Por fin estoy entendiendo la relación de estos dos u
mi canon es que Yamaguchi admira a Tsukkishima por eso lo sigue a todas partes y Tsukkishima no lo aparta ni se molesta porque Tadashi es demasiado buena persona y quiere estar cerca para protegerlo del mundo 3
Una vez con esta idea en mente se me ocurrió esta historia, ojalá les parezca interesante 6,6
Mi Ingenuo Idiota
I
Era un día cualquiera de mi primer año de preparatoria. O al menos eso era lo que yo, Tsukkishima Kei, estaba empeñado en pretender. La verdad es que desde hace un tiempo que mi ánimo había empeorado notoriamente y sin que lo pudiera evitar. Y es que desde hace el mismo tiempo había una situación que me molestaba, que me irritaba como si anduviera con una persistente escocedura en el culo.
- ¡Espérame, Tsukki!
Escuché una voz a mis espaldas, aún por sobre la música de mis audifonos, aunque la verdad no solía ponerla en un volumen demasiado alto. Esa voz pertenecía al origen de mi escocedura en el culo, rayos, no, eso suena fatal. Digamos que el idiota de Yamaguchi no se daba cuenta de lo ingenuo que era y eso me traía mal.
- ¡Tsukki, te pedí que me esperaras un momento antes de ir al gimnasio! ¡En cambio me abandonaste, que cruel!
- No voy a desperdiciar mi tiempo por un capricho de ella.
Respondí con mi tono de voz más insensible y sin dejar de mirar al frente.
- Pero, Tsukki, no me iba a demorar ni un poco.
Me respondió afligido y eso me molestó. No era yo el villano allí, era ella. ¿Por qué le costaba tanto darse cuenta? Chasqueé la lengua, dando así por terminada la conversación y continuamos caminando en silencio.
Se preguntaran a quien me refiero cuando hablo de "ella". Bueno... lamentablemente "ella" es...
La novia de Yamaguchi.
Digo lamentablemente porque es lamentable para mí. Yo que, desde hace un tiempo y luego de un dificil proceso de aceptación, asumí que estaba enamorado de Tadashi. ¿Quien lo pensaría? Era a quien el pecoso siempre perseguía y ahora sentía que los papeles se habían invertido. Me sentía tan patético y desesperado. Sobre todo porque ahora esa chica ocupaba la mayoría de su tiempo libre, así que Yamaguchi ya no me seguía todo el día como antes. Maldición. Estaba tan frustrado.
Todo comenzó un día cuando, en medio de una práctica, estabamos Tadashi y yo descansando y bebiendo agua al costado de la cancha. Entonces Yamaguchi me habló nervioso mientras yo pensaba "al fin" puesto que pareciera que había pasado todo el día queriendo decirme algo, pero no se atrevía.
- T-Tsukki... ¿debería hacerlo?
Lo miré con una ceja alzada, no tenía idea de qué hablaba.
- Declararme a Minami-san, Tsukki. ¿No recuerdas que te conté que me gustaba?
- Ah... sí, nuestra compañera de clases...
Por supuesto que recordaba ese fatal acontecimiento, sin embargo, decidí no darle importancia para que no me doliera tanto. Así fue que casi lo había dejado en el olvido hasta ahora que Tadashi me lo recordaba.
- Haz lo que quieras, Yamaguchi. Sólo intenta no tener remordimientos después...
Le hablé como distraido, fingiendo que no me importaba mucho la conversación, aunque por dentro deseaba desesperadamente que dejara allí todo el asunto y se olvidara de la chica.
- Sí, tienes razón... ¡gracias, Tsukki!
Exclamó con una sonrisa amistosa, más aliviado. Contrario a mí que me comía la incertidumbre por dentro, pero a la vez no tenía el nervio de preguntar qué había decidido.
Resumiendo la historia, Tadashi se confesó sin esperar ser correspondido, pero para su sorpresa y la mía, Minami aceptó sus sentimientos y aceptó salir con él. Yo me quise morir cuando supe, o matarla a ella... o a él... No me quedó más que respirar hondo y morderme la lengua para no decir algo que lo hiriese. Alejarlo más de mí era lo que menos quería en ese momento, yo que siempre mantuve la esperanza de que algún día ella pasaría, pero yo, yo seguiría allí.
Con el pasar de los días, el noviazgo de Yamaguchi fue absorviéndolo cada vez más y eso me llamó la atencion... está bien, lo admito, más bien me cayó como un golpe en el estómago. Me fui dando cuenta de que Minami le pedía hacer sus tareas, que le prestara dinero, él cuál yo sabía nunca le devolvería, y también que le hiciera favores ridículos, por lo que siempre se le veía de aquí para allá corriendo para conseguirle todo lo que demandaba. No fue difícil notarlo, la estúpida se estaba aprovechando de él.
Continuará...
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