Hola! Vuelvo aquí con un nuevo fic (si, si terminaré el de "espejos"). En este caso este fic es completamente producto de un sueño. Os lo juro, un dia soñé con esto, me levanté y escribí unos "trazos" en un papel. Luego le di forma y creo que de aquí saldrá un buen fic.
Como siempre esta dedicado a mi entrañable y amada pareja Severus Snape y Hermione Granger. Y para no variar en mi estilo, sera para +18. Se sitúa despues de la guerra, pre epilogo. Por lo que hay spoilers de HPB y DH. Dumbledore esta muerto, Voldemort tambien. Evidentemente Snape no.
Resumen: Hermione es internada en un santuario y obligada a cumplir tres votos: Pobreza, obediencia y castidad. ¿Que sucederá para que esos votos se vean dificiles de cumplir?
Los presonajes y el mundo pertenecen a JK Rowling. Lo demás es producto de mi imaginación.
Disfruten!
Capitulo 1:
De nuevo la campana sonaba a la hora prevista, las 6 de la mañana, haciéndole preguntarse si alguna vez en todos los años de aquel castillo había dejado de tocar esa campana a la hora exacta. ¿Nunca su encargada se quedaba dormida o algo? Nunca había sido de despertarse a altas horas de la mañana pero las 6 no era una hora prudente ni para ella misma.
Hermione suspiró y se elevó de su cama, restregándose los ojos que parecían no querer abrirse. Esa noche no había dormido nada bien y ni ella misma sabia porque. Allí se aburría como una ostra y cada vez se daba más cuenta de lo equivocada que había estado al aceptar la propuesta de Ron.
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Dos semanas habían pasado desde la batalla final, Voldemort había caído al fin y después de afligirse por las pérdidas ahora la comunidad mágica comenzaba a alegrarse de ser por fin liberados de ese lunático. Muchas bodas se celebraron, muchos hijos se tuvieron y casi cada día había fiestas por todos lados. La comunidad mágica era libre al fin.
La Orden de Fénix no iba a ser menos. Al principio les costo recuperarse de las grandes perdidas como la de Ojoloco, Fred, Lupin y Tonks. Pero junto con el ascenso a ministro de Kingsley y la presencia del pequeño Teddy en Grimmauld Place, obligaba a Molly a sentirse feliz o por lo menos a aparentar más felicidad. Cocinaba demasiado y todos sabían que era para distraerse pero nadie se quejaba. Cada uno afrontaba su duelo a su manera.
Todo de repente comenzó cuando Harry decidió que esa sería muy buena época para casarse con Ginny y ella, como era de suponer, aceptó casarse cuando el ojiverde decidiese. Hermione se alegró por ellos y miró el anillo que descansaba en su propio dedo, ella también estaba prometida con Ron pero no pensaba casarse tan pronto como sus amigos. Ella tenía una carrera que estudiar o dos, tenia que tener un trabajo y luego cuando estuvieran bien, se casarían y tendrían hijos. Era un plan perfecto.
Un plan que al parecer Ron no compartía. Él sentía envidia por su hermana y su mejor amigo, él quería tener a Hermione a su lado cuanto antes. Su trabajo de jugador de Quidditch les daría el suficiente dinero para que ella no trabajase y pudiera mantener a sus niños y a él mismo. Y además la idea de una boda doble junto con Harry y Ginny sería fantástica. Era el plan perfecto.
Fue una semana después, coincidiendo con el anuncio oficial de la fecha de la boda entre Harry y Ginny que Ron le dijo, delante de toda la familia, sin consultarlo antes con ella ni con nadie que debían cansarse en esa misma fecha. Hermione lo miró como si acabara de soltar la mayor estupidez por su boca en todos los años que lo llevaba conociendo y delante de la mirada de todos los miembros de la familia Weasley y casi toda la orden ella se negó.
El silencio incómodo los rodeo a todos y ella no supo que hacer ni que decir. Ron la miraba rojo por la vergüenza y la furia sin decir nada tampoco. Fue Molly la que desató "el tornado".
"Bueno querida, ¿no crees que es el plan perfecto? Será todo tan hermoso, celebraremos la victoria con una boda doble" dijo con voz soñadora. Una boda doble sería todo un reto para la matriarca Weasley pero ella seguía sin compartir su idea.
"Molly, Ron sabe que mis planes ahora son estudiar y trabajar" dijo por enésima vez ella, nadie salvo ella misma comprendía sus planes de futuro, Harry también quería formar una familia cuanto antes, formar la familia que nunca había tenido y Ron lo envidiaba por ello.
"Pero, Hermione, con el trabajo de Ronald no tendrás que trabajar y podrás cuidar a los pequeños cuando nazcan" replico Molly.
"Soy joven para tener niños y quiero trabajar, la guerra a terminado pero no por eso voy a poner una venda en mis ojos y vivir celebrando eternamente!" ella se alteraba siempre lo hacia cuando el tema de su futuro saltaba a la luz. Siempre era Molly o Ron el que lo comenzaban.
"Pero Harry y Ginny..."
Ron fue cortado por Hermione que se alzó de su asiento furiosa y lo señaló con el dedo. "Deja de pensar en ellos, Ron, no somos ello! Harry está tan deprimido por la perdida de la únicas personas que lo unían a sus padres que cree que casándose y teniendo niños cuanto antes podrá paliar sus perdidas" ella paró para respirar pero no dejó a nadie hablar, pese a que nadie lo hubiera hecho de todos modos, Harry estaba sin palabras. "Luego esta Ginny, que está tan ciega por que se casa con el famoso Harry Potter que haría lo que fuese por él. Y como no tu madre...que cree que haciendo fiestas y bodas logrará cubrir la perdida de Fred!"
Ella terminó, las lagrimas que amenazaban por salir pero ella luchó contra ello. Casi cerca de 20 personas la miraban atónitos por el discurso terrible que acababa de dar. Nadie podía creerse que la inocente Hermione Granger acabara de despotricar contra sus mejores amigos y su futura suegra. Ella sintió como las miradas se clavaban en ella, y deseando que la tierra se la tragase de repente se desapareció.
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La dejaron sola en su cuarto durante toda la noche. Llorando demasiado. Toda la culpabilidad que sintió después de montar aquel numerito la atrapó en un callejón sin salida. Había enfurecido a sus mejores amigos y a la que iba a ser su suegra. Había hablado del tema tabú, Fred, haciéndole recordar a Molly todo el dolor de su perdida. Había sido cruel pero la furia la había dominado. Y ahora todo estaba arruinado.
El sonido de unos golpes medio tímidos en su puerta la despertaron y ella, con un suspiro, se elevó, no queriendo afrontar lo que le venía encima. Ahora venía lo peor. Ella abrió y se encontró con sus dos amigos o antiguos amigos que la miraban con preocupación ¿Tan mal aspecto tenia ella? Realmente si, sus ojos hinchados y enrojecidos delataban lo que había estado haciendo durante toda la noche, las ojeras adornaban su rostro haciéndolo peor y su pelo despeinado terminaba su mal aspecto. Si, era para preocuparse.
"¿Podemos pasar?" dijo El-niño-que-estaba-a-punto-de-dejar-de-se-su-mejor-amigo. Ella se limitó a asentir y a echarse a un lado para que ambos chicos pasasen. Harry parecía calmado pero su rostro mostraba preocupación, Ron por su parte parecía ser un saco de nervios. Ella notó todo esto, temiéndose lo peor.
"Verás Hermione, queríamos hablar" siguió Harry con aquella voz calmada. Todos tomaron asiento, Hermione en su cama, Harry en su silla y Ron en su baúl.
"Harry, se que anoche me comporte muy mal...lo siento mucho, no sé que me pasó" dijo ella conociendo el motivo de su visita.
"Ya lo sabemos, Hermione, es por eso que estamos aquí" dijo comprensivo "Verás, pensamos que la guerra te ha afectado demasiado y que deberías tomarte un periodo de descanso"
¿Unas vacaciones? Su mejor amigo y su novio no solo no se habían enfadado sino que habían estado pensado que ella lo que necesitaba eran unas vacaciones ¡Por Merlín! Y ella que se había pasado toda la noche temiendo la respuesta de ambos.
"Mamá nos lo propuso y pensamos que sería muy buena idea" añadió Ron, aún con tono nervioso.
"¿Y de qué se trata? ¿Dónde iré?" preguntó ella ansiosa, la verdad era que unas vacaciones era lo que le hacía falta a ella. ¿En qué habrían pensado? ¿Un crucero? ¿Cuba? ¿Roma?. Merlín cualquier destino seria genial.
"Además atrasaremos nuestra boda para que puedas asistir" dijo Harry sonriendo por la insistencia de su amiga, la verdad no parecía que ella se opusiera a esas vacaciones.
"Oh, muchas gracias Harry ¿pero cuanto tiempo pensáis que estaré fuera?" dijo ella sintiendo un poco de culpa por ser la culpable del atraso.
"Creemos que un año será lo mejor, así cuando vuelvas estarás como nueva" dijo el pelirrojo. Ella los miró boquiabierta ¡un año era mucho tiempo!
"No puedes atrasar tanto la boda...yo...¡Molly debe estar furiosa!"
"No, fue suya la idea, también del lugar" dijo su amigo.
"Pero...¿donde iré entonces? No tengo mucho dinero"
"No hay que pagar allí" añadió Ron. Sus ilusiones del crucero o el viaje a Roma o Cuba cayeron en picado. Esos viajes no eran precisamente baratos.
"¿A que clase de sitio se supone entonces que os referís?"
"Veras" comenzó Ron, al parecer más entendido en el tema. "El sitio es un castillo en tierras nórdicas, donde la gente va a descansar el cuerpo y activar la mente. Es un sitio de espiritualidad. Solo hay mujeres allí que cumplen una serie de votos. Pobreza, obediencia y celibato"
"¿¡Piensas enviarme a un convento!?" la voz de Hermione se alzó un grado más. Ron debía bromear proponiéndole aquello. Harry suspiró, él se temía aquello.
"No es un convento, Hermione, es un santuario" dijo tratando de arreglarlo.
"¡Por Merlín, Harry! Es lo mismo!" dijo ella elevándose de la cama.
"Pero...pero, Hermione, mama piensa que deberías tener un descanso de todo y el santuario es el mejor sitio para eso" dijo Ron con tono sorpredentemente suave. Harry había sido el que había tenido la idea de unas vacaciones para Hermione, pero Ron no la quería en un crucero o en alguna ciudad sola, alejada de él y a disposición de cualquiera. No. Ella era su prometida ¿Y si se enamoraba de otro hombres mientras estaba de vacaciones? Entonces su madre que había escuchado todo, para no variar, propuso lo del santuario. Era la idea perfecta, ella tendría sus vacaciones y no había nada de lo que preocuparse.
"¿Tu crees?" Hermione vaciló, ella merecía unas vacaciones y quizás ese sitio donde ella pudiera relajarse, leer y disfrutar del paisaje nórdico era el idóneo No creyó que hubiera problema con los votos. La pobreza seria algo fácil de superar cuando una no puede moverse de allí, la obediencia también, de todos era conocido que ella era una chica muy obediente y la castidad, bueno, Ron estaría lejos de ella durante un año y solo la rodearían mujeres. Sí. No habría ningún problema con eso.
"Claro, Mione, ademas tendrás los lujos de una invitada más. Sera como un hotel y podrás descansar" contesto Harry, viendo las murallas de ella derrumbarse.
"Bueno os contestaré más tarde, aun tengo que pensármelo"
"Genial" dijo Ron levantándose de un salto y atropellándola para besar su mejilla "¡Vamos a jugar a Quidditch en el descampado! ¿Vienes?"
Ella asintió y los siguió. Quizás era lo mejor.
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Dos meses después ella comenzaba a pensar que tal vez no era tan buena idea como sus amigos, e incluso ella, pensaban. Un año no pasaba rápido en un sitio como aquel, donde no había visitas, donde la única "acción" que había era cortar el césped y arreglar el jardín, donde el tiempo parecía ir demasiado lento. Aquel año se le iba a hacer eterno.
Sus tareas diarias le dejaban demasiado tiempo libre ya que ella no tenia que ir a los rezos ni las ofrendas. Solo debía ir a los rezos de las 6 de la mañana donde la Sacerdotisa a parte de rezar daba las noticias y las tareas del día a todas las mujeres que estaban allí Todas las semanas era lo mismo, hasta ella hizo un planing para evitar ir a los rezos de la mañana pero la Sacerdotisa se lo negó, nadie podía faltar a los rezos. Ella, acatando su voto de obediencia, aceptó.
Ella tomó la túnica blanca inmaculada, su atuendo en los meses de frío, que se pegaba a sus curvas debido a la consistencia de la tela. La primera vez que la vio pensó en lo horrorizada que debían estar las monjas muggles si tuvieran que llevar alguna vez esa indumentaria. La tela parecía fina, como la seda, pero estaba segura que abrigaba debido a un hechizo. La cubría de forma completa, impidiendo que se vieran sus chanclas de cuero de estilo romano e incluso cualquier fragmento de su piel que no fuese su rostro.
Tomó su varita, metiéndosela en la funda que se abrochaba a su cintura, y tras esto salió de allí rumbo al templo. El templo se encontraba un poco alejado del castillo principal, debía cruzar los jardines y los invernaderos para llegar a él, siempre que lo hacía le recordaba a Hogwarts. Hasta había veces que buscaba en la profundidad un bosque oscuro o un lago. Pero no. Los jardines terminaban con una muralla infranqueable que, según le habían informado, tenía hechizos que impedían su entrada y su salida.
Al llegar al templo tarde como siempre, las puertas estaban cerradas ya que habían comenzado los rezos. El primer día ella entro con cierta timidez, pero ahora dos meses después la sacerdotisa ya se había acostumbrado a su interrupción y ni siquiera le echaba una mirada cuando entraba. Se sentó en un banco alejado de las vestales y se dispuso a escuchar los rezos y cánticos que estas recitaban cada mañana. A ella no le interesaba, ella no era una vestal pese a que respetaba los votos como tal, ella era una invitada aquí, no tenia porqué rezar.
Una vez terminado todo el repertorio, Hermione prestó atención por primera vez en el día a Helena, la sacerdotisa, cuya frase le hizo pensar que quizás ese día iba a cambiar todo.
"Vestales y Srta Granger" comenzó "Los horarios de tareas serán modificados debido a un grave problema reciente"
Las vestales se movieron nerviosas, de sobra era conocido por todos que eran personas muy espirituales que odiaban los cambios en su vida. Y tal y como lo había dicho Helena parecía haber un problema de verdad.
"Nos ha llegado una lechuza del Ministerio pidiéndonos ayuda" siguió, mirando preocupada a sus vestales "Ahí nos comunica que la prisión de los magos, Azkaban, está siendo restaurada tras la guerra y como tal no tienen alojamiento para los terribles magos que allí viven"
Hermione alzó una ceja al escuchar aquello. Azkaban nunca había sido restaurada en todos sus años de existencia. Pero al parecer el hecho de que los dementores ya no la gobernasen debía haber causado problemas de rebelión, ella imaginó que el Ministerio debía poner mejores hechizos para asegurar la seguridad de la prisión
"Están enviando a los magos tenebrosos a cada santuario o castillo que posea una mazmorra donde cobijarlos" siguió ella "Y por lo tanto nosotros somos uno de los santuarios a los que piden ayuda. Yo no estoy muy de acuerdo pero he aceptado por el bien del santuario"
La castaña casi estuvo apunto de soltar una carcajada irónica, dentro de esa frase tan desinteresada se ocultaba el verdadero motivo que tenía Helena para aceptar que un preso viviera allí Dinero. De sobra era conocido por todos que el Ministerio daba subvenciones a los santuarios que mejor realizaran sus "deberes" y uno de esos deberes era besarle los pies a todo lo que esto dijeran.
"Por lo tanto hoy mismo llegará el preso que nos ha sido asignado. Se añadirá su vigilancia y la atención a sus necesidades a las tareas diarias" explicó ella.
"¡Pero no podemos cuidar de un preso! ¡Es temible!" gritó una vestal.
"Además ¿y si es hombre? No podemos ver a hombres" gritó otra.
El miedo y el nerviosismo inundó la sala, muchos cuchicheos y gritos impedían a todas las vestales hacerse oír, pero el terror en su tono era palpable. Ellas eran mujeres puras, inocentes la mayoría y demasiado jóvenes para cuidar a un preso que probablemente fuese un asesino. Además de que les tenían prohibido ver a hombres.
"¡Que lo haga la Srta Granger!" se oyó e repente entre todo el griterío que de inmediato se disolvió "Ella puede ver a hombres y ella a luchado en la guerra, puede encargarse de eso"
Helena la miró como todas hacían y ella suspiro. Bien, ella había pedido acción no? Ahí estaba. Cuidar de un asesino o un ladrón o un mortifago. Ella se estremeció con solo pensarlo ¿Quien sería? ?¿Tendría Helena su nombre?
"¿Cómo se llama el preso?" dijo ella sin contestar aún. Helena miró la carta que le había enviado el Ministerio y leyó el nombre del preso.
"Severus Snape"
