Esta vez, un fic de Durarara! Espero que les guste, tiene ligerísimo Shizaya (para mi sorpresa, claro) y pues, es corto. Disfrutad~
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Costumbre.
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#2.
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Los transeúntes de Ikebukuro observaron la escena acostumbrada, algunos con hastío, otros entusiasmados y el resto con una expresión en su rostro que no iba más allá del desinterés generado por el habitual deseo de matar de Shizuo, y la violencia con la que usualmente solía actuar.
Porque todo era costumbre: las máquinas expendedoras intentando llegar al cielo, las señales de tránsitos clavadas en una pared y, por décima-quien sabe vez la sonrisa de Izaya estaba justa para acabar de cerrar el catastrófico panorama que se armaba. Unos tipos golpeados y amarrados en una esquina y Shizuo, rojo de enfurecimiento, miraba al informante con ansias de lanzarlo a freír patatas en cualquier momento. O quizá, hacerle girar en el aire por unas cuántas veces o lanzarle una máquina expendedora encima, lo cual era clásico.
De todos modos, esta vez, había algo con lo que nadie había contado: paciencia.
Claro, solo si de podía llamar paciencia al detenimiento con el que Shizuo observaba a Orihara, casi como un toro esperando el momento justo para tomar carrera y ensartar en su objetivo sus cuernos, con una fuerza sobrehumana, en este caso.
—Estás encabronado, ¿eh, Shizu-chan? —dijo Izaya y al fin, la furia del rubio acabó por estallar y arrancó a de su lugar una pobre máquina expendedora del montón, que poco tenía que ver, dispuesto a lanzársela a Izaya sin miramientos.
Erika sonrió y se cruzó de brazos, respaldando su peso contra la camioneta, observando con interés la escena.
—No sé por qué la arman tanto —le dijo a Walker con una sonrisa algo perturbadora a los ojos de cualquiera, mientras Izaya esquivaba una máquina expendedora dirigida hacia él y se echaba a correr calle abajo, seguido de Shizuo. —Todos sabemos que van a acabar por besuquearse a escondidas—añadió con ligereza, aun manteniendo esa fina curva en sus labios perturbadora, que le transmitía escalofríos a su compañero, que evita hacer comentarios, porque sabe qué es lo que está pensando su amiga: que esos dos van a terminar, tarde o temprano, envueltos en una relación que él no quiere, siquiera imaginarse.
Porque para Erika Karisawa, una fujoshi por excelencia, Shizuo e Izaya era su one true paring, la pareja que más shippeaba en el mundo real, lejana a los mangas y animes.
