CUPIDO ME A FLECHADO

LA RIQUEZA ME DA IGUAL

SOLO HA DE CONSOLARME

MI MARINO ADUAZ JOVIAL.

DONCELLAS VENGAN TODAS

QUIEN QUIERA QUE SEAS

QUE EL AMOR DE UN AUDAZ MARINO…

SURCA EL EMBRAVECIDO MAR.

CUPIDO ME HA FLECHADO

LA RIQUEZA ME DA IGUAL

SOLO HA DE CONSOLARME

MI MARINO AUDAZ JOVIAL…

Canté por última vez la canción que me acompañaba todas las noches en la fría arena de la playa, mientras el viento mecía mi cabello desordenándolo en todas direcciones, cerré los ojos para sentir el olor de la brisa marina, fría y pacífica que calmaba todo mi dolor interior.

Otra vez me sentía prisionera de mi destino, talvez el mar pudiera devolverme la libertad que algún día sentí cundo aún era una niña o tal vez parte de mi alma pertenecía ahí, camine aún con los ojos cerrados en dirección al agua, levanté un poco el camisón de dormir que llevaba puesto y camine dentro del mar, mis pies al contacto del agua me hacían sentir en la gloría, quise estar ahí por siempre y no permitir avanzar al tiempo para que amaneciera otra vez y me robara la perfección del momento.

No me importó que el camisón se mojara seguí caminando adentrándome cada vez más en el agua inquieta sintiéndome otra vez libre, tomé una bocanada de aire y me adentre completamente dentro del agua, mis músculos se soltaron y me relaje me volví parte del agua, estuve unos minutos bajo el esta, no me importó que mis pulmones quemaran por la falta de aire, yo quería seguir ahí, de mi boca escaparon algunas burbujas igual que de mi nariz pero no les dí importancia me sumergí más dentro de las profundas y oscuras aguas del inquieto mar.

Después de eso todo se puso más oscuro que de costumbre, y perdí cualquier posibilidad de saber que pasaba conmigo.

Abrí lentamente mis ojos, sintiéndome más pesada que nunca, la sal del mar se me había pegado al cuerpo igual que la arena, intente levantarme para mirar donde estaba, la luz del sol era tan brillante y el calor tan sofocante que no podía respirar bien, caminé a unos árboles cercanos y me senté bajo la sombra a la espera de que mis ojos se acostumbraran a la luz, luego de unos minutos me dí cuenta que estaba en un lugar desconocido, lo primero que pasó por mi mente fue un sollozo desesperado, pero pensé en la noche anterior y en el deseo ardiente de escapar de mi destino, una frágil sonrisa se instaló en mi rostro, ahora era libre de hacer de mi vida lo que quisiera en esta isla, el mar me había salvado de mi destino en Grecia, ahora yo estaba en una isla desierta muy lejos de mi pasada vida.

Camine adentrándome más en la isla, pero recordando por donde venía para luego poder regresar, unos minutos de caminata entre la frondosa selva me llevaron a una hermosa cascada, no muy alta y con agua suficiente como para poder ponerse abajo del chorro y no morir ahogada, me quité el camisón y la ropa interior que llevaba puesta desde la noche anterior, la deje sobre una rama y caminé por entre algunas grandes rocas, al poner un pie dentro del agua me sorprendió que esta era tibia y no fría como imagine, me sumergí en el agua nadando lento y tranquilamente para estirar los músculos.

El agua turquesa de la posa contrastaba con el cristalino de la cascada, me dejó impávida unos minutos admirando la belleza de aquel lugar, acaricié la superficie del agua con los ojos cerrados, comencé a cantar otra vez la canción de todas las noches aunque ahora sólo la cantaba por gusto

CUPIDO ME HA FLECHADO

LA RIQUEZA ME DA IGUAL

SÓLO HA DE CONSOLARME

MI MARINO AUDAZ JOVIAL.

DONCELLAS VENGAN TODAS

QUIEN QUIERA QUE SEAS

QUE EL AMOR DE UN AUDAZ MARINO…

SURCA EL ENBRAVECIDO MAR.

Dejé de cantar al escuchar unas ramas quebrarse bajo el peso de algo, asustada me lancé al agua nadando lo más rápido que pude a las rocas más grandes que habían en la pequeña posa

-¡Hey!, espera, no te haré daño- oí la voz grave de un hombre que me gritaba, pero no salí de mi escondite, no sabía si podía confiar en él

-por favor vuelve, tu canción me ha hechizado, sólo quiero saber si eres una mujer o una sirena- ¿una sirena? ¿Yo? Ese hombre estaba loco cómo podía pensar en que yo era una sirena, nade asomando un poco mi rostro por detrás de la roca para verlo, era bello muy hermoso alto, cabellos negros y desordenados cubierto por un sombrero de cuero con forma triangular, de piel pálida y facciones bien marcadas, aún bajo la ropa, una camisa blanca arremangada hasta los codos, un pantalón negro dentro de las botas, un cinturón con una espada, una pistola y un objeto cuadrado colgando junto a una llave y por último encima un abrigo, se notaba su cuerpo tonificado, mis mejillas se pusieron de un color rosa pálido, lo sentí

-ahí estas, eres…- no termino la frase, y yo volví a esconderme

-¡no!, espera- me detuve instintivamente

-¿cuál es tu nombre?- preguntó con una mirada que me intranquilizaba

-soy… Sakura- respondí en un murmullo

-mi nombre es capitán Sasuke Uchiha- lo miré con desconfianza

-¿podrías acercarte?- preguntó aún mirándome con ojos penetrantes, nade a su encuentro y cuando me acerque lo suficiente como para ponerme de pie me levante dejando que el agua me cubriera sólo hasta la cintura, había olvidado mi desnudes por completo

-dime marino, ¿qué deseas de mí?-pregunte con voz agria, él murmuró algo que no escuche

-sólo que me beses- me miró con lujuria pintada en el rostro

-sabes que si a un marino lo besa una sirena tiene protección en el mar hasta su muerte-

-te equivocas, yo no soy una sirena, sólo una naufraga con suerte- le contesté

-pues, entonces te pido que seas mi amante- se acerco con una agilidad sorprendente hasta la piedra más cercana a mí, pero no retrocedí ni un milímetro de mi lugar