Notas de las Autoras (?): Hello!! Y al mas puro estilo Dragon Ball Z, Last Sentence y Zipangu hicieron FUSION! AHHHHH! Y se transformaron en Last Zipangu!!!! -aplaude-.
Hi! Aquí Last subiendo el primer Capitulo de nuestra primera publicacion juntas "Svaté Pokušení" ¿Y que significa eso? XDDD Bueno, esta en Checo y significa "Sagrada Tentacion" así como para que tengan una idea de lo que se nos viene ;D. (Agradecimientos a Google traductor xD)
Bueno, de que se trata todo esto...
Es un Universo Alterno Vampirico, obviamente, de Hetalia. Así que si no te gustan los Vampiros, quizas no debas seguir leyendo xDD. Amamos los vampiros así que algún día terminariamos escribiendo algo así.
Lo que les interesa...yo lo se~
Pairings!: De todo un poco...en serio xDDD. Las parejas se van a ir desarrollando a lo largo de la historia. Aunque si han leido los anteriores fics de Last sentence puden hacerse una idea xDDD. Pusimos Greece & Japan en los personajes por que ellos son los protagonistas de este capitulo. Pero la historia no se trata solo de ellos.
Advertencia (Por que son muy necesarias):
-Vampiros, obvio, así que se pueden esperar litros de sangre ^^, tipos agresivos, muertes y demases, aunque para serles sinceras, ni siquiera nosotras sabemos bien que pasara.
-Algunos personajes sin nombres humanos, los tendran. Lo aclararemos en su momento
-También...la clasificacion subira SI o SI a Mature en algun momento, por diversos motivos: Contenido sexual y algunos temas tabues, como la religion. Creemos que ya estan advertidos...
Sin entretenerlas mas los dejamos con el fanfic...
Disclaimer: Axis Powers Hetalia no nos pertenece y...sinceramente Gracias a Dios que no es asi xDDDD.
Last quiere dedicarle esta cap a Zipangu por soportarla con sus historias extrañas, aguantar sus caprichos de escritora y ser buena gente. Gracias amiga!
"Svaté Pokušení" (Sagrada Tentación)
Praga, Republica Checa, 12 de Febrero de 1853.
La lluvia caía torrencialmente sobre los caminos adoquinados de la majestuosa Praga, acompañada del sonido de los truenos y la luz cegadora de los rayos tormentosos que de vez en cuando iluminaban con su furia el cielo de la ciudad.
El silencio que se cernía sobre las abruptas sendas que subían por una de las colinas que bordeaban la ciudad, era roto por el sonido de las ruedas de una carreta al golpearse contra las rocas del camino y por el chapotear de los cascos de los caballos sobre los charcos de agua. Al interior de dicho carruaje, un hombre, en apariencia joven, de cabellos oscuros, piel como la porcelana y facciones asiáticas, miraba a través de la ventana el oscuro paisaje del exterior.
- Que lástima que lloviese tanto, en una noche tan especial...para tan bonita pareja...- el hombre suspiró profundamente y volvió a posar sus ojos en el camino – Me pregunto...¿Que puedo regalarles?...Quizás...¿Un carruaje? ...¿O un...?...¿Eh? ¿Qué es eso?
El joven, cuyo nombre era Kiku Honda, pestañeó un par de veces, con la intención de confirmar que sus ojos no lo engañaban, al ver una sombra negra hacer señas a orillas de la vía, bajo la lluvia torrencial, al parecer, sin llevar paraguas.
- Señor Dieter...por favor, detenga a los caballos...- pidió el oriental, inclinándose levemente en su asiento para tocar el hombro de su empleado. El cochero, de inmediato, jaló las riendas de los caballos y estos de detuvieron de manera ligeramente brusca.
Kiku busco a tientas la manilla de la puerta, aun mirando la extraña figura, y abrió el carruaje, poniendo sus pies con cuidado sobre la lodosa superficie del sendero. Llevando su paraguas en la mano derecha y tratando de acostumbrar su visión a la oscuridad de la noche, se acercó al misterioso personaje, algo nervioso.
- Esto...¿señor...?
- Disculpe...-dijo una joven, pero profunda voz proveniente desde abajo de la negra capa que cubría completamente el cuerpo de su dueño – ¿Podría decirme hacia que dirección se encuentra la mansión de los Edelstein?
Kiku, antes de responder, observó atentamente al hombre frente a él. Bajo la sombra proyectada por la capucha no podía verse el rostro de su dueño, pero era varios centímetros más alto que el oriental y tenia un marcado acento foráneo, a pesar de que Honda no pudiera identificar su procedencia. Notando que la lluvia había intensificado su caer y que el extranjero bajo la capa estaba completamente empapado, decidió ser amable y ofrecerle ayuda
- Justamente me dirigía hacia el lugar que usted menciona, Sir. ¿Acaso es usted conocido del Señor Edelstein?. Si es así, venga conmigo. - Kiku hizo una pequeña reverencia y sonrió - Lo llevare con mucho gusto.
- Ah...N...No se preocupe...-dijo el hombre negando con la cabeza lentamente – Tan solo necesito las indicaciones...
- ¿Pero que dice, Sir? Si pareciese que estuviéramos en el mismísimo diluvio. Además, es un trayecto bastante largo para recorrerlo a pie. Por favor, déjeme ayudarlo, me estaría ofendiendo si no aceptase acompañarme.
Hubo un corto momento de silencio entre ambos hombres, en el que al parecer el extranjero meditó por unos segundos la propuesta de Kiku. Finalmente el encapuchado suspiró y respondió.
- De verdad, no quiero ser un inconveniente me basta con...-pero su negación se vio interrumpida por el bramido de un trueno y el brillo enceguecedor de un rayo que parecía haber caído no muy lejos de ahí. El sujeto volvió a suspirar, esta vez, resignado – Ah...bueno...supongo que aceptare su invitación.
Kiku lanzo una pequeña risita, divertido en cierta forma por la situación.
- Sigame, Sir. Dieter, mi cochero, se encuentra a un par de metros – el joven comenzó a caminar bajo el paraguas, seguido por su, prácticamente, desconocido invitado – Y no es ningún inconveniente...todo lo contrario, mi buen amigo.
De pronto el asiático se detuvo en seco y se volteó para encarar a la misteriosa figura.
- Disculpe...¡soy un olvidadizo! No me he presentado formalmente...- Kiku le extendió la mano a su acompañante y le sonrió – Soy Kiku Honda. Encantado de conocerlo.
El otro hombre, al parecer, sorprendido por la hospitalidad de Honda, sacó algo vacilante una mano enguantada desde abajo de la capucha y con ella tomo la del oriental.
- Herakles Karpusi...El placer es mio.
- Entonces...Un placer, Sir Karpusi...- Kiku se acomodó el paraguas y comenzó a caminar con destino al carruaje – Y dígame...¿Cual es el nexo entre la familia Edelstein y usted? Si no es inoportuno saberlo, claro está.
- La verdad...a Sir Edelstein no lo conozco en persona...Recibí la invitación de la Señorita Hedervary...
- Comprendo perfectamente...La Señorita Hedervary es muy hermosa y educada...Y el Señor Roderich... una persona muy ordenada y estructurada... Harán una bella pareja.... - Kiku sonrió y se detuvo frente al carruaje para abrir la puerta – Después de usted, Sir Karpusi
Herakles, sin quitarse la capucha, asintió suavemente y antes de hacer ingreso al carruaje, dijo:
- Efjaristo
Kiku parpadeó un par de veces antes de subir él también, darle las instrucciones a su cochero y tomar asiento frente a su invitado. El asiático guardo su paraguas y dirigió su mirada a su acompañante, con curiosidad.
- ¿Habla usted griego?
Sir Karpusi, que parecía concentrado en los detalles del coche, dio un respingo al oír las palabras de Kiku y se apresuro en responder.
- ¡Oh! Disculpe mi descortesía...N...no debí hablar en otra lengua, pero la costumbre...-el hombre suspiró y agregó – Si, Soy griego...hace no mas de una semana que estoy en Praga...y usted entenderá, aun se me dificulta adecuarme al idioma...
- Descuide, Sir Karpusi...todo hombre debe recordar su tierra natal y su lengua materna...
Herakles suspiro y guardo silencio por un momento antes de agregar.
- ¿Le molestaría si me quitara la capa? Esta empapada y bueno...
- No, para nada. Adelante...- concedió Honda, extendiéndole una toalla seca al griego- A la Señorita Herdervary no le gustaría que alguno de sus invitado contrajera Neumonía.
- Gracias...- murmuró el hombre, aceptando la toalla antes de quitarse la capa.
Sir Honda de alguna manera misteriosa, se quedo inmóvil mientras veía a Herakles Karpusi descubrir su rostro por primera vez durante la conversación. Era joven, unos 27 años aproximadamente. Mechones de cabello castaño caían, empapados alrededor de su sublime rostro de piel tostada y cuando abrió sus ojos somnolientos, dejó ver dos pupilas del mas profundo color turquesa jamas visto. Kiku se sentía como paralizado, ninguno de los músculos de su cuerpo respondía a sus acciones y su mente estaba en un estado de estupor, parecido a una sensación hipnótica.
- Gracias nuevamente – dijo Herakles, extendiéndole de vuelta la toalla mojada a su acompañante. Kiku dio un respingo y sacudió la cabeza rápidamente.
- No hay de que – dijo el oriental, tratando de sonreír con normalidad y guardando la toalla en un rincón. Para distraer su mente un momento, decidió cambiar de tema – Sir Karpusi...¿De que parte de Grecia proviene usted?
Herakles sonrió algo melancólicamente y respondió mirando hacia la ventana.
- Santorini...específicamente de Oia, no se si ha oído hablar de ese lugar, es una isla volcánica. Desde sus orillas se puede ver una de las puestas de sol mas hermosas del mundo – el griego hizo una pausa y luego agregó, en voz mas grave – Es un lugar hermoso, aunque actualmente no vivo ahí...
- Perdone mi ignorancia...pero no he oído hablar de ese lugar...Creo que tendrá que acompañarme algún día y ser mi guía.
Kiku le dedicó una sonrisa a Herakles y éste lo miró y se la devolvió de la misma forma.
- Sería lindo volver...Como dije, hace algún tiempo que no estoy viviendo ahí y extraño bastante caminar por las orillas de la playa...
- Perdone mi curiosidad pero...¿Ahora en que lugar esta viviendo?
El helénico dio un leve respingo antes de responder.
- Ah...cerca de Thessaloniki, en un lugar llamado Monte Athos...Yo...- el joven suspiró y prosiguió – Vivo en un monasterio. Solicité permiso para asistir a esta celebración a mis superiores, aunque también estoy de viaje pues debo resolver algunos asuntos...
Kiku abrió la boca, pero la cerró antes de emitir palabra, luego suspiró.
- Monte Athos...-el oriental susurró para si mismo un poco decepcionado y luego trató de llevar su voz a un volumen normal – Conque asuntos importantes....¿Como es la vida en los monasterios, Sir Karpusi?
- Sola – respondió Herakles y lanzó una risa un tanto amarga – Aunque...Para algo estamos ahí, ¿No? Todos estos sacrificios los hacemos para convertirnos en personas de bien...ser iluminados...y poder ayudar a otros a lograrlo también...La soledad es tan solo una prueba pasajera...
- Supongo que esta en lo cierto... Aunque uno puede obrar bien sin estar tan apegado a la religión...Pero cada uno con sus propias opiniones.
Herakles llevó sus ojos hasta sus manos entrelazadas y con tono mas serio respondió.
- Así debe ser...Aunque yo elegí este camino...y hasta ahora no me arrepiento...Soy un alma impura y solo busco la katharsis....
- De ser así...Todos deberíamos purificarnos...¿No cree, Sir Karpusi? - dijo Kiku. Herakles hizo un amago de contestar, pero en lugar de eso, volvió a concentrarse en el paisaje afuera de la carroza y se resolvió a cambiar de tema.
- Ah...Disculpe que se lo pregunte pero...¿De dónde conoce usted a la Señorita Hedervary?
- Ah...bueno...-Kiku dio un respingo antes de responder con una sonrisa – Conozco a la Señorita Hedervary porque es la prometida de Sir Edelstein. Nuestras familias siempre han tenido un lazo bastante fuerte.
- Yo no conozco al Señor Edelstein, y, a decir verdad, me sorprendió enterarme del compromiso de Lizzie....digo...de la Señorita Elizaveta.
- ¿Y por que se sorprendió ante la noticia? - inquirió el asiático con una sonrisa divertida en el rostro.
Herakles miro por un segundo a Kiku antes de sonreír él también y responder:
- Porque bueno...Liz...la señorita Hedervary -se apresuró en corregir – solía decir que jamas se casaría y que los hombres no eran mas que animales...
- Nunca se tiene la última palabra. Sinceramente, yo no me esperaba que Rode le pidiera matrimonio...- Kiku miró con cierto dejo de nostalgia las gotas que caían por el otro lado del vidrio.
- Lizzie es una mujer bella e inteligente, ¿Por que no habría de pedirle matrimonio? - Herakles sonrió para si mismo – Hace años que no la veo...
- No digo que la Señorita Herdervary no posea esas cualidades, es solo que Rode...¿Comprometiéndose? Eso es algo digno de observar...
- Solo espero que no sea un mal hombre...Lizzie es una gran mujer -el helénico suspiro y observó curioso nuevamente por la ventana - ¿Cuanto falta, Sir Honda?
- Roderich es un caballero y está sinceramente enamorado de la Señorita, dudo que le haga algún daño – contestó Kiku y luego dio un respingo ante la nueva pregunta de su acompañante – En breves momentos llegaremos a la entrada.
- Eso espero – agregó el extranjero continuando con la conversación anterior – Elizaveta ha pasado por mucho...
- Se que Roderich la hará feliz...
Herakles frunció levemente el entrecejo y luego alzo la mirada nuevamente, para mirar a Kiku a los ojos.
- Nuevamente...Gracias por haberme traído.
- Ah...-Kiku se limitó a desviar su mirada lejos de la del otro joven y replicó – No, es un placer ayudarlo, Sir Karpusi.
El Griego suspiró y miró al oriental ligeramente confundido, antes de continuar observando hacia afuera, en un total silencio. Kiku por su parte, hizo lo mismo, perdido. Después de unos momentos de quietud, la boca del pelinegro se abrió y anuncio.
- Parece que la lluvia no va a parar hasta mañana en la madrugada.
Karpusi dio un respingo, siendo sacado abruptamente de sus pensamientos. El balcánico suspiró y negó con la cabeza.
- No tengo idea de cómo volveré al Hostal con este clima...
- Si le es muy difícil volver al Hostal...- Kiku miró a su invitado con una amable sonrisa- Podría pasar la noche en mi casa.
Herakles abrió los ojos de par en par. Luego mira al piso del carruaje meditando un momento la proposición.
- ¿No cree usted que seria mucho inconveniente? Digo...Disculpe que se lo diga pero...cualquier persona...no llevaría a alguien a quien acaba de conocer en medio de la noche a alojar a su casa...
Kiku lanzó una pequeña risita.
- Usted tiene mucha razón, señor Karpusi. Es solo que usted me inspira confianza – el oriental suspiró pesadamente y agregó – Pero si usted rechaza mi ofrecimiento, estaré muy decepcionado...
El castaño pestañeó un par de veces para luego sonreír antes de bajar la mirada.
- Supongo que no me deja opción, Sir Honda. Esta bien, aceptare su invitación...Efjaristo. - aceptó finalmente Herakles, mientras el carruaje se detenía frente a una Gran reja de hierro por unos segundos antes de que ésta se abriera y los caballos volvieran a ponerse en movimiento.
- Bien, entonces, en cuanto termine la fiesta, nos iremos directo para mi casa, si es que no tiene inconvenientes, Sir Karpusi...
- Ningún Inconveniente, Sir Honda, tan solo le pediría no comentar con nadie mi..."posición". Me refiero a que... no le diga a nadie que soy un monje...Preferiría controlar yo quienes saben...y quienes no.
- Descuide, Sir Karpusi, prometo no comentar su pequeño secreto...- Kiku alzó la mano y le ofreció a su acompañante su dedo meñique – Si usted lo desea, puede hacerme jurar que no lo revelare a nadie...ni siquiera a mi familia. ¿Promesa de Caballeros?
Herakles sonrió.
- No es necesario, Sir Honda...con sus palabras me bastan. Pero de todas formas...- enganchó su dedo meñique con el del oriental – Promesa de Caballeros...
- Si llego a romper mi promesa, tendré que cortarme este dedo...- Kiku sonrió levemente, a lo que el griego respondió con el mismo gesto.
- Entonces sera mejor que guarde silencio...
- Un comentario muy sensato...- susurró Kiku, riendo bajito. Karpusi, aun sonriendo, miró por la ventana una vez mas. El carruaje ahora seguía el sendero adoquinado de los extensos y suntuosos jardines de la estancia.
- Así que...¿Esta es la casa de Lady Hedervary y Sir Edelstein? - Kiku dio un respingo ante el cambio de tema del griego y miro en su misma dirección.
- Como usted bien dice, mi buen joven...La casa de los Edelstein.
- Wow...-murmuro Herakles sin quitar sus sorprendidos ojos de la lujosa fachada de la mansión – Veo que a Elizaveta la ha ido bastante bien en la vida...
- Le puedo dar mi palabra, Sir Karpusi, que la Señorita Herdervary sera muy feliz en esta casa – Kiku abrió levemente la puerta del carruaje y suspiro – Todavía sigue lloviendo...
- Eso veo...- Herakles se volteo en su asiento y tomo nuevamente su capa, cubriéndose con ella – Espero que el clima no sea augurio de la vida de la pareja...
- Quítese ese pensamiento de su cabeza, Sir Karpusi, que la lluvia no siempre significa malos augurios....- el oriental tomó un paraguas y se lo ofreció a su invitado, sonriendo – No es necesario que siga empapándose. Tómelo, por favor.
Herakles se sonrojo levemente. No estaba acostumbrado a tanta muestra de amabilidad.
- Efjaristo, Sir...- el joven tomó el paraguas, rozando levemente la mano de Kiku- Es usted muy amable...
- Al contrario, es un placer, Sir Karpusi – el japonés tomo su paraguas y bajo elegantemente del carruaje.
Herakles lo siguió, abriendo su paraguas y protegiéndose del tormentoso clima exterior. El griego abrió la boca, impactado, al ver frente a él la majestuosa mansión Edelstein en todo su esplendor. Los jardines decorados con fuentes se abrían hasta donde no llegaba la vista, lo que explicaba el largo trayecto desde el portón de hierro hasta la entrada de la mansión.
Desde el interior se podía oler el aroma a comida y sentir el cuchicheo de las conversaciones frívolas de los invitados, opacadas por el sonido de la música clásica tocada por la orquesta. El griego suspiro pesadamente,algo incómodo y avanzó hacia la entrada.
- Es aun más grande ahora que la miro de cerca – comento mientras subía las escaleras.
- Para mi gusto es una verdadera obra de Arte – dijo Kiku una vez llegaron frente a la puerta, pero de inmediato su expresión cambió a una un tanto molesta y suspiró frustrado - ¿Sabe, Sir Karpusi? Lo único que me desagrada de esta casa es la altura a la que han puesto las argollas para llamar...
Herakles no pudo evitar lanzar una carcajada.
- Si...la verdad es que están altas, pero no se preocupe. Yo llamaré – el forastero tomó la argolla y con esta golpeo la puerta – Solo espero que nos escuchen...con el volumen al que está tocando la orquesta...
- Supongo que la altura no lo es todo en la vida – dijo algo molesto el oriental para luego sonreír suavemente - Gracias por tomarse esa molesta, Sir Karpusi. Si no nos llegasen a escuchar, tendremos que entrar por otra puerta...
Apenas Honda cerró la boca, la enorme puerta de roble se abrió y frente a ellos apareció el rostro sonriente de un joven rubio de brillantes ojos azules, vestido elegantemente de mayordomo, el cual les hizo una reverencia antes de saludar.
- Bienvenidos a la mansión de los Edelstein. Solicito sus nombres por favor. - el joven sacó de debajo de su brazo una lista y la abrió mientras esperaba respuesta.
- Muy buenas noches, mi buen joven. Si me permite, el amable joven que me acompaña es el Señor Herakles Karpusi y yo soy Kiku Honda – Kiku hizo también una reverencia antes de estrecharle la mano al rubio.
El joven marcó sus nombres en la lista con una pluma y luego guardo todo antes de estrecharle a ambos invitados la mano.
- Muy buenas noches, Alfred F. Jones, sirviente de la Mansión Edelstein, a sus ordenes- el muchacho sonrió- Ya que sus nombres aparecen en la lista...¡Acompáñenme!
- Un gusto, Sir Jones – Kiku sonrió mientras él, seguido de Herakles hacian ingreso a la mansión. Alfred se acercó a ellos y recibió sus chaquetas mojadas, entregándoselas a otro sirviente que pasaba por ahí – Me hubiese extrañado que ni Roderich ni la señorita Elizaveta nos hubieran incluido en la lista.
- Estoy de acuerdo – dijo Alfred – Usted siempre ha frecuentado esta casa...
- ¿Frecuentar esta casa? ¡Si es como si fuese mi segundo hogar! Aunque es la primera vez que tengo el honor de saber su nombre...-el oriental rió y luego se dirigió a Herakles - ¿Sabe, Sir Karpusi, que este joven estuvo siempre en el hogar de Roderich y nunca me lo presentó? Tendré que hablar seriamente con Rode...Aun recuerdo cuando Sir Jones era más pequeño y corría por los jardines con su...
- ¿En serio? - rió Herakles mientras el rubio se ponía rojo como un tomate.
- ¡No digan esas cosas! ¿Eh? - el muchacho abrió una enorme y en apariencia pesada puerta y frente a ellos apareció el Gran Salón de la Mansión, repleto de invitados con lujosos vestidos y sirvientes repartiendo bocadillos por toda la habitación – ¡Bienvenidos!
- Sigue siento tan mono – susurró Kiku observando a Alfred. Luego llevó su vista a la enorme habitación y sonrió – Después de usted, Sir Karpusi.
- No, pase usted primero – Herakles le sonrió y luego miro al piso, incómodo – No me sentiría bien ingresando yo primero...
- ¿Por que dice eso, Sir? Usted no tiene nada que envidiarle a una persona como yo...
- Insisto...ingrese usted primero – Herakles negó con la cabeza y dió un paso hacia atrás. Kiku suspiró.
- Veo que no sacare nada con insistirle, Sir Karpusi. - el oriental dió un paso hacia adelante mientras Alfred, tras ellos daba una ultima reverencia.
- Yo los dejo acá, debo ir a recibir mas invitados...Con su permiso – el joven sonrió y se marchó por el pasillo hacia la entrada.
- Que le vaya bien, Sir Jones – Kiku puso un pie dentro del salón y se volteó hacia el helénico - ¿Sir Karpusi?
Herakles entró tras Kiku, visiblemente incómodo y mirando para todos lados.
- Realmente me siento fuera de lugar aquí...
- ¿Por que lo dice, Sir Karpusi? Si son personas que no muerden – Honda solo una tímida risa y agregó – Solo debe relajarse y no dejarse intimidar por ciertas personas...
- Lo sé...-el griego sonrió – pero este no es mi ambiente...
- Sinceramente yo no me siento muy cómodo que digamos...
En ese instante las palabras de Kiku se vieron opacadas por el grito fuerte de una mujer, que se alzo entre las demás voces de los invitados.
- ¡Kiku! ¡Ya llegaste!
Un hermosa joven de largos cabellos castaños y ojos verdes, vestida con un elegante vestido ancho, se acerco a ellos corriendo, levantándose las faldas para no tropezar y con una sonrisa en el rostro.
- ¡Señorita Elizaveta! Que honor tenerla en mi presencia...- Kiku tomó la mano de la mujer y la besó delicadamente – Cada día esta usted mas bella...¡Que envidia me da Rode al tener como futura esposa tan hermosa dama!
- ¡Ay, Kiku, por favor! ¡No digas eso! - Elizaveta rió algo incomoda y luego miro al oriental fascinada - ¡Tu estás precioso!
- No diga eso, mi Señorita. Yo no me comparo a su be...
- ¡Ah! - lo interrumpió la chica y le guiñó el ojo picaramente – Veo que no vienes solo...¿Eh?
- ¡A..Ah! Así es...vengo con Sir Karpusi, con quien agradablemente nos encontramos camino acá ¿No es cierto, Sir i? - el japonés miró al griego un tanto nervioso. Herakles simplemente se quedo inmóvil, incluso no parecía respirar. Elizaveta se paralizó también y soltó un grito ahogado, cubriéndose la boca con las manos.
- ¿K...Karpusi? - los ojos de la joven se tornaron brillantes y solitarias lagrimas amenazaban con salir. - ¿He..Herakles? No...¿E...eres tu?
El griego no hizo ademan de moverse mientras la mujer se acercaba lentamente a él. Karpusi tan solo se limito a susurrar, casi para si mismo.
- E...Elizaveta...
Kiku por su parte, se alejo un par de pasos de la pareja y susurró:
- Supongo que hace tiempo que no se veían...- en ese momento Elizaveta estalló en llanto y se abalanzo a abrazar al helénico.
- ¡HERAKLES! Dios mio...Oh Dios mio...- Hedervary tomo el rostro del joven entre sus manos y llorando exclamó – Haz crecido tanto...estás tan guapo...tan...¡Ay! ¡Herakles, te extrañé tanto!
- Yo también te extrañe, Lizzie...- el balcánico le sonrió sinceramente con ojos también brillantes – Veo que la vida ha sido buena contigo...y me alegro tanto por eso... Que bueno es volver a verte...
Kiku desde su posición los observó con ternura.
- Nada como reencontrarse con un viejo amigo...Una escena realmente conmovedora...
- Usted tiene mucha razón, Lord Honda.
Kiku dió un respingo, sobresaltado al sentir una voz a sus espaldas. Se volteó y detrás de él pudo observar a un joven británico de cabello rubio y poseedor de unos ojos verdes como las esmeraldas y de semblante elegante y un poco soberbio, sonriéndole con cortesía.
– ¡L-Lord Kirkland! - el oriental saludó, sonriendo nervioso - V-Vaya susto que me ha dado...apareciendo de la nada.
- Sabe que puede llamarme "Arthur" a secas, Milord – el joven rubio tomó la mano del japonés y la besó suavemente.
El oriental respondió al gesto asintiendo, algo incómodo.
- Como usted diga, Lord Kirkland – Kiku sonrió brevemente antes de mirar hacia los lados y cambiar de tema dramáticamente – Por cierto..¿Ha visto usted a Sir Edelstein?
En ese momento Elizaveta volvía corriendo hacia ellos, con Herakles Karpusi de la mano
- ¡Ven, Herakles, te voy a pre...! -la mujer se detuvo al ver al inglés y al japonés juntos y sonrió – Oh...veo que ya se encontraron...Vengan, acompáñenme a buscar a Rode..
La joven emprendió el rumbo alegremente, dejando a Herakles atrás, el cual volteó la mirada y la dirigió a los ojos de Honda.
- ¿Viene, Sir?
Kiku asintió suavemente antes de dirigirse a Kirkland.
- Como bien dice la Señorita Elizaveta, debo reunirme urgentemente con Lord Edelstein...Si me lo permite, Lord Arthur...- el japonés estaba dispuesto a emprender la retirada cuando la voz solemne del inglés lo detuvo.
- Es una pena que la conversación llegue hasta aquí, Lord Honda. Pero podemos seguir hablando en otro momento ¿No le parece? - el joven guiñó un ojo, sonriendo antes de dirigir sus pasos al otro extremos del salón.
- S...Supongo que si, Lord Arthur – murmuró Kiku antes de hacerle una reverencia a la nada y encaminarse hacia Elizaveta y Herakles.
La húngara parecía extremadamente animosa y se habría paso fácilmente entre los centenares de invitados.
- ¡Vengan! Rode debe estarnos esperando...¡Me muero por que los vea!
- Sabe que sus deseos son ordenes, Señorita Elizaveta...- comento Kiku, siguiéndola con pasos apresurados.
Karpusi, que caminaba tras la mujer, dio vuelta el cuello para mirar el fondo del salón donde sus ojos se toparon nuevamente con la presencia de aquel hombre que había interceptado a Sir Honda hace unos segundos, el cual ahora se encontraba tomando una copa junto a un sujeto rubio de apariencia igual de soberbia. El griego suspiró pesadamente y susurr para sus adentros.
- Algo arrogante...
- ¿Sucede algo, Sir Karpusi?
La pregunta repentina de Kiku sacó abruptamente a Herakles de sus divagaciones. El joven miró al oriental a los ojos y después de reponerse, curioso, preguntó:
- ¿Quien es ese sujeto? Él que le hablo hace un momento...
- ¿E-El? - la voz usualmente tranquila de Kiku de inmediato se alteró, tornándose nerviosa- Eh, bueno...El es Lord Arthur Kirkland. Su familia es la mas ostentosa de la ciudad...
- Entonces es algo predecible su actitud...-Herakles rió y luego agregó- Disculpe que lo diga, pero sonó algo arrogante...
- N-no se preocupe...Si él tiene el ego bastante inflado – un leve sonrojo hizo acto de presencia en las mejillas pálidas del japonés. Karpusi alzó una ceja y sonrió un tanto burlón.
- ¿Le gusta él?
Kiku detuvo de inmediato su andar y con las mejillas aun más coloradas exclamó.
- ¿P-por que pregunta eso?
- Mmmm...solo curiosidad...-Herakles se detuvo también e insistió, sonriente – Entonces...¿Le gusta?
- B-bueno...a pesar de lo arrogante que pueda ser, en el fondo...no es una mala persona - Respondió Kiku jugando con sus dedos. El helénico le dirigió una mirada de reojo antes de seguir su camino y sentenciar, riendo.
- Entonces le gusta...
- N-no crea eso, Sir Karpusi – replicó el oriental en voz baja, reanudando la marcha por entre la multitud. Un par de metros mas allá, Elizaveta ya había encontrado a su prometido e intentaba llamar su atención, haciéndose oír por encima de la música.
- ¡Rode! ¡Rode! ¡Mira quienes llegaron!
El joven austriaco de cabellos castaños y ojos amatistas, dejó de lado su conversación con un par de distinguidos caballeros y arreglándose los anteojos, se acercó a su futura esposa.
- ¿Qué es lo que ocurre, Elizaveta? ¿Por qué tanto esc...? ¡Sir Honda! - Roderich se acercó al japonés y le estrechó la mano cordialmente – Que placer tenerlo acá este día...
- ¡Sir Edelstein! - respondió Kiku, sonriente – El placer es mio, muchísimas gracias por invitarme a tan especial velada. Es realmente usted muy afortunado de tener a tan bella dama, la Señorita Elizaveta, como futura esposa.
- ¡Ay! ¡Ya no digan esas cosas! - Elizaveta, roja como un tomate, hizo un gesto con la mano como restándole importancia a las declaraciones de los dos hombres antes de sonreír abiertamente y tomar la mano de su pareja - ¡Rode! ¿Recuerdas que siempre te hablo de un muchacho que conocí de niña al cual le tenia mucho cariño y todo esto que tu ya sabes?
El austriaco forjo una pequeña sonrisa.
- Lo recuerdo perfectamente Elizaveta – de inmediato sus ojos se dirigieron al ultimo miembro del grupo, el joven de cabellos castaños y ojos turquesa – No me digas que el joven que os acompaña es el mismísimo Sir Herakles. Encantado de conocerlo, Elizaveta me ha hablado mucho sobre usted.
Roderich le ofreció su mano al griego, el cual se la estrecho de inmediato, sonriendo suavemente.
- Eso veo. Es un placer para mi conocer al hombre que acompañara a mi querida Elizaveta por el resto de su vida.
- ¡Estoy tan feliz de que se conozcan! - salto de rrepente la húngara al tiempo que la orquesta cambiaba la melodía - ¡Amor! ¡Esa es nuestra canción! Vamos a bailar...¿Por qué no vienen ustedes también?
La mujer sujetó la mano de su futuro marido y luego miró a sus dos invitados y les sonrió.
- ¿Q-que cosas dice, Señorita Elizaveta? - el japones sonrió sonrojado, nuevamente y le dedico una reverencia a la pareja- Vayan y disfruten de la velada. Nos vemos en un momento.
- Si nos disculpan, Sir Honda, Sir Karpusi...- Roderich tomó a la húngara del brazo y se puso en camino a la pista de baile – Vamos a bailar, mi dulce doncella.
- ¡Ay, Rode! - replicó ella, llevándose al austriaco prácticamente arrastrando.
- N-no es necesario que me lleves así, c-cielo...Y nada de andar espiando a los chicos ¿De acuerdo..?
- Hacen linda pareja -comento Herakles una vez los celebrados se perdieron de vista. El griego sonrió y luego suspiro, algo frustrado. - Están todos bailando...
Kiku escuchó el comentario del joven y se volteó a mirarlo, pero sus ojos verdes parecían perdidos en la demás gente.
- Debería bailar yo también pero....- el helénico continuo con el hilo de sus pensamientos, susurrando- No seria correcto....por otro lado....si no bailo....la gente sospechara....¿Quién no baila en una fiesta? ¡Si hasta los sirvientes lo hacen!
Metros mas allá podía verse al joven Alfred bailando alegremente, pero solo, al compás de la música. Herakles volvió a suspirar y agregó:
- Tampoco...puedo bailar con cualquier persona – levanto la mirada y la llevo hasta un grupo de muchachas que llevaban varios minutos observándolo risueñas mientras secreteaban entre si – No sé que hacer...
- ¿Sir Karpusi? - Kiku levanto una de sus manos y la movió frente a los ojos del joven, sacándolo de su trance – De verdad no entiendo su actitud.
- ¿A-ah? Lo lamento, Sir... solo estaba pensando en lo difícil que es hacerse pasar por una persona común y corriente...
Herakles tomo una copa de vino de una bandeja que había en la mesa ubicada atrás de ellos y miro su contenido, con aire triste.
- A veces desearía no haber tomado esta decisión, pero...
El helénico continuo murmurando en voz baja sus lamentos, mientras el y Kiku permanecían ignorantes de lo que sucedía a la entrada del salón.
La multitud de invitados agolpada en el centro, se abrió repentinamente, en medio de cierta confusión, permitiéndole el paso a un hombre alto, ataviado de elegantes y costosos trajes, poseedor de una piel bronceada y el rostro parcialmente cubierto por una mascara blanca. Tan solo podía verse su boca, la cual esbozaba lo que parecía una sonrisa un tanto sarcástica y un par de ojos tan oscuros como penetrantes.
- ¿Elizaveta? - el sujeto se acerco a la húngara, lentamente - ¿Te comprometes y no tienes la cortesía de invitarme a la fiesta que das por ello? ¿Dónde quedaron los modales que te enseñe, querida?
Elizaveta miro fijo al recién llegado y se aferró al brazo de su prometido, un tanto temerosa.
- S-Sadik...¿Q-Qué haces aquí?
- Me entere por la gente del pueblo que estabas dando esta fiesta...y bueno...¿Quién es el afortunado? - el sujeto sonrió aun mas, mirando al resto de los invitados.
- Y-Yo...Lamento no haberte invitado, Sadik, pero estábamos hasta el tope y...
- ¿Me estas corriendo, Elizaveta? - el turco rió - ¿Alguna razón en especial para hacerlo? ¡Calma, querida! Si yo no muerdo...
Sadik lanzó una fría carcajada, antes de que un fuerte carraspeo lo hiciera callar.
- Disculpe, Milord, pero considero una grave falta de respeto que usted llegue sin invitación a la fiesta que estamos ofreciendo mi prometida y yo – exclamo Roderich interponiéndose entre su mujer y el enmascarado, mirando a este ultimo con desconfianza.
- ¿Me están echando? ¡Pero si soy amigo de la familia!
- S-Sadik – murmuro Elizaveta, nerviosa- por favor...debes irt...
- Pero...¿Expulsarme de tan bella velada? ¡Si vengo en son de paz! - Sadik recorrió con sus oscuros ojos los rostros de los demás invitados. Hasta que entre la multitud reconoció un par de ojos que no veía hace años – No...
En ese momento incluso la música dejo de sonar.
- ¿Que esta sucediendo? - Kiku se coloco en puntas de pie, extrañado por el súbito cambio de ambiente experimentado. Con cierta dificultad pudo ver por un hueco entre las personas la figura del elegante hombre recién llegado a la estancia - ¿Quién será ese Lord?
Herakles continuaba con su vista fija en la copa de vino, levantó el rostro.
- ¿De quién hab...? - de pronto el joven guardo silencio, mientras su rostro empalidecía, mientras su mirada perdía el brillo, mientras cada musculo de su cuerpo se tensaba y cada gota de sangre de sus venas se congelaba. Mientras los oscuros ojos de aquel enmascarado se posaban directamente en los suyos turquesas.
"Sabes que no podrás escapar ¿cierto? Tarde o temprano nos volveremos a encontrar..."
Notas Finales: Fail chapter por que me toco escribirlo a mi, Last xDDDD. Zipangu dice que si faltan tildes es culpa de ella xDD. Podria decirse que esto es un prologo o algo así, por que no pasa nada en este cap, creo que somos las unicas que empezamos con un cap de relleno un fic. Naaah si igual pasan cosas importantes xDD. Quieres decir algo, Zipangu?
- Ehhh que Last me pertenece por derecho y que estamos locas. Ah no se que mas decir, al menos no algo coherente...Ah! Si!...Duermanse temprano y sean buenos chicos ^^.
- xDDDD Ehhh no se si pueda hacer eso (6)...Bueno! Esperamos se hayan quedado con el bicharraco de la curiosidad y sigan leyendo. Dejen reviews, por favor! Son como el sueldo de una escritora amateur xDD.
