My Little Pony: Firendship is Magic

Bloodrose: Rosa de sangre

Capitulo I: Ataque a Ponyville

Era un hermoso día de verano en Ponyville, una tarde tranquila y sin predicamentos. El Sol levantado por Celestia iluminaba hasta el más escondido rincón del pueblo, esto gracias a la ausencia de nubes en el cielo, obra de los pegasos. Aunque por lo general, días así en esta época del año resultan demasiado cálidos, hoy los habitantes tuvieron la suerte de que una brisa ligera y constante llegara desde el este, refrescando a cuanto poni tocara. Sin embargo, no esta brisa no sólo hacía tolerable el calor de ese día, sino también de llevar a las narices de todo mundo el aroma de los pasteles que se horneaban en Sugar Cube Corner, a los cuales, para atraer la atención de los clientes, se les agregaba generosamente capas de helado una vez que se enfriaran. A la repostería no habría de irle mejor con una idea distinta, siendo congregada cada cinco minutos por toda clase de ponis, entre los cuales entró una unicornio púrpura cargando sobre su lomo a un bebé dragón.

-Hola Señora Cake, hola Señor Cake-saludó tras entrar por la puerta y hacer sonar la pequeña campanilla.

-Hola Twilight, que gustó verte-decía la madura poni mientras aplanaba un poco de masa con el rodillo.

-¿Quieres una rebanada de pastel? La casa invita –.

-Es muy amable Señor Cake, pero acabo de comer. Sólo vine a saber como va el pastel que les encargué esta mañana-.

-Bueno, te aseguro estará sobre la mesa antes de que llegué la princesa-dijo el pastelero.

-¡Perfecto! Gracias de nuevo por su ayuda –expresó regresando a la puerta.

-Ni lo menciones, cariño, es un gran honor para nosotros y para nuestra tienda –comentó la Sra. Cake. Al abandonar la pastelería, la unicornio y su ayudante se dirigieron a las casas de otros ponis y a distintos puntos de Ponyville, supervisando labores que les había encargado a los habitantes. ¿Para qué se preparaban? Para nada más y nada menos que para celebrar el cincomilésimo cumpleaños de la Princesa Celestia, quien había decidido en celebrarlo en el pueblo, junto a su estudiante y con todo el pueblo. Applejack tenía trabajando con ella a los cocineros voluntarios, creando deliciosos platillos y refrescantes bebeidas para la fiesta en la cual asistirían decenas de invitados. Rarity y Pinkie Pie ayudaban con las decoraciones, usando diversidad de colores, pero al final, las mesas, las casas, las banderillas, cortinas y listones, tenían más presentes los colores típicos de Canterlot, ya que según la unicornio blanca, eran los mejores colores en toda Equestria para celebrar cualquier evento. Y en una buena fiesta de la realeza, no hay justificación para la ausencia de música que alegre los oídos; así, Rainbow Dash y Fluttershy viajaban a distintos pueblos en busca de algunos excelentes ponis músicos. En la mayoría de sus intentos, en los que trataban con artistas veteranos de música clásica, de alguna forma u otra terminaban fracasando, ya que con el simple hecho de tocar en Ponyville, vasto para que los posibles candidatos cerraran las puertas frente a las caras de las pegasos, literalmente hablando. Ya era anochecer y estaban a punto de darse por vencidas, hasta que paseando por la estación del tren, escucharon las dulces notas de un quinteto de jóvenes músicos, quienes hacían ese bullicio como parte del entretenimiento callejero. Rainbow Dash, pensando en que era mucho mejor llevar una pequeña orquesta de chicos inexpertos que mantener a la fiesta en un aburrido silencio, les ofrece tocar en la fiesta de la princesa a cambio de unas monedas, y un pedazo de pastel. Los chicos, más interesados en tocar sus melodías para tan gran espectadora que por el dinero, aceptan con gusto.

De esta forma, los preparativos para la gran celebración hubieron de estar completos. Sólo hacía falta esperar a que el crepúsculo diera inicio para que la Princesa Celestia llegara en su dorada y ostentosa carroza tirada por guardias. Volando desde Canterlot, llegó al alegre pueblo en cuestión de minutos, desolado en ese momento e iluminado con la luz de una luna creciente y las estrellas que la acompañaban; se le recibió con una gran sorpresa, encendiendo las entonces apagadas lámparas colgadas en las fachadas de las casas y haciendo aparición de todos los habitantes, así como de los músicos que cargaban con sus instrumentos. Sobre las mesas había una capa variada por platillos deliciosos y sabrosas bebidas, como heno frito, sándwiches de flores de campanilla y ponche de frutas.

-Princesa, bienvenida a su fiesta de cumpleaños –decía Twilight acercándose a su maestra-. Por favor acompáñeme hasta la mesa como la gran invitada de honor. La alicornio siguió a la unicornio hasta la mesa central, que junto a otras dos dispuestas a los lados, ocupaban una calle entera del pueblo. Al sentarse Celestia en su respectivo lugar, los cinco músicos que Dash había contratado en la estación comenzaron a tocar, primero con algunas composiciones clásicas de Earsthoven, y después cambiaron a melodías nunca antes conocidas, tal vez originales de la joven banda. La fiesta perduró en miles de conversaciones y juegos que los invitados mantenían, sobre cualquier cosa que acontecía en sus vidas o un tema simple para echar carcajadas y pasar al tiempo.

El bullicio continuó hasta las once menos cuarto, cuando llegó el momento de revelar el pastel. Éste venía directo de la pastelería Sugar Cube, sobre una mesa con ruedas que empujaban los Cake hasta posicionarlo frente a la mesa donde se encontraba la cumpleañera. Era una obra de doce niveles, cubierto de merengue blanco y decorado con rodajas de fresas, manzanas, duraznos, algunas bayas y moras azules, así como todo tipo de frutos que despertaban el apetito de cualquiera. Junto con el enorme postre, habrían de llegar los regalos de los súbditos, quienes se esmeraron en dar lo mejor a su atenta gobernante, quien durante milenios los ha protegido. No será necesario describir qué llevó exactamente cada poni, basta con decir que todos fueron obsequios excepcionales.

Sin embargo, de todos los asistentes, había una, un pegaso, quien olvidó traer su presente.

-Oh mi… mi regalo, lo olvidé en casa -susurraba Fluttershy para sí, dándose cuenta de su falta-. Mejor iré por él rápido antes de que comiencen a cortar el pastel-. Durante su trayecto, la poni se veía cubierta por la luna y de vez en cuando por las sombras de las casas entonces vacías y de algunos árboles. Tras llegar a su casa, se dispone a abrir la puerta, pero algo la interrumpe haciendo que retroceda el casco que tenía extendido. Era Zecora, caminando torpemente mientras jadeaba; de su pelaje bicolor se notaba que brotaba de su costado un líquido rojo-púrpura que brillaba al recibir los rayos de Selene. Estaba herida gravemente, y al levantar la mirada y ver a Fluttershy en su casa, apresuró débilmente su paso para llegar con ella, pero la pegaso se le había adelantado a la mitad de camino.

-¡Zecora! ¡¿Estás bien?!-preguntó consternada. La cebra no respondió, y sólo hubo de apoyarse sobre ella, haciéndole caer parte de su peso, sin articular otro sonido que agonizantes jadeos.

-No te preocupes, sanaré tu herida. ¿Cómo te has hecho esto?-. Su curiosidad no fue satisfecha hasta que la lacerada equina comenzó a pronunciar sus primeras palabras entendibles.

-Un gran mal se acerca hacia aquí, todos en Ponyville deben huir- Fluttershy estaba confusa respecto a lo que decía Zecora, y aún más lo estaría ya que casi instantáneamente al terminar este verso, un impresionante y estruendoso estallido surgió de las cercanías del Bosque Everfree, acompañado de una destellante luz roja proveniente de entre los árboles, que después fue sucedida por columnas de humo negro con extraños destellos verdes que emergían de las copas y llegaban a lo más alto del cielo nocturno

-¡Zecora, ¿qué sucede?!-volvió a preguntar ahora asustada.

-No hay tiempo que perder en dar explicaciones, alertar a todo el pueblo es la mayor de nuestras preocupaciones –decía apretando los dientes para contener el dolor. La pegaso y la cebra, quien constantemente necesitaba ayuda para mantener el paso, se dirigieron velozmente hacia donde la fiesta aún continuaba, y allí hubieron de interrumpir la velada con una atemorizante noticia: unos extraños ponis vinieron de algún lugar desconocido de Everfree, y atacaron la casa de Zecora, quien a pesar de terminar herida, logró escapar gracias a sus trucos de magia. Según relató la cebra, de lo poco que notaba durante el estrago que aconteció en penumbras, era que aquellos seres eran alados, con alas hechas de rasgadas membranas y que sus ojos eran brillantes y púrpuras, pero completamente púrpuras, como si tuvieran gemas en lugar de globos oculares. Antes de que se le preguntara más a la víctima que yacía a penas de pie gracias a Fluttershy, otra gran explosión, tal cual como la anteriordescrita, pero ahora más cerca; esta vez, era una de las casas del pueblo que ardía en llamas rojas. Con la escena devastadora como escenario, un trío de ponis apareció al final de la calle. Eran alados, tal y como había relatado Zecora, y desde esa distancia tan larga se denotaban sus brillantes ojos púrpuras. Al ser tocados por la luz de la luna, se podían distinguir más características de su fisonomía. Su piel era completamente negra y se denotaba que su textura era similar a la de la piel de un cadáver, tiesa y desgastada. Esta impresión de terror y asco del público aumentaba al relucir su verde y fosforescente estructura ósea que sobresalía del cuerpo, cómo costillas, parte del cráneo desnudo ó la pelvis, y así también con ciertas aberturas que dejaban ver los órganos putrefactos que rellenaban su interior. ¿Eran zombies? Pero si fuera así, era incongruente que pudieran destruir la casa de la cebra y la que recién ardía a su derecha; un zombi no posee tal inteligencia destructiva. Sean lo que fuesen, Celestia, demostrando una vez más su compromiso a proteger a Equestria, es la primera en dirigirse a ellos. Saltó por encima de la mesa y del enorme pastel, y luego planeó hasta regresar al suelo, frente a los atacantes, en una postura agresiva. Mantuvo la mirada furtivamente sobre estos seres, pero una especie de mirada conformada por furia, conmoción, miedo y pánico.

-¡Ustedes… ustedes son mashionas, ¿cierto?!-preguntó furiosa.

-Sí, así es. Y tú debes ser la Princesa Celestia. Es un gusto, nos ahorraste el trabajo de ir a buscarte-respondió uno con voz gutural y sonrisa maliciosa.

-¿Cómo…? ¡¿Cómo es que aún existen espectros como ustedes?! Según descubrimos, cuando Vorthrix fue derrotada, todas las almas que absorbió volvieron a sus esclavos, regresándolos a la normalidad-.

-Hmhmhmhm… ¡Ha, ha, ha…! ¡Ha, ha, ha…!-río como demente otro.

-¡¿Qué es tan divertido?!-gruñó.

-¡Vaya, si que eres ingenua! ¿En serio creíste que habías dado muerte a nuestra reina en la batalla de Balzagar? ¡Vamos, no actúes como si lo que hiciste fuera todo un hecho! -dijo burlón el tercero.

-¡¿De qué están hablando?!-indago con más seriedad.

-Nuestra presencia debería ser más que indicio suficiente para ti Celestia: Vorthrix ha regresado –.

-¡¿Qué?! - exclamó abriendo sus ojos de golpe, representando su horror-… ¡Imposible! ¡Esto no puede ser! ¡Yo misma la convertí en polvo al usar el poder de los Elementos de la Armonía en aquella ocasión! ¡No hay forma de haya sobrevivido a tal ataque!-.

-De verdad subestimas demasiado a tus oponentes, la Reina Vorthrix jamás caería ante una maldita alicornio… De todas formas, no hemos venido a aclararte lo que ocurrió en ese tiempo, sino para darte muerte con nuestros propios cascos-.

-¡Ni lo crean! ¡Primero tendrán que pasar sobre nuestros cadáveres!- amenazó Twilight poniéndose frente a Celestia junto con sus cinco amigas.

-¡Twilight! ¡¿Qué haces?! ¡Ellos no son rivales para ti!-gritó su estudiante.

-¡Gracias! Pero no es necesario darme apoyo-dijo confundida por el regaño que tomó como un cumplido.

-¡No, estúpida! ¡Estos mashionas están más arriba de tus poderes! ¡Incluso si deciden trabajar juntas, no durarán ni un par de minutos contra ellos¡-exclamó más furiosa.

-¡¿Qué?! ¡Tonterías! ¡Estos tipos no se ven tan fuertes! –dijo Rainbow Dash para salir disparada como una bala contra las criaturas.

-¡No! ¡Alto Rainbow Dash! –gritó vanamente la princesa, que veía como se acercaba la pegaso a gran velocidad hacia los atacantes, quienes a pesar de verla venir, no se disponían a tratar de esquivarla. Se encontraba a no más de un metro de distancia de su objetivo, cuando vio que uno de los extraños ponis despareció y de la nada reapareció justo frente a ella contraatacando con una patada dirigida al torso. Sintió como si le fuera disparada una bala de cañón, aplastando sus entrañas provocando graves hemorragias, así como el sabor de la sangre que salió por su boca. Dash sale disparada con gran violencia hacia una de las mesas, llevándose consigo todo lo que estaba sobre ella, para luego impactarse contra una casa, derribando una pared y cubriéndose de escombros.

-¡Rainbow Dash! -gritaron al unísono sus amigas, preocupadas y dirigiéndose inmediatamente hacia ella. Celestia sólo miraba como la pegaso, cubierta de heridas sanguilonientas y moretones, era rodeada por las cinco ponis, tratando de reanimarla y retirando los escombros de encima. Viró de nuevo hacia los mashionas, esta vez llena de ira por lo que había visto, y éstos, únicamente se limitaban a reír con una sonrisa asquerosa en sus horrendos rostros.

-¡Van a pagar por esto!-amenazó haciendo una mueca agresiva.

-¿Acaso te importan tanto estos ponis, como para querer enfrentarte a nosotros? Creo que debería decirte que no somos tan débiles como la vez anterior, ahora seremos capaces incluso de acabar contigo por completo y en sólo tres golpes-.

-No me importa qué tan fuerte se hayan vuelto, igual, en nombre de todos súbditos, juro que habrán de caer esta noche… ¡Ahhh! –exclamó Celestia saliendo disparada, volando mientras preparaba su cuerno haciéndolo iluminar con su estela amarilla. A mitad de camino contorsiona su cuerpo y lanza un fugaz y poderoso relámpago que impacta contra los mashionas, levantando la tierra y cubriendo la calle de polvo en su totalidad, tapando la vista hacia los enemigos. En este acto Celestia detiene su marcha, para evitar entrar en la bruma terrosa, de la cual, sin siquiera notar por el rabillo del ojo, apareció uno de los monstruos, batiendo sus desgarradas alas, y alzando su casco para dar un golpe directo a la mandíbula de la alicornio, quien a su vez sale disparada a lo alto en aire, soportando el punzante dolor en su cara. Ahí, y viendo a su espalda, aparece el segundo atacante, dispuesto a dar una pesada patada doble sobre la columna: tal acción estremeció todo el cuerpo de la princesa, quien no pudo evitar vomitar un poco de sangre, que resaltaba sobre la luna. La fuerza que recibió fue tan grande, que la regresó al suelo, impactando y formando un cráter ligero sobre la superficie. Celestia se encuentra fuera de combate y en condiciones deplorables. Así, el último mashiona aparece en lo alto, viendo furtivamente a su objetivo, que jadeaba intentando evitar tragar sangre que escurría de su boca y que después se viro para ver a quien planeaba darle muerte.

-Te lo dije Celestia –decía con su voz tenebrosa-, subestimas demasiados a tus oponentes. Ahora, con este tercer golpe, no quedará nada de ti en este mundo… ¡MUERE! –la criatura abre su boca y de ella aparece un destello rojo y brillante, que parece absorber el aire, aunque suene una locura, eso es lo que parecía hacer, con lo cual su tamaño aumentaba hasta llenar completamente el interior de la misma boca.

-¡No, Princesa Celestia!-gritó con horror Twilight.

Ahí, ese orbe de energía rojo sale disparado como un rayo fugaz, iluminando con su color todo Ponyville, una luz que incluso, la Princesa Luna (que se encontraba en el mirador, en la torre de Canterlot) fue capaz de apreciar sin necesidad de usar el telescopio. El mortal rayo se dirigía amenazantemente hacia la alicornio, la cual no tenía la fuerza necesaria para esquivarlo y menos para escudarse con un hechizo o teletransportarse, y Twilight y su amigas, quienes veían horrorizadas la escena, no podrían llegar a tiempo para rescatarla. Era su fin. Pero justo a tiempo, antes de que el ataque siquiera se acercara al espacio vital de Celestia, una extraña poni apareció de la nada, sobre dos patas y rechazando el rayo con uno de sus cascos, en un movimiento simple de izquierda a derecha. Llevaba puesta una capucha negra que cubría su cuerpo entero, estaba rasgada y ondeaba al son del viento; haciendo énfasis en su color, éste era tan profundo que, si no fuera por la brillantez de Selene que cubría el terreno, su contorno se hubiera perdido entre las sombras. Cuando esta poni rechazó el disparo rojo, éste se disolvió a su alrededor, como lenguas de fuego que luego desaparecieron en un instante, lo cual llamó la atención de los tres atacantes, quienes ahora se encontraban consternados; consternados ante la idea de que alguien haya podido deshacer con suma facilidad su ataque más poderoso.

-¡Vale, ¿qué tenemos aquí?! Un trío de ratas cobardes que por haber mejorado un poco en sus habilidades, creen que pueden atacar al primer pueblo indefenso que se topen. ¡Qué corte, chaval!-dijo aquella misteriosa poni en un tono burlón-… Princesa, ¿vos está bien?-.

-Bueno, he estado en mejores condiciones… Me alegra que hayas venido-respondió sonriendo a la extraña, como si ya la conociera.

-Siempre estaré con vos, Princesa Celestia. Ahora permítame darle una o dos lecciones a estos malditos gilipollas sobre lo que pasa cuando atacan a un pueblo indefenso cuando estoy presente -.

-¡Ha! ¡¿Eso es una broma?! Ni siquiera la gran Celestia pudo contra nosotros tres, ¿quién eres tú como para proclamar que podrás durar más tiempo en un round que ella?-se burlaba el mashiona en el aire.

-Vale, tío, con que no sabes quién soy, ¿eh? No importa…, ya lo sabréis en un segundo, o quizás en menos –es el turno de la poni para contraburlarse, resaltando su sonrisa blanca dentro de la capucha…