Esta es mi nueva historia espero que os guste, esta historia trata de Percabeth mucho Percabeth, es una de mis parejas favoritas.
PD: Estos personajes son creación de Rick Riordan no míos, yo los utilizo para mi historia.
1 Malditos apellidos
Mi vida era perfecta, todo era cuanto yo quise, era la persona más feliz que había en el mundo pero toda felicidad tiene un comienzo y un final y el mío era uno de los peores, no le desearía ni a mi peor enemigo ese final.
Nací en una familia de buena cuna, mi madre me solía describir como un ángel, mi pelo como el oro y mis ojos como tormentas unidos eran una combinación única y mi madre siempre me lo recordaba, según ella los dioses me habían favorecido con una belleza infinita y con una inteligencia perfecta y por ello me llamo Annabeth, Anna significa que lo dioses me han favorecido y Beth era el final del nombre de mi abuela Elizabeth.
Mi niñez fue simplemente perfecta, yo aprendía rápido y mi institutriz no sabía ya que enseñarme, me encantaba leer, cuando leía me sumergía en un nuevo mundo del que no quería salir, mi padre el ver que no tenía nada que hacer me enseño el negocio familiar, la pesca, me enseño cada uno de los trucos para que algún día yo me encargara del negocio, era la niña perfecta que nunca levantaba una voz, yo era la que siempre seguía las normas, pasará lo que pasase.
Chase era un apellido por aquel entonces de reyes, todos quien tenían ese apellido se merecían respeto, mi familia contaba de cuatro miembros, mi padre, un hombre maduro de pelo rubio originario de Inglaterra donde era lo más normal ser rubio, de ojos castaños, mi madre una mujer preciosa de aquí, ella tenía un pelo castaño siempre peinado y unos ojos grises como los míos, nada normales y por ello en su juventud era una de las mujeres más solicitadas, también estaba mi abuela materna, esa mujer que siempre me consentía pasara lo que pasara, siempre con una sonrisa en los labios, y por último estaba mi hermano mayor, Malcom, él era rubio como yo o mi padre y tenía los ojos grises como yo y mi madre, él podría ser una gran conquistador si no se pasara horas y horas en la biblioteca y llevara unas gafas horribles porque le gustan.
A medida que fui creciendo más y más hombres se sumaban para intentar conquistarme, mi belleza los hacía enloquecer y mi inteligencia los remataba, mi aspecto físico no era normal en aquel lugar, por lo cual una rubia de ojos grises llamaba mucha la atención, pero a mi daba absolutamente igual cualquiera de ellos, yo no quería enamorarme porque quería vivir mi vida sin atarme, pero como buena heredera algún día me casaría con el pretendiente que eligiera mi familia.
El amor llego cuando menos lo esperaba, nunca creí que un mercado me rebelaría a quien sería el ocupante de mi corazón, estaba con mi inmaculado vestido blanco comprando cuando otro joven pretendiente me ofreció una manzana y para no ser descortés la acepte, con las compras terminadas me encaminé hacia mi hogar cuando intente comer un poco de mi manzana esta se cayó de mi mano, y de repente una mano la cogió antes de que tocara el suelo.
-Las manzanas están para comer no para tirar, una dulce voz habló.
Levante la mirada y fue amor a primera vista.
Él tenía el cabello negro como el azabache, era musculoso pero no demasiado, era un par de centímetros más alto que yo y sus ojos me cautivaron eran de color verde como el mismísimo mar.
-No la tiraba, se me había caído, explique.
-Ya decía yo que una chica tan bella como lo eres no tiraría una preciada manzana, me cortejó.
-¿Eso es un cortejo? Pregunte sonriendo.
-Si vos queréis que lo sea lo es, me sonrió.
Nos encaminamos juntos a nuestras casas.
-¿Cuándo te podré ver de nuevo? Pregunto
-Me veras cuando lo deseéis con tanta fuerza que apareceré, le respondí.
-Entonces siempre estaremos juntos.
Cortó la distancia que nos separaba, sus labios eran salados y me enloquecían.
-Quiero saber vuestro nombre, dijo.
-Annabeth
-Precioso, sonrió.
-¿Y el vuestro? Pregunte
-Percy
-¿Percy, Percy Jackson? Pregunte temiendo.
-El mismo que viste y calza.
-Esto no es bueno, susurre.
-¿Por qué?
-Porque yo soy una Chase.
-¿Una Chase? Pregunto el temiendo.
-Sí.
-Con todas las chicas que hay en esta ciudad y me tengo que enamorar de una Chase, se quejo.
-Con todos los pretendientes que tengo, soy tan suertuda que me he enamorado de un Jackson, dije levantando la cabeza.
-Ahora que he probado tus labios no puedo dejarlos, son como una droga para mí, dijo mirándome a los ojos.
Me mordí inconscientemente el labio inferior, esperaba con ansias sus carisias, esperaba que me besara hasta dejarme sin sentido pero lo único que hizo fue darme un beso corto en mi mejilla y después se marcho en otra dirección dejándome sola.
Cuando llegue a casa saludé a mis padres y me pase por la biblioteca a saludar a mi hermano que ni se inmuto.
Cuando entre mis aposentos mi corazón me dolía, sentía que me faltaba su presencia, ahora que lo había conocido no podía estar sin él, nunca creí nada de los miles de libros de romance que había leído, nunca creí que fuera verdad las mariposas en el estomago, o la inconsciente sonrisa que me aparecía en los labios al recordarlo, nuca creí que una persona estaba destina para nosotros hasta que lo conocí. De entre todos los chicos que hay tenía que ser un Jackson, por primera vez en dieciséis años que tenía de vida maldije mi apellido.
No me permití nunca enamorarme por el simple hecho de que cuando creciera mi familia elegiría a mi futuro esposo y yo no tenía ni voz ni voto para ello, no quería enamorarme para luego sufrir porque nunca podríamos estar juntos, y llega él y me trastoca mi mundo.
Ahora odiaba los apellidos.
