¡Aquí vengo con un nuevo LeoxMikey! ¡Espero que les guste!
Lo dejo con mucho amor. :3
DISCLAIMER: Las Tortugas Ninja no me pertenecen, si eres un verdadero fan de la serie sabrás quiénes son sus dueños originales. XD
¡Que disfruten el show!
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FIEBRE
Pasó un trapo mojado por su frente sudorosa una vez más, la sentía igual de caliente.
Estaba empezando a preocuparse, no sabía qué hacer para que Mikey se recupere de esa fiebre. Se supone que al menos ya debería de haber bajado la temperatura corporal del menor.
Este se hallaba recostado en su habitación, cubierto con su sábana blanca, sus ojos cerrados y sus mejillas notoriamente rojas hacían un curioso contraste en su expresión incómoda.
Leonardo recogió el plato de sopa de la cómoda, cerciorándose de que el pequeño estaba dormido se apresuró a salir de su habitación, no le gustaba dejarlo solo, pero mientras Rafa y Donnie estén con Abril recogiendo un medicamento con el que el genio logre hacer un jarabe para tratar la fiebre de Mikey él personalmente tendría que quedarse a vigilarlo, pues temía que algo pasara si le quitaba el ojo de encima.
Sensei meditaba en el dojo.
Después de lavar el servicio se secó las manos con una toalla celeste. Apresurando su paso volvió a la habitación del menor, pero antes de abrir la puerta escuchó sollozos provenir de ahí dentro.
Alarmado, el líder se apresuró a ingresar para darse con la sorpresa de que su hermanito no estaba en su cama, se hallaba en el suelo, sentado con su caparazón apoyado en la pared, su rostro cubierto por sus rodillas rodeadas por sus brazos.
Temblaba a simple vista.
No sabía lo que le pasaba, pero el corazón de Leonardo se estrujó al ver esa escena.
—¿Mikey? —Lo llamó preocupado.
Inmediatamente el recién nombrado levantó la vista, mirando fijamente al mayor antes de levantarse con desespero y lanzarse a sus brazos enterrando su cara en el plastrón del líder de azul.
Sus mejillas mojadas por las lágrimas no incomodaban al mayor. Este le devolvió el abrazo sobando su mano en el caparazón del niño, dejando que este llore todo lo que pueda; pues de esa forma se lograría calmar.
—Leo… —susurró su nombre— Creí que te habías ido y que me habías dejado solo.
—No digas tonterías, Mikey —Después de esto, con el mayor cuidado posible, lo cargó cual princesa para dirigirlo hacia la cama.
Con ternura lo arropó y volvió a envolver su frente con el trapo húmedo, secando las lágrimas que el pequeño no podía evitar seguir derramando.
—Ya deja de llorar, hermanito —le habló, acariciando su mejilla tibia—. Sabes que yo no podría dejarte solo ni aunque me amenazaran.
—¿En serio? —Preguntó un poco ronco, con sus ojitos celestes brillando de temor.
—En serio —Lentamente se inclinó para presionar sus labios en la frente de Mikey, fue un beso que de alguna forma logró reconfortar los fantasmas que rodeaban al menor.
Leonardo se regocijó cuando observó esa sonrisa provenir de su hermanito, nadie más tenía ese don de tener las mejores sonrisas.
Las más hermosas.
—Perdona que haya hecho este berrinche… tal vez exageré mucho —se disculpó desviando su mirada.
—No importa.
Sin que pudiera detenerlo, el menor se levantó un poco para recostarse en el respaldo de su cama, abrazando la almohada.
Sorbió un poco, la fiebre no es lo único de lo que padecía.
—Mikey, no debes moverte mucho —No pudo evitar reprenderlo, volvió a acomodar el trapo mojado en su cabeza que se había caído por el hombro del niño. Sin notarlo tanto se había acercado mucho al menor. Casi rosando sus narices.
—Perdón.
Este solo le sonrió.
Sin moverse de su lugar. Sin alejarse de la cómoda cercanía que le brindaba su hermanito.
Sin despegar los ojos de este.
—¡Okey, bien! Creo que eso fue todo —Un poco nervioso, Leonardo intentó alejarse desviando su mirada.
Lo que no pronosticó fue que el mismo Miguel Ángel tomara su rostro con sus manos, lo volteara para que volviera a mirarlo y sin importarle lo que el líder pudiera pensar eliminó la distancia entre ellos aprisionando los labios de este con los suyos.
Ese acto tomó por sorpresa al líder, enrojeciendo su rostro de colores que jamás imaginó portar.
Estaba inmovilizado, dejando que la boca de Mikey guiara todos sus movimientos. Era un acto torpe pues juraría que su hermanito era primerizo en esto del contacto labial.
Pero sí que le gustaba.
No pensó que se sentiría así de fantástico.
Ese piquito que formaba con sus labios lo enternecía, lo adoraba definitivamente.
Le hubiera correspondido de no ser porque en ese momento el niño se separó de él, lentamente, cortando ese mágico momento. Con los ojos cerrados, saboreando la poca esencia que quedaba de todo ese amor que expresó en un beso.
Solo cuando sintió frío se dio cuenta de que no era un sueño.
El pequeño abrió los ojos con sorpresa y un profundo terror. Sabía que había metido la pata de la peor manera posible.
Y lo confirmó con el rostro desconcertado de Leonardo.
—Ay Dios mío —exclamó, separándose lo más que pudo, cubriendo su rostro con sus manos en una vergüenza terrible—. Leo, lo siento. ¡No debí hacer eso! Y-yo no sé qué me pasó…
El líder no podía escuchar las incoherencias de su hermano menor, tenía la cabeza en otra parte, específicamente reviviendo aquella dulce experiencia al saborear esos carnosos labios pertenecientes al ninja de naranja.
Le había gustado, y mucho.
Aunque le duela saber que con eso rompía muchas normas, o que quebrantaba su código de honor, o que su familia lo vería como una aberración si se enteraban de todo.
Era algo que ellos no entenderían, de eso estaba seguro.
Pero fuera de eso… ¿No es así cómo se sentiría Miguel Ángel? Porque por algo se estaba disculpando sin detenerse, no pudiendo evitar llorar por eso.
De verdad se sentía mal.
Fue en ese momento en el que se había dado cuenta de algo.
Algo que explicaba el por qué se preocupaba más que los demás cada vez que su hermanito tenía pesadillas, algo que explicaba por qué era tan bueno con él, por qué lo consentía sin titubear, por qué lo defendía si es que alguien intentaba agredirlo ya sea física o de manera verbal.
Se había enamorado de él… sin haberse dado cuenta.
Volviendo en sí, notó que el niño seguía profiriendo mil y un disculpas con la esperanza de que Leonardo no estuviera molesto con él.
—T-te juro que no era mi intención ofenderte o… o hacer algo que no te guste, yo n-no tengo idea de q… —El líder no se decidió a averiguar cuánto tiempo habría durado la disculpa de su hermanito, pues le tapó la boca con su dedo.
—Mikey —Lo miró sonriendo, con un brillo en los ojos del cual Mikey no supo si temerle o no— Cállate, ¿sí?
Solo tuvo que decir eso para terminar por volver a unir sus labios, con la desesperación de volver a sentir ese agradable sabor que solo el menor le pudo brindar. Abrazándolo con todas sus fuerzas para evitar que el niño se escapara.
Pero era poco probable que eso pasara.
Ahora era el pequeño de ojos celestes el que estaba consternado, podría jurar que su hermano mayor estaba muy molesto por lo de antes, pero ahora era él quién le regresaba el acto y con mucho mayor deseo.
¿Quién lo diría?… definitivamente debía estar soñando. Él, estando tan enamorado de su líder, vivía una de sus más locas fantasías.
Debía de verle el lado bueno a todo.
Desechando todos sus temores se dejó llevar por ese acalorado momento, cerrando sus ojos para batallar en la boca de quién amaba. Sobando sus labios con esa misma torpeza que la primera vez.
Una torpeza que emocionaba a Leonardo.
Solo cuando el pequeño entreabrió su boca fue cuando el líder decidió ir un poco más lejos, introduciendo su lengua en la cavidad labial que se le ofrecía cual esclavo.
Saboreando cada rincón de ella, deleitándose con su paladar, importándole poco que la saliva mezclada de ambos se les esculla por la barbilla.
El corazón le latía de emoción, felicidad.
Era una batalla de lenguas en la que Miguel Ángel parecía derretirse con cada contacto, sonrojado a más no poder, pero esta vez no era a causa de la fiebre.
Envolvió sus brazos alrededor del cuello de Leo, cosa que este aprovechó. Estando aún unidos el líder lo cargó un poco para echarlo en la cama por completo.
La razón se le nubló.
Estaba dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias.
Acariciaba los costados de aquel plastrón que no podía dejar de temblar, mientras que el dominado sostenía sus mejillas, sobando esas mismas con sus dedos.
El mayor mordisqueaba de vez en cuando el labio inferior de su hermanito, provocándole ciertos gemidos cada vez que suspiraba.
Amaba como se sentía esta experiencia.
Solo cuando el oxígeno dejo de serles suficiente se separaron con lentitud, un hilo de saliva entre sus bocas rogaba por un round más.
El pecho de ambos subía y bajaba.
Leonardo quedó embobado con la vista que tenía bajo suyo.
Miguel Ángel lo miraba con sus labios entreabiertos, hinchados por esa sesión de besos que ansiaba volver a repetir. Sus mejillas notoriamente sonrojadas y perlas de sudor decoradas en su cabeza.
El niño volvió a acariciar la mejilla del mayor, sonriendo levemente.
Volviéndose a acercar para lograr revivir aquella pasión vehemente fueron interrumpidos por unos gritos de afuera de la habitación.
—¡LEO, YA LLEGAMOS! —Esa era la reconocible voz de Rafael.
Ambos casi saltan de la impresión.
Leo rápidamente volvió a cubrir al pequeño lo mejor que pudo con la sábana, volviéndolo a sentar en el respaldo de la cama, mientras que este recogía una historieta que tenía bajo la almohada, haciendo como si la leyera con sumo interés.
—Ay… —Se quejó meneando su cabeza.
—¿Te sientes bien? —Leo se preocupó. Sentándose en la silla al costado de la cama.
—Solo fue un mareo… —susurró.
—¿Y cómo está el enano, intrépido? —Rafa entró a la habitación sin preocuparse en tocar la puerta.
—Hola Rafa, qué gusto verte —dijo este, burlándose un poco de la intromisión que provocó el de rojo.
—Sí, sí, cállate —Con el ceño fruncido se acercó a la cama, notando algo en su hermanito que no hizo más que extrañarlo en un mal sentido— Leo, ¿por qué no le pusiste el trapo mojado a Mikey?
—¿Eh? —Se había olvidado completamente de ese detalle, volteándose a mirar al recién nombrado se dio con la sorpresa de que este no tenía la tela mencionada, más bien se había caído de la cama.
Era un detalle que hasta al menor se le olvidó, pues pasaba su mano por su frente como si así comprobara que era verdad.
—Valla, ni yo me di cuenta de eso —bromeó un poco. Posteriormente tosió.
Rafael gruñía mientras volvía a mojar el trapo en el tazón sobre la cómoda para colocarlo en la frente de Mikey.
—Caramba, podría jurar que se te subió la temperatura —afirmó, poniendo un poco nerviosos a ambos presentes que intuían la razón de lo que su hermano dedujo—. Más le vale a Donnie en apresurarse con esa fórmula o se la saco a patadas.
—No exageres Rafa, no es la primera vez que me da fiebre y lo sabes.
—Pero sí es la primera vez que te da una fiebre tan alta —decía mientras se alejaba en dirección a la salida—. Iré a prepararte chocolate caliente.
Ni bien ambos hermanos se quedaron solos, hubo una notoria tensión en su ambiente. El líder miraba hacia cualquier lado moviendo sus dedos entrelazados, mientras que el niño jugueteaba con las hojas de su cómic apretando los labios para evitar decir algo estúpido.
Porque quería asegurarse de que todo eso fue real.
Tenía miedo si metía la pata, ya había llegado muy lejos, no había vuelta a atrás.
—Oye Leo… —le habló temeroso. Ganando su atención optó por proseguir, pues parecía que el mutante de azul no iba a decir palabra— Todo esto que pasó… ¿s-significó algo para ti? —Volvió a toser.
Silencio es lo que obtuvo. Un silencio le hizo pensar en lo peor, no quiso mirarlo a los ojos, solo estrujaba el comic en sus manos mientras trataba de contener sus lágrimas. Creía que no le importó en lo absoluto.
—¿No es obvio? —Esa pregunta lo dejó extrañado, cuando volteó la vista descubrió que Leonardo estaba sentado al borde de su cama, mirándolo fijamente. Justo en ese momento le dio un rápido beso en los labios— Te amo.
Fue todo lo que le dijo.
Solo esas palabras bastaron para que inconscientemente comenzara a llorar, sonriendo como un bobo enamorado al mismo tiempo.
Con emoción le dio un fuerte abrazo.
—¿De verdad? —Era demasiado bueno para ser real.
—De verdad —Contestó este aferrándose a su cuerpo.
Volvió a oír una leve riza provenir del menor.
—También te amo, Leo —dijo al fin, sintiéndose tan bien consigo mismo por dejar salir un sentimiento que creía que iba a mantener siempre oculto.
Estaba al tanto de lo difícil que era para el ninja de azul el poder expresar abiertamente sus emociones, por eso valoraba tanto sus palabras.
Inmediatamente se separaron al sentir unos pasos aproximarse.
—Hola chicos —dijo Donnie al entrar con un frasco y una cuchara en sus manos, el frasco contenía un extraño líquido de color rojizo— ¿Mikey has estado llorando? —preguntó al sentarse en la cama del susodicho para lograr notar ese detalle.
—¿Ah? ¡No! —Lo negó inmediatamente— Solo me comenzaron a lagrimear los ojos por el resfriado —Sorbió sobándose la nariz.
Leo sonrió por lo bajo..
Ignorando ese sospechoso detalle Donatello se decidió por darle la medicina a Mikey, estaba confiado en que lo ayudaría a mejorar. Este al probarla hizo una mueca de aso sacando la lengua después de tragar lo que sea que haya sido esa cosa.
—No te quejes, en la mañana me lo agradecerás —decretó el genio.
—Mientras no la vuelva a probar seré feliz —Se quejó limpiándose la lengua con la mano— ¿Qué era eso? ¿Residuos tóxicos mezclados con uñas podridas?
—No, es la fórmula que hice en base al jarabe que Rafa y yo conseguimos con Abril —confesó— Sé que sabe mal pero es lo único que puedo hacer para que te sientas mejor, Mikey.
—Al menos dale las gracias a Donnie por haberlo intentado —Sugirió el mayor.
Luego de refunfuñar como un bebé consentido se logró oír un "gracias" provenir del enfermo, cruzándose de brazos.
—Bastante aproximado —comentó el de morado. Divirtiéndose por la escena al igual que Leonardo.
Los dos soltaron carcajadas que no hicieron más que molestar a Mikey, pero no era enserio.
Luego de un rato Rafael hizo presencia con una taza de chocolate caliente, siendo recibido con emoción por el pequeño pues deseaba quitarse ese amargo sabor de la "medicina" de Donnie a como dé lugar.
Sopló un poco antes de llevarse el delicioso líquido a la boca.
Saboreándolo por completo.
Su hermano temperamental sí que se había lucido esta vez.
—Bien, hoy me toca quedarme a dormir con el enano. Iré a traer mi colchoneta —comentó el de rojo saliendo de la habitación.
—Creo que sería mejor ir a descansar ya —sugirió Donnie. Leo solo asintió estando de acuerdo con el genio.
—Buenas noches Mikey —dijo el de azul, sintiéndose un poco mal por ofrecerle eso y no algo diferente al niño.
—Descansa Leo —Le contestó con la voz notoriamente mejorada.
Antes de perderse por completo el mayor le guiñó el ojo a su actual pareja, recibiendo una abochornada sonrisa de parte del ninja de los nunchacus.
Definitivamente ninguno de los dos lograría conciliar el sueño.
Al día siguiente Splinter había sido el primero en verificar el estado de salud del menor de sus hijos.
Leonardo se dirigía para lo mismo cuando lo vio salir del cuarto.
—Buenos días, maestro —saludó.
—Buenos días, Leonardo —le devolvió el gesto— ¿Vienes a ver a Miguel Ángel?
—Solo quiero saber si se le ofrece algo, ayer lo vi con ligeros mareos —confesó.
El viejo roedor solo asintió, emprendiendo marcha hacia la cocina.
—Hoy amaneció mejor, si eso te tranquiliza.
—Gracias sensei.
Comprobó que en la habitación del menor ya no se encontraba Rafael, seguro había salido mientras se duchaba.
La cosas tiradas, cajas de pizza apiladas. Debía ordenarle seriamente el que limpie su habitación.
Miguel Ángel estaba con su T-Phone en mano, cuando vio al líder entrar le sonrió.
—Hola Leo.
—¿Cómo te sientes hoy? —Inició charla. Sentándose al borde de su cama.
—Bueno, al menos ya no me siento tan caliente… la cabeza dejó de darme vueltas y por más que lo intente no recuerdo casi nada de lo que me haya pasado ayer —dijo mientras se sobaba la frente.
Okey, definitivamente no se esperaba eso último. Leonardo estaba sorprendido.
Por no decir decepcionado.
—¿Tú… no recuerdas nada? —preguntó esperando a que se tratara de una broma de pésimo gusto.
—Nope —negó con la cabeza— Nada de nada. ¿Por qué? ¿Pasó algo importante de lo que me haya perdido? —Se aterró un poco por esa posibilidad.
El de azul pudo jurar que algo le apretaba el corazón, con la intención de hacerlo estallar en cualquier momento.
¿Qué era eso que sentía? ¿Tristeza? ¿Angustia?
Sea lo que sea le dolía, le dolía mucho.
Con pesar suspiró, tal vez este no sea un buen momento para aclarar las cosas.
—No, descuida, no pasó nada —Le sonrió, Miguel Ángel estaba seguro de que era una falsa sonrisa, conocía muy bien a su hermano.
—¿Seguro? —Desconfió.
—Seguro —Le sobo la mejilla con su mano solo para darle un beso rápido en la frente. Eso le provocó un sonrojo posterior a la sorpresa con la que fue tomado en niño— Te traeré algo para desayunar, hermanito.
Lentamente se levantó de la cama para alejarse de ahí, se sentía mal por mentirle, algo nada comparado al saber que el menor de los Hamato no recordaba nada de aquel mágico momento que ambos compartieron ayer. Con esos cuatro muros de testigo.
Fue un momento tan especial. El líder jamás se había sentido tan amado solo por haber besado a Miguel Ángel.
Definitivamente un beso cambiaba muchas cosas.
Aún si se daba el caso de que nunca lograría decirle la verdad, Leonardo estaba dispuesto a guardarse ese preciado sentimiento en lo más profundo de su corazón.
Llevándose una mano al pecho, hizo un juramento de darle tiempo a su hermano menor, aceptando cualquier decisión que pudiera tomar respecto a su vida sentimental si es que llegaba a enterarse de la verdad.
Con la esperanza de que sea falsa la idea de que por la fiebre su hermanito haya hecho todo eso.
Y no por lo que sentía en realidad.
FIN
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¿Me pasé con el drama? De ser así háganmelo saber con un review, siempre es bienvenida la opinión abierta.
Tengo pensado en hacer otro One-Shot de esos dos, PERO con un lemon bien primerizo, si no es que me esmero en mejorarlo. XDD (Lo dudo) Dije que lo tengo pensado porque aún me hago a la idea de que son muy peques para eso. :v
Ayúdenme a decidir. XD
¡Rose! Esto es para que ya no te desesperes por que me demore en publicarlo, te dije que no pasaría de esta semana. XDD Pero espero que al menos te haya gustado. XDD
Y espero ese fic del que hablamos la otra vez con la mayor impaciencia posible. :P :P
Bueno, sin más que decir, me despido. Les mando un beso enorme.
¡Bye!
