D Gray Man y sus personajes no me pertenecen, son obra de Hoshino "termina el manga de una puta vez" Katsura.
Esta es mi versión de lo que pasa en los años previos a la llegada de Allen a la orden.
Avisos:
No tomo absolutamente nada del anime, sino que uso lo que pasa en el manga y las novelas. El resto es, como quien dice, cosa mía.
Esta es mi versión de lo que pasa en los años previos a la llegada de Allen a la orden.
Este fic consta de dos partes y publico todos los lunes.
Es mi primer fic, así que cualquier opinión es bien recibida. Críticas constructivas, por favor, el bardeo gratuito no aporta.
También tomo tres personajes que aparecen en la serie The Wire, los cuales son propiedad de David Simon y la producción de la serie.
No hay parejas, salvo las "amigas" de cierto general...
Sin más, espero que les guste.
Trotamundos
Parte
I
En la línea de salida.
Capitulo 1.
Era una oscura noche de diciembre en un pequeño pueblito a las afueras de Liverpool, poco después de navidad. La nieve, se había transformado en una brutal tormenta, había dejado a todo el pueblo blanco, por lo que la mayoría de las personas había decidido alejarse hacía la casa de familiares que viviesen más cerca del bullicio y la vida de la gran ciudad, aunque siendo la época navideña, nunca quedaban demasiadas personas allí. Con tan pocas personas por ahí, gran parte del pueblo estaba a oscuras. Solo había luz en la pequeña iglesia y en la aún más pequeña rectoría, que se erguía a un lado.
La luz venía de la lámpara sobre la mesita de noche de un cuarto cuadrado, con una ventana y un escritorio abarrotado de cosas debajo. Vendas ensangrentadas, unos platos sucios, una botella de whisky a medio beber, un cenicero lleno de colillas, unos lentes cuya lente derecha estaba rajada y una esfera dorada alada, que extrañamente, parecía dormir. La habitación estaba pintada de un blanco inmaculado, decorada únicamente por un crucifijo de roble. Al lado de la mesita de noche, había una butaca verde oscuro sobre la que descansaba un largo saco negro con adornos dorados. Junto a ella, había una cama, sobre la que un hombre de unos treinta y cinco años abraza y mece a un pequeño niño.
Era un tipo alto, de cabello largo color rojo oscuro y barba roja. Tenía unos agudos ojos marrones. Unos ojos fríos e inesperadamente calculadores. Ojos de bombardero. El lado derecho de su rostro estaba cubierto por una máscara blanca, que iba de la frente hasta la barbilla. Vestía una camisa bastante maltratada, sucia y raída en algunas partes, manchada de sangre en otras. Sus pantalones y botas también estaban manchados, como si hubiesen librado una ardua batalla.
Las cosas por fin se habían calmado, tanto afuera como adentro de la rectoría. La nieve caía más despacio ahora como si la intensa ventisca hubiese decidido dar una tregua. El exorcista miro por la ventana, afuera los copos de nieve se arremolinaban en el cielo oscuro. Bajó la mirada al chico, que ahora respiraba de forma lenta y acompasada, incluso se veía el rubor del sueño en sus mejillas. Bueno, en realidad se veía del lado derecho del rostro del pequeño, el lado izquierdo estaba cubierto por un grueso vendaje.
Suspiro, hasta cuando iban a estar así las cosas. ¿Cuánto más dolor le quedaba por enfrentar al chico?
Se levanto con sumo cuidado para no despertarlo y se aproximo a la ventana hurgando en uno de los bolsillos del pantalón. Saco un cigarrillo, lo encendió y le dio una honda calada. Sabía que a Madre no le gustaba que fumara en la habitación del crió, era probable que montara un escándalo por eso otra vez, pero siendo casi las tres de la mañana y habiendo pasado por lo que acababa de pasar, Cross creía que hasta se merecía fumar. Volvió su vista al chico, seguía completamente dormido, su pecho subía y bajaba rítmicamente. "Si, pensó, sigue así, durmiendo tranquilo sin montar otro de esos numeritos"
Se sentía cansado, muy cansado. Algo que nunca hubiera creído posible. Sonrió amargamente pensando en que dirían algunos si se enteraran que el Gran General Cross Marian, el trotamundos de los burdeles, estaba en una rectoría de campo cuidando a un mocoso. Un mocoso que ahora dormía, pero que hacía menos de media hora le había dado un susto de muerte.
Hacía cuatro días que había traído al chico a la casa de Madre.
Unos días olvidables para el exorcista, quien había perdido su orgullo frente a los dientes, los gritos y la locura de un crío de diez años. La mano derecha de Cross aún conservaba la marca de los dientes del niño, algo que algún día le haría pagar, criatura del demonio.
Pero finalmente, el día anterior, había logrado que hablara y volviera a parecer un niño y no una comadreja.
Y en cuanto hablo, el chico parecía otro. Un niño tranquilo y dulce. Había dado un giro de trescientos sesenta grados, lo cual si bien suponía un cierto alivio, por otro lado era perturbador. Sin embargo, no le dio mucha más importancia. El hecho de que hubiese dejado ese salvajismo atrás le parecía todo un avance. Así que gracias a Dios, ahora al menos podría descansar aunque fuera un poco.
Cross apago el cigarrillo y se sentó en la butaca. Siguió contemplando la nieve a través de la ventana suspiro y comenzó a adormecerse. "Seguramente el chico dormirá hasta la mañana, así que pienso hacer lo mismo" Se arrelleno en la butaca dispuesto a dormir. Pero, entonces, recordó la voz del niño.
"Me llamo Allen, mu- muchas gracias por cuidar de mi" El niño había agachado la cabeza en una reverencia de forma graciosa.
Se quedo helado.
"¿Era acaso el mismo chico de hacía unos días? ¡Parecía un chiste!"
Cross se sentía mareado, como si su cuerpo hubiese perdido el eje, se agarro del respaldo le da butaca.
"¿Se encuentra bien...Hum, Señor?" El chico lo miraba con preocupación con el único ojo que tenía al descubierto. Hasta aquel día Cross no había advertido que el chico tenía ojos de un color azul grisáceo.
"Ojos claros, piel pálida y cabello blanco…. ¡Niño eres albino sin serlo!"
Bueno eso era cierto ahora. El niño tenía rasgos finos y angulosos, agradables a la vista, recordaban…recordaban a un ángel.
"Un ángel caído, sin duda"
Aunque el cabello blanco desentonaba terriblemente en el crio. El exorcista no sabía que era en realidad lo que había hecho que el cabello color canela del chico terminara de esa manera, probablemente el ataque del demonio, pero Cross no estaba contento con aquello. Ese cabello sería algo que el niño lamentaría en poco tiempo.
Bueno, no era lo único que lamentaría.
Cross sonrió y miro al niño que ahora lo observaba con cierto aire de alarma.
-Estoy bien, no pasa nada- dijo Cross moviendo una mano con aire casual.
El chico compuso una sonrisa de alivio que resultaba fascinante y chistosa a la vez. Miro en redor con aire curioso.
Y empezaron las preguntas.
"¡Gracias a Dios, por fin reacciona!" Cross estaba eufórico, aunque nada de esto se vio en su rostro, que mostraba la misma expresión impasible.
-¿En dónde estamos?-pregunto el pequeño, que ahora subía su mano derecha hasta su carita y palpaba el vendaje que había allí- ¿Qué es este lugar?- Luego volvió su rostro por completo al exorcista, como si lo viera de verdad por primera vez.
"Bueno, al menos esta vez no me mira como la vez que me mordió" Pensó Cross no sin alivio.
-Usted era el que estaba en el cementerio ¿No?- callo unos segundos, agacho la cabeza y se mordió el labio inferior, tratando de recordar- Si usted estaba allí, la…la noche en que convertí a Mana en un demonio…-su voz empezó a alterarse, Cross empezó a acercarse con la idea de "¿Si, con la idea de hacer qué?" Se dijo a sí mismo "¡En tu vida has sido capaz de consolar a nadie!" Pero entonces el chico apretó los labios, trago saliva y volvió a hablar.
-Si usted estaba ahí y me trajo aquí ¿No es cierto?- el pequeño se esforzaba por mantener un tono de voz normal, pero sus palabras estaban un poco fueras de tono- Me- me salvo de aquel lugar ¿No es así?- Lo miro con una expresión expectante. Suplicante.
Cross carraspeo sin saber que decir.
"Haber, como te lo explico chico, no te salve de nada. Sino que tu brazo izquierdo me ahorro el trabajo de tener que matar a tu padre, ahora un demonio gracias a tu estúpido cariño, que estaba emperrado en matarte y ya te había desgajado media cara. ¿Y cómo te digo que hace cuatro días que solo gritas, muerdes, te arrancas las vendas y te meas encima?"
Opto por contarle solo una parte de la historia, no quería que el tan ansiado avance se derrumbara por hablar demás. Ya hablarían de eso luego, mejor dicho se lo guardaría para años venideros, sería divertido recordárselo cuando tuviese edad suficiente para beber…. ¡¿Pero en qué demonios pensaba?! ¡Si lo más probable era que, para ese entonces el niño tal cual era ahora, fuera borrado completamente!
Para ese entonces "Allen" habría desaparecido
-¿Que recuerdas de aquella noche, chico?- Cross pregunto esto con un tono desinteresado, como si sus tripas no se estuvieran estrujando de la ansiedad. Quería saber, necesitaba saber qué y hasta donde recordaba.
"Así sabrás hasta donde mentirle" dijo una voz socarrona en su mente.
-Ummmm-el chico volvió a bajar la cabeza tratando de pensar- Recuerdo que después de que Mana me atacara, vi una luz brillante envolviendo mi brazo izquierdo. Recuerdo que se hizo enorme y muy duro. También que era rápido y fuerte, me arrastro por el cementerio hasta llegar a Mana-la voz del chico empezó a temblar-Luego se alzo por encima del, yo no podía controlarl corto a a Mana por la mitad. E-ee entonces el... el dijo Te quiero Allen- el chico lloraba ya, pero al parecer no quería detenerse. Respiro hondo, se limpio las lágrimas del ojo derecho y siguió hablando- Y y y exploto en una enorme humareda que me hizo arder mucho la cara, la nariz y la boca. E-entonces apareció usted -el niño lo miro con cara de asombro- Dijo algo, pero no recuerdo que. Después todo se puso negro y... Entonces ya estaba aquí y usted me decía lo mismo que Ma-ana-su voz volvió a temblar- que-e siga, que siga caminando- dijo con una vocecita átona. Agacho la cabeza por unos segundos y enmudeció.
Cross lo observaba de forma inexpresiva. En su árido rostro no había un solo gesto empático hacia el pequeño que ahora hacia lo imposible por no llorar.
Viéndolo, cualquiera afirmaría que no tenia corazón, que el chico...¡Allen!-grito sucorazón-¡ es Allen, no el chico!... no le importaba en lo más mínimo y es así como debería ser. ¿No? Como podría importarle alguien que estaba destinado a desaparecer…"Por que debería importarme-se reprocho Cross con furia- ¡Es solo un crio callejero que solo importa por las memorias de Neah y nada más! El solo se metió con Mana, pese a mis advertencias... No me importa, por favor, no tiene que importarme"
Pero pese a los racionales gritos de su mente, Cross se levanto y abrazo al niño, que se aferro a él y lloro un rato, mientras Cross lo mecía y murmuraba palabras tranquilizadoras.
"¡¡Oh, mierda, oh mierda, mierda, mierda! ¿Cómo es que esto pasó? ¿Desde cuándo me empezó a importar tanto Allen?" No se dio cuenta de que no pensó en él como "el chico". "¡Esto apesta! ¿Qué demonios voy a hacer ahora?"
Como si Dios se hubiese dignado a escucharlo, vio el brazo izquierdo inmóvil del chico. Un brazo de un color rojo oscuro, con unas profundas arrugas. Un brazo deforme por el cual sin duda habían dejado al crio a su suerte en las frías calles…" ¡Cross para, que hasta pareces la madre!" El exorcista hizo una mueca, como si tragara algo asqueroso.
Pero era un arma y el chico un potencial exorcista. El cielo sabía cómo se necesitaban nuevos exorcistas.Pensando en esto se separo del chico, que ya no lloraba, se había dormido otra vez.
Sí, eso podría funcionar, era un plan perfecto. Entrenaría al niño y así podría vigilarlo y..."Y así podrías tenerlo cerca. ¿No?"
Más tarde tendría que hablar de eso con él. Claro que también con Madre y con los de la Orden, Cross frunció los labios. Si, sobre todo con la Orden y Central. Aunque todavía había tiempo. ¿No?
Cross lo dejo en la cama con cuidado y cuando levanto la mirada vio a Madre en el vano de la puerta. Se miraron seriamente durante un momento y después ella se dio vuelta y salió de allí. El exorcista no necesitaba palabras. La siguió y ambos se sentaron junto a la chimenea del pequeño living-comedor.
La charla que siguió fue algo que Cross mismo había pensado hacía unos momentos. Como dice el dicho, nada nuevo bajo el sol. Pero eso no implicaba que no fuera doloroso. Eso no implicaba que el asunto no fuera una mierda.
"¿Por qué de todas las personas que podían existir? ¿Por qué un niño, con toda una vida por delante? Y sobre todo ¿Por qué un niño que ya había sufrido?"
Repantigado en la butaca y ya bebiendo el whiskey de la botella, el exorcista miro hacia la cama del niño dormido y después hacia el crucifijo.
"A veces, tienes un humor de mierda. ¿Sabes?"
Cross sonrió, levanto la botella como si brindara con la cruz.
"Hágase tu voluntad" Sentencio, con una voz irreconocible a sí mismo.
El general se durmió colgado en una posición extraña en la butaca verde, con el saco negro a modo de manta.
Lo siguiente que supo era que el chico estaba gritando, o lo que se podría llamar gritos. Cuatro días de gritos y gruñidos habían dejado afónico al chico.
Cross abrió los ojos y por un segundo le costó entender lo que pasaba.
El chico en la cama gritaba y apretaba la mano derecha sobre el vendaje del rostro.
"Aquí vamos otra vez" Pensó Cross. Se acerco poco a poco al chico, no pensaba ligarse otro mordisco, ya que consideraba al crio artero y muy preciso cuando se lo proponía.
Pero entonces el niño se giro hacía el. Su cara estaba pálida y desencajada de dolor, su ojo derecho tenía una expresión aterrada.
-Se..señor- su carita parecía una máscara de papel-¡Me... me duele mucho!
Apretó con la mano derecha el vendaje y empezó a temblar violentamente.
Cross dejo de dudar y se precipito a su lado, quito la mano derecha del vendaje. Lo hizo con fuerza, porque esperaba encontrar resistencia. Pero no la hubo, Allen no tenía fuerzas para resistirse. El chico, en su desesperación había arrancado una parte del vendaje, que volvía a estar ensangrentado. Sin pensárselo dos veces, Cross lo arranco de un tirón y vio lo que allí había.
Allen volvió a gritar.
La herida que empezaba en la frente, abarcando el ojo y seguía por la mejilla hasta el mentón; estaba abierta y sangraba profusamente. Si eso hubiese sido todo, le habría dado un coscorrón al chico por asustarlo así. Luego habría limpiado la herida y a dormir de una buena vez. ¡Crio del demonio! Pero las cosas no eran tan simples, de hecho nada en su vida había resultado sencillo.
El ojo izquierdo del chico, ese parecía ser el problema.
Ese ojo no era de éste mundo, algo así parecía una dislocación de la realidad.
Cuando Cross retiro el vendaje y lo vio, sintió ganas de alejarse de ese mocoso, sintió ganas de dejar ese "problema" ahí y largarse del lugar sin mirar atrás.
La esclerótica del niño se había vuelto de un color oscuro, como si en vez del humor vítreo hubiese sangre coagulada ahí. El iris, otrora azul gris como el ojo derecho, era de un rojo brillante, como si el infierno le hubiese prestado su luz. Era repulsivo y fascinante a la vez.
Entonces el ojo del chico se movió y por unos segundos miro directo a Cross. El exorcista vio su propia cara horrorizada reflejada en el.
De pronto tuvo la sensación de que ese ojo rebuscaba en su corazón. Que rebuscaba en lo más recóndito de su alma. La sensación era inmunda.
"¡Dios bendito! ¿Qué es esto? ¿Qué demonios es esta cosa?"
El chico se sacudió galvánicamente, sacando a Cross de esa visión del infierno.
Allen, se llevo ambas manos a la cabeza, apretando los dientes
-Has que pare, has que pare- dijo sacudiéndose- ¡Has que pare, duele, duele mucho!
Cross lo tomo en sus brazos lo mejor que pudo, dado que el niño no paraba de sacudirse.
- Tranquilo, ya pasara- incluso a él sus palabras le sonaban huecas- Confía en mi, pasara.
Como si esas palabras hubiesen funcionado, el pequeño paro de sacudirse.
"Gracias a Dios" pensó Cross. "ahora todo estará tranquilo otra ve…"
De pronto, fue como si el chico se quedara sin aire, arqueo el pequeño pecho y abrió su boca, aunque ningún sonido salió de ella.
Cross estaba más allá del aturdimiento."¿Ahora qué? "
El brazo izquierdo brillaba con una fluctuante luz blanca. A cada fluctuación, el aspecto rojizo cambiaba a algo medio escamoso y blanco. Y cambio un poco de tamaño, como si estuviera creciendo.
"¿Se-se está sincronizando?" Cross miro el brazo del chico con fijeza "Si, parece que si" Cross casi sonreía.
Sabía, por experiencia propia, que la sincronización con la inocencia podía doler un poco. Probablemente la sincronía con un arma como la del chico dolería bastante más, ya que era un tipo parasito y bastante poderosa por lo que había visto. Pero ver que se trataba de algo así, lo tranquilizo un poco. La luz en el brazo del chico fluctuó una última vez y se apago. Lo mismo hizo Allen, que cayó rendido en los brazos del general.
"Bueno, eso sí que fue todo un show" Pensó el exorcista exhausto." Por favor, ahora quédate quieto y duerme."
Bien, la sincronización con la inocencia era algo que cabía esperar que se presentara de un momento a otro, de hecho siendo que ya había sido activada por primera vez, era más que obvio que un episodio así se presentara.
"Vaya que eres estúpido, Cross, te asustas de lo que se supone es tu misión en este mundo" Sonrió con ironía "¿No vas acaso por el mundo buscando nuevos exorcistas y vas y te asustas de un crio y su inocencia?"
Vaya, su mente sí que estaba decidida en hacerle la vida más miserable, ya la silenciaria con el alcohol más tarde. No, la sincronía era de esperar, pero…. ¿Y ese ojo?
Que había sido aquello Acaso era...
El rostro de Cross quedo exangüe.
Se dio una fuerte palmada en la frente e inmediatamente se giro al chico, pensando que lo habría despertado con el ruido. Pero el niño aun dormía, por favor y gracias.
Era una maldición, por supuesto. Mana había maldecido al niño, esta era la consecuencia. Pensó un segundo en el filo del arma del demonio descendiendo sobre la cara del chico..."Quien sabe que pasara con el...si se vuelve un problema se lo casco y listo"
Cross ya estaba más allá de pensar con sentido común.
Cerró los ojos y durante unas horas no supo más.
