Ninguno de los personajes en esta historia me pertenece.

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Una mattina

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—Ahora, ¿quién quiere enseñarle a Midoriya-kun lo que hemos hecho en clase estos días?

En defensa de la señorita Himiko, la mujer realmente se esforzaba. Sin embargo, pocos niños le prestaban atención; algunos se rascaban la nariz con la mirada fija en la pared mientras que otros dibujaban en sus cuadernos con entusiasmo, y los que sí escuchaban a la maestra no lucían para nada interesados. Izuku apretó con fuerza el muñeco de All Might y tensó los labios. No iba a llorar, sin importar cuánto le apretara la garganta esa fuerza invisible que hacía latir su corazón con tanta velocidad. Le había prometido a su mamá que sería valiente, y los héroes no lloraban ni tenían miedo.

Entonces, una mano se levantó al final del salón e Izuku pudo sentir cómo la presión aflojaba para dar lugar a algo más. Un sentimiento cálido que le invadió suavemente al ver al niño rubio que mantenía la mano en alto con una sonrisa confiada.

—Yo lo haré.

Con un empujoncito alentador por parte de su nueva maestra, Izuku se dirigió con la cabeza gacha hacia la mesa que ocupaba el niño. Sin atreverse a mirarle directamente a los ojos, se detuvo a su lado y aguardó. El niño abrió su cuaderno pero en lugar de explicarle lo que hacían en clase, dijo:

—Tienes un muñeco de All Might, ¿verdad? —Izuku acercó dicho muñeco a su pecho asintiendo una vez con la cabeza—. ¡Lo sabía! Mira, este es el mío. —El niño buscó en su mochila y sacó un muñeco de All Might similar al de Izuku.

Al verlo, la mirada de Izuku se iluminó y, por primera vez, miró al niño a la cara. Este le sonreía con entusiasmo, un gesto cargado de una seguridad admirable.

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Próxima actualización: 02/10