AVISO: Clasificado M por una razón.


SIETE LETRAS

La petite mort. Le llaman la pequeña muerte porque durante unos segundos (unos segundos eternos), el riego sanguíneo deja de llegar a tu cerebro, a la vez que hiperventilas, y por tanto, colapsas. Inevitablemente… Pierdes la consciencia, te desmayas, y es como si por un instante, un efímero instante, murieras y volvieras a nacer, solo que esta vez, exhausta y cubierta en sudor.

Y la buscas… Buscas de nuevo esta pequeña muerte, poderosa, impetuosa y que derrumba muros. Buscas esa marea que crece y crece en lo más profundo de ti, que te ahoga y te sublima, hasta que, justo cuando crees que no puedes soportarlo más y que te vas a morir de anhelo, finalmente se desborda, arrollándote, naciendo y subiendo desde lo más hondo de ti y explotando en estrellas detrás de tus ojos. Entonces mueres. Tiemblas, te estremeces y mueres… Y es la tuya una muerte tan dulce que sabes que te pasarás la vida muriendo una y otra vez, porque él es hambre y olvido, fuego y ternura, pero sobre todo, porque su boca es tu boca, su piel es tu piel.

Querrás más, y más, y más…

Querrás morir eternamente entre sus brazos.