Buenas a todos. Este es mi primer fic, tenía muchas ganas de escribirlo. Espero que os guste a todos/as. Con el instituto y demás puede que tarde en escribir mas capítulos pero juró que lo seguiré. En primer lugar, estos hechos son lo típicos de iniciación, iré haciendo mas acción a partir de ahora. También si veis algun personaje de Majoras Mask como Mikau o algo asi no os alarmeis, es que necesito personajes para situaciones, asi que usare de otros Zeldas. Y ahora voy a agradecer a todas las personas que me inspiraron y animaron a crear esta historia: Zelink4ev3r, Zilia K, Magua, phunky, Miystery-thief, hylianlover, Vanekairi, Aressia, Chica Joker, Dialivri, P.Y.Z.K, arual17, Yuna-Tidus-Love, Shimmy-Tsu. Y en muy en especial, le agradezco todo a mi mejor amigo Ginkgo, por haber compartido conmigo mi su aficion a Zelda y haberme dado mucho apoyo, sobre todo en momentos de soledad, como te lo agradezco amigo. Espero que os guste a todos, y recordad que es mi primera historia, si teneis quejas hacedme el favor de criticar suavemente, no os paseis eh? ¬¬, jajajaja, es broma, muchas gracias a todos. Como no quiero estropear los capis con ese rollo, lo digo ahora: Los personajes y todo lo demas no me pertenecen, son de NintendoLos sitios nuevos o no conocidos son mios. Es que asi me lo ahorro de ponerlo en todos los capis, jejeje. Ahora, ¡Que comience la leyenda!
Capitulo 1: El reencuentro tras la guerra.
El sol iluminaba, el viento mecía los árboles, todo estaba en calma. El Lago de Hylia estaba muy tranquilo y se respiraba tranquilidad. En uno de los árboles estaba un muchacho de 17 años, con ropas verdes, espada y escudo, tumbado en una de sus ramas. Tranquilo, dormía profundamente, hasta que…
-Link, despierta –llegaba una voz del exterior, pero el chico no se movió.
-¡LINK! –gritó más fuerte la voz. -¡DESPIERTA DE UNA VEZ, MALDITO GANDUL!
-¡AHHHH! –Link perdió el equilibrio sobre la rama por el susto, se cayó, y se estampo contra el suelo. –Ay, como duele –gimió.
-Eres un vago y un dormilón.
-Déjame, Navi. Por cierto… ¿SE PUEDE SABER PARA QUE ME LLAMAS ASI DE GOLPE, HADA ESTÚPIDA? –gritó el chico.
-El profesor quiere verte, y no me llames hada estúpida. –gruño Navi.
Link se puso en marcha hacia el laboratorio del profesor. Su amiga siempre le había estado molestando, sin embargo, le tenía mucho aprecio. Había sido un hada fiel, que desde el comienzo de su aventura lo ha acompañado y apoyado, aunque solían discutir con frecuencia por tonterías. Pero Link la quería, y apreciaba su ayuda, aunque era una cascarrabias. El profesor al que se refería Navi era el viejo que vivía en un supuesto laboratorio en el Lago de Hylia. Se hicieron amigos hace tiempo, y estos días de descanso Link decidió pasar un tiempo en casa del profesor. Navi siguió a Link por el camino hasta la casa.
-Más le vale al viejo que no me quiera usar para otro de sus experimentos –dijo el muchacho.
-Espero que no, porque llevas aquí una semana y ya te ha utilizado para setenta y tres proyectos, y todos acabaron en fracaso –respondió Navi.
- No me lo recuerdes…
Al llegar, vio al profesor con sus experimentos y enredos químicos. Link ya se esperaba lo peor, pero el viejo le sonrió felizmente cuando llegó el chaval.
-Link, tengo buenas noticias –dijo el profesor.
-Déjame adivinar, ¿Has inventado un tónico rejuvenecedor? ¿O has fracasado con otro de tus inventos?
-¿Por qué lo dices? –dijo el anciano intrigado.
-Porque estoy viendo una parte del laboratorio destrozada.
-Bueno, jejeje… Da igual, es otra cosa lo que te quiero decir.
-¿El que? –preguntó Link.
-Acabo de recibir un correo postal de la princesa Zelda.
-¿De Zelda? ¿En serio?
-Sí, hombre, ¿de quién va a ser si no?
-¿Y que dice? –interrogó Link, ya más calmado por la sorpresa.
-Dice:
Querido Link:
"He estado muy ocupada en la reconstrucción de Hyrule, sobre todo ahora que no está mi padre. Además, tuve que arreglar varios asuntos políticos y demás cosas. Sin embargo, encontré tiempo para investigar acerca de algo que me dijo Impa, y he descubierto una cosa muy interesante, seguro que te gustará verla por tus propios ojos. Espero que hayas disfrutado de tus vacaciones, porque tengo que pedirte que vuelvas al castillo. Entre muchos hylianos, gorons, zoras, kokiris y demás razas, hemos conseguido restaurar el castillo y la Ciudadela de Hyrule. Espero que vengas pronto para ayudarnos."
Nos vemos: Zelda.
Link esperó a que el profesor terminara de leer, y luego se enfundó la espada y el escudo lo más rápido posible.
-¡Me voy a la Ciudadela, profesor! –gritó el muchacho, listo para salir corriendo.
-Hasta pronto Link, cuídate. –dijo el anciano.
-Vamos, Navi.
-¡Sí! –estalló el hada en felicidad.
Al salir del laboratorio, Link sacó la Ocarina del Tiempo, y tocó la Canción de Epona. En seguida se oyó el galope de la yegua, que llegó corriendo a la llamada de su amo. Link montó de golpe, y salió a toda velocidad. Al fin podría volver a ver a Zelda, llevaban días sin verse. Mas bien, desde que Link derrotó a Ganon, el Rey del Mal. El muchacho aceleró, pero no dejo de contemplar la belleza de la Llanura. Por muy mala que hubiera sido esa época, Link tuvo que recorrerla para ir a muchos sitios, y nunca había dejado de relajarle, pues era un clima muy agradable y fresco. Pero ahora, que estaban en tiempos de paz, uno se podía detener y respirar su atmósfera de tranquilidad. Ya había pasado el Rancho Lon Lon. La Ciudadela se vislumbraba un poco más adelante. A su derecha, contempló desde lejos la entrada al Bosque Kokiri. Al lado de la Ciudadela estaba la imponente Montaña de la Muerte, el hogar de los Gorons. Al pie de la Montaña se podía admirar a Kakariko, un pueblo de hylianos, tranquilo y relajado. Más a la derecha, la entrada a los Dominios Zora. Y por ultimo, a la izquierda de toda la Llanura, el Desierto Gerudo. Pero Link sabía que aún le faltaban muchos sitios por descubrir y explorar, y eso le emocionaba. Pero ahora debía concentrarse en su misión. De repente sintió una presencia a su lado. Se giró y lo esquivó justo a tiempo. Eran cuervos feroces, pero no normales, pues había algo extraño en su mirada. Link descabalgo y desenvaino su espada.
-Vamos, venid a por mí –gritó el joven.
Los cuervos, que eran tres, se lanzaron a por el con todas sus fuerzas, pero el chico fue más rápido. Abatió a uno de un golpe, y los otros dos atacaron de nuevo. Link sacó el escudo a tiempo para parar el picotazo mortal del primero, que se quedo aturdido al impactar contra el acero. El segundo, y el último que quedaba en pie (o mejor dicho, volando), miró con furia al joven, y este aprovecho para sacar su Lanzaganchos y acabar con el. En cuanto al que se chocó contra el escudo, desapareció sin dejar rastro. "Esos cuervos no eran simples animales salvajes, estoy seguro" pensó. Entonces, mientras el muchacho volvía a galopar por la Llanura de Hyrule, recordó todos los hechos pasados de su aventura:
Link había sido un chico kokiri de 10 años, una raza que siempre tenían aspecto de niños, nunca crecían. Vivían en el Bosque kokiri, protegido por el Gran Árbol Deku. Link, a diferencia de todos los demás kokiris, no tenía hada propia, lo que era un caso muy misterioso. Un día, un demonio maligno entró en el Gran Árbol Deku para arrebatarle un objeto mágico, la Esmeralda Kokiri. El Árbol pidió a un hada llamada Navi que buscara a un chico sin hada y lo trajera ante el. Al llegar Link, el Gran Árbol Deku le dijo a Link que derrotara a ese demonio, Gohma. Al final, el chico le venció, pero el Árbol Deku se estaba muriendo más y más. Sin embargo, antes hizo dos cosas. Primero, le encomendó a Link la tarea de salvar a Hyrule, y le contó la historia sobre la creación de Hyrule y la Trifuerza:
"Hace mucho tiempo, antes de que existiera la vida, tres grandes diosas descendieron sobre la caótica tierra de Hyrule: Din, la diosa del poder, Nayru, la diosa de la sabiduría y Farore, la diosa del valor. Din, con sus brazos ardientes, cultivó la tierra para crear el mundo. Nayru esparció su sabiduría sobre la tierra para dar el espíritu de la ley al mundo. El gran coraje de Farore creó todas las formas de vida que vivirían en esa tierra y estarían bajo esas leyes. Entonces, las tres diosas regresaron a los cielos, dejando como legado la Trifuerza. Se dice que quién consiga llegar hasta la Trifuerza, se le concederá un deseo del corazón. Si el alma es pura, Hyrule se convertirá en una tierra hermosa y rebosante de paz. Pero si el alma es oscura, Hyrule caerá en las más profundas tinieblas y será dominada por el mal. Se dice que la Trifuerza está oculta en un lugar llamado Tierra Sagrada. Para acceder allí, se tiene que tener las tres piedras espirituales, la Esmeralda Kokiri, el Rubí Goron y el Zafiro Zora, y la Ocarina del Tiempo, tesoro sagrado de la familia real de Hyrule."
Segundo, le hizo entrega de la Esmeralda Kokiri. Le ordenó que fuera a la Ciudadela y encontrara a la Princesa elegida por los dioses. También le dijo a Navi que acompañara a Link. Una vez allí, encontró a la princesa Zelda, e hicieron la promesa de proteger la Trifuerza de manos de un falso aliado del rey, Ganondorf. Link partió en busca de las otras dos piedras espirituales, el Rubí Goron y el Zafiro Zora. Una vez que las consiguió, regresó al castillo, pero Ganon había matado al rey, y estaba atacando la Ciudadela. Zelda y su niñera Impa escaparon por poco, pero Link no pudo seguirlas. Sin embargo, Zelda le tiró a Link la Ocarina del Tiempo. El chico fue al Templo del Tiempo, y allí, colocó las piedras espirituales y tocó la canción del tiempo. Así accedió a la Tierra Sagrada, en donde estaba la Espada Maestra. Pero al sacarla del pedestal, su alma se quedó sellada durante siete años. Cuando despertó, era todo un hombre de diecisiete años. Conoció a Rauru, el sabio de la luz, que le dijo a Link que tenía que encontrar y despertar a los otros cinco sabios. El héroe tuvo que viajar por todo Hyrule. No fue tarea fácil, pero al menos Navi le acompañaba y le ayudaba. Al final, después de muchos esfuerzos, el muchacho consiguió despertar a los sabios. Una vez con su poder, Link se enfrentó a Ganondorf, que tenía prisionera a Zelda, y le venció. Después de eso, todo volvió a la tranquilidad. Al menos, de momento.
-Link, ya casi estamos –dijo Navi emocionada.
Era cierto. Tan asombrosa como siempre, la Ciudadela de Hyrule se imponía ante ellos con recuperada belleza. Link se bajó de Epona y salió corriendo tras saludar al guardia del puente. La plaza estaba llena de gente, los niños jugaban, los adultos compraban o charlaban, y los tenderos animaban a que se acercasen a ver sus productos. Todo estaba en orden. "Como me alegro" –pensó Link. Ya casi había llegado al castillo, hermoso y enorme, como estaba antes de que Ganon lo destruyera todo. Bueno, pero eso ya paso. Mientras corría, a Link no paraban de agradecerle salvar Hyrule, o de llamarle Héroe del Tiempo. Un nombre que al muchacho le gustaba. Al final, entró en el castillo mientras llamaba a gritos a Zelda y a Impa.
-¡Zelda!, ¡Impa!, ¿Dónde estáis? –llamaba el chico.
-¡LINK! –una voz le llamó desde detrás. Link se volvió para ver quién era.
La voz era de Zelda. El chico se quedó asombrado al verla. Tenía un precioso vestido rosa, con una pequeña chaqueta de cuero fucsia en la parte superior, botas de cuero marrones y el pelo suelto. La verdad, le había crecido bastante, aunque seguía con ese rubio tan intenso. Sus ojos azules brillaban al reflejar la luz del sol que traspasaba a través de las ventanas. El joven se alegraba de que su amiga no portara joyas, estaba mejor así, estilo natural. Sin embargo, parecía de mal humor.
-Zelda, como me alegro de vert…-el muchacho se calló, pues Zelda se le había acercado con el rostro enfado.
-¿Cómo te atreves? Link, este es un lugar sagrado, no puedes ir dando voces por ahí a lo como quiera. Un poco de respeto, que ya eres un hombre, pero te comportas como un crío –Y se volteó con brazos cruzados.
Link estaba perplejo ante la actitud de su amiga. Después de todo lo que había sacrificado por ella, y ahora le recibía así. Pero, antes de que pudiera decir nada, ella giro la cabeza, le sonrió, y se lanzó a abrazarle.
-Es broma tonto, ¿Cómo te has creído esa broma? Que inocente eres, Link. –dijo riéndose. El chico tardó un momento en asimilarlo, y luego acabo sonriendo.
-Ya te vale, princesa, me has asustado, eso no se hace. –replico el muchacho.
-Es que me apetecía tomarte el pelo –dijo Zelda. Se separó de el y miró al hada con una sonrisa. –Hola Navi, me alegro de volver a verte.
-Yo también de verte a ti, Zelda –respondió el hada.
Link y Zelda fueron al patio del castillo y allí hablaron de lo que habían echo desde la derrota de Ganon hasta ahora:
-¿Cuenta, princesa, que has estado haciendo? –dijo el joven.
-Link, por favor, no me llames princesa, me hace sentir diferente –explicó la muchacha seria.
-Lo siento Princ… Zelda –se corrigió a tiempo al ver la cara enfadada de la chica. –Si era broma, perdona. –se excusó el joven.
La muchacha pronto le volvió a sonreír, que, por cierto, era una sonrisa que dejaría petrificado a cualquiera.
-No pasa nada. Verás, la verdad es que añoraba un poco de compañía amistosa. He tenido que tratar con muchos temas desde la última vez que te vi y me he sentido un poco sola. Impa apenas ha podido estar conmigo y me aburría mucho –explicó. Link la escuchaba con atención, y se apenaba por no haber podido pasar un poco de tiempo con ella hasta ahora. –Pero eso da igual, ya estás aquí, e Impa volverá pronto, así que todo está bien. Respecto a lo que he hecho estos días, pues eso, tratar asuntos de política, reconstruir el castillo y la Ciudadela… En fin, nada emocionante. ¿Y tú? Cuéntame. –terminó la princesa, deseosa de que el chico le contara algo con lo que distraerse.
El joven guerrero empezó a relatarle lo que había echo, sus visitas por los distintos lugares de Hyrule, reencuentros con viejos conocidos, y exploraciones de nuevos territorios, como el Bosque de Farone o Ordon, un pueblecito muy tranquilo, parecido a Kakariko. También le hablo de las fogatas que hacían por la noche el y Navi, aunque solo dos no era muy divertido: "Algún día vendrás con nosotros princesa, te lo pasaras muy bien" le dijo el joven. Link siguió contando más cosas de su travesía, aunque no fue mucho el tiempo que estuvieron separados, le había dado tiempo hacer mucho, al contrario que ella. A la joven no se le pasó desapercibida como la había llamado su amigo hace un momento, pero sabía que lo decía en tono cariñoso, así que no le replico nada. Navi decidió intervenir en la conversación y siguió contando el relato de Link, ya que el pobre se había quedado sin saliva después de tanto hablar. Al terminar el hada, Zelda estaba con la boca abierta. El muchacho recorriéndose el reino en busca de aventuras y ella atrapada en un castillo hablando de temas que no le interesaban para nada, lo que era la política de cómo reconstruir el reino a base de esto, de lo otro,... En fin, la chica estaba agotada, descansaba poco y se aburría mucho, en una reunión casi se duerme, si no llega a ser por Impa que la despertó a tiempo, se podrían haber llevado una mala impresión de ella como futura soberana del reino. Lo que más le molestaba a la princesa era el Primer Ministro, Glucius. Tenía razones para odiarlo, el hombre siempre intentaba sacarle fallos a las explicaciones de Zelda sobre el reino, y afirmaba que ella no estaba preparada para manejar Hyrule, pero el resto de la Asamblea no coincidía con el, ya que era la única descendiente de la Familia Real de Hyrule. En las reuniones no solo participaban el Primer Ministro y políticos de Hyrule, sino también alcaldes de Termina, Labrynna, Holodrum… Link, al escuchar los ataques de Glucius sobre Zelda y sus mentiras acerca de su mala soberanía, se enfadó muchísimo, pensando que como ese hombre volviera a hacerle algo a su amiga, lo pagaría caro. Después de terminar este tema, ambos jóvenes decidieron dejar de ponerse serios, se recostaron a la sombra de un árbol, y siguieron charlando de sus cosas alegremente. Estaban tan sumidos en su conversación que no oyeron que alguien se les acercaba, el joven guerrero apenas pudo distinguir su silueta debido a los rayos de sol, pero cuando supo quién era le dio un ataque de alegría interior.
-¡Impa!
-Buenas, me alegro de que no te hayas olvidado de mi, Joven Héroe –le saludó la sheikah. Llevaba su habitual traje/armadura sheikah, el pelo blanco como la nieve, y sus ojos rojos, que parecían quemar a todo el que mirara. Por eso cuando Impa se ponía estricta, lo mejor era no contradecirla, o te fulminaba con la mirada. En ese sentido, la niñera seguía tan fría y distante como siempre, solo que una sonrisa asomaba su rostro por volver a ver al joven Link, pues había contribuido mucho a este reino, y se lo agradecía eternamente.
- Jajaja, y eso que tengo muy mala memoria.
- Bueno princesa, solo quiero que sepa que mañana por la mañana saldremos a lo que usted ya sabe, nos vemos en la cena, Link tu también te puedes quedar a cenar, me retiro –y se fue por donde vino.
- No me lo puedo creer, ¿te vas otra vez? –inquirió el joven a su amiga.
Ella bajo la cabeza un poco avergonzada
- Lo siento Link, pero ya te dije que tenía un asunto pendiente, es sobre lo que te comente en la carta, pero prefiero que lo veas tú antes de que te lo explique, más que nada porque no lo entenderías.
- ¿Tan complicado es?
- No es que sea complicado, es que tu eres un poco lento de mente –y la joven echó a reír.
- ¿A si? Repite eso princesita
- Lento, lento –y le sacó la lengua y echó a correr.
- Verás cuando te pille –dijo Link decidido a perseguirla mientras sonreía. Desde todo el castillo se podía escuchar las risas de los dos jóvenes que jugaban como críos entre ellos. Los sirvientes estaban muy felices de que la princesa Zelda volviera a reír y a divertirse, y también del regreso del joven héroe. "Infantiles" pensó Impa cuando los vio correr por el jardín uno detrás de otro, sin embargo Link era mucho mas rápido que Zelda, así que siempre estaba a punto de pillarla, pero ella era mas ágil, por lo que lo esquivaba con facilidad. Después de casi toda la tarde corriendo y escondiéndose, acabaron agotados.
- ¿Qué te parece si…. descansamos… un poco? –preguntó Link jadeante.
Zelda estaba demasiado cansada para hablar, así que solo afirmó con la cabeza. Los dos se metieron al castillo y fueron al tejado del castillo, en una zona plana, no sin antes pasarse por la cocina y coger algunas cosas para comer y un mantel, con el que se hicieron un pequeño picnic. Estaba atardeciendo y las vistas desde el enorme castillo eran estupendas, el viento ondeaba suavemente dando un toque relajante y tranquilo al paisaje. Link estaba muy pensativo en ese momento, no sabía aún porque se iba Zelda mañana, ni tampoco cuando volvería. Bajó la cabeza apenado, esperaba poder pasar un tiempo con su mejor amiga, aunque sonara un poco egoísta, el había salvado Hyrule, merecía un pequeño premio, y estar con ella no era mucho pedir en su opinión. "No, no, no, Link déjate de tonterías, ella dice que es importante y yo debo respetar su opinión, esperare a que vuelva, aunque sigo sin saber cuando lo hará" pensó el chico confuso.
¿Um, Zelda?
La joven le miró curiosa por saber que quería decirle.
-Esto, no te lo tomes a presión ni nada, pero, ¿cuándo vas a volver de tu viaje con Impa? –De repente la princesa se echó a reír.
- Link, aun no me he ido, ¿y ya estas preguntándome cuando volveré? –dijo sonriente la muchacha. El bajo la cabeza avergonzado, no esperaba esa respuesta, pero la chica continuó hablando. – Pues creó que serán tres días, uno de ida, otro de vuelta, y otro para hacer lo que tengo que hacer allí.
El joven suspiró aliviado, tres días no eran mucho, podría aguantar, tal vez iría a Ordon en ese tiempo, pero de repente se acordó de algo que le hizo cambiar de idea.
¿Qué te pasa Link? Estas muy pálido de repente –inquirió la muchacha preocupada.
Tranquila, no es nada, es solo que estaba pensando en ir a Ordon de visita cuando te vayas, pero es que, bueno, mejor no lo hago.
¿Por qué? Según lo que me has dicho, todos te tienen mucho aprecio allí, es una buena idea ir a verles, ¿Cómo es que no quieres ir?
"Ella" –dijo simplemente el joven.
¿Ella? ¿A quién te refieres?
Illia… -susurró bajito Link a Zelda.
¿Quién es, tu novia? –preguntó la princesa como si nada.
¡NI EN BROMA! –exclamó Link sonrojado de furia. Pero esa reacción asustó un poco a Zelda haciendo que retrocediera un poco. Link se arrepintió de su comportamiento y se disculpo. – Veras, ella es…, como decirlo, es una chica de Ordon hija del alcalde Bo, tiene mi misma edad y desde el primer día que me vio allí no dejaba de seguirme. Pensé que le había caído muy bien, pero me equivoqué, porque una noche en la que nos reunimos los habitantes de Ordon para su cena mensual en grupo, ella me llevó hasta un sitió apartado de la gente y se abalanzó hacía mi gritando que me quería y que la besara, por suerte me deshice de su agarre y noté que estaba borracha, así que la sujeté fuertemente y la lleve con el alcalde para que la dejara en su casa. A partir de ese día pensé que por culpa de la borrachera me dijo todas esas cosas, pero me equivoque de nuevo, por que a partir de ahí fue mucho mas directa, siempre tentándome a sus "juegos", claro que yo salía corriendo de allí. Al final, harto de su continuo acoso, me fui de allí, y si no te lo crees que te lo diga Navi – terminó Link.
Y como no, la princesa se echó a reír con ganas. –Parece que tienes una fan, héroe. –y siguió riéndose.
"Al menos podrías estar un poquito celosa" –pensó el joven simulando enfado.
Se quedaron un buen rato callados mirando la puesta de sol de Hyrule, el cielo se volvía anaranjado y el sol rojizo, desde el horizonte se veía aun su silueta desapareciendo. En ese momento Zelda habló:
- Link, muchas gracias, de verdad, hacía muchísimo tiempo que no me lo pasaba tan bien, por un día, solo por uno, he podido olvidarme de todo lo ocurrido últimamente y relajarme, gracias –le sonrió la joven al muchacho.
El no sabía que decir, su amiga le había cogido por sorpresa, así que se rascó la nuca nervioso y susurró un: "de nada"
Y justo cuando el ambiente no podía ser más tranquilo…
- ¡Ey, los encontré! Disculpad que interrumpa su escenita romántica, pero ya me habíais dejado muy sola toda la tarde –exclamó una pequeña voz chillona. Navi ya estaba revoloteando alrededor de los dos jóvenes.
- Navi, no molestes, aquí estábamos muy tranquilos –dijo el chico molesto.
¿Ah si? –dijo el hada picarona, le encantaba molestar a Link, y sabía perfectamente como hacerlo. –Ey, watch out, listen, listen, listen, listen, listen…
- ¡Navi, cállate ya! –exclamó el joven enfadado mientras intentaba atraparla, claro que ella era muy rápida volando y siempre le esquivaba, mientras, Zelda veía la escena divertida.
La noche había llegado, Zelda estaba preparada para la cena, aunque comió en el picnic aun estaba hambrienta. De camino al comedor pensó en su nueva misión con Impa, no es que fuera algo ordenado por alguien, pero igualmente tenía mucha importancia, si salía bien entonces el podría volver…
- ¡Zelda! –la nombrada se giró para ver a su amigo corriendo hacia ella.
La verdad es que no se había preocupado mucho por la vestimenta, ya que iba con sus normales ropas de Kokiri.
- Esto, Link… ¿Por qué nunca te cambias de ropa? ¿Es que esas no se te ensucian?
- Ah, ¿prefieres que me ponga el traje rojo Goron? ¿O prefieres el azul Zora? –preguntó inocentemente el chico.
- ….da igual, quédate así. Dime, ¿Dónde esta Navi?
- Ahora que lo dices, pues no tengo ni idea, solo recuerdo que salió volando a toda velocidad en cuanto le dije que íbamos a cenar en el castillo y… oh, no… -el chico se aterró de golpe.
- Link, ¿Qué pasa?
- Acabo de acordarme de que últimamente Navi no a podido comer mucho, y con los manjares que suelen hacer en los castillos, pues…
Los jóvenes se miraron aterrados y salieron corriendo dirección a la cocina. Y al llegar…
- Me lo…
- …temía –termino su amiga.
¡La cocina estaba echa un desastre! Y la responsable parecía ser un hada azul que revoloteaba de comida en comida devorando cachos de ellas. Los cocineros intentaban atraparla, pero era demasiado escurridiza.
- Comida, comida… -repetía el hada mientras comía.
- ¡Socorro, es un monstruo! –gritaban los cocineros desesperados.
-… ¿y ahora que hacemos Link?
- Tú déjame a mí –dijo el muchacho con aire decidido. Dio un par de pasos, cogió aire, y…: ¡NAAAAVIIIIIIIIII, ESTATE QUIETA DE UNA VEZ, MALDITA HADA GLOTONA Y MALEDUCADA!
Todos en la cocina se sobresaltaron al oír los gritos del chico, hasta la propia Zelda, pero alguien no lo escuchó y siguió a lo suyo, Navi.
… Pues no hay nada que hacer, vámonos Zelda
¿Cómo que nos vayamos? –contesto la chica un poco enfadada
Ah, tienes razón. –se volteó. –Cocineros, deberían ir a otro sitio a hacer la comida, aquí creo que no se va a poder.
Por suerte, el castillo tenía dos cocinas, así que se fueron allí. El único problema es que los pobres tendrían que empezar de cero a hacer la comida.
Tranquilos, no hay prisa, tómense su tiempo para hacerlo todo –les calmó Zelda y ellos asintieron y se fueron a preparar la comida. – En fin, pues a esperar.
Lo siento Zelda, no debí dejar suelta a Navi –se disculpo su amigo.
No te preocupes Link, no es culpa tuya, deja que Navi se quede llena, así al menos no nos destrozara nuestra cena.
Jeje, tienes razón. ¿Y que hacemos mientras?
Sorpréndeme. –le sonrió la chica.
Mmmm –dijo pensativo. - ¿Cuánto tardaran los cocineros en terminar la cena?
A este paso, al menos hora y media, creo. ¿Por qué lo preguntas?
Sígueme. –le respondió el joven con sonrisa pícara.
Zelda obedeció y siguió a Link. Para no perder tiempo, salieron corriendo, atravesando el castillo y saliendo de el, allí Link llamó a Epona y los dos se montaron en ella. El chico le indicó a su yegua que tenían prisa y le susurro una cosa. Ella salió a todo galope de la Ciudadela y puso rumbo a la Montaña de la Muerte. Zelda no hizo preguntas de adonde iban, así que se dejo llevar.
- Esto es, es, ¡IMPRESIONANTE! –exclamó Zelda a mas no poder.
Después de ascender un poco la Montaña de la Muerte se habían bajado de Epona y caminaron por un sendero estrecho, que daba a otro que ascendía. Al final de todo el camino había un pequeño saliente rocoso son varios árboles alrededor y hasta un riachuelo. Era como un mirador. Estaba casi en la punta de la montaña, por lo que se veía casi todo Hyrule, al menos la parte de tierra, el océano se divisaba muy a lo lejos, pero muy poquito. Sin embargo no eran las enormes vistas nocturnas lo que dejó con la boca abierta a la joven, sino su enorme cielo estrellado. En un sitio como ese en el que no había nada de luz se veían perfectas, era como un mar de estrellas.
- ¿Te gusta? Cuando vine aquí a por el sabio Darunia encontré este lugar, por las noches se esta muy bien, sobre todo cuando no esta Navi molestando.
Zelda se rió con el y luego se tumbó a su lado en el suelo, era blandito, a diferencia de el terreno rocoso y duro de la montaña. No tardo en darse cuenta de que era césped, solo que no se veía muy bien por la oscuridad. La joven se puso a pensar, que bonito había sido ese día. Volver a reencontrarse con su mejor amigo y salvador, poder divertirse y olvidarse de todo, y como último placer un bonito espectáculo nocturno relajante. Mañana tendría que partir a tierras lejanas con Impa, pero cuando volvieran, Link se iba a llevar una buena sorpresa, si es que les salía bien el plan, claro esta. Dejó de pensar en esas cosas cuando el suave viento de la noche les llegó, haciendo que se le movieran algunos mechones de sus flequillos.
- Zelda, debemos irnos ya, si no en el castillo se preocuparán –le despertó el chico de si estado de tranquilidad.
- Aguafiestas –le reprochó Zelda con mala cara.
- Ja, anda no me hagas pucheros y vámonos
- Ya voy, pero prométeme algo.
- ¿El que?
- Que volveremos aquí alguna vez.
- Por supuesto, incluso si quieres nos traemos unas mantas y comida y cenamos y dormimos aquí, pero en otra ocasión, porque no se tu, pero yo me muero de hambre.
- Eres muy glotón.
- Aguafiestas, glotón, ¿es que hoy es el día de meterse conmigo o que?
- Es broma tonto, venga vámonos –dijo la chica y empezó a caminar para salir de allí.
- Y ahora encima tonto, tu si que te superas en ofensas Zelda.
- Como sigas así pasare a usar la fuerza física –le respondió la joven con aire siniestro. En un visto y no visto, Link estaba corriendo a toda velocidad bajando la montaña asustado. – Será un héroe, pero sigue siendo un hombre y a esos si que se manejarlos –sonrió y siguió a su amigo.
Al llegar al castillo ya estaba la cena lista. Link no perdió tiempo y se puso a comer. "¿Comer? Querrá decir devorar" pensó Zelda. Y es que en lo que es comer, Link era aun peor que Navi (si eso se podía). Al terminar ambos se fueron a descansar a sus habitaciones.
- En fin, si mañana no te veo, que tengas buen viaje –dijo su amigo.
- Tranquilo, te lo prometo, solo tres días. ¿Podrás vivir sin mí ese tiempo? –le preguntó burlona.
- Uf, me costara mucho, pero lo intentare con todas mis fuerzas –respondió Link siguiéndole el juego.
- Bueno, me voy a dormir, pero antes de nada –se volteó para quedar cara a cara con su amigo. – Muchas gracias por todo Link –y se puso de puntillas para depositar un suave y dulce beso de agradecimiento en su mejilla. Después entró en su cuarto y cerró las puertas.
- Link, menudo ligón estas hecho.
- ¡Na-, Navi! ¿Cuánto tiempo llevas aquí? –dijo el muchacho sorprendido por su repentina aparición.
- El suficiente para ver el regalito de la princesa. Bah, tranquilo, ahora no me apetece burlarme de ti, vámonos a dormir. "Buenas noches, Zelda, espero que vuelvas pronto" pensó Link. Mañana será otro día.
