La batalla contra Ganondorf había finalizado, su cuerpo se encontraba inerte, tendido en el suelo y con la espada maestra perforada en su pecho. Link se encontraba mirando al cadáver con cierta tristeza en su mirada, que más tarde se convirtió en ira. Lo fulminó con la mirada, extrajo la espada de su cuerpo, la envainó y lo golpeó en el rostro con todas sus fuerzas mientras una lágrima recorría sus mejillas.

—Eso es por Midna —dijo tras golpearlo, antes de secarse las lágrimas al escuchar como la princesa Zelda se aproximaba hacia él.

—Todo ha terminado al fin. —La castaña tocó su hombro para reconfortarlo, pues por algo era la portadora de la trifuerza de la sabiduría, sabía todo lo que rondaba en la cabeza del joven héroe.

—Oye Zelda... «Presiento que voy a morir, pero merecerá la pena XD» —parándose a pensar si debía decir lo que quería o no.

—¿Qué?

—Recuérdame que te enseñe el tiro con arco. —La seriedad de su voz tomó por sorpresa a la princesa—. Si no fuera por mi habilidad montando a caballo, Ganondorf nos hubiera matado, de hecho, yo estoy prácticamente muerto —dijo señalando sus incontables y graves heridas, donde cabía destacar varias flechas clavadas a lo largo del torso y la espalda.

—Mi técnica es excelente. —Se defendió la ojiazul.

—Y muy lenta —protestó el castaño, apartando su mirada hacia el crepúsculo, que comenzaba a hacerse presente en la pradera de Hyrule. Siendo sorprendido al ver cómo los espíritus sagrados estaban reunidos en círculo y acto seguido desaparecieron, revelando una capa negra.

«¡¿Midna?!»

Un atisbo de esperanza surgió en el joven hyliano y, sin pensarlo, comenzó a correr a pesar de su delicada situación, nada le importaba si aquel manto podría tratarse de Midna. Corría y corría sin detenerse hasta que dicho bulto le era visible… Se trataba de una mujer muy sexy y atractiva, de excelente figura, algo en su interior le decía que era la auténtica Midna, aunque le costaba asimilarlo.

—Di algo —pronunció la twili, algo incómoda al ser el centro de las miradas del joven—. ¿Acaso mi belleza te dificulta hablar? ¿No pensarías que esa forma era la auténtica yo? —bromeó con una sonrisa perfecta y cálida, que hizo que el joven se ruborizara aún más si es que era posible.

—Preciosa... eres preciosa —articuló con dificultad, sin poder mirarla a los ojos. Parecía que el portador de la trifuerza del valor tenía una única debilidad, ella.

—Gracias, tus palabras me hacen muy feliz —contestó de forma tímida, con sus mejillas teñidas de un leve color carmesí, antes de mirar a Link a su perfecto rostro. Algo demacrado por el salvaje combate que acababa de finalizar, sus ojos estaban vidriosos y había comenzado a llorar.

—¡Tenía miedo, Midna! ¡Por primera vez en mi vida he experimentado el miedo! Un miedo de no poder volver a verte, de no tenerte cerca nunca más, de que hubieras muerto y yo no hubiera hecho nada. —Sollozaba, abrazándola para sentir su calor, sentir su presencia y poder calmar sus emociones.

—Link... —habló mientras acariciaba sus castaños cabellos. Estaba feliz, el hombre más valiente del mundo había experimentado el miedo y la agonía por ella. Era una sensación que hacía crecer el sentimiento que ella tenía por el ojiazul, un amor puro, nacido desde la utilización, llegando a ser amistad y admiración, para terminar amándolo.

—Midna... —susurró, llevando una de sus manos cálidas a su rostro, secando una de sus lágrimas cristalinas con su pulgar, antes de desmayarse en los brazos de quien más amaba. Un desmayo dulce y merecido.

—Supuse que eras tú, princesa Midna —saludó Zelda, haciendo acto de presencia y conmoviéndose con la escena que tenía frente a ella.

—Fuera formalidades Zelda, te debo la vida y te considero una valiosa amiga. —Sonrió, antes de incorporarse y hacer levitar al pobre de Link con un poco de su magia.

—Es algo sorprendente que haya recorrido más de quinientos metros en sprint continuo, dada su condición actual, solo para verte —informó algo conmovida—. Me alegro que estés bien, pude sentir como él ya no era el mismo. Su mirada siempre honesta, noble y, ante todo, bondadosa, era una llena de odio, venganza y desesperación. Puedo asegurar que, si mató a Ganon, fue porque quería vengar tu muerte, con el coste de su vida si hubiera sido necesario, su condición tan lamentable se debe a su actitud temeraria y suicida en la pelea. No le importaba si moría o no, solo quería venganza.

—Es demasiado bueno —dijo de forma cálida, antes de acariciar su rostro.

Ambas princesas estaban en el hospital privado del castillo, donde atendían al castaño de ojos azules. Midna no perdía la concentración de cualquier cosa que dijeran los médicos, tal como que eran heridas que nunca habían contemplado antes, que estaba muy grave, que había perdido demasiada sangre y que, milagrosamente, no corría peligro.

—Nuestro diagnóstico es que se encuentra fuera de peligro, pero no sabemos cuándo despertará. Además de todas sus heridas tiene un cansancio acumulado de más de un año sin dormir bien, así que se tomará su tiempo en reaccionar. Sean pacientes y si ocurre algo, llámennos, ahora nos marchamos, con su permiso —explicó el jefe médico, antes de ser seguido por sus compañeros.

—Le dije que tenía que dormir más, pero siempre contestaba que no tenía el tiempo para permitirse lujos como dormir o comer bien. Durante toda nuestra aventura no durmió más de cinco horas y tampoco comió más de dos veces al día, a pesar de estar en constante movimiento y haciendo grandes esfuerzos; todavía recuerdo cuando teníamos que dormir dentro de los templos infectados de enemigos, era toda una pesadilla. El primer día era expedición de todos los lugares del edificio y la búsqueda de alguno alejado y tranquilo, aunque siempre rodeaba el lugar con trampas y nos ocultábamos. De hecho, esas noches dormíamos juntos y siempre en guardia —relató Midna, sin poder apartar la mirada del héroe que yacía en la cama. Hacía tanto tiempo que no veía esa expresión de tanta calma y paz interior.

—¿Quieres que salgamos a tomar un poco el aire? —preguntó la princesa, intentando aliviar la situación de su amiga.

—No, me quedaré aquí con él hasta que despierte. Me da igual lo que tarde, no me alejaré de él.

—De acuerdo, como desees. Después te traeré la cena. —Se levantó de su silla y salió de la habitación.

—Link, mi amada bestia de ojos azules, ¿por qué siempre terminas herido por mí? Has hecho florecer en mí un sentimiento hasta ahora desconocido. Eres el dueño de mi corazón y no te has percatado de ello. Durante toda nuestra aventura, amaba esos pequeños momentos que se hacían eternos, cuando solo estábamos los dos, y el tiempo se detenía a nuestro alrededor —susurró con una voz amorosa y dulce, acariciando el rostro de su amado héroe y comenzando a recordar sus vivencias a su lado.

FLASHBACK

Era una noche muy fría y de tormenta, una lluvia fuerte, torrencial y gélida, a la que acompañaban rayos y truenos; nuestros protagonistas iban galopando por uno de los prados de la región de Lanayru. Link en su forma de lobo, y Midna a sus lomos, tiritando porque no toleraba el frío. Ambos iban en busca de un refugio donde poder pasar la noche y poder calentarse, sobre todo por ella.

—Midna, he encontrado una cueva. Te llevaré hasta allí —dijo la bestia de ojos azules, apresurando su paso hasta entrar a una cueva profunda que había sido utilizada como refugio anteriormente porque había leña en ella y el techo estaba cubierto de hollín.

—Buen chico. —Acarició la cabeza de Link lobo.

—Sería un gran detalle que me convirtieras en humano para poder encender fuego —habló de forma calmada.

—Supongo que tienes razón, aunque tienes que reconocer que así eres más útil —bromeó de forma traviesa.

—No es cierto, también tiene sus desventajas. Reconoce que te soy útil en una forma u otra —contestó divertido, antes de comenzar a encender el fuego, teniendo éxito en su cometido a la primera—. ¿Tienes frío? —cuestionó preocupado, sacando dos botellas de sopa preparada por él mismo de su alforja acercándolas al fuego para calentarlas.

—Sí, supongo que hemos estado un buen rato bajo la lluvia. Tardaré en entrar en calor frotando sus manos alrededor de sus brazos para entrar en calor, siendo inútil.

—Toma, yo estoy seco. Esto te calentará. —Se quitó su túnica y la camisa interior y se las ofreció a su acompañante.

—¡Puedes resfriarte! —protestó.

—No lo haré, ahora tú eres más importante. Además, estoy calentito gracias al fuego, así que ponte esto.

La pequeña suspiró y aceptó de mala gana, no quería discutir con él. La calidez y el aroma a hierba fresca y cítrico de su ropa conseguían acelerar su corazón. Puede que no estuviera nada mal aceptar su ropa de vez en cuando.

—Mejor ahora, ¿no? —dijo con una gran y cálida sonrisa que calentó el corazón de la twili.

—Sí... —susurró de forma tímida, mientras que su mirada se concentraba en las llamas.

—Toma, ya está caliente. Ten cuidado, podrías quemarte. —Le ofreció una botella con sopa caliente que ésta aceptó y comenzó a beber con calma.

—¿Te gusta? La hice yo con lo que sobró de lo que pescamos y recolectamos ayer. No sé si te alimentará mucho, pero tiene los nutrientes necesarios para todo lo que hemos desgastado —explicó, mirando las llamas, para después mirar a su acompañante. Ya no tiritaba tanto, pero podía asegurar sin miedo a equivocarse que seguía teniendo frío.

—Está muy buena y alimenta, no te preocupes.

—Midna, ven aquí. Sé que tienes frío, ya es hora de irnos a dormir, así que duerme junto a mí. No tendrás frío —habló, ofreciendo sus brazos y pecho al descubierto como cobijo, a lo que ella acepto de forma tímida.

«¡Maldición! ¡Está completamente helada! Espero que no enferme…» pensó el héroe de mirada fiera, abrazándose con una mayor fuerza a ella y tapándolos con su ropa, después de echar otro tronco grande a la hoguera para que siguiera consumiéndose a lo largo de la noche y los mantuviera calientes.

«¿Por qué es tan bueno? ¡Va a hacer que mi corazón explote! En esta posición puedo sentir sus músculos de acero y su piel de algodón… Además, su corazón late con fuerza.»

—Buenas noches, princesa del Crepúsculo. Descansa —suspiró de forma cálida y dulce, mientras la atraía aún más a su pecho y la acomodaba en él.

—Buenas noches, lobito —pronunció antes de dormirse fundida en el calor del cuerpo de quien amaba, apreciaba y respetaba por encima de todas las cosas.

[…]

Justo antes de enfrentarse al jefe final, Midna empleó la Sombra Fundida para romper el campo de fuerza que rodeaba el castillo. Cuando terminó y cumplió con su objetivo, se desplomó, amenazando con caer desde aquella altura de más de decenas de metros.

«Zelda, ya vamos a rescatarte. Resiste.» pensaba la pelirroja, mientras caía y se precipitaba a golpearse contra el suelo.

— ¡Midna, yo te atraparé! —gritó el joven héroe de orbes azules y cabello castaño, mientras corría hacia ella a una velocidad nunca antes vista o experimentada en su cuerpo, lanzándose en plancha y atrapando a su compañera de aventura, justo a tiempo, entre sus musculosos y cálidos brazos.

Link... gracias por atraparme. Tan oportuno como siempre. —Recuperó su consciencia y se encontró con la mirada heroica que tanto amaba.

—Siempre es un placer. Ahora, salvemos a Zelda juntos. —Sonrió de forma cálida.

[…]

Nuestros protagonistas acababan de aterrizar en las infranqueables dunas del Desierto Gerudo. El héroe de verdes ropajes comenzó a caminar, contemplando el desolador y seco panorama a su alrededor, siendo sacado de sus pensamientos al encontrarse con que Midna había emergido de su sombra y se encontraba frente a él, cara a cara.

Espera Link, antes de que sigamos. Ya sabes la historia de mi pueblo, pero hay otra versión de ella, a pesar de que las diosas nos prohibieron regresar a la luz, ellas dejaron una conexión entre ambos mundos, el Espejo del Crepúsculo. Debemos recuperarlo sea como sea —explicó de forma decidida, antes de detenerse un momento y continuar—. ¿Vendrás conmigo? —preguntó con timidez y algo de indecisión, posando su pequeña mano en una de las mejillas del joven

«Tengo miedo de que me abandones.» pensaba para sus adentros.

Dicho miedo podía verse a través de sus ojos, por lo que el joven sonrió conmovido por la expresión de su acompañante. Esa sonrisa decidida, dulce y cálida que lo caracterizaba. No importaba lo duro que fuera o lo herido que estuviera, siempre podía hacer esa sonrisa para ella.

—Es algo obvio que sí, no puedo abandonar a nadie, menos aún a alguien que ha estado este último año siempre a mi lado. Hemos compartido hermosos, lamentables, memorables e inolvidables momentos…

«Jamás te abandonaré, no importa lo que ocurra. Siempre estaré a tu lado y juro por mi vida que te protegeré de todo el mal que te amenaza y te ha hecho perder tu sonrisa sincera. Sé que cuando sonríes lo haces forzosamente, quiero que recuperes tu sonrisa genuina.»

FIN FLASHBACK

—Despierta pronto, Link. Necesito decirte algo —suspiró agotada, antes de dormirse con la cabeza apoyada sobre el torso del joven.