Cruzando la delgada Línea…
Acariciaba delicadamente esa frágil espalda mientas su dedos se trenzaban entre las hebras castañas que se mecían al compás del viento inexistente. Aún respirando agitadamente.
Ella se dejaba abrazar, y más que eso, le abrazaba también. Era algo tan cósmico, que si se rompía, el universo mismo colapsaría. Al menos su universo. Y a pesar de que estaba mal, también valía la pena.
¿No se habían roto ya barreas de cultura y enemistad en la entrelazada maraña de historias que habían tejido en su camino? No sólo naciones. Elementos. Su propia ideología había tenido que ser rota en ese ir y venir de los años.
Y ahí estaban ahora, compartiendo el mismo aire después de un beso, tal como compartieron un mismo vientre (muy a pesar de que se le vino a la cabeza, que él había llegado primero al mundo). Pero eso ahora mismo no importaba.
Porque no importaba exactamente ser lo que se fuera, sino la esencia misma de lo que se sentía ser. No era tampoco como si se besaran a diario, realmente, entre ellos, era la primera vez.
Lo comprendía. No podían estar juntos como amantes, y tampoco lo quería. Cada uno llevaba ya una vida forjada; tal vez no exactamente como ellos querían, pero al menos su destino había sido trazado con sus propias manos.
Él, hombre aguerrido de la paz, estratega capaz, héroe de su tribu, y pensador importante. Realmente había madurado mucho, o al menos lo suficiente para ser quien era y comprender lo que necesitaba. Era feliz con lo que tenía: Una bella esposa, un travieso primogénito, y "la casita en la pradera" que siempre deseó, en el pueblo de Kyoshi.
Y ella podía ser feliz con su vida, a pesar que era exactamente todo lo contrario a las expectativas que alguna vez deseó. Guerrera y medico, amante esposa y sabia soberana de la nación de fuego. La mujer más valiente que jamás hubiera esperado conocer. ..
Pero ahora, después del abrazo y ese beso, y de que las manos se entrelazaran en cabellos, Katara se aferró con más fuerza a él. Buscando un refugio.
-Estoy embarazada, Sokka. –murmuró. Y él no supo que decir. Ella, su expresión no ayudaba nada. Era ecuánime.¿Debía entonces felicitarla o darle el pesame de muerte?
Y el siguiente abrazo y la delicadeza con la que sus labios volvieron a juntarse, le dijeron que todo estaba bien, que exigía apoyo para sostener tanta felicidad y que lo necesitaba a él a su lado, tanto como él la necesitaba.
Porque ella, no sólo era su hermana, sino su sostén, su mujer, su madre, su guerrera, su amiga, su ángel y su objeto de protección, y aún si ese beso nunca más se repitiera, la sensación estará por siempre; aun si él no era le primer profanador de el santuario de esa lengua, profeta de verdades insondables, se había llevado la castidad de lo prohibido. Ella era suya, lo quisiera el mundo o no.
.-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-.
Espero les haya gustado esta corta historia, que a lo mejor muchos no leerán por ser incesto. Creo yo, que hay veces en las que se necesita ese tipo de afecto para sobrellevar cosas más grandes que uno, ya sean buenas o malas.
En fin. Por favor dejen review.
