Disclaimer: Todos los personajes me pertenecen desde que DreamWorks se dedica al entretenimiento para adultos, porque eso es lo que hace ¿O no?

Advertencia: SLASH/HIJACK/AU. Prefiero a Jack Frost como el pasivo de la relación. Tiendo a exagerar algunos rasgos característicos de los personajes, sólo lo hago por diversión.

Aclaraciones: Me acabo de auto-plagiar, el argumento a continuación aún no sale de mi cabeza.

Preview: Hiccup Haddock no recuerda lo que sucedió la pasada noche, su única certeza es haber despertado en la cama del más rebelde y popular chico de toda la universidad.

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Los primeros rayos de sol, atravesando las delgadas cortinas, molestaron su rostro. Tenía muchísimo sueño, definitivamente iba a dormir un poco más. Abriendo un poco los ojos encontró el borde de la sábana y luego de cubrirse hasta la cabeza atrajo más hacia sí a la persona que tenía entre sus brazos, siendo correspondido con un bajo gruñido de disgusto. Sin embargo, como respuesta su torso fue rodeado con más fuerza.

La piel desnuda junto a la suya se sentía muy bien.

La piel desnuda…

La piel…

Abrió los ojos de golpe, quitándose la sábana de encima pudo ver al pálido y completamente desnudo chico que se le aferraba, reconociéndole al instante.

¿Jackson Overland?

Jackson Overland Frost, mejor conocido como Jack Frost, justo como el elfo legendario perteneciente al folclore nórdico, era el chico nuevo del que todos en la universidad hablaban. Sus notas distaban de ser las mejores por lo que muchos dudaban del motivo para ser aceptado en una reconocida institución como aquella. Lo que todos sabían era lo que había logrado catapultarle a la fama, ésto era, sus constantes bromas pesadas a los profesores. Tan sólo en su primer semestre fue suspendido en dos oportunidades, siendo la tercera la advertencia para una expulsión definitiva. Cuando alguien le preguntaba porqué estaba estudiando Ciencias de la Atmósfera, sólo respondía "Porque me gusta el clima" zanjando la cuestión con esa abrupta frase.

Un ligero acento que pocas veces mostraba denotaba su origen escandinavo, más el nunca aclaraba ese hecho o daba detalles al respecto. Si bien, la multitud le perseguía por su conocido buen humor y carisma, habiéndole proclamado como una figura pública representativa de rebeldía, por lo general se le solía ver sin compañía, sentado en las gradas de cemento alrededor del coliseo, dormido en los campos que rodeaban el edificio principal o corriendo descalzo la pista de atletismo.

Ahora, aunque era un tipo popular, poco le conocía, apenas habían cruzado un par de saludos. Podía contar una única vez en la que había hablado con él, la vez en la cual se presentaron mutuamente debido a tener amigos en común. En esa oportunidad sólo le había dicho "¿Hiccup? ¿Qué clase de nombre es ése?" con evidente tono de burla.

Bueno, tenía razón. Ese no era el mejor nombre del mundo pero nada podía hacer con su vikingo origen, ni con unos padres que nunca vislumbraron la posibilidad de que su hijo terminara estudiando en el extranjero donde su nombre era la definición de un movimiento convulsivo del diafragma que produce una respiración interrumpida por un ruido agudo. La isla supersticiosa de Berk, en Islandia, no era conocida por los elegantes o preciosos nombres que daban a sus descendientes.

Bien, volviendo a la persona que seguía rodeándole el torso con los brazos. Sí, no había "sentido" mal. Estaban completamente desnudos. No tenía que pensar demasiado para imaginar porqué habían terminado así.

A duras penas decidió intentar evocar el día anterior. Los recuerdos se entremezclaban confundiéndose entre sí.

La pasada noche había sido la fiesta de culminación semestral que se hacía a finales de Diciembre. La Universidad permitía a los estudiantes dos grandes celebraciones anuales al final de cada periodo respectivamente para que lograran fraternizar entre sí, ofreciendo a su vez una oportunidad de integración a los de nuevo ingreso. Él, que ya estaba en su segundo año de Ingeniería Aeronáutica había asistido a tres de esas memorables fiestas. Y eran memorables no por ser organizadas por una prestigiosa institución internacional o porque sus alumnos fueran los hijos de una reducida élite mundial (la mayoría de ellos lo eran) no, eran memorables porque todos se salían de control luego de medianoche cuando oficialmente la velada debía terminar.

Sólo por esa noche, esa zona dela ciudad podría perfectamente confundirse con Las Vegas. Ése era el día que todos esperaban pacientemente durante meses para en unas pocas horas ostentar del poderío familiar, convertirse en quienes siempre habían querido ser, abusar de las sustancias que siempre habían deseado, metiéndose en todos los problemas que nunca jamás imaginaron. La más tímida de las chicas descubría que su pasión era el baile en el tubo o el aclamado deportista sería condenado a un par de años de cárcel.

La primera vez despertó en una modesta mansión, sobre la mesa del comedor y con sólo los calzoncillos puestos. La segunda vez prometió a si mismo mantenerse consciente de sus actos por lo que pasadas las once se fue a su apartamento. No pasó una hora cuando más de quince personas tocaron a su puerta para alardear de cuánto licor habían comprado, al menos ese día despertó en su casa.

No obstante, con sólo verse a sí mismo y a su alrededor pudo deducir que esa había sido peor que las veces anteriores.

- Vamos, duerme un poco más.

La voz del menor le sacó de sus profundas reflexiones. Girándose le vio acurrucado a su lado, abriendo los ojos perezosamente. Estirando las extremidades, con el blanquecino cabello revuelto, le dirigió una sutil sonrisa.

Al parecer, mientras él se devanaba los sesos intentando buscar la razón del porqué había terminado allí, al otro no le importaba en lo más mínimo. Aun así, él no podía aceptar tan fácilmente aquella comprometedora situación.

- Yo… lo siento Frost, no recuerdo lo que sucedió, debo irme – dijo poniéndose rápidamente en pie, recogiendo la ropa del suelo y colocándosela sin voltear a mirarle.

- Con que así son las cosas.

No entendía a qué se refería pero no planeaba quedarse para averiguarlo. De reojo pudo ver una pequeña papelera con unos preservativos en ella. Ya no quedaba en su mente algún vestigio de duda pese a que mentalmente no estaba preparado para admitir que se había acostado con él.

- Por cierto, agradece que yo haya sido tu primera vez, eres condenadamente malo, tener sexo con mi mano es mucho más placentero – rió con sorna -. Vete, tu cara de arrepentimiento me está empezando a dar nauseas, – cubriéndose con las sábanas se giró para dar a entender que no había nada más que decir, pronunciando la última frase en un tono más bajo – si lo que te preocupa es que alguien se entere, descuida, no le diré a nadie.

Tras decir esto la puerta se cerró dejando a un Jack Frost apretando fuertemente los puños.

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Eran pasadas las doce del mediodía cuando el castaño llegó a su casa, no pudiendo detener la preocupación que lo abrumaba. Junto a las vacaciones que acababan de comenzar las redes sociales empezaron a verse invadidas por una gran cantidad de videos o fotografías de aquellos a los que particularmente no les había ido tan bien como esperaban. El último tema de conversación había sido el video pornográfico de una profesora, algo prácticamente insuperable. Aun así nada evitaba que el acostarse con el peliblanco se hiciera de dominio público, o peor, que se divulgara su casi absoluta asexualidad antes del hecho en cuestión.

De todas las personas sobre la faz de la tierra ¿Por qué tenía que pasarle a él?

Definitivamente no era gay pero, luego de lo ocurrido, evidentemente esa negación era cuestionable. Aunque ahora que lo meditaba ¿Frost no tenía una novia? Quizás sólo era idea suya pero el tipo era muy popular entre las chicas.

- ¡ARGH! – gritó de frustración en mitad de su solitaria residencia para, en un arrebato de impotencia, coger el celular, marcando a la primera persona que acudió a su mente.

Varios repiques después una cantarina voz femenina contestó la línea, la cual imparablemente comenzó a hablar.

- ¡Hipo! Antes de que me digas algo, escucha, hay un chico guapísimo en la entrada, parece que es mi nuevo vecino, pero, un momento ¿Dónde terminaste anoche? La ultima vez que te vi estabas en la barra, bueno, yo me he levantado con una jaqueca terrible, por suerte mi hermana pasó por mí porque si fuera así ¡AH! ¡Se me olvidaba! No te he contado que…

- Me acosté con Jack Frost – soltó de golpe.

- ¡¿QUEEÉ?! – una tos se escuchó durante varios segundos a través de la comunicación telefónica luego del ensordecedor grito.

- Como lo oyes – suspiró con desgano, sosteniendo el auricular con demasiada fuerza -. Me acosté con Jack Frost – repitió.

- ¡Por mis monárquicos antepasados! Casi me atraganto con un muffin – haciendo una incómoda pausa para luego continuar como si se dirigiera a sí misma – Yo creía que eras completamente heterosexual, incluso me fijé en ti en alguna extraña ocasión.

- ¿En mí? – preguntó sorprendido pero antes de continuar fue interrumpido por la curiosa chica.

- Ya, ya, no me cambies el tema. - escuchándose una maliciosa risilla –…Entonces ¿El te dio a ti o tú le diste a él?

- ¡Eso no es lo más importante! Además… – agradecía no estar frente a ella, momentáneamente se había puesto nervioso, no entendiendo muy bien el motivo.

- ¡Espera! No digas más, me estoy colocando los zapatos, voy para allá ¡Fin de mundo! ¡Mi mejor amigo se ha follado al más popular de la universidad! – vociferó para luego colgar.

- ¿Anna? ¿Bueno? ¿…Hola?

Pero nadie contestó. A los pocos minutos recibió un mensaje de texto de la misma joven.

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Remitente: Anna (La Demente) De Arendelle.

Espero que estés en tu casa, se me olvidó preguntar ¡UPS! Voy saliendo.

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No respondió, no hacía falta, nada debía luchar contra aquel don de fisgoneo innato. A pesar de todo, cuando marcó los dígitos en su teléfono celular ya sabía que ella era la persona indicada.

Anna De Arendelle era su mejor amiga desde que pisó el país, o por lo menos, desde que empezaron a pasar tiempo juntos después de clases. Ella realmente había ayudado a que el proceso de adaptación no resultara en un completo desastre.

Y ahora, esa chica estaba tocando el timbre con insistencia, luego de aparentemente haber corrido las dos cuadras que les separaban, siendo afortunada de que esa parte de la ciudad estuviera entre las más seguras del mundo.

No pudo siquiera terminar de abrir la puerta porque la castaña lo tomó del brazo obligándole a ir al sofá tras cerrar la puerta con un pequeño empujón.

- Hola Anna, buenas tardes ¿Cómo estás? ¿Quieres agua? ¿Té? ¿Café? – pretendió ser caballeroso por una vez a sabiendas del estresante cuestionario que se le venía encima.

- Ciertamente algo pasó anoche porque generalmente soy yo la que se tiene que servir las cosas directamente de tu despensa – haciendo un dramático ademán mientras se arrojaba en el sillón arrastrando al chico a su lado –. Bendito trato para una delicada señorita.

- Creo que una verdadera señorita no hurga entre la despensa… - viéndose callado súbitamente con una mano sobre la boca.

- Sshh… - llevándose el índice a los labios a la vez que guiñaba un ojo – un minuto de silencio por la virginidad perdida en batalla de Hiccup Haddock – cerró los ojos mostrando un fingido gesto entristecido.

- Estás loca.

Murmuró y su revoltosa visitante pudo ver cómo al evitar su mirada se sonrojaba ligeramente.

- Oh, oh – dijo tocándole repentinamente la frente con el dorso de la mano –. Doctor, veo un caso de flechaditis aguditis croniquitis postintimaditis.

- ¿…Cómo? – abriendo los ojos con asombro cuando se dio cuenta delo que insinuaba su atolondrada amiga disponiéndose a desmentirlo apresuradamente - ¡NO, NO, NO, NO! Nada de eso, absolutamente no.

Esperaba un nuevo ataque de infundados argumentos pero sólo recibió una grave mirada durante un eterno segundo. Posteriormente, la joven simplemente se encogió de hombros cómo si restara importancia a sus pensamientos, ofreciéndole una pequeña sonrisa ladeada.

- Entonces dígame Señor "Ahora me van los tipos" – volviendo a brillar en sus ojos la chispa de la insana indagación - ¿Cómo es hacerlo con Jack?

- Primero, – aspiró resignado, debía puntualizar algunas cosas – ahora NO me van los tipos – imitando el tono de voz de su compañera aún cuando enfatizaba la negación en la frase. Segundo, no lo sé.

- No entiendo ¿Cómo es que no lo sabes? ¿Lo hicieron o no? – ignorando completamente su primera réplica.

El islandés respiró profundamente para luego responder.

- No lo sé, – admitió sinceramente – no lo recuerdo, me desperté en su cama, un comentario de su parte terminó por confirmarlo pero, a parte de eso, no recuerdo nada de lo ocurrido.

- Ya veo – retomó la palabra en vista de que el mayor de ambos no continuó - ¿No crees que te está gastando una broma?

- Fue lo primero que pensé, pero nada ha sido publicado en las redes, ni en la prensa, ni en la televisión, en ningún lado – bufó exagerando.

- Bueno, si esto es una broma creo que se ha pasado – subiendo las piernas sobre el asiento luego de arrojar los zapatos a un costado sin cuidado alguno -. Digo, él es un buen tipo, sí, algunas veces es un idiota que se divierte a costa de las personas equivocadas, pero nunca le he visto abusar de nadie o aprovecharse de los demás.

- Entonces… ¿Por qué yo? – llevándose las manos a la cara brevemente -. Si es homosexual, bien por él pero sería demasiado decir que siquiera hemos llegado a conversar, no veo forma en que todo haya terminado de esta forma.

- Yo tampoco – concluyó sencillamente - ¿Aún tienes ese jugo de frutillas que te envían tus padres?

- Si, ya lo traigo – levantándose para ir a buscarlo a la cocina junto a dos vasos.

- Sabes Hipo, creo que deberías hablar con él, uno no termina en la cama de otra persona porque sí – comentó despreocupadamente mientras servía ambos vasos, bebiendo de uno de ellos.

- Lo sé, sólo que no puedo volver a su casa y decirle "Hola Jackson, quiero recordar lo que pasó anoche" – dando un codazo al aire, sobreactuando la última parte.

- Pfff… HAHAHAHA – estalló en carcajadas por toda respuesta, a punto de escupir el zumo debido a la mezcla de risa y tos.

- ¿Qué? – no recordaba haber dicho algo tan gracioso.

- Eso suena más como "Házmelo recordar". Te aconsejo que elijas mejor tus palabras cuando intentes confrontar a alguien.

Un incómodo ahogo se alojó inmediatamente en la boca de su estómago. Pero, nuevamente, antes de analizar una desvinculante posible razón para ello recibió una palmadita afectuosa en el hombro seguida de una revuelta a su cabello.

- Todo estará bien, ya verás que hay una lógica explicación a todo esto. No creo que trascienda de lo que sucedió, como te dije, él no es una mala persona.

La sentencia de aquel asunto fue expuesto por un intento apesadumbrado de sonrisa.

Esa tarde Anna le contó, alargando la charla durante horas, cómo luego de haberse ido con unas amigas a un bar de los suburbios no hicieron falta más de diez minutos para que su hermana mayor Elsa, mejor conocida como "La perfecta celadora del autocontrol y las buenas costumbres" casi la dejara calva, sacándola del lugar para, a duras penas por su estado de ebriedad, llevarla al coche. No, no era fácil ser la hermana menor de la excelsa Presidenta del Consejo Universitario, ni mucho menos llevar el título de princesas en un país extranjero (aunque sólo él sabía eso).

También se enteró de cómo había conocido al nuevo (y muy apuesto, según su extensa descripción) vecino. Nada menos que habiéndole propinado un fuerte puñetazo en la barbilla al pensar que era algún tipo de delincuente. "Estaba abriendo la puerta con nerviosismo mientras yo le veía fijamente, no dejaba de mirar a todos lados con inquietud, cualquiera pensaría lo mismo" habían sido sus textuales palabras al relatar lo sucedido con mucha vergüenza en su rostro. Al parecer, el rubio en cuestión ahora la evitaba a toda costa.

Cuando la hiperactiva nórdica se hubo ido descubrió que se sentía más ligero. Quizás todo lo que necesitaba era hablar con alguien, alguien que le distrajera con su alocada personalidad e inverosímiles vivencias.

Para reflexionar acerca de lo sucedido ya tendría tiempo. Esperando que no fuera pronto decidió irse ala cama temprano.

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Notas finales:

En un principio sólo quería escribir un buen (explícito) lemon, cuando eso pasa empiezo a imaginar unos argumentos repetidos y estrafalarios que terminan alargándose demasiado.

Espero que les haya gustado y que no les haya parecido en extremo aburrido, ya escribí otros dos capítulos así que espero que valga la pena publicar la continuación. Mi único motivo es divertirles, si lo logré o siquiera les dio algo de curiosidad, entonces yo seré feliz, porque para eso lo escribo, infinitamente gracias.

Háganme notar cualquier horror y si tienen dudas, pregunten.