Amm, pues nada, tenía muchas ganas de escribir algo con la temática de los lobos. Pues, ustedes no están para saberlo ni yo para contarlo pero, los lobos son mis animales favoritos seguidos del lince. Así que, espero que disfruten de este relato que se ubicará en un tiempo y lugar poco utilizado, al menos por mí. Para los que les guste la temática del viejo oeste, bueno, espero que esto les guste.
Espero que esta no duré tanto como No Regrets y que sea de su agrado. Por cierto, parte de este relato está inspirado por la historia: Lobo, El rey del Corrumpaw, denle una ojeada seguro les cautiva :D
Moon Eyes.
-1-
Prunus Serrulata
…
Estaba nublado, pero no hacía frio, había flores en el extenso campo pero ninguna se quebraba cuando ella avanzaba. Extendía sus brazos, reía, gozaba y retozaba entre la hierba alta para después lanzarse sobre el pasto, disfrutando de su frescura y verdor. Entonces rio encantada por la hermosura naciente de aquel valle. Giró sobre su propio cuerpo y miró a su izquierda, a lo lejos se visualizaba una hermosa montaña cuya cima se coloreaba de un blanco puro, posiblemente por la nieve estacionaria.
Sakura sonrió y pensó en lo maravilloso que sería ir a un lugar así. Entonces escuchó pasos detrás de su cuerpo y volvió a girarse con tranquilidad mientras visualizaba alrededor sin borrar su sonrisa. Pero, cuando logró mirar el espectro que había hecho a penas ruido entre la maleza cómoda, se enderezó temerosa al confirmar que se trataba de un depredador.
Era un hermoso lobo, negruzco, enorme, con un par de zarpas delanteras tan grandes que perfectamente podría abarcar su rostro y sus ojos… tan serenos y hermosos, era como si estuviese viendo… las estrellas.
Sakura…
Ella dio un respingo al escuchar su nombre a lo lejos, como si alguien lo susurrase en el oído.
Sakura…
Estaba tan distraía viendo alrededor y buscando al emisor de esa susurrante voz, que tan sólo tuvo tiempo de escuchar al animal que avanzaba hasta ella. El lobo dio un paso hacia ella y cuando se percató de esto se alzó muerta de pavor y gritó mientras se protegía con sus brazos.
—¡No, no, no!
Sakura…
—¡No aléjate de mí!
Sakura…
—¡No eres real, sal de mi mente! – miró al lobo el cual se había detenido, como si entendiese su lenguaje y le miraba, ya no sereno, sino desolado.
—Sakura…
—¡No! – gritó ella, al saber que esa voz no dejaba de nombrarla.
—Sakura… - entonces logró escucharlo fuerte y claro, no era la misma voz, se trataba de su madre y por ello, respiró tranquila.
Era sólo una pesadilla.
…
—Esta es una nueva oportunidad para nuestra familia, en los tiempos que corren, el oeste es la mejor forma de crear riquezas. – había dicho su padre mientras comenzaba a juntar sus cosas en el ruidoso tren que circulaba al son del carbón en las grandes vías recién inauguradas.
—No lo sé, Kizashi, me parece un lugar algo hostil. – había dicho su mujer, mientras se abanicaba con la mano, había mucho calor, demasiado y las montañas alrededor irónicamente no habían más que concentrar dicha temperatura a no ser que fuese en la cima, pues ahí se formaban perfectamente casquetes de hielo sólido.
—¡Tonterías mujer! Esta es una zona virgen, tenemos montañas recién descubiertas a unos cuantos kilómetros, un mar extenso al otro lado a más kilómetros, ríos, lagunas y una perfecta estepa para colocar nuestro nuevo asentamiento. Nada nos hará falta. Incluso hay una gran empresa de madera en la que podré pedir trabajo, están en busca de nuevo emprendedores y yo soy su hombre. Si no, bueno, siempre podemos emplear una vida agradable en el rancho de tu tío, quien está muy enfermo y yo sería su perfecto capataz. – monologó emocionado el hombre de bigotes fornido mientras sacudía su sombrero.
—Si tú lo dices. – la mujer no parecía convencida, rápidamente echó un ojo sobre su hija que dormitaba a su lado, habían durado mucho tiempo transbordando y estaban a punto de llegar al lugar predestinado. El siglo XIX estaba a punto de terminar y desgraciadamente para ellos, quienes toda su vida habían vivido de una empresa fructífera a base de madera y hierro, puesto que el gran inginiero Haruno Kizashi era en aquella época una personalidad, ahora debían optar por algo menos rimbombante.
La temporada de cambios se había dado en el país desde la colonización del viejo oeste, muchas empresas de manufactura y recursos primos habían comenzado a avanzar en búsqueda de nuevas formas de hacerse ricos, no obstante en el transcurso de la nueva evolución muchas empresas pequeñas y otras no tan pequeñas se habían destrozado o parado ante la enorme competencia que surgía cual si fuera una fiebre de oro.
Las tierras vírgenes aún por explorar seguían siendo la sensación para muchas empresas, incluso grandes y de renombre se habían jugado el todo a nada por descubrir las fortunas que las montañas escondían entre sus valles, prados y faldas, mas el progreso, irónicamente parecía ir de mal en peor. Las condiciones eran un poco más duras y los habitantes de este "nuevo mundo" no parecían conformes con lo que la naturaleza tenía para ofrecerles. Existían además, rumores e historias de organizaciones tribales que iban y venían matando en una lucha encarnizada a los hombres que se creían lo suficientemente listos como para profanar sus tierras.
Actualmente las historias continuaban siendo sólo eso, historias sin confirmación, pero no por ello menos famosas, al menos para su punto de vista. Finalmente y tras pensarlo demasiado, Kizashi había decidido tomar la iniciativa, su empresa carpintera perdía clientes y empleados, ya no era contratado por la falta de recursos y trabajo, por lo que vendió cuento pudo y se lanzó en busca de una nueva oportunidad. Es por ello que su familia iba en aquel tren ruidoso, en busca de una empresa que pudiera contratarlo, ya fuese como capataz o empleado táctico y finalmente él despegar como había intentado hacerlo en el Este.
Además, si no llegaba a tener suerte como ingeniero siempre podrían quedarse en el rancho del tío de su esposa, que por cierto estaba tan viejo y enfermo que le vendría bien algo de compañía.
El tren resopló marcando el final del camino y los pasajeros comenzaron a levantare enaltecidos para tomar sus valijas y correr a la salida.
—Despierta a Sakura, cariño. Hemos llegado al inicio de nuestra nueva vida. – sonrió emocionado Kizashi y para su esposa, resignada y encantada por su optimismo no le quedó otra opción que remover a su hija para que dejara el mundo de los sueños y se incorporara.
Sakura Haruno abrió los ojos lentamente mientras estiraba sus brazos, era sumamente incómodo dormir en los asientos del tren, pero era eso o nada. Miró a sus padres preguntando mudamente si habían llegado al lugar correcto, por las ventanas del vehículo no parecía ser más que un pueblo fantasma, con calles empedradas, carros tirados por bueyes o caballos y muchos indigentes. Sin embargo, ya había tiempo de quedarse.
La ciudad, que para ella más bien parecía un pueblo, se llamaba Dust y contaba con grandes casas de madera, piedra y carreteras algo maltratadas. No era una metrópolis, pero Dust tenía al menos civilización competente, sin decir por demás que era la única ciudad con lo suficientes servicios públicos como para considerarse eso, una ciudad. El rosto de la chica de 18 años de edad no pareció agradar mucho a su padre, lo tenía contrito y fastidiado, no le gustaba la nueva ciudad, pero no podía quejarse demasiado.
—Anímate hija, esto será mucho mejor una vez que te acostumbres. – la tomó de la mano y la besó suavemente, sacándole un suspiro a su retoño y asintiendo en silencio.
—Mi tío está ahí. – señaló su esposa, reconociendo la cara del hermano de su madre. El hombre la saludo desde lo lejos, tenía toda la mañana esperándoles. Era un hombre del no menos de 60 años, pero para su suerte estaba enfermo y se le veía deteriorado, Mebuki lo abrazó con cariño mientras le decía que se veía bien, a pesar de no ser cierto.
El hombre se rio ante ello recordándole que estaba viejo, después saludo a su nieta sobrina y a su sobrino político.
—Suban, el viejo Fresón y yo los llevaremos al rancho, son dos horas más de camino, por lo que espero que no les moleste ver el paisaje, es realmente hermoso. – los integrantes de la familia Haruno asintieron mientras subían a la carreta y comenzaban a avanzar. El caballo empezó su labor mientras lentamente se alejaban de Dust.
—Tío Gin, había escuchado de una gran empresa que transportaba madera de los árboles de esta zona. – no tardó en interrogar Kizashi. —Estaba pensando, ¿Qué tan probable sea que ellos…?
—Debes estarte refiriendo a la empresa Intercontinental Uchiha's, la compañía transportadora y muy rica en el puerto que está a unas cuantas horas en tren.
—¡Esa, exactamente!
—Lamento decirte esto, hijo, pero la Intercontinental tiene las puertas cerradas desde hace tres años en Dust. Ocurrió en terrible accidente a uno de sus administradores y se quedó sin directivos. Actualmente solo está uno de los hermanos Uchiha a su cargo, pero la fuerza laboral de la empresa disminuyó mucho, están a las afueras de Dust y él no está todo el tiempo ahí, hay un encargado pero no sé si pueda verte.
—¿Qué clase de accidente? – se aventuró a preguntar Sakura, quien era respetuosa sobre las conversaciones entre los adultos.
—No sé qué pasó exactamente, pero sé que uno de los directivos murió mientras supervisaban la movilización de algunos trabajos… Hace tres años.
—Qué pena. – comenzó Mebuki.
—Sí, querida, no encontraron el cadáver del sujeto, dicen que lo devoraron los lobos.
—¡¿Lobos?! – Sakura miró aterrorizada a su tío abuelo.
—Pues claro, cielo. – el hombre sonrió. —Este lugar está lleno de vida salvaje. – señaló al frente y las montañas que se alcanzaban a ver. —Tenemos bisontes, ciervos, berrendos, gansos, pumas, lobos… creo que he visto osos, pero no se acercan al rancho, ellos permanecen cerca de la montaña.
—¡Tantos! – Sakura le temía los animales. Cuando era niña había tenido el desafortunado accidente de ser atacada por un perro y herida, el animal le mordió uno de sus bracitos y logró herirla profundamente, los médicos hicieron un gran trabajo, pero a sus escasos ocho años el trauma quedaría grabado en su memoria con un miedo justificado. Sakura le temería a los animales con colmillos de toda clase, el periodo de recuperación y rehabilitación había sido tortuoso y fatigante, incluso llegaron a decirle que no volvería a usar su extremidad, pero logró conseguirlo para alivio de los médicos.
—Sakura le teme a los animales. – aclaró su tía. —Cuando era niña tuvo un accidente.
—Es una verdadera pena. – dijo el anciano con voz cansada. —En realidad necesito ayuda en el rancho, no tengo muchos animales, pero es difícil mantenerlos a todos. Tengo seis reces y una de ellas está preñada, por lo que pronto será siete, Fresón es mi compañero y las llevamos a pastar de vez en cuando, pero en realidad necesito ayuda.
—Yo podría… - esbozó Kizashi.
—Eso esperaba hijo. – le palmeó la espalda. —Mebuki, confió en ti para el cuidado de las aves, tengo dos pavorreales y varias gallinas, son hermosas y sé que te gustarán. Últimamente compré algunas palomas, pero esas condenadas son muy asustadizas, estoy esperando a que saquen polluelos, así podré utilizarlas como mensajeras… - el tío Gin continuó fantaseando un rato y sin darse cuenta las dos horas pasaron volando.
El rancho no era muy grande, si acaso tenía una extensión de trecientos metros cuadrados, pero lo afortunado era que yacía cerca de un riachuelo y un pozo con abundante agua. Además de la hermosa vegetación de los alrededores, estaba muy cerca de las faldas de una montaña al inicio de una cordillera.
Gin tenía un corral, una casa para su uso personal, un pequeño establo para Fresón y donde guardaba sus herramientas, una letrina y una pequeña chimenea en donde colocaba la leña necesaria para cocinar e iluminarse. Tenía las jaulas de las palomas, el resto de las gallinas y los pavorreales que había mencionado yacían protegidas dentro del establo y un gallinero de madera algo viejo para su gusto.
—Estamos en casa.- dijo el hombre, aliviado de ya no rebotar entre los quiebres del camino. —Pueden desempacar, tengo una habitación extra para ustedes, hay una cama y… espero que a la pequeña Sakura no le moleste, le he construido un catre para su comodidad.
—Ella estará encantada, tío. – no podían rechazar su hospitalidad, por más incómodo que fuese.
—Me alegra. Mebuki, querida, si quieren almorzar dejé algunas viandas en la cocina, pero hay mantequilla, harina y huevos por si quieres preparar otra cosa.
—Gracias, tío. – condujo a Sakura al interior, para dejar las maletas.
—Kizashi, ¿Cuándo irás a la Intercontinental?
—Mañana, tío Gin. Por ahora, ¿Hay algo que pueda hacer por usted? – el hombre sonrió cuan zorro astuto.
—Me alegra que lo preguntes, hijo. – le colocó una mano en el hombro.
…
Muy temprano por la mañana, Kizashi montó en Fresón para acudir como era lo planeado a la Interconental Uchiha's. El sol aún no salía y estaba más fatigado que despierto, el trabajo de la granja era pesado y extenuante, la comida escasa y difícil de preparar. Ahora comprendía porque Gin estaba tan emocionado que fuese a vivir allá. El hombre simplemente ya no podía con tantos quehaceres y su visita era más que bienvenida.
Sacudió su cabeza cuidadosamente y trató de no dormirse, enfocó Dust a la distancia y alisó su ropa preparado para dar lo mejor de sí. El sol ya estaba saliendo cuando hizo acto de presencia en la empresa y tras carraspear un poco, el guardia de seguridad lo estudió con una ceja alzada.
—¿Sí? – comentó con desdén.
—Mi nombre es Kizashi Haruno, estoy aquí para hablar con vuestro jefe, quiero ofrecer mis servicios.
—El señor Uzumaki no recibe visitas.
—Debo insistir caballero, incluso he preparado un acto de presentación. – no era broma.
—El supervisor no se encuentra, venga otro día.
—¿Cuándo podría encontrarlo?
—No tengo permitido desvelar esa información.
—Pero señor, debo insistir...
—Le he dicho que…
—¡Tiene que permitirme hablar con él! – gritó desesperado tomando de la ropa, lo cual el guardia de seguridad gruñó y lo empujo molesto.
—¡Que no escucha bien! – gruñó mientras lo alejaba y Kizashi, inevitablemente tropezaba con un recién llegado. —¡Cielos! – el guardia de seguridad bajó la cabeza apenado. Kizashi pensó que se dirigía a él, pero cuando escuchó una respiración detrás de él se volteó rápidamente.
—¿Qué está pasando aquí? – su voz ronca, incluso ligeramente juvenil advirtió a Kizashi al comprender que era alguien importante pero joven a la vez. Se giró con precaución y se encontró con un muchacho de aproximadamente 23 años frente a él, se veía ojeroso, cansado, con su ropa finamente planchada y olorosa a jabón casero, más su rostro tenía la perturbable cara de un hombre atormentado.
—Señor Uzumaki, me disculpo por...
—¿Usted es el señor Uzumaki? – Kizashi le miró con algo de incredulidad, era muy joven para dirigir una empresa de tal tamaño.
—Sí, soy Naruto Uzumaki, ¿Quién es usted y por qué está causando alboroto?
—Me presento, soy Kizashi Haruno, soy ingeniero y quería ofrecer mis servicios por un contrato si no es…
—No estamos contratando personal, si no se ha dado cuenta señor Haruno, la empresa sólo está siendo usada como almacén y envío de cargas, hágame el favor de retirare. – Naruto pasó a su lado mientras se quitaba su sombrero de copa corta y alas reducidas.
—¡Mi señor! – lo tomó del brazo. —Un hombre tan joven como usted y cansado no debería cargar con ese rostro, por favor, permítame ayudarle, tengo incluso una presentación que podría interesarle.
—No. – Naruto le miró desafiante y el guardia de seguridad tomó a Kizashi del hombro. —No tenemos vacantes e incluso si yo decidiera contratarlo el papeleo llevaría unas semanas por que debe ser autorizado por el jefe administrativo de la capital, no tengo tiempo para esto, estoy muy ocupado. – se soltó del agarre del Haruno y avanzó hacia adentro del establecimiento.
—¡Pero señor Uzumaki, usted no puede irse así…! – el guardia lo empujó para sacarlo definitivamente. Naruto no prestó atención, sino que continuó avanzando si darle la menor importancia.
Llegó directamente a su oficina y tal como había dicho el lugar ya no fungía como una empresa sino eran más bien oficinas de acopio. Había pocas personas comprobando los materiales, pero no los saludó en vez de eso llegó a su silla y se sentó detrás del escritorio. Dejó salir una gran bocanada de aire y sacó de uno de los cajones un mapa arrugado que correspondía a las montañas. Alrededor de Dust se encontraban zonas endémicas todavía sin colonizar o incluso pobladas por los últimos nativos. Naruto sacó una pluma y tachó tres localidades de otras más que ya estaban subrayadas.
—Aquí no. – dijo mientras lo hacía. —Se ha ido de nuevo. – suspiró y dejó caer el trozo de papel mientras volvía a suspirar fatigado. —Yo te atraparé, lo haré así sea lo último que haga. – tras decir estas palabras se quedó completamente dormido en la mesa.
…
Tras perder toda la mañana en otros lugares, Kizashi no tuvo más opción que regresar derrotado al rancho en donde el trabajo lo esperaba. A la hora de la cena, cuando comían, les reveló su fracaso cuestión que para su familia sonó a un rotundo error y no tardaron en visualizarse tristes.
—No se angustien, queridos. – se apresuró a decir Gin. —Este rancho estará siempre a su disposición. – sonrió queriendo animarles, pero no lo consiguió. La familia comió en silencio y antes de irse a dormir, Kizashi juró que haría algo en la mañana, iría de nuevo a hablar con el señor Uzumaki y poder emprender la vida que tanto buscaban.
Y así lo hizo, pero no tuvo éxito, Naruto continuaba rechazándole una y otra vez. Fue casi todos los días por un mes entero y lentamente su familia perdía las esperanzas al igual que el jefe de la misma. En su último intento, Kizashi madrugó para buscar a Naruto en su casa y se sorprendió al darse cuenta que el muchacho se había marchado ese mismo día a una "excursión" al campo.
La criada no quiso revelarle más y la gentil esposa del supervisor simplemente se disculpó en su nombre al no poder ayudarle y que regresaría en unas semanas. Kizashi, más derrotado que nunca se aferró a las riendas de Fresón mientras maldecía su mala suerte. Se les había agotado el dinero y regresar sería imposible, tendría que vivir, para bien o para mal, en la granja del tío Gin.
Así, pasaron las semanas y la vida en realidad se hizo muy sencilla. Cada quien tenía roles que seguir en la granja, Kizashi se encargaba de las reparaciones técnicas, Gin aún montaba bien por lo que él era el encargado de arrear al ganado, Sakura se organizaba para hacer la mayor parte de la limpieza de la casa y su madre se encargaba de la cocina y los animales del corral.
Había pasado un mes desde su llegada y la familia Haruno acababa de convertirse en una campirana y emprendedora. El orgullo que Kizashi aún estaba herido y su esposa lo consolaba de vez en cuando. Sakura, por otro lado se sentía frustrada. Ahora no sólo estaba atrapada en una granja, si no que yacía muy lejos de su tierra natal y las amistades que había conocido entonces. Entendía la situación de sus padres, pero no podía evitar protestar de vez en cuando por la miseria obtenida y las ilusiones rotas.
El oeste era vil, cruel y realista, si ella se dejaba llevar por sus decepciones lo pagaría caro, por ello su madre intentaba aconsejarla y consolarla, cuando ella en realidad sufría por dentro por haber tenido que aguantar junto a su esposo. El tiempo, sin embargo continuaba avanzando y con él la vida.
—He visto un lobo merodeando. – dijo durante el almuerzo Gin, mientras compartían una rica tarta que había preparado Mebuki. Sakura pareció dar un respingo, aterrada.
—¿Estará cazando las vacas? – preguntó Mebuki, aunque era muy obvio.
—No lo sé, pero de igual forma debemos estar alertas, he dejado algunas trampas alrededor, si es inteligente, no se acercará.
—Tío Gin, ¿Qué tan tercos pueden ser los lobos? – ansiaba que su voz no sonase tan desesperada, pero en realidad les temía en demasía.
—Si está hambriento me temo que mucho, si sólo pasa por aquí, se irá en cuestión de minutos cuando vea las trampas. – el anciano sonrió. —No te preocupes, pequeña. Esa alimaña no podría entrar al corral aunque lo quisiera. – señaló con la mano una vieja escopeta que colgaba a la entrada del comedor. —Tengo muy buena puntería.
—Sí, hija, tranquila. Mientras tu viejo y el tío Gin estén aquí nada pasará la verja. – alardeó Kizashi y para sorpresa del tío de su esposa, sonrió encantado mientras le palmeaba la espalda.
—Entonces tú harás guardia por la noche. Creo que sabes manejar una escopeta, ¿No?
—Bueno… tengo mejor experiencia con armas pequeñas pero…
—Tonterías, todo hombre sabe usar debidamente un rifle. – se levantó ansioso. —¡Vamos a practicar!
—Pero tío Gin, aún no terminamos de comer.
—Comerás después.
Ambos permanecieron afuera practicando con latas un rato y en verdad que Kizashi era malo con las armas grandes. No fue hasta que el sol cayó que el anciano estuvo afuera hasta el ocaso mientras fumaba en silencio. Su sobrino político estaba a su lado con cierto miedo, jamás había matado a un animal y el hecho de pensar en comenzar hoy le resultaba desagradable.
—¿Mencioné que soy homofóbico? – comentó mientras tragaba saliva.
—Silencio. – Gin por otro lado, estaba muy serio, como si quisiera escanear el terreno. —Algo raro está pasando.
—¿Qué, qué es? – se apretujó contra él. El corral estaba cerrado y ellos entre las reses, esperando un ataque.
—Eso, el silencio. – señaló al horizonte, todo estaba muy oscuro ya. —No se escucha nada.
—¿Y eso es malo? – el ingeniero alzó ambas cejas, extrañado.
—Vi a ese lobo, Kizashi. Era enorme y tenía aspecto de chico malo, si deseara comer ya se habría acercado desde hace mucho. Por lo menos hubiese aullado.
—¿No lo habremos asustado con el sonido de la escopeta?
—Bien, eso también puede ser pero… - lanzó su cigarrillo al suelo, el viento repentinamente había dejado de soplar. —Tampoco escucho el sonido de los grillos.
—¿Eso qué quiere decir? – en verdad que no comprendía nada.
—¿No escuchas eso? – el viejo parecía un zorro en plena temporada de caza, Kizashi estaba absorto observándole en vez de prestar atención.
—No, ¿Qué?
—Son cascos. – miró hacia el horizonte, en donde el sol se había ocultado. —Son caballos.
—No entiendo nada.
—¡Demonios! – el anciano se convirtió en un gran atleta cuando saltó la valla y corrió hacia la casa. —¡Toma la escopeta! – gritó conmocionado.
—¡¿Qué pasa?! – Kizashi apretó el arma a su lado en el corral.
—¡Son bandidos! – todavía no entraba a la casa cuando una bala le rozó un pie, el sonido del impacto y el polvo emergente del mismo asustó a Kizashi.
—¡Tío Gin! – corrió hasta él, pues el anciano había caído al suelo por el impacto.
—¡Estoy bien, corre a la casa! – se levantó rápidamente y Kizashi corrió detrás de él. —¡Todos al suelo! – gritó mientras una serie de balas seguían entrando en la madera. —¡Kizashi! – lo llamó al verlo tirado en el suelo.
—¡Tío, tío que sucede!
—¡Mebuki al suelo! – una bala entró por la ventana, rompiendo el marco de la misma en miles de astillas. —¡La chica, en donde está! – gritó asustado.
—No lo sé, ¡Sakura! – la llamó desesperadamente. —¡Kizashi! – gritó su mujer, el grito de varios hombres se escuchaban en los alrededores.
—Van por la vacas. – lamentó el anciano. Entonces se escucharon disparos y la inconfundible voz de Kizashi.
—¡Aléjense malditos! – era claramente su voz y el sonido de la escopeta. Su caballo sonó alborotado y el grito de un hombre caído, así mismo más disparos.
—¡Kizashi! – Mebuki lloraba conmocionada.
—¡Abajo! – su tío intentaba protegerla. De repente aquel lobo fue el menor de sus problemas. —¡¿En dónde está tu hija, Mebuki?! – clamó saber y el color desapareció de la mujer.
—En la letrina, creo.
—¡¿Está afuera?! – intentó arrastrarse una vez que los disparos parecieron disminuir, entonces de nuevo más balas se colaron en su casa y esta vez el tío Gin cayó cuan ave herida, mientras una de las balas le daba por la espalda.
—¡Tío! – su sobrina se arrastró donde él abrazándolo llorosa.
—¡Mebuki! – Kizashi entró corriendo mientras sangraba de la cabeza y un pie. —¡Que pasó! – recogió al anciano que no parecía responder. —Se llevaron las vacas, eran muy rápidos. – lamentó tembloroso.
—Sakura. – dijo Gin, en susurros. —Ellos… se llevan a las mujeres… - entonces el pánico apareció en los ojos de ambos padres.
—Oh, mi Dios. – Kizashi tomó la escopeta, la cual ya no tenía municiones, pero ello lo hacía sentirse más seguro.
—¡Kizashi! – Mebuki no dejaba de llorar y llevó sus manos a la herida de su familiar, intentando parar el sangrado.
—¡Sakura! – el patriarca Haruno emergió gritando y su pesadilla se desató.
—¡Papá! – Sakura luchaba con un hombre que la había tomado del cabello desde la altura de su caballo.
—¡No, déjenla ir! – cojeaba lo más rápido que podía hacia donde estaba su hija. —¡Sakura!
—¡Papá!
—¡Atrás anciano! – dijo uno de los bandoleros, mientras le apuntaba en medio de la oscuridad y a la luz vaga de una simples lámparas de aceite. El disparo se efectuó mientras Kizashi gemía dolorido, la lámpara que cargaba el ladrón cayó al suelo mientras subía a Sakura con él contra su voluntad.
—¡Tenemos las reses y la chica! – dijo a su líder y éste asintió rápidamente.
—A la montaña, vamos. – en total eran cinco y estaban armados hasta los dientes. No eran más que hombres a sueldos encargados, en esa época, de robar todo el ganado posible para ganar alguna clase de dinero con las mismas. La mayoría de las veces eran contratados como sicarios por otros granjeros, pero en esta ocasión lo habían hecho por mero gusto y al pasar por su cabalgata nocturna, la casa modesta de Gin había sido desafortunadamente la elegida.
Mas Sakura luchó por liberarse y golpear al sujeto en vano. La cargaba entre sus brazos y apretaba su cuerpo con bastante fuerza, intentando sofocarla y al mismo tiempo dejarla quieta.
—No tenemos tiempo para esto. – dijo molesto otro de los hombres.
—¡Estate quieta!
—¡No! – Sakura intentó morderlo y ello fue el colmo, detuvo el caballo y la arrojó al suelo. Sakura se recuperó bastante rápido y se levantó para correr en plena oscuridad.
—Por favor. – se burló el malhechor, rápidamente alistó un lazo y corrió hacia ella con su bestia, cual si fuera una res huyendo. Lanzó el lazo y le ató un pie, ante la fuerza aplicada Sakura resbaló y se golpeó a ciegas. Gimió ante esto y después sintió la respiración del caballo sobre sus cabellos. Giró la cabeza preocupada y mareada, por la caída aún.
—Déjeme ir, no les he hecho nada. – pidió a duras penas pero los hombres rieron en coro.
—No digas tonterías, pequeña. – una lámpara iluminó sus rostros. —Somos los bandidos más temidos de por estos lares y… para ser honestos es una vida bastante solitaria. – un escalofrío recorrió su cuerpo cuando el hombre tomó un mechón de su cabello y lo peinó confianzudo. —Tú eres nuestro premio esta noche. – la risa volvió a extenderse entre ellos. —Así que sé una buena niña y pórtate bien, no quiero lastimar ese rostro de porcelana. – Sakura no era atrevida ni grosera, pero al momento que vio la sonrisa de aquel hombre sintió un calor intenso que la llenaba por dentro, como una fuente de ácido puro.
Por lo que, sin ninguna clase de miedo Sakura se irguió lo suficiente y bañó el rostro con el escupitajo más grande que puedo dar. La risa emergió nuevamente entre los hombres y el que anteriormente la había lanzado del caballo se limpió la cara con el rostro rojo de ira.
—¿Te crees muy lista, eh? – todo pasó muy rápido, apenas vio su puño que se retraía hacia atrás para que después el dolor explotara en su mejilla derecha. Después, todo e volvió tan negro como si ninguna lámpara alumbrara a su alrededor y los sonidos se hicieron desesperantemente lejanos.
—Cielos, Lou, no tenías por qué romperle la cara. – dijo el líder, mientras aguantaba la risa.
—No tenía otra opción. Damiselas como estás sólo entienden por la fuerza. – se apresuró a cargarla sobre su hombro, Sakura estaba inconsciente. —Vámonos ya, tengo muchas ganas de comer algo y después joder un rato.
—Como sea. – el líder se encogió de hombros y miró a su nuevo ganado. Eran pocas cabezas, pero de algo servirían. —Mañana llevaremos estas vacas al condado, obtendremos un poco de dinero y después yo invitaré los tragos.
—¡Sí! – rieron entusiasmados. Sakura fue subida al lomo del caballo de su atacante y no pudo hacer nada mientras la llevaban con ella.
La carrera dio inicio, se dirigían a una guarida entre quiebres y quebrantos, valle y estopa, flores y pasto. Sakura permaneció en silencio e inconsciente durante ese tiempo y a decir verdad fue demasiado. Finalmente y tras cabalgar toda la noche, los ladrones se acercaron a su guarida, un túnel de piedra escondido entre la vieja estructura de una mina construida ahí por colonos. Se apresuraron a llegar, aún faltaban unos kilómetros y una vez que cruzasen entre los escarpados abismos y un poderoso rio que circulaba alrededor dándole cabida al inicio de un frondoso bosque, llegarían al sitio seguro. Pero como siempre, algo debía fastidiarlos antes de llegar.
—¡Esperen, esperen! – apresuró el más joven. —Necesito parar… - el líder le miró con fastidio.
—Tú y tú estúpida vejiga, Sean. – tuvieron que parar y asegurar a la reses que aunque no eran agresivas siempre podían sorprenderles.
—¡Sólo será un minuto! – se desvió a un lugar lo suficientemente privado.
—¡Por el amor de…! – gruñó otro. —¡Sean, tan sólo hazlo en el camino, no te vamos a ver!
—¡No confió en ustedes! – dijo él, defendiéndose.
—Deja al niñito hacer lo que quiere. – se quejó Lou mientras aseguraba el cuerpo inconsciente de Sakura.
El silencio repentinamente se cernió sobre ellos, nadie, por extraño que pareciese habló entonces. El pasaje era estrecho y algo fuera de lo convencional, había quiebres alrededor del camino tomado, arboles gruesos que impedían el paso libre y un rio corriendo a su lado, tan sólo debían esperar un ataque sorpresa en el peor de los casos, pero siendo esas las circunstancias serían bastante improbables.
No obstante y a pesar de la imposibilidad los caballos alzaron las orejas al aire en señal de expectación y los jinetes, conocedores de lo mismo se miraron entre ellos con la apenas luz visible de las lámparas. Las vacas de igual forma comenzaron a removerse entre ellas, habían venteado el ambiente y no parecían a gusto.
—¿Qué pasa? – susurró el líder a su caballo, el cual bufaba nervioso.
—Los animales están nerviosos. – dijo uno de ellos, uno que aún no había hablado.
—Claro, estamos en el inicio de un bosque, entre peñascos y esas cosas, tienen que estarlo. – ironizó Lou, quien aún sujetaba a Sakura. Acariciaron a sus garañones, pero eso no pareció liberar el humor de los mismos. Entonces una vaca baló asustada y el grito secundario de un hombre los alertó a todos.
—¡Sean! – gritó el líder al escuchar el alarido del mismo. —¡Búsquenlo! – le dijo a dos de sus hombres, pero ya era muy tarde.
Los caballos chillaron asustados y las vacas se removieron intentando huir.
Sakura…
Esa voz nuevamente.
Uno de los hombres que habían ido a buscar a Sean gritó nuevamente en pánico. Entones se escuchó un perpetuo gruñido y una exclamación dolorosa.
—¡Es un lobo! – gritó otro hombre y disparó desde el caballo, mas no surtió efecto, intentaba ubicar al animal y acertar un tiro mas no lo logró. El caballo se paró sobre sus cuartos traseros y eso lo tomó por sorpresa. La lámpara de aceite cayó al suelo y el fuego se expandió siguiendo el mismo, entonces logró verlo. La gran silueta de un devorador de hombres. Se arrastró para tomar su arma, pero era como si el condenado demonio supiese lo que intentaba hacer. Saltó sobre él cuando se giró para tomar el arma y lo apresó de la nuca tan dolorosamente que bastó un poco de fuerza para escuchar el tronido de una vértebra al romperse.
—¡Dispara! – gritó el líder a Lou, mientras intentaba controlar a las vacas que se removían entre ellas y lo empujaban al rio.
—¡Condenada bestia! – le dio un tiro limpio, pero lo que pareció haber sido un acierto quedó en el olvido al escuchar la voz de su compañero lamentándose. —¡Maldita sea! – le había dado a él.
Sakura…
El lobo se agachó un poco y se preparó para saltar. El vaquero volvió a dispararle pero estaba tan cerca de su compañero que intentó asustarlo mientras lo hacía al aire, mas no funcionó, sino todo lo contrario, el lobo se acercó peligrosamente a su corcel y les lanzó una mordida a las patas. El animal, conmocionado retrocedió mientras gruñía y reparaba.
—¡No, espera! – el caballo se dio la media vuelta y comenzó a correr en dirección contraria.
—¡Lou, qué haces! – las vacas lo tenían aprisionado contra los árboles, no podía salir a menos que éstas se dispersaran. Las empujo desde el caballo y el líder descuidó sus flancos. Una de las vacas, la que aún estaba preñada mugió desesperada mientras embestía al líder de los bandoleros y accidentalmente uno de sus cuerpos se atoraba en su silla de montar.
—¡No, aléjate, maldita vaca! – intentó liberarse, pero el cuerpo y las cuerdas que lo aseguraban, ahora lo habían atrapado sin posibilitar a su caballo de moverse con libertad.
—¡Bush! – Lou consiguió ver todo en cámara lenta, el líder apenas pudo entender lo que pasaba pues todo pasó demasiado rápido como para hacer algo. El lobo corría contra él directamente, intentó buscar su arma pero en realidad no pudo. Tenía petrificado su cuerpo, lo último que alcanzó a ver fueron esos resplandecientes ojos que regresaban su propia luz y existencia.
Las garras y fauces del animal lo apresaron directamente desde la cara mientras le encajaba los colmillos en una muerte espantosa. Era demasiado grande y feroz, demasiado para un lobo normal. Lanzó el cuerpo de Bush contra el tronco del árbol que lo apresaba y le masticó la cara hasta que sangró demasiado, después de ello, como estaba sobre el caballo del mismo líder y el pobre animal atormentado intentaba quitárselo de encima con la limitación de sus movimientos, el lobo saltó de su dorso con el cadáver del hombre aún en sus mandíbulas.
Había sangre por todos lados y su pelaje estaba cubierto por el mismo.
—¡Asesino, asesino! – gritó Lou mientras le disparaba sin éxito, el cuerpo de Bush cayó al suelo, ya no había luz, las lámparas se habían apagado. —¡Sal, monstruo!
Sakura…
—¡Muéstrate asesino de hombres! – descargó su arma por todos los sitios que pudo, esperando darle. Pero de nuevo, salvo por las vacas que ahora corrían en todas direcciones, no había nada alrededor. Buscó nervioso, no tenía luz ni municiones, estaba a la deriva.
Sakura…
La chica balbuceó algo y el bandolero no prestó atención.
—En donde… estoy… - dijo algo mareada.
—¡Silencio! – el hombre la sacudió, estaba muerto de miedo, el silencio volvía a asentarse y su caballo no reaccionaba. —Es él, no hay duda… - tragó saliva, asustado. —El lobo que mata hombres, animal que devoró a varios… Moon Eyes. – tragó saliva mientras sus manos temblorosas se aferraban a sus riendas.
—¿Moon Eyes? – Sakura no podía asimilarlo, continuaba muy mareada.
—¡Ahí está! – gritó entonces el hombre, pero todo pasó demasiado rápido el resplandor de un par de ojos, el olor a la sangre y el aliento pestilente del depredador lo hizo removerse por dentro. El equino apenas pudo responder, se alzó asustado en sus cuartos traseros y lanzó sus cascos al aire, pero no evidentemente no lograría nada, el lobo empujó al jinete y corcel al mismo tiempo con sus zarpas y en medio de esto, casi a una velocidad y certeza fantástica, los colmillos le aprisionaron el cuello, todo había terminado.
Los cuatro cayeron al rio. El bandido, el caballo, la doncella y el asesino de hombres.
Lastimosamente nadie podría contar lo sucedido esa noche, los únicos testigos serían aquellas asustadizas reses que para bien o para mal, corrían a apresuradas huyendo lo más lejos posible de la zona de muerte. Pues, en las noches en las que Moon Eyes salía a cazar era casi seguro que ocurriese una verdadera matanza.
Continuara…
Sangre, sangre por todos lados. Espero les haya gustado este primer capitulo y tambien haber sentado sus bases. Por favor, drusfruten esta creación y estaré ansiosa por leer sus comentarios y revisiones.
¿Merece un comentario?
Yume no Kaze.
