En sus sueños, ella era suya.
Recorriendo sus brazos, aquel ligero tejido brillaba con su caída delicadamente, perseguido con esmero por los finos y delgados dedos de Jareth. Ella era pálida, sus ojos radiantes y su boca sonrosada esperando ansiosa por él, que respiraba entrecortadamente. Sus alientos formaban una leve condensación en las ventanas del oscuro castillo, y las manos de ella temían apoyarse en el pecho descubierto de él, donde su insignia real pendía con orgullo sobre su rostro.
Seguido de sus mangas cayó al suelo su hermoso vestido, hecho y soñado para ella, con sus capas de tul y sus delicados cordeles de hilo de plata haciendo un suave sonido al aterrizar en el suelo. Allí se hallaba la imagen que él deseaba ver: corset blanco, ligas finas, medias brillantes y zapatos de tacón. Se sonrió, sin siquiera ser consciente, ante ella. La mirada de inocente expectación que le dedicaba Sarah bastaba para tenerle el pulso acelerado y el corazón en sus labios, que unió con los de ella al instante.
Sólo cuando desató las ligas de su ropa interior se detuvo en su tarea de devorar su boca hasta robar su aliento. Pudo al fin deshacerse de la prenda, dejando las blancas cumbres de ella a su vista y disposición, y acarició con deseo uno de sus rosados pezones, con su dedo pulgar. Ella gimió de excitación, sorprendida por el gesto.
El resto de su ropa se fue junto con el corset, y ella, tímidamente, se deshizo de sus pantalones para dejar libre su erección, que observó con asombro y timidez mientras él no perdía tiempo en recostarla sobre sus sábanas negras. Besando su cuello, recorriendo su cuerpo descendentemente con sus labios, atrapó sus pechos entre las manos y lamió, mordió y volvió a besar antes de, delicadamente, entrar en ella, quien estaba lista para recibirle.
Sólo en aquellos recurrentes sueños ella podía ser suya, pero el Rey de los Goblins se sentía el más humilde esclavo de la hermosa mujer que yacía bajo sus caderas, aferrándose con sus piernas a su cintura y suplicando entre suspiros por más. Cuando aumentó su ritmo, cuando ella perdió su disimulo en gritar, cuando todo el reino pudo oír cómo ella le pertenecía…
Despertó.
Y es que, por muy reales que parecieran, los sueños solo eran sueños. Y por ello jamás dejaría de intentar que Sarah, algún día, le aceptara al fin.
Estoy muy, muy segura de que mis lectoras habituales que me tienen en follow esperaban de todo menos esto. Estaba demasiado ansiosa de leer algo así de un pairing que, si bien es MUY seguido por las fans de este fandom, es realmente escaso de encontrar, y no digamos en castellano. Espero que lo disfrutéis, no es un Dramione pero chicas, un lemon es un lemon, y el es rubio ;D
