Los había visto juntos tantas veces, no había nada que hacer. Entonces cuando ella subía casi por siempre a esa tarima, pensé que si esto fuera alguna clase de libro, el siguiente nombre en salir de la urna sería el de Gale Hawthorne, o quizá también se ofrecería voluntario. Un cliché; nadie más era lo bastante valiente, yo, mi adolescencia, mi enamoramiento, mi imaginación, mis recuerdos, no éramos suficientemente valientes. Después de todo ésta es la vida real y mientras yo imaginaba su heroico destino, con los pasos de ella retumbando como los únicos sonidos entre la multitud que de tanta quietud parecía balancearse, las miradas se dirigieron a mí. Comprendí que era mi nombre esa tonada conocida que había sido tamborileada desde el altavoz. Ahí, a un lado de Effie Trinket, con su rostro de nada, nos encontramos por primera vez. No era Gale, era yo.
