Fate/Another Night

"El santo Grial, un artefacto mágico creado hace ya 200 años por las tres más grandes familias de magos. Un objeto único capaz de conceder a su portador cualquier deseo. Numerosas guerras se han librado por la posesión de este, matándose los unos a los otros para obtener el omnipotente cáliz. Pero hace ya 10 años el asesino de magos, Emiya Kiritsugu, intento detener el baño de sangre. Pero, aunque sus intenciones eran buenas, aquello solo provocaría más destrucción. Un infierno que arraso con todo a su paso. Y aquel asesino que deseaba con salvarlos a todos, termino matándolos a todos. Con su alma quebrada y su mente al borde de la locura, vagaría hasta encontrar su salvación. Un chico pelirrojo atrapado entre los escombros. Emiya Shirou. El joven que años más tarde se alzaría como el ganador de la guerra, terminando finalmente con el derramamiento de sangre. Ya sea volviéndose el héroe de la justicia que siempre quiso ser o abandonarlo todo para salvar a una persona, esta persona lo detendría. Pero ya sea obra del destino o mera casualidad, en esta ocasión aquel chico no podría realizar nada"

Cuando tomas una decisión creas dos mundos

"Quien sabe las razones que llevarían a tal desenlace .No. En realidad eso no importaba ya. En estos momentos lo único importante será conocer el final de este nuevo acto"

Diez años después de la cuarta guerra del Santo Grial

Año 2002

Día 02 03:28 AM

El chico pelirrojo se encontraba atónito. Quería correr pero sus piernas, paralizadas del miedo no se lo permitían.

—Te lo preguntare de nuevo chico. Dime donde esta Emiya Kiritsugu—

Shirou no escuchaba, el miedo producido por aquella misteriosa presencia había embotado todos sus sentidos. Lo único que podía reconocer era el aura de muerte que rodeaba al hombre frente él.

—Vamos, no tengo tiempo para tus juegos. Si no me lo dices ahora tendré que matarte y después buscar a Kiritsugu por mi cuenta—

(M-Morir, este sujeto me va a matar. Yo d-debo salir de aquí)

Las piernas del chico, que hasta ahora se habían encontrado congeladas, finalmente se movieron.

BAM.

El sonido resonó por toda la casa, pero nadie además de ellos lo escucho.

Ahora Shirou se encontraba bocabajo tirado en el piso.

Le habían disparado. El líquido rojo proveniente de su pierna derecha escurría lentamente por el piso.

—Lo siento chico pero no te irás hasta que me digas el lugar en donde se Kiritsugu—

Hablaba con un tono aburrido mientras se aproximaba a Shirou y entonces procedió a patearlo en el estomago.

La fuerza del golpe volteo al chico, quedando ahora a espaldas del suelo. Él intentaría levantarse inmediatamente pero aquel hombre no se lo permitiría.

Shirou alzo la mirada una pistola plateada apuntaba directamente a su rostro y detrás de ella el hombre misterioso, acuclillado frente a él.

—Vamos, si me dices donde esta prometo no matar—

Sudor frio corría a través del cuerpo de Shirou. No podía confiar en aquel hombre, pero si no le decía lo que él quería saber moriría de todas formas.

—El-el está muerto. El murió hace algunos años—

—Ah—

El retrocedió, al tiempo que retiraba el arma que hasta hace unos segundos había estado apuntando hacia Shirou.

—No puede ser. Que desperdicio. Hubiera sido divertido practicar con él antes de que comenzara la guerra—

(Practicar. Guerra. De que está hablando este sujeto)

El hombre caminaba en círculos alrededor de la pequeña habitación al tiempo que hablaba en voz alta con un claro tono de decepción.

—Maldición, realmente es molesto, quería usar su sangre para la invocación. Pero que se le va a hacer, supongo que me tendré que conformar contigo—

Él, levanto su arma lentamente, apuntando a la cabeza de Shirou.

—O-oye, espera tu di…..—

BAM

Shirou no alcanzo a terminar aquella última frase. Con un agujero en la frente y sangre saliendo de este la vida de Emiya Shirou termino. Su cuerpo inerte y sin vida reposaba en el suelo, con su rostro, el cual reflejaba el horror que había sentido en sus últimos segundos de vida.

—Lo siento chico pero el trato solo era válido si tu información me permitía encontrarme con Kiritsugu—

Sin sentir ni siquiera un rastro de remordimiento o culpa, aquel hombre tomo el brazo de Shirou y lo arrastro, junto con su cuerpo, hacia la entrada de la residencia Emiya. Caminaba lentamente, sin preocuparse por el rastro de sangre dejado por este.

Tardo poco más de un minuto en llegar a su destino, entonces levanto su brazo y arrojo el cuerpo de Shirou hacia la antigua puerta de madera.

La luz de la luna brillaba fuertemente esa noche. La figura que hasta entonces había permanecido en las sombras finalmente se mostraba. Era un hombre alto, debería de medir un poco más de un metro ochenta y cinco, vestía un traje formal negro junto con una camisa blanca por debajo, además de eso llevaba puesto un sobrero fedora negro, que cubría su cabello oscuro y sus ojos, junto a unos guantes de tela negra en ambas manos.

Entonces, el joven vestido de negro llevo su mano a atrás de su espalda, de donde saco una pistola plateada, la misma con la cual, tan solo hace unos momentos, había quitado la vida a Emiya Shirou.

La apunto al cuerpo sin vida del chico y entonces disparo.

.BAM…BAM

Numerosos disparos, 13 disparos que destruyeron el silencio del lugar.

El hombre rápidamente recargo el arma, ahora vacía y la guardo detrás de su espalda, entonces procedió a observar el cuerpo que acaba de acribillar.

Una enorme cantidad de sangre salía de aquel cuerpo.

—No te preocupes chico, me encargare de darle un buen uso a tu sangre—

Seguido de esto aquel hombre, comenzó a murmurar algo en voz baja. Parecían palabras, pero el significado de estas solo eran conocidas pero aquel sujeto.

Seguía murmurando, y con eso la sangre derramada por Shirou cobro vida. Pareciera como si esta se moviera ritmo de palabras. Los hilos rojos se esparcieron por el suelo dibujando una extraña figura semejante a un círculo, el cual estaba conformado por una gran cantidad de extrañas letras y símbolos.

El hombre de negro dejo de hablar, ya no hacía falta, el ritual ya estaba completo.

El hombre dio un paso atrás al tiempo que sacaba un objeto del bolsillo interior de su chaqueta y lo arrojaba dentro de círculo. Inmediatamente levanto su mano derecha mientras retiraba el guante negro de esta.

Allí estaban, 3 tatuajes rojos, los sellos de comando que lo designaban como un participante de la Quinta guerra del Santo Grial.

Alzo su mano hacía el circulo y entonces comenzó.

"Espada que trae la destrucción

Escucha mi llamado

Vuelve de las profundidades

Y desenfunda tu espada nuevamente

Yo como tú maestro

Y tú como mi súbdito

Yo, la sombra que te concederá el deseo absoluto

Graham Crowler

Y tú, la espada que me entregara la victoria

Saber"

Una luz enceguecedora se hizo presente, una luz que solo podía ser creada por un fenómeno sobrenatural. Un resplandor, que aunque fuera por un solo segundo, tenía el poder de convertir la noche en día. Y que al apagarse rebelaba a una nueva figura que había aparecido exactamente en medio del círculo de sangre.

El ritual de Graham había sido exitoso, allí parado frente a él se encontraba una figura de un metro setenta, cubierta con una armadura plateada de pies a cabeza. Su armadura tenía claros diseños medievales y en sus maños, con la punta apoyándose en el suelo, una espada larga. El hombre con armadura miro a la persona que lo había invocado y entonces, con una voz que pareciese haber sido distorsionada con alguna clase de artefacto moderno, comenzó a hablar.

—He de suponer que fue usted quien me llamo aquí—

El hombre dentro de la armadura no podía ver los ojos de Graham, puesto que estos estaban ocultos tras su sombrero, pero pudo ver la enorme sonrisa que se dibuja en su rostro claramente.

—Así es, Saber. Ahora que toda esta completo será mejor irnos. La guerra ya ha empezado—

Día 02 11:39 PM

Un joven caminaba tranquilamente en medio de la noche observando las casas de diseño occidental que lo rodeaban.

Aquel joven de complexión atlética no debería tener más de 18 años y debía medir un poco menos de un metro setenta. Tenía el cabello corto de un fuerte tono negro y unos ojos azulados que iban examinando una por una las casas de diseño occidental. Vestía un desgastado pantalón de mezclilla azul junto con una camiseta negra, sobre esta llevaba una chaqueta deportiva blanca, con ambas mangas arremangadas hasta la altura de sus codos. Sus manos, las cuales se encontraban en los bolsillos de sus pantalones, se encontraban completamente vendadas hasta un poco más arriba de sus antebrazos cerca de los codos. Colgado de su hombro derecho llevaba un bolso deportivo azul y colgado en su hombro izquierdo, por medio de una correa, una funda negra hecha de tela que guardaba lo que parecía algún objeto largo y delgado.

El chico caminaría hasta llegar a la puerta de en gran construcción occidental, que más que a una casa, se asemejaba mas a una mansión.

(No hay duda, este es)

Entonces llevo su mano a uno de los bolsillos de su chaqueta, de la cual extrajo una pequeña y oxidada llave, con la cual abriría las puertas de la mansión Tohsaka.

Anteriormente aquella mansión, había albergado a una las familias más grandes e influyentes dentro del mundo de la magia, los Tohsaka. Pero ahora se encontraba abandonada. Las áreas verdes alrededor de esta, crecían de manera irregular, los muros que en otra época desbordaban clase y elegancia, ahora se encontraban completamente opacos con restos de pintura cayéndose a pedazos.

El interior no se encontraba demasiado diferente del exterior. Una clara señal de abandono y todo cubierto de una fina capa de polvo.

El chico dejo su bolso deportivo en la entrada de la mansión y luego procedió a adentrarse en esta. Pasó por la sala de estar y siguió avanzando hasta llegar hasta una pequeña puerta de madera. Él estiro su mano para abrirla pero esta se encontraba cerrada.

(Le prometí que no rompería nada pero supongo que no hay de otra)

Entonces de su mano, la cual todavía se encontraba en la manilla de la puerta, surgieron pequeñas chispas de un color azul eléctrico que se dirigieron a la vieja puerta de madera.

CRACk

El pestillo de la puerta se destrabo y entonces, esta se abrió dejando ver un sin número de escalaras que bajaban.

El chico bajo rápidamente por estas hasta llegar al sótano.

Era una habitación de aproximadamente 10 metros cuadrados, parecía alguna especie de laboratorio. Habían numerosos estante llenos de libros, varios objetos extraños dispuestos en mesas pegadas a las paredes, documentos esparcidos por doquier, hojas de cálculo acumuladas y minúsculos fragmentos de cristal que cubrían casi todo el piso.

Él no le prestó atención a ninguna de las cosas que lo rodeaban, simplemente se dirigió al centro de la habitación la cual estaba extrañamente vacía en comparación con el resto.

Había llegado al lugar que buscaba, todos los elementos estaban allí, él solo debía reunirlos y ponerlos en marcha.

Se agacho, y apoyo su mano derecha contra el suelo mientras cerraba los ojos. Y se dispuso a dibujar mentalmente el complejo círculo de invocación.

Estaba listo, ahora solo debía materializarlo.

Nuevamente chispas azules surgieron de su brazo, solo que esta vez en una cantidad mucho mayor. Aquellas chispas se dirigieron hacia el suelo y comenzaron a romperlo, creando lo que parecían pequeñas zanjas que poco a poco le daban forma al círculo. Aquel proceso tomo cerca de 5 segundos pero ya estaba listo.

Entonces ya habiendo terminado el círculo, el chico se levanto y se dirigió a uno de los estantes de la pared, de allí saco dos objetos, una fina y pequeña caja de madera y una botella con un líquido de color plateado.

El abrió la botella y vertió el contenido de esta en las zanjas que había creado anteriormente. El mercurio comenzó lentamente a llenar todos los espacios, el cuerpo del ritual estaba completo.

Seguido de eso, el chico dirigió si atención a la caja de madera, dentro de esta se hallaban un total de 10 gemas de un color rojo sangre. El tomo las primeras 6 y las puso en sus bolsillos, luego tomo las 4 restantes y las alineo con el círculo. Norte, sur, este, oeste, los cuatro puntos cardinales, la representación del equilibrio y el poder. La sangre del ritual estaba lista.

Ya solo faltaba un elemento, el núcleo, el catalizador, el corazón del ritual.

El chico, entonces, tomo la funda de tela que aun colgaba de su hombro y procedió a extraer de ella una espada japonesa, una katana. Retiro la vaina de la espada rápidamente y procedió a clavar esta ultima en el centro del circulo.

Estaba listo. Él retrocedía mientras retiraba los vendajes de su mano izquierda, dejando entre ver un solo sello de comando, Una sola línea que corría desde el inicio de su dedo medio hasta la muñeca.

(A estas alturas ya todos deben de haber invocado un Servant, entonces no debería de tener problemas en escoger la clase que quiera)

Levanto su mano hacia el círculo y entonces comenzó

"Estrellas del firmamento

Aquellas que graban la historia de la humanidad

Les pido que me presten su fuerza

Prestadme

A la espada más poderosa

Aquella que aniquile a todas las sombra

Y que traiga la victoria

Espíritu de las leyendas

Te lo pido humildemente

Por favor préstame tu fuerza

Saber"

Un resplandor dorado se hizo presente.

Allí, en el centro del círculo se encontraba una chica rubia, con una cara de facciones finas y elegantes, junto a unos ojos de un verde intenso que reflejaban una determinación inigualable. Vestía una armadura plateada, que cubría su pecho, torso, brazos y piernas, sobre un vestido azul.

—Servant, Saber. ¿Tú eres mi Máster?—

El chico esbozo una pequeña sonrisa mientras extendía su mano izquierda hacia ella.

—Así es. Trabajaremos juntos desde ahora, Saber—

Día 03 00:01 AM

Prologo

Los dos "saber"