Algún día.
Principios del segundo semestre del tercer año de carrera.
Las tres chicas se habían sentado formando un círculo en las sillas y en las mesas. Hablaban de profesores, de asignaturas, del horario de tarde y de comida, en algún momento llegaron a planear todas las películas que irían a ver aquel año y los cambios que querían hacerse.
Ella llevaba el pelo un poco más largo de lo normal, su mejor amiga de ojos color jade le preguntaba si volvería a cortarlo y a teñirlo. La muchacha asintió contenta: el pelo corto le daba muchísima libertad.
Sin embargo, mientras la mayor de cabellos rosas opinaba que debía teñírselo de rojo o azul, la más alta y rubia replicaba escandalizada y ella reía, sintió cómo alguien aferraba un mechón de su cabello. Dio un salto y clavó sus ojos en los azules de él, el calor acudió al instante en sus mejillas como un profundo sonrojo. Él sonrió burlón, enredando el mechón en su dedo, mirándola juguetón.
- No te lo cortes más - pidió, dejando escapar las hebras pelinegras con destellos azules de entre sus manos y alejándose de ella.
Todos habían quedado en silencio hasta que el joven se fue. Se preparó mentalmente para la cantidad de preguntas que vinieron segundos después por parte de sus dos amigas, pero a falta de respuestas que no tenía, se encogió de hombros.
Finales del segundo semestre del cuarto año de carrera.
Sonrió cuando vio a la muchacha aparecer por el pasillo intentando domar el hermoso y largo cabello negro mientras miraba los apuntes para el último examen del curso.
Sus ojos se encontraron por primera vez aquel día. Él sonrió. Ella se sonrojó.
Algún día. Algún día.
