Kriptonita
No lo entiendes, Dean.
No lo entiendes porque para ti todo debe ser "bien" o "mal".
No hay nada en medio de esos dos polos para ti, ¿lo sabes?
Incluso en aquellos momentos donde has rozado el lado oscuro sin dejar de pisar el las bases de "lo bueno", no lo has entendido.
Después de todo, eres un humano.
Un alma.
¿Yo? Yo soy la imperfección y tú estás buscando la perfección que jamás llegará.
No lo entiendes, Dean. Estás muy asustado para entenderlo.
Para verlo.
Eres sólo un alma y llevas toda una vida luchando contigo mismo, no con demonios, no con profecías ni con maldiciones, sino contigo mismo porque, después de todo, si dejas de luchar habrá ganado.
La cuestión es. ¿Quién lo habrá hecho?
Dios.
Porque al final del día, cuando estás entregándote a los brazos del inconsciente lo sabes, lo ves. Dios no es más que la representación de todo por lo que luchas y deseas vencer.
¿Ahora lo ves, Dean?
¿Lo sientes?
Tú eres, Dios, Dean. Tú y todas las almas que han pasado por aquí.
Tú lo eres y entonces no hay un Dios omnipresente, todopoderoso, al que exigirle respuesta, al que darle explicaciones.
¿Y entonces qué queda?
...
No lo entiendes, Dean. Jamás lo entenderás... ¿cierto?
—Cierto, Cass.
