~ Resumen:

Y claro que era una mañana común en la Mansión Phantomhive. No había nada extraño. Se escuchaban ruídos de cosas rotas, los ha-ha de siempre, y por supuesto, a Sebastian arreglando los destrozos de los sirvientes.

Todo... normal.

Mentira.

¿Qué hacia un bebe en la puerta de la Mansión?


N/A: Nuevo Fanfic SebasCiel, con un toque de humor (Algo de Occ), y romance, mucho romance. *w*

~Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, solo los uso para plasmar lo que pasa por mi mente.


~ Capítulo 1: Todo normal.

El sol se filtraba por la ventana, en forma de molestos rayos. Mientras se sentaba rectose preguntó que hora sería y porqué Sebastián no había venido a despertarle. Justo a los pocos segundos, la puerta sonó y Ciel rápidamente se tumbó de nuevo, fingiendo estar dormido.

—Buenos días, Boochan.—Saludó el mayordomo, entrando en la estancia sinnesperar permiso, como cada mañana.

Se acercó a las cortinas y las corrió, dejando la bandeja con el desayuno a un lado de la cama.

—Levántese ya, Joven Amo, que tiene cosas que hacer.—Empezó a destapar el desayuno, nombrandolo uno por uno. Ciel se irgió, bostezando pesadamente. Sin decir palabra, cogió la taza de té y se la llevó a los labios para palpar el sabor.

—Hoy, aparte de las clases y firmar algunos documentos, tiene el día libre, Boochan.— El nombrado se tranquilizó un poco, y es los últimos días habían sido un no parar. Entre los asuntos de la Empresa, los encargos de la Reina, y otros asuntos personales -entiendase esto como cosas relacionadas con Sebastian-, apenas había podido ddescansar.

—Entonces, me iré al jardín de detrás.—Exigió, y fue lo único que dijo esa mañana.

Acabó su té y esperó a que Sebastián lo vistiera. El ojiazul fingió no darse cuenta de las 'caricias más prolongadas de lo que debería' de Sebastián, se mentalizó de que su corazón no parecía querer salirsele del pecho, y de que, por supuesto, aquel calor que sentía ensu rostro, sobretodo en las mejillas, no era un sonrojo. Por supuesto que no.

Salió de la habitación y caminó escaleras abajo.

Todo seguía igual.

Los ruidos de cosas rompíendose, gritos y alaridos.

Sebastian intentando arreglarlo todo.

Los ladridos de Pluto sinaban desde fuera.

Takano-san y sus ha-ha.

Los extraños y preocupantes sentimientos, así como nuevas sensaciones, estaba en él. Se dijo que todo empezó cuando Sebastian lo salvó de aquel segundo incendio y le prometió que, más allá del contrato, jamás dejaria que le pasase nada. Negó con la cabeza. No. Esos pensamientos estaba mal. Él no debía divagar en eso. Se lo promitió el mismo día, cuando casi... unió sus virgenes labios cin los tan expertos de ese maldito mayordomo demonio.

Él también había estado muy extraño en ese último tiempo.

"No es momento para eso"- Se dijo.

Pero sí, todo era normal. Como un día cualquiera. Y, si bien no es que eso fuera bueno,tampoco se sentía tan mal. Un buen día de tranquilidad y disfrute le esperaba por delante. Sin complicaciones, sin mensajes ni mandados de la Reina, sin visitas de su molesta prima, aunque encantadora a ratos, Lizzie, y sin cosas sobrenaturales. Solo un día común y tranquilo.

...

...

O eso pensó antes de abrir la puerta y encontrarse una pequeña criatura en un moisés, tapanda con una bonita manta azul. Normalmente, alguien hubiese gritado, preguntado qué narices era eso o... quizás entrar en pánico. Bien, Ciel ni hizo ni dijo nada. Solo se quedó viendo la situación.

—¡Sebastián!.