Prefacio
Quizá si nunca me hubiese empeñado tanto en perseguirla, no habría causado dolor.
Nunca me fijé que lo que yo buscaba, era la poseción de alguien más, una rosa que le pertenecía a un lobo.
El lobo se llevaba a la rosa en su boca, mientras que yo lo perseguía con desesperación. La rosa tenía en ella el elixir que me daba vitalidad, confianza y vida, pero el lobo no la soltaba. Había gritos que escuchaba de la rosa, y yo seguía buscandola, a pesar de que no me correspondía. Se alejaba cada vez más de mí, causando un dolor insoportable. Quería verla, no me importaba el peligro, no me importaba morir, quería ver a mi amada, más el lobo no me lo permitía.
Si nunca la hubiese seguido me habría horrado tantos llantos, dolores y desagrados, pero habría continuado ignorante ante lo que es amar de verdad...
El encuentro
No soy una persona común, eso siempre lo tuve claro. Mis padres no eran exactamente normales, eso ya lo sabía, pero nunca imaginé que hubiese un secreto del cual dependiese tanto mi cordura.
Vivir en Alaska durante toda mi vida nunca me dio una pista, mucho menos vivir cerca de Elmo. Claro que vivir en un pueblo con el nombre de un personaje de Plaza Cesamo no era una gran ayuda tampoco. Había un secreto en ese pueblo que yo nunca hubiese decifrado, si no lo hubiese visto por mis propios ojos.
Soy un ángel.
No como la versión general con túnicas, arpas cantando en el cielo al lado de dios, pero sí uno con alas y con poderes. Nunca pensé que mis padres pudiesen ocultarme esa naturaleza. Ahora se preguntaran, ¿Qué tiene que ver Alaska en todo este lío? La respuesta es que en Alaska es en donde los ángeles nacieron, hace millones de años, según leyendas, leyendas que yo nunca di crédito y siempre pensé que eran un truco para atraer turistas. Sin embargo ante mi condición, no estaba más que obligado a creer todas esas historias, las cuales normalmente hubiese desacreditado.
Mi cabello explotaba más que nunca en un furor naranja, nunca lo había visto tan vivo, tan radiante, tan perfectamente rizados. Mis pecas casi habían desaparecido dejando al descubierto una tez íncreiblemente palida, pero escultural y bella. Mis piernas se volvieron más estructuradas, mientras que mi pecho se moldeaba para formar la figura de un atleta, al tiempo que se me desarrollaban los musculos a la velocidad de un rayo. La única palabra que encajaba era hermoso, una palabra que en mi pasado nunca habría utilizado sino para describir a otras personas, pero nunca a mí mismo. Era impresionante, nunca me había sentido tan bello. Desde que mis alas se habían desprendido por primera vez, los cambios me volvieron en un ser completamente hermoso.
¿Soy un engreído? Completamente, al menos en este momento en que mi gloria comienza a desatarse, pero cuando comienze mi desgracia es imposib le que vuelva.
Mi nombre es Paul Huunseaus ¿Apellido raro? Sí, el descendiente de ángeles no puede tener un apellido normal ¿O sí? Bueno quizá sí.
Mi ambiente era mucho más claro para mí ahora. Los ríos eran más claros, los árboles más verdes, los animales explotaban en vida ante mis ojos, al igual que las personas, quienes no se daban cuenta de su vitalidad oculta como yo, pero ninguna como ella.
La persona que vi a la otra esquina de la calle, explotaba particularmente de vitalidad. Un cuerpo hermoso, casi tanto como su fragancia la cual podía respirar, sin importar que tan lejos estuviese. Solo verla del otro lado en que estaba el semaforo que separaba las calles me dejó en claro que ella era tan perfecta como yo, incluso quizá más. Ojos color chocolate, bellos, completamente llenos en una mirada inoscente, pero al mismo tiempo con un problema de auto control a no sé que. Un cabello cobrizo rizado que llegaba a sus rodillas, el más hermoso que haya visto nunca. Una figura esbelta, con pechos firmes y bellos. Todo el resto del mundo parecían simples pebellos en comparación con este espectaculo de belleza.
Llevaba audifonos, estaba con un Iphone en la mano, mientras cruzaba la calle. Hasta la ropa era íncreible, combinaba a la perfección con ella, la chaqueta que llevaba, junto con la blusa azul marino, y los blue jeans. Estaba seguro de que esa combinación solo podía ser tan hermosa en ella.
Mis mejillas se encendieron de inmediato, nunca imaginé que una persona pudiese causar tal impacto en mi mente. El impacto fue tan grande que no me di cuenta hasta el último momento que estaba frente a una construcción y que una viga comenzó a caer. Nunca vi como cayó, porque solo vi como la bella mujer frente mío corría hacia a mí. Lo vi como si corriese con velocidad normal, pero el resto de la gente estaba detenida ¿Acaso había detenido el tiempo? Me di cuenta de que no, ya que al voltearme la viga siguió cayendo hacia mí.
La adrenalina subió y estaba completamente seguro de que podría destruir la viga por mi mismo, pero la hermosa mujer llegó frente a mí y la detuvo con sus brazos como si solo hubiese atrapado un saco de dos kilogramos y lo dejase en el suelo.
-¿Cómo reaccionaste tan rápido?- me preguntó.
-No lo sé- le mentí, mientras me sentía atrapado por su mirada-. ¿Cómo te llamas?
Pero antes de necesitar una respuesta vi através de sus ojos algo que nunca esperaría ver. La respuesta, sin necesidad de que me la dijiese.
-Reneesme- le dije tomando su mano.
La velocidad volvió al curso que debía tomar. La gente a mi alrededor me miraba con asombro, no solo a mí, sino que también a Reneesme al ver que habíamos sobrevivido a la catastrofe que debió eliminarme del mapa. Yo sabía que aún si Reneesme no hubiese estado presente yo hubiese sido capaz de salvarme. Como dije antes, yo soy un ángel, y tengo más habilidades de las que en ese momento estaba consciente que tenía.
-¿Cómo supiste?
-No tengo idea- le contesté honestamente-. ¿Podriamos hablar en privado?
-No, lo siento, pero... Jacob me está esperando.
Detecté una nota de adoración a ese nombre, como si fuese todo lo que le importase, quizá no todo, pero detecté que era un ser muy importante para su persona.
Supé desde el principio que una belleza como ella ya debía tener ya novio o algo por el estilo ¿Quién no desiaría estar con áquel ser?
-¿Podrías soltarme la mano?
-¿Quién es Jacob?
La pregunta se me salió sin que yo pudiese controlarme. Reneesme me miró con pasciencia y compasión, como si estuviese a punto de decir algo que no quisiese. Y lo hizó.
-No tengo que contarte nada.
-Gracias por salvarme- le dije.
Reneesme no apartó la mirada de mí por un momento. Se quedó mirandome fijamente como si pudiese detectar algo diferente en mí a todos los demás. La gente nos seguía mirando, escuchandonos, esperaban ver algún espectaculo, tener alguna explicación para satisfacer una curiosidad que yo deseaba que no existiese.
-Aceptaré tu oferta de hablar.
Me tomó de la mano y meguió con rapidez humana a un parque. Nos tomó quince minutos llegar allí, pero al fin y al cabo, no había ni una otra alma alrededor.
Reneesme se sentó en una banca, se quitó los audifonos, tomó un buen respiro y me habló.
-¿Cómo te llamas?
-Paul Huunseaus.
-Bien Paul- me dijo respirando profundamente-. ¿Cómo es que reaccionaste tan rápido?
-Adrenalina- mentí de inmediato.
-Respuesta incorrecta- me contestó de inmediato. Su mirada era imponente-. Ningún humano podría alcanzar esa velocidad, no importa cuanto flujo de adrenalina tenga.
En eso tenía razón y yo no podía debatirselo.
-¿Hombre lobo o vampiro?- me preguntó.
-¿Eh?
-Tu olor no es ni humano, ni de licántropo, ni de vampiro, ¿Qué eres?
-¿De qué estás hablando?
La pregunta me dejó completamente perplejo, no entendía a que se refería ¿Licántropos? ¿Vampiros? ¿Acaso había algo más de lo que debía enterarme? ¿No era suficiente tener diescisiete años y descubrir que tienes alas y una velocidad sobre humana? Al parecer todavía me quedaba mucho por aprender.
Vi sus ojos una vez más y sentí como mi ser comenzaba a ser consumido por su mente, como si estuviese siendo tragado por un agujero negro lleno de información. No sé como, pero una cantidad de nombre, frasesm y gritos vinieron a mi mente, y antes de que me diese cuenta ya estaba en la realidad. En la realidad había pasado menos de un segundo, mientras que gran parte de la información entraba en mi cerebro.
-¿Estás bien?- me preguntó con cariño, mientras me tocaba la frente. Su mano era muy cálida, pero la apartó, se sentía completamente aterrada-. No... no tienes temperatura... no es helada, ni caliente. Tampoco normal... no la siento...
La cara de terror de Reneesme era más bella de lo que esperaba, pero todavía había una parte de mí que estaba consciente de lo que decía, mientras que otra parte de mí se sucumbía en su belleza.
-¿Qué eres?
Era la segunda vez que me lo preguntaba y yo no sabía si debía mentirle o decirle la verdad, pero ¿Cuál era el punto de ocultarselo? Yo ya estaba seguro de que ella tampoco era humana, y quería saber lo que era. La intriga carcomía mi mente.
-Soy un ángel.
-¿Los ángeles existen?- me preguntó sin poderlo creer-. Oh dios, Carlisle se va a morir cuando le diga esto...
-¿Qué eres tú?
-Debes alejarte de mí- me sugirió-. No es seguro... no te acerques a mí nunca más, por favor.
-¿Qué me quieres decir?- le pregunté sin entenderla.
Pero antes de que me contestase o yo le siguiese preguntando, ella se echó a correr. Yo la seguí desesperado. Corrí tras ella mientras que la misma curiosidad que llenaba la mente de los humanos de antes llenaba la mía, quizá porque me había enterado de que no era humano, cuando ya estaba muy acostumbrado a serlo. Mi primer instinto fue perseguirla, ya que sabía que después podría nunca encontrarla, pero ¿Por qué una extraña me impactaba tanto? ¿Por qué me importaba? ¿Por su inmesurable belleza? No, había algo más, algo que hacía a Reneesme alguien demasiado especial, alguien que yo nunca creí conocer, alguien que me hiciese sentir una chispa de vitalidad.
Se estaba haciendo tarde. Mis padres me dieron tiempo para que me encontrase conmigo mismo, ya que al descubrir esto, ellos sabíanq ue estaría confundido, por lo cual ese tiempo lo usaría para descubrir a alguien más. A Reneesme. Era como una rosa, la verdadera flor estaba oculta en medio de los hermosos petalos y yo quería descubrirlo.
Recibí un golpe en la cara antes de que pudiese continuar siguiendo a Reneesme, que me llevaba unos cien metros de ventaja.
La figura frente a mí era implacable, alta, se veía poderoso, moreno, cabello negro corto y una cara que nunca creí ver nunca. Al ver en sus ojos vi su nombre,
-Jacob.
Jacob me levantó del suelo y me agarró del cuello, comenzando a ahorcarme.
-¿Cómo sabes mi nombre?
-No lo sé...
No había mentira en eso. Comenzé a perder la respiración y Jacob me soltó.
-¿Por qué Reneesme estaba tan asustada?
-No lo sé...
-¿Por qué la perseguías?
-No lo sé...
-¡Contesta bien por una vez, carajo!
Jacob me levantó del suelo con más fuerza de la que esperaba y luego me dio un buen puñetazo en la cara.
Me sobé la cara y luego ante la inminente furia inexplicable que fue creciendo le devolví el puño y lo hice caer al suelo. El arrepentimiento me cruzó.
-Lo siento- le dije de inmediato.
-¿Cómo tienes esa fuerza?
Jacob no lograba comprender como mi fuerza podía igualarse a la suya. Al igual que Reneesme, me encontré con alguien que era más que humano.
Sentí miedo, ya que sabía que Jacob era fuerte, y yo era un ángel que recién se daba cuenta de lo que era. Todavía era frágil, todavía estaba comenzando a comprender mi cuerpo y en medio del bosque en el que me encontraba, la falta de testigos ayudaba a Jacob a tener la oportunidad de matarme si quería. Pero no lo hizo.
-Escucha, te dejaré ir si juras no volver a acercarte a Reneesme.
-¿Por qué?- le pregunté sin entender.
-No es solo por su bien, sino por el tuyo- me dijo enigmaticamente-. Creéme, no hay nada más seguro para ti que mantenerte alejados de nosotros.
Y así Jacob se fue alejando a paso lente, dejando en mí una mente llena de dudas, de incognitas, de deseos de saber más, no solo sobre todas las especies que circulaban a mi alrededor, no solo de la situación en la que ellos estaban envueltos, sino que también sobre la enigmatica Reneesme, quien no podía sacar mi cabeza.
Ese fue el inicio, el inicio de una aventura que no terminaría de ningún modo que yo pudiese determinar.
