunta Inu no Taisho con el ceño fruncido haciendo acto de presencia.
-Pues hay alguna manera de aprovecharlo- repuso Izado, se acercó hasta su hijo el cual sonrió para asentir.
-Kagome, desde el momento en que te vi pensé en lo hermosa que eres, tu sonrisa era tan cautivadora que pensé que serias como cualquier otra chica engreída, pero tú eres diferente. Eres capaz de hacerme sonreír sin darme cuenta, mi corazón se acelera tanto cuando te descubro viéndome, me molesta tanto cuanto te invitan a ir a cualquier lado que ahora solo me queda preguntarte, ¿Quieres casarte conmigo?- sus mejilla se llenaron de lagrimas, estabas aun ajena a lo que sucedía, simplemente, querías tirarte por un puente.
-Acepto Inuyasha, te amo- gritó Kagome abalanzándose a Inuyasha que la atrapó para darle una vuelta mientras se besaban.
¿Qué era diferente a cuando te propuso matrimonio? Muy simple, que ellos se amaban, no solo uno de los dos lo hacía. Lo más seguro, es que todo lo que le dijo, era falso, y no era para ella.
-Es increíble que mi pequeña Kagome se vaya a casar- pronunció el señor Higurashi, mientras abrazaba más a su esposa.
Nadie se había percatado de tu ausencia, quizás de esa manera era mucho mejor. Miraste aquella pequeña capilla armable que habían hecho en el jardín, en ese columpio donde solían tu hermana y tu ir, suspiraste mientras toabas impulso.
-Deberías alegrarte Kagome, al final, tu si lo concias mejor que yo- susurraste al viento, dejando llevar consigo también muchas de tus lagrimas.
Quizás, si podías equivocarte más de tres veces.
Eres como un avión que me dijeron no debí tomar
Porque todos lo sabían, siempre lo quise negar
Eres como una película mala que veo hasta el final.
Ahora déjame decirte…
Qué suerte para ti que solo seamos amigos.
¿Y qué les pareció? ¿Muy extraño? ¿Muy raro? Bueno, a mi me gustó como quedo.
Déjenme sus comentarios si les ha gustado, sugerencias o algo por el estilo.
Por si alguien lee "Alto al dolor" y està leyendo esto ahora, solo puedo decir que hay un sexto capitulo arriba, y que además voy a dejar el fic suspendido hasta nuevo aviso, pues tengo que concentrarme en mis tareas además de un fic del mismo foro al que va este.
