Ninguno de los personajes que voy a mencionar en el siguiente texto me pertenece. Todos perteneces a la señora J.K. Rowling.

No sabía dónde estaban ni Ron ni Hermi, pero esperaba que no encontraran pronto la carta que había dejado sobre el escritorio de Mcgonagal.

Mientras caminaba hacia el bosque prohibido no podía dejar de pensar en todas las personas que había conocido. Sean gente que lo quería como Ron, Hermi o los Weasley, como también gente que lo odiaba como Malfoy, Parkinson, etc.

Le dolió pensar que esas personas iban a seguir sus vidas sin él. Que en algún momento lo iban a olvidar. Pero ya no tenía miedo de morir, había comprendido que desde hacía tiempo tendría que haber muerto junto a sus padres, porque era su destino y él lo aceptaba, si así podía lograr la paz.

Horas después de que terminó la batalla final, con la muerte de Lord Voldemort y de Harry. Mcgonagal con lágrimas en los ojos y sollozando, entró al Gran salón con una carta entre las manos y se dirigió hacia Ron Weasley y Hermione Granger. Los cuales estaban totalmente devastados, ya que habían perdido no solo a su mejor amigo, sino que habían perdido a un hermano.

La carta era de Harry, era breve, en ella les explicaba cómo se había dado cuenta de que él era el 7mo Horrocrux y cómo había tomado la decisión de dirigirse al bosque. También se despedía de ellos y de todos. Explicaba que no se había despedido de ellos personalmente porque sabía que estuviera donde estuviera los estaría cuidando sin importar qué.

Al finalizar de leer la carta Hermione empezó a insultar a Harry, a gritar y después de un rato a llorar amargamente. Ron en cambio lloró desde el principio, callado, pero con lágrimas que no dejaban de salir, con una tristeza infinita al igual que Hermione y todos alrededor al recordar la sonriente cara del moreno.

19 años después

-¡Harryy! ¡No seas malo! ¡Devolveme la snich!- Gritaba una pequeña de pelo castaño rizado muy despeinado, a un chico pelirrojo que volaba a gran altura en su Saeta de fuego.

Un chico rubio y de ojos grises los veía divertido desde las gradas del campo de Quidditch.

-¡Scorpius, no te rias!- Gritó la chica.

-Es que no me puedo contener, Rose- dijo Scorpius.

Harry ya había bajado de su Saeta y se estaba acercando a Scorpius.

-¡Eh!, Scorp, no hagas enojar a mi hermana, ya sabes cómo se pone-dijo el pelirrojo.

-Ja,Ja- rió una voz sarcástica detrás de Harry-¿ Y cómo me pongo? ¿A ver?- pregunto Rose.

Harry viendo que se venía uno de los famosos sermones de su hermana dijo conciliadoramente:

-Vamos a la torre a dejar las escobas y vamos a comer, ¿Sí?.-

Rose que a toda hora tenía hambre (igual que su padre), le permitió por esa vez a su hermano cambiar de tema.

Muy cerca de ahí un semigigante y una mujer anciana caminaban cerca del bosque prohibido y habían contemplado la escena.

-Es curioso, como la historia se repite, ¿no?- le dijo Hagrid a la directora Mcgonagal.

-Sí, pero esta historia va a ser muy diferente- dijo la anciana.

Después de un rato de caminar, se detuvieron delante de una lápida de mármol blanco, con detalles en plata y rubíes.

Mcgonagal conjuró como todos los años un ramo de rosas rojas y blancas, y como tenia costumbre cada vez que iba allí, leyó el epitafio:

"Aquí descansa la única persona que venció realmente a la muerte" y miró la foto de su querido alumno en sus eternos diecisiete años; el cual les sonreía tímidamente como siempre.

Autora: Espero que les haya gustado mi mini-historia. Gracias por leer hasta acá. Les dejo un beso enorme.

DarkBells