"LIFT ME UP"

CAPÍTULO I

"DE TRAGEDIAS"

Se escuchó el automóvil estacionándose frente a la que era su casa Alfred reconoció aquellas personas que descendían, a pesar de los años, podía reconocer a su amigo Fabricio. Emocionado corrió a recibir a la familia Beislmichdt que hacia diez años se fue de ese suburbio Neoyorkino a Múnich, aunque algo se le hizo extraño, la familia había reducido en la mitad, recordaba que el señor Beislmichdt tenia una esposa italiana linda y dos hijos que eran sus amigos Fabricio y Friedrich, ahora solo veía al padre y a uno de los hijos, eso le pareció raro. Sin embargo se acerco a ellos, con esa sonrisa angelical, esa melena rubia y ojos color cielo que adornaban el más fúnebre escenario, la ultima vez que los había visto tenia 9 años. Llego hasta la puerta donde ambos hombres bajaban sus maletas, con su voz melodiosa los saludó. -¡Hola! ¿Me recuerdan?-

El castaño de su misma edad fue el primero en asentir y le saludo con un abrazo, Alfred era su mejor amigo desde hacia tiempo, así que estaba alegre de volver a verlo. - Claro que si, papá ¿Te acuerdas de Alfred? Nuestro vecino...-

Ludwig Beislmichdt había ignorado aquel saludo hasta que su hijo le preguntó, al voltear quedo impresionado al ver a aquella persona tan sonriente, hizo memoria durante dos segundos y recuerdos de un niño rubio que jugaba con sus hijos vinieron a su mente, no pudo creer como es que ese niño había crecido tanto. Observó como este extendía su mano y le devolvió el saludo, sonrió pues la sonrisa de ese joven era contagiosa, pudo notar esas piernas blancas largas que se dejaban ver hasta el muslo medio donde el short le permitía, un vago pensamiento invadió su cabeza pero desechó esa idea enseguida, no estaba en edad para eso, ya casi cumpliría 40 años. -Que gusto señor Beislmichdt-

-El gusto es mío, llámame Ludwig-

-Esta bien, jejeje- miró a todos lados como si buscara a alguien -¿Donde están Friedrich y la señora Beislmichdt?-

Padre e hijo se miraron a los ojos y luego bajaron la vista, Ludwig soltó la mano del rubio abruptamente y abrió la puerta de la casa, por alguna razón sintió que había dicho algo malo. -Friedrich y mi madre murieron hace un año en un accidente- se atrevió a hablar primero pues sabia que su padre no podía decirlo.

- Yo lo siento mucho, no lo sabía, discúlpame-

-No te preocupes Alfred, lo sé-

-Señor Ludwig...lo lamento mucho- bajo su rostro apenado por su intromisión.

-No tienes el por que...-le palmeó su cabeza tratando de darle a entender que no estaba molesto al respecto y dejo su maleta en el suelo para ir al auto en busca de más.

-Alfred ven en la noche a jugar videojuegos, voy a instalarlos además necesito ayuda para saber donde voy a ingresar a estudiar la universidad. ¿En cual vas a ir tu?-

-¿Yo?...bueno, a decir verdad, yo no estudiaré la universidad-

-¿Por que?-

-Mi madre se enfermo hace unos meses ahora ya esta bien, pero el dinero que ahorró para mi universidad se fue ahí, es por eso que no estudiaré, voy a trabajar-

-Ya veo...pero aun así a vienes a jugar conmigo en la noche, tenemos que desempacar-

-Yo puedo ayudarles si gustan-

-Esta bien Alfred ayúdanos...- comento el mayor que bajaba otra maleta algo pesada.

-Por su puesto- enseguida le ayudo a meter el equipaje. Después de haber bajado todo el equipaje Fabricio sirvió refresco con hielo para los tres. Estaban en silencio pues en esa casa habían vivido un buen tiempo, ambos habían escogido ese lugar ya que era muy tranquilo, además Múnich era el lugar donde su dos seres amados murieron y no querían frecuenta más ese sitio. -Debo ir a bañarme, pero regresaré en la noche como quedamos, le contaré a mi madre que están aquí ella se pondrá feliz, con permiso Señor Ludwig- agitó su mano sonriéndole, luego salió por la puerta para ir a su casa.

-De nuevo aquí papá, veras que tendremos una nueva vida, te dije que este era un buen lugar-

-Si, eso espero-

-Oye papá, ¿crees que podría darle un trabajo Alfred en tu oficina?, es un buen chico, desde hace años lo conozco y era nuestro amigo, jamás perdí contacto con él hasta que paso aquello, pues poco le hablaba, tenia un sueño, quería ser piloto aviador y me da cierta tristeza que no pueda estudiar, pero sé que si consigue trabajo ahorrará para que pueda estudiar-

-Mmm... Si me lo pides de esa manera, le pediré que me ayude con el papeleo, hay lo veo. Sin duda eres un buen amigo hijo-

-Y tu eres el mejor papá, y me gustaría que volvieras a sonreír como antes, se que no es fácil por que duele ya no verlos más, pero se que ellos hubieran querido que estemos bien y felices-

-Lo sé, no me es fácil, entiéndeme-

-Inténtalo papá, por mi-

-Esta bien-

Esa misma noche, y tal como habían quedado, Alfred estaba en la puerta de la casa de los Beislmichdt tocando. Quien le abrió la puerta fue si no que el padre de su amigo- Hola, ¿esta su hijo?- preguntó.

-Claro, pasa, él se esta bañando- le invitó a pasar.

-Gracias, por cierto mi madre les manda saludos, no pudo venir a verles por que tiene mucho trabajo, pero esta feliz que hayan vuelto y lamenta su pérdida-

El rubio mayor ladeo su vista y se volteo dándole la espalda al joven, no quería que nadie lo viera mal, pero recordar que su mujer e hijo no estaban con él se le hacia un nudo en la garganta que quería explotar en un llanto amargo, pero se había contenido siempre para mantenerse fuerte, es por ellos que no lo superaba.

-Señor...-tocó la espalda de este y buscó mirarle

- Mmm...-no decía nada pero le entendía. -Tengo un empleo para ti, en mi oficina-

-No soy tonto Señor Ludwig, sé que yo solo digo cosas que le duelen, perdóneme si seré entrometido pero, usted refleja un aire muy triste, se que no es fácil, pero ya ha pasado un año, no creo que a Friedrich y a su esposa le gusten verle así, si ni a mi me agrada verlo así y no soy nada suyo, a sus familiares menos. Saque ya ese malestar, no viva a si. Yo perdí a mi padre por eso lo sé-

Impresionado Ludwig miraba a ese jovenzuelo de mirada determinada y corazón benévolo, el oír esas palabras le hicieron sonreír de una manera nueva, asintió y poco a poco bajó su rostro pues esas lágrimas empezaron a brotar de sus ojos. Alfred le pegó a su pecho tratando de darle consuelo al padre de su amigo, aunque no pudo evitar llorar también pues Friedrich había sido su amigo de infancia también. Se aferró al abrazo de quien había logrado tocar con sus palabras su corazón afligido, que de manera mágica sentía como con cada lágrima su tristeza iba siendo menos, jamás olvidaría a Fiorella y su hijo que amaba en su más profundo ser. De repente la puerta del baño se escuchó que se abrió, Ludwig se reincorporó quedando de frente a Alfred, al fin sus caras se conocieron bien y de igual modo sus corazones pues ambos estaban con sentimiento en sus ojos. -No llores Alfred...sécate que ya viene Fabricio y no quiero que se preocupe, no le digas nada de esto te lo pido.- comento mientras se limpiaba la cara. Al ver que ambos ya estaban bien le regaló un beso en la coronilla agradeciendo sus palabras, ese beso era como dárselo a su hijo, pero Jones ya era más que un hijo, un amigo. -Gracias, el trabajo es por las mañanas...yo mismo te llevare, mañana empiezas- dicho eso se alejo ya mejor el adulto.

Se sonrojo por aquel afecto, asintió emocionado por lo del empleo que el la había ya otorgado- Muchas gracias señor Beislmichdt, no fallare y si, no diré nada-

-Agradécele a Fabricio, el me lo pidió-

-¡Si!- En ese instante su amigo bajaba y le agradeció el haberle dicho a su padre de que necesitaba un empleo. Ese día jugaron varias horas videojuegos, pero Fabricio se quedo dormido por lo cansado del viaje y Alfred decidió regresar a casa, antes de salir se despidió de su ahora nuevo jefe y fue a casa a descansar.

A la mañana siguiente espiaba por la ventana a ver a que hora saldría de su casa Ludwig, al verle listo salió a su encuentro, se subió al auto y emprendieron marcha hacia la oficina, estaba nervioso y era notorio. -Estas nervioso ¿no?, calma, no harás mucho y te diré que vas a hacer así que no te preocupes-

-Claro...- Al llegar a ese lugar, se sintió muy pequeño, ahí iban puras personas importantes, seguía por detrás al señor Beislmichdt hasta que entraron a su oficina.

-Alfred tu me ayudaras a hacer una lista diaria de quienes vienen a mi oficina, será fácil, también me ayudaras a sacar copias entre otras cosas nada difíciles, por ahora me urge una actualización de los pendientes, ya que soy nuevo también aquí-

-Okey señor-

-Llámame Ludwig-le guiño el ojo inconscientemente.

-Si Ludwig-

El día transcurría con normalidad, lo único nuevo de su trabajo era ese rubio angelical que todo el tiempo se la pasaba sonriendo, todos sus clientes parecían salir contentos por la atención improvisada de Jones, sin darse cuenta el también sonreía, por momentos vagos le recordaba a su esposa, que siempre sonreía, aunque jamás podían ser iguales Alfred tenia lo suyo. Al finalizar el día regresaron a casa ambos. -Hasta mañana-

-Hasta mañana Alfred- se quedó observándolo un momento mientras se iba, no pudiendo evitar una sonrisa pacifica al estar con él.

Habían ya pasado dos semanas y Fabricio ya sabia que iba a estudiar, seria abogado. Alfred estaba en su trabajo, sacaba copias de manera apresurada pues ese día se les había juntado el trabajo y los casos eran muy delicados. Cuando al fin terminó la hora de trabajo estaban exhaustos. Iban ya a la salida cuando si querer Alfred se tropezó y casi se cae, pues fue salvado por Ludwig que había dejado caer su maletín para sostener de la cintura al rubio. - ¿Estas bien?-

-Si, gracias mm- se aferro del pecho ajeno pues se había asustado. Levantó su mirada y de nuevo sus ojos se vieron. Ludwig se quedo estático por unos segundos, pues ese niño tenia algo que le tenia atontado, ninguno de los dos se movió, Alfred se sentía tan seguro en esa posición, sabia que el Señor Beislmichdt necesitaba ayuda y quería ayudarle. En un silencio incomodo que se prolongo se veían con cierto calor en las mejillas, sin esperar más el mayor se atrevió a dejar fluir sus emociones y le dio un suave beso en los labios, mismo que casi hacían desmayar al otro que se reincorporo enseguida. Después de aquello nadie dijo nada y se dirigieron al auto.

Al llegar de nuevo a los suburbios ambos bajaron del automóvil, Jones con una cara baja, algo nuevo avivaba en el por aquel beso y tenia temor de saber que era.

-Alfred, lo que paso, lo siento, fue algo estúpido, discúlpame, no lo tomes a mal, solo que me nació-

-No se disculpe, no me incomodo en absoluto, que descanse hasta mañana-

-Hasta mañana-