Nota de la autora: ¡Hola a todos! He decidido estrenarme en esta página escribiendo un relato de misterio sobre una de mis sagas favoritas. Me gustaría que todos los personajes aparecieran al menos una vez, pero supongo que tiene que darse el momento y la oportunidad
Este capítulo es una experiencia piloto, así que es ligeramente corto. No seguiré esa dinámica en los próximos.
CAPÍTULO 1
Víctimas
— ¡Doctor Mario, rápido, necesitamos ayuda!
La voz de Marth resonó con fuerza en el hall de la mansión, sobresaltando a todos los luchadores que, hasta ese momento, se estaban dedicando a descansar de la dura jornada de combates que habían tenido ese día.
Antes de que nadie pudiera siquiera levantarse, el príncipe abrió la puerta de una patada y entró en la sala sujetando un bulto envuelto en su propia capa. De entre la tela asomaba una oreja que todos conocían muy bien: la del perro del dúo Duck Hunt.
— ¡Marth! — Gritó Peach, asustada — ¿Qué ha pasado?
— ¡No hay tiempo para explicaciones! ¡Necesitamos a Mario ahora!
— Pero… — Link se había levantado a toda prisa del sofá para acercarse al príncipe. Su voz sonaba preocupada — Creo que está en la azotea con la Entrenadora de Wii Fit. Tenemos que ir a avisarle…
— ¡Pan comido! — Tras decir eso, y consciente de la gravedad de la situación, Sonic salió disparado como una centella en dirección a la puerta. A los pocos segundos regresó con Mario en brazos, aunque a juzgar por la cara de pocos amigos del fontanero, el erizo ni siquiera se había molestado en explicarle nada — ¡Doc, te necesitan por aquí!
Mario se vio rodeado de varios de sus compañeros, que le miraban con ojos apremiantes. Estaba aturdido y no entendía qué estaba ocurriendo, pero la tensión del ambiente era obvia incluso para él. Marth se acercó rápidamente y colocó al perro, aún envuelto en su capa, encima de una mesa de café.
— Mamma mia! — Exclamó el fontanero, ahora doctor, al ver al animal — ¿Qué le ha pasado?
Marth se mordió el labio y desvió la mirada.
— Estábamos disputando un combate en la sala de entrenamiento cuando le lancé fuera del escenario. Como el golpe no había sido muy fuerte, pensaba que el pato le traería de vuelta, pero… no fue así. Como tardaba demasiado en regresar me asomé y lo vi inconsciente en el suelo. Temblaba tanto que pensé que tenía que hacerlo entrar en calor, por eso lo he traído dentro de mi capa. ¿He obrado bien?
Mario asintió con la cabeza varias veces mientras escuchaba el relato del príncipe, aunque no despegó sus ojos del perro en ningún momento. Tal y como había dicho Marth, el animal estaba temblando como una hoja, con pequeños hilos de saliva escurriéndose por su mandíbula. Sus ojos se movían con violencia debajo de los párpados y, además, estaba frío como un témpano. No parecía algo leve.
— Sí, no te preocupes… — Masculló mientras pensaba en una solución — Has hecho bien en avisarme. A ver qué puedo hacer…
Mario palpó al perro aquí y allá, intentando encontrar alguna pista de qué le había podido llevar a ese estado. Peach, consciente de que era mejor que trabajase tranquilo, alejó educadamente al resto de luchadores, pidiéndoles que se sentasen.
Todos obedecieron, pero ninguno quitó la vista de encima a Mario.
— Marth, a todo esto — Preguntó Link de repente — ¿Dónde está el pato?
El príncipe se encogió de hombros.
— Estaba nervioso, revoloteando de un lado a otro. Pensaba que me había seguido, pero ya veo que me equivocaba. Igual se ha quedado en la sala de entrenamiento.
— Deberíamos ir a buscarlo, ¿no? — Respondió el Héroe del Tiempo. Le preocupaba el pobre animal: debía de sentirse muy mal sin su compañero de siempre — Aunque creo que también deberíamos sacar de aquí a los más pequeños. La cara que ha puesto Mario al ver al perro no me ha gustado nada, y preferiría que ni Toon ni Aldeano viesen nada de esto.
Marth asintió, completamente de acuerdo con el héroe. El único adulto que quedaba en el salón, aparte de Peach, Mario, Sonic y ellos mismos era Shulk. Le hizo un gesto con la mano. Sin embargo, el elegido de la espada Monado no se movió ni un centímetro. Tenía la mirada perdida en el vacío.
— ¿Shulk? — Dijo el príncipe. Nada, ni una respuesta — ¿Shulk?
Link y él intercambiaron una mirada de extrañeza y se acercaron al chico con lentitud. Sus ojos brillaban con una tenue luz azul.
— ¿…Shulk…? — Volvió a repetir. Acercó una mano a su hombro, pero justo en ese momento el chico se apartó bruscamente. Respiraba con un poco de dificultad.
— ¡No! — Gritó. Todos los presentes, menos Mario, se giraron para mirarle, pero a él no pareció importarle en lo más mínimo — ¡Se lo van a llevar! ¡He tenido una visión!
Link agarró a Shulk de un brazo y lo zarandeó suavemente.
— ¿¡Qué!? ¿De quién hablas?
Hacía poco que el hyliano conocía a Shulk, pero ya llevaba peleando a su lado el tiempo suficiente como para entender el funcionamiento de sus visiones. Si Shulk decía que algo iba a ocurrir, era con total certeza. Y eso era muy preocupante, viendo lo alterado que estaba.
— ¡El pato! ¡Rápido! — Sin decir más, el chico desenvainó la Monado y alzó un brazo, invocando el sello de velocidad. Un halo azul envolvió sus pies y, pronto, empezó a correr tan rápido que ni Marth ni Link pudieron seguirle el ritmo. Para cuando los dos guerreros llegaron a la sala de entrenamiento, la puerta estaba abierta y Shulk, dando vueltas por la zona mascullando palabras que parecían insultos.
Aparte de él, no había nadie más. La habitación estaba vacía.
— Maldición… — Susurró el chico, apretando con fuerza los puños — Ha sido demasiado rápido…
Marth inspeccionó la sala varias veces, pero en ella no había ningún sitio donde el pato pudiera haberse escondido.
— No entiendo nada… La puerta se cerró cuando me marché con el perro, y es imposible que el pato la haya podido abrir él solo.
Shulk golpeó la pared con el puño en un gesto de frustración máxima.
— ¡No es eso, Marth! ¡Yo lo he visto! — El príncipe se sobresaltó ante lo alto que el huma, que siempre utilizaba un tono bajo, había respondido — ¡La Monado me ha enseñado una visión de una figura oscura llevándose al pato! ¡Lo han secuestrado!
Link se cruzó de brazos.
— ¿Secuestrado? Pero… ¿para qué querría alguien hacer eso?
— No lo sé — Respondió Shulk agriamente — Pero hay una cosa que ambos sabéis de mis visiones, ¿verdad?
Marth, entonces, comprendió lo que quería decir el chico. Su mirada se ensombreció al momento.
— La Monado te las muestra cuando alguien está en peligro de muerte.
— Exacto.
Un escalofrío recorrió las espaldas de los tres guerreros.
Algo terrible había ocurrido en la mansión de los guerreros más fuertes del mundo… y nadie había sido capaz de evitarlo.
Derechos: Smash Bros. pertenece a Nintendo. Ninguno de los personajes aparecidos en esta historia es obra mía.
