El agua no dejaba de caer, eso la ponía nerviosa y al mismo tiempo le ayudaba a relajarse mientras leía un libro apaciblemente, era lo más normal en ella. Siempre refugiada en sus adoradas lecturas cuando estaba confusa. Debía admitir que desde que la guerra estalló un mes atrás y no quedó rastro del señor oscuro ni de Harry, el cual sabía que se encontraba bajo la protección de Dumbledore y así seguiría por un tiempo, se había sentido algo confusa.
Para la joven Hermione nada había quedado en su debido lugar, había demasiadas cosas sin resolver, el ambiente continuaba siendo algo siniestro y no veía grandes mejoras en el mundo mágico. A causa del miedo, pensó. La gente aun no salía de sus casas con la misma seguridad que años atrás, pero eso era comprensible.
El único recuerdo que la devolvía a un lugar en el que se sentía segura era su vuelta al castillo en un par de días, Albus les había informado a algunos de los mejores alumnos que podrían reforzar el curso anterior y recordó con alegría también que el director le había pedido muy amablemente que se pasase el primer día por su despacho para pedirle un par de favores ese año.
Si, asi era. Hogwarts era el único lugar en el que Hermione podía decir que se encontraba en casa. Desde la muerte de sus padres ya había pasado mucho. Y sufrió muchas más durante la guerra, pero eso no quitaba la sensación de inseguridad que le creaba el hecho de sentirse tan sola. En una casa vacía y con dieciocho recién cumplidos.
El tiempo pasó rápido para la joven, y los dos días posteriores no fueron muy diferentes a aquel, leyó, y repasó sus libros antes de comenzar. Inconscientemente se quedaba mirando su baúl de Hogwarts durante horas, recordando los momentos que le hacían sonreir como una tonta. No quería que eso terminase jamás, no quería tener que seguir adelante y dejarlo todo atrás.
En el castillo el ambiente tampoco era mucho más ajetreado que en casa de la joven la mayoría de profesores no impartirían clase ese año, pocos había fallecido, pero algunos no se veían con fuerzas como para volver allí en un tiempo.
Mcgonagall estuvo al lado del director en todo momento, ayudando a la reconstrucción del castillo, lo cual no era un problema realmente gracias a la magia. Sprout, Ponfrey, Filch, Hagrid y muchos otros también estuvieron allí para poder normalizar las cosas.
No hacía falta más que bajar los pisos del enorme castillo para cambiar de ambiente. En las oscuras mazmorras de Hogwarts un resignado Severus Snape parecía seguir los pasos de la joven Gryffindor, él también llevaba enfrascado en los libros desde que Albus lo dejó salir de San Mungo por lo de Nagini, no tenía otra cosa que hacer, sus deudas estaban pagadas y solo tenía que resignarse a vivir. Solo. Con sus recuerdos. Su humor no había cambiado ni mucho menos de hecho estaba tan poco conversador como era habitual, como si el tiempo no hubiese pasado. Con sus ropajes negros su pelo de igual color y aquel porte que irradiaba superioridad, se paraba los días leyendo y preparando algunas clases a la vez que preparaba pociones para la enfermería después de todo, todo seguiría igual con aquellos mocosos dando vueltas y vueltas con sus chirriantes voces por el castillo destruyendo la calma de sus mazmorras.
Un soplido salió de la boca de Snape.
-Resignarse.
Fue tan rápido el paso del tiempo que para cuando la joven castaña se dio cuenta estaba situada delante de la enorme puesta con motivos dorados con Luna a su lado. Dejando que un remolino de dudas y recuerdos invadiese su mente sin poder hacer nada para remediarlo.
