Because I want you
Yo! Recientemente ingresé al fandom de Gintama… así que quise escribir un poco de ellos. Esta vez, con mi súper otp: HijikataxGintoki. Espero que les guste :3
1.- Tu corazón es ácido, tu cuerpo se alquila
Gintoki Sakata es el yorozuya que se vende con el título "hago lo que sea por dinero". Lo que sea, quiere decir, lo que sea. Cuando lo conocí pensé que estaba loco. Comiendo dulces por las esquinas de noche y bebiendo sake a las horas más tempranas. Cuando me tocaba patrullar por kabuki siempre lo hallaba a él, con esos ojos perdidos, intentando pescar clientes. No sólo se prostituía (que en realidad era lo que menos hacía), también aceptaba cualquier otro trabajo. Limpia pisos, pone tejas, niñera, detective… Cualquier cosa que vaya a darle unos yenes, él lo toma. Kagura y Shinpachi siempre van detrás de él en esos trabajos. De vez en cuando, Gintoki sale por las noches a deambular, esperando más trabajo o intentando tomar algo gratis.
No voy a mentir, es un tipo encantador. Puede decir las cosas correctas en el momento indicado y eso hace que las chicas se vuelvan locas por él… Aunque esto sólo sucede de noche, o en situaciones adversas. Cuando su vida, la de sus subordinados, amigos, hasta la mía peligran, él siempre hallaba palabras de fuerza y de sabiduría, porque es así: un gran hombre. Pero la galantería que muestra de vez en cuando se compensa con esa frialdad que les da a las chicas luego de tomar su dinero y vestirse. Toda su cara seductora se rompe cuando lo ves sacándose los mocos, cuando se rasca el pubis, cuando lee la shonen jump, cuando sólo está tirado en el piso mirando moscas… También cuando come y habla y puedes ver todo masticado.
Y una vez se me ocurrió, y fue cuando todo comenzó, cuando metí la pata. Lo contraté como compañía de noche. En realidad, no era como que estuviera solo en mis días libres, pero teníamos un caso por investigar y se me pasó por la cabeza que él podría tener algo de información: la tenía. Obtuve sus palabras por una copa de helado, luego por un plato de soba y finalmente por algo de sake. Pasé toda la tarde y parte de la noche de un lado a otro hablando con él. Le dije que le daría algo de dinero, además de la comida. En algún punto, cuando ya estábamos los dos ebrios en un baño público, me preguntó:
—Entonces, ¿Hijikata-san es marica?
—¿Qué?
Mientras se lavaba el cabello, volteó hacia a mí y siguió: —Me has invitado todo el día. De aquí a allá, dejando que no pague nada, y luego trayéndome aquí. Nunca lo he hecho con un tío, ¿sabes? Quizá no soy lo que buscas.
—¿Qué? —Cuando vi que iba a repetir sus palabras, haciéndome quedar como un sordo, contesté—: Yorozuya, tú no tienes nada de dinero. Esto es caridad, no cortejo.
Sonrió y me dijo que entonces quería más sake y pasar la noche en la posada de los baños. Como me daba igual, dado que ya había obtenido lo que quería, le dije que sí. Al beber un poco más, me pidió que no me fuera. Cada vez iba pensando en lo caprichoso que era, porque me tenía más atado a él de lo que yo lo tuve para conseguir información. Al final, sólo podía fumar mientras lo escuchaba hablar de todos los dulces que recordaba haber comido.
Sus mejillas estaban rojas, rojas como cuando vas a dormirte en cualquier momento por lo borracho que estás. Pero no se durmió, ni siquiera vaciló un momento cuando fue hacia mí para quitar mi pitillo y poner sus labios sobre los míos. Tampoco flaqueó ni un poco cuando sujeté su cabello, con intención de alejarlo. No hizo nada más que forzar las cosas los primeros segundos; después, como un veneno que se infiltra por las venas de manera rápida y sigilosa, me tenía perdido en su aroma, el cual comenzaba a notar. Un aroma fuerte y viril, que era discreto pero que reconocerías en cualquier momento, algo muy propio de él.
Y al final, no sé cómo me convenció: me entregué a su juego. Acabé por follármelo.
Y, por primera vez, conocí al Gintoki que pide dinero por la mañana, que lo saca en cuando le dices dónde dejaste la cartera y que te deja cuando apenas sale el sol, con un sabor amargo. Con esa mirada fría.
Esa fue la primera noche que alquilé su cuerpo, la primera vez que me sentí como si usara drogas de lo bien que me sentía… pero no era más que un efecto placebo. Porque Gintoki Sakata quita más estabilidad de la que da, su efecto es momentáneo y acaba por ser más dañino que benigno.
