Muy buenas queridos lectores! Aquí os traigo otro fic más, esta vez he pasado de los one-shot y voy a empezar a hacer historias de más de un capítulo; supongo que en vez de tardar días, voy a tardar semanas en terminarla, así que os pido paciencia. No os preocupéis si veis puntos suelto, los he puesto adrede porque no me salen los intros por mucho que los edite. Por último deciros, como siempre, que el anterior fic se llama "Besos Prohibidos en el Departamento de Ciencias" de Toshiro y Karin, para quien quiera leerla. Que disfrutéis de la historia!

.

.


Asesinato en Las Noches

Capítulo 1: El Club "Las Noches"

La ciudad de Karakura era famosa en Japón, y una de las más visitadas por los turistas, claro que no podía compararse con la capital, pero en ella había buenas cosas a destacar, por ejemplo, la gran cantidad de naturaleza que la rodeaba, al estar un poco apartada del bullicio, Karakura contaba con una extensa zona forestal; otra de las cosas que por las que era visitada, era por sus buenos lugares de ocio, los parques de atracciones, muy buenos para pasar el día en familia, y los clubes nocturnos, perfectos para que la gente disfrutara de un buen espectáculo, o pudiera celebrar algún evento, como una boda, o un aniversario, o incluso una cena empresarial. El más famoso de estos, aunque no fuera el más lujoso ni el más caro de todos, era el club "Las Noches", un amplio local, que no se encontraba en el centro, al igual que la mayoría y donde habría cabido esperar que estuviera, sino que se encontraba casi a las afueras, y es que dicho local también podía considerarse un pequeño hotel, pues contaba con dos plantas para huéspedes, y una tercera para todos aquellos que trabajaban allí, bien porque o no tenían otro sitio donde vivir, o bien les resultaba más cómodo hacerlo allí; justo en esos mismos terrenos, a solo unos metros se encontraba una casa, no muy grande, que pertenecía al dueño de todo aquello: Sousuke Aizen, un hombre guapo donde los hubiera, con el pelo castaño, y los ojos marrón chocolate; había heredado una pequeña fortuna, la cual había invertido en ese club, que fue su sueño desde muy joven, y que había conseguido hacer realidad.

.

Justo de esa misma casa salía una chica de largos cabellos naranjas y ojos grises que desprendían alegría y vivacidad; su nombre era Orihime Inoue, y era una de las cantantes principales de aquel club, aunque no la única, además de ella, había otras tres cantantes principales: Mila-Rose, una mujer con una melena rizada de color castaño oscuro, ojos verde claro, y curvas letales, que dejaban a más de un hombre a sus pies; Apache, tenía el pelo corto, negro, y un bonito cuerpo tonificado, y casi siempre estaba discutiendo con Mila-Rose; por último estaba Sun-Sun, la cual tenía una larga melena de color café, y aunque tenía un cuerpo más delgado que Apache, poseía unos hipnotizantes ojos violeta.

Ellas cuatro formaban el equipo principal de cantantes, pero también se podía contar con Tia Halibel, una mujer rubia, de piel morena, aunque un poco más clara que la de Mila-Rose, voluptuosa, y con unos preciosos ojos azules, porque aunque ella fuese barman, a veces dejaba su puesto para subir al escenario y dejar a todos con la boca abierta; y para terminar el repertorio, había un par de cantantes sustitutas por si era necesario, lo cual venía a ser, por lo menos una vez al mes.

.

Como era normal, Orihime, entró por la puerta trasera que daba a la cocina, donde se encontró con Hachi, el chef de dicho espacio y el que mandaba allí, el que se encargaba de que los platos estuvieran en su punto, y bien presentados antes de servirlos. Salió directamente al salón principal donde se encontró con Ichigo y Sado ayudando a colocar las mesas, ambos llamaban la atención haya donde iban, el primero por su pelo naranja, un tono más claro que el de ella, y el segundo por su piel morena, herencia de su sangre extranjera:

— ¡Hola chicos! – saludó.

— Buenas Inoue – saludó el de pelo naranja.

.

Sado en cambio solo hizo un leve gesto con la cabeza, siempre había sido hombre de pocas palabras; un poco más al fondo vio a Hisagi y Kensei, ayudando a Halibel a cargar y colocar las cajas de licores; los cuatro anteriores mencionados formaban el equipo de seguridad en el recinto, pues como en todo club nocturno, siempre había alguien que se pasaba de copas y quería propasarse con la primera mujer bonita que veía, o conseguía ver a través de la niebla de alcohol, o bien, por razones desconocidas ahogaba sus penas e iniciaba una pelea Dios sabía por qué razón absurda; de fondo se escuchaban notas sueltas de piano, y giró la cabeza para ver a Kaname Tousen sentado en su banquillo repasando melodías, y afinando notas. Fue hacia la puerta que daba a los camerinos y al entrar giró a la derecha para encaminarse a la oficina de Aizen y Gin, donde se encontró a ambos hombres hablando y haciendo cuentas, pero en cuanto entró, levantaron la vista y al verla sonrieron casi a la vez:

— ¡Mira quien está aquí! – dijo Gin – ¿cómo está nuestra princesita?

— Hola Gin – respondió la chica.

— Hola, preciosa – dijo el dueño del local, dándole un beso en la frente – ¿todo bien?

— Si, como siempre.

— Vale – cogió un papel de la mesa y se lo dio – aquí tienes el plan de esta noche, avisa a las chicas ¿quieres?

— Claro ¿qué tenemos para hoy?

— Pues… - empezó a decir, pero alguien interrumpió llamando a la puerta.

— Disculpad – dijo Tia Halibel – Aizen, uno de los pedidos no ha llegado.

.

Tia se volvió hacia Orihime y le dedicó una sonrisa, y luego se volvió hacia el dueño con un papel en las manos, lo puso sobre la mesa, y se inclinó un poco, de manera que parte de su trasero se marcó con la tela del pantalón del uniforme, y Aizen tuvo que hacer esfuerzos para no mirarlo de forma descarada; Gin se reía internamente de la situación, pues sabía que su mejor amigo estaba enamorado de la rubia desde hacía unos años, y empezó a hacer un teatro con los dedos por debajo de la mesa, de manera que solo le viera Orihime, que aún seguía en la puerta; esta al ver dicho teatro, que representaba al moreno saltando sobre la rubia, porque ya no se aguantaba las ganas, y ella le daba una buena patada en la cara, soltó una sonora carcajada, y se tapó la boca con la mano:

— Lo siento – se disculpó – Gin es muy gracioso.

.

Y sin más se fue de allí hacia los camerinos para hablar con las chicas, tapándose aún la boca con la mano, para evitar reírse a carcajadas. Halibel miró a Gin para saber de qué iba la historia, pero él solo se encogió de hombros:

— ¿Otro chiste sobre una rubia? – le preguntó ella.

— Culpable.

— Gin… – le avisó su amigo.

.

Gin levantó las manos en señal de rendición, y se fue en busca de su novia, Rangiku, que también trabajaba allí como ayudante de camerino, dejando solos a ese par y cerrando la puerta tras él, haber si se declaraban de una vez, aunque por sus caras, sabía que no pasaría dicho milagro; suspiró en señal de resignación y fue a los camerinos a ver si encontraba a su chica y le decía lo ocurrido, por lo menos se reiría un rato. En la oficina Halibel y Aizen se quedaron mirando la puerta por donde se había ido Gin hacía un momento y después siguieron a lo suyo, con el dichoso pedido, al parecer el chico de los recados había apuntado una cantidad inferior y ahora tendrían que hacer una reclamación a la empresa; una llamada y diez minutos después todo estaba solucionado:

— Todo arreglado – comentó el dueño – y hablando de arreglarse… me gustaría que actuaras esta noche, Halibel.

— ¿Hay alguna celebración y vamos a cerrar tarde?

— No, solo una cena de negocios entre empresas – contestó sin darle importancia.

— ¿Qué empresa es?

— ¿Importa?

.

Halibel le miró de forma significativa, pero él parecía que prefería hacerse el idiota:

— Ya sabes que para mí sí que importa.

— ¿Hasta cuándo va seguir siendo así? – preguntó con cansancio.

— No sé, igual hasta que él muera, o quiebre su querido imperio.

— ¡Basta ya, Halibel! Ya eres libre.

— ¡¿Y por qué me da la sensación de que no es así?!

— ¡Porque aún sigues anclada al pasado! Y aún te sigues viendo a través de sus ojos; la chica que él creía ver, no es la mujer que tengo delante, o al menos es lo que me gustaría que fuera.

.

Halibel se acercó a él, enfadada, dejando nariz con nariz, aunque tuvo que ponerse de puntillas porque la sobrepasaba en altura por unos buenos 10 centímetros.

— Y lo dice un hombre que se ha pasado diez años de luto por su esposa – en ese mismo momento lamentó esas palabras – Aizen-san, yo, lo sient…

.

Halibel no tuvo tiempo para decir la frase, ya que estaba siendo arrastrada, luego sintió un golpe en su espalda, y cuando enfocó los ojos se encontró con la mirada marrón de Aizen y sus manos a cada lado de su cabeza. Ahora sentía lo que llevaba sin sentir desde hacía casi veinte años… sentía miedo, miedo al saber que podía despedirla en ese mismo momento; miedo al pensar que podría perderlo todo otra vez; miedo de reaccionar ante su cercanía; miedo de que se hiciera presente un sentimiento que no quería reconocer; miedo porque ese sentimiento era hacia su jefe, quien estaba tan cerca que podría tocarle si movía un solo músculo; miedo al pensar, que, al perderlo todo, también le perdería a él, una persona que se había vuelto importante para ella, demasiado. La mantuvo así, con la espalda pegada totalmente a la pared, durante unos minutos, él con el ceño fruncido, ella con los ojos abiertos como platos y a la vez húmedos, por las lágrimas que se agolpaban, pero que no caían; hubiera querido mover la mano para quitarlas, pero no quiso hacerlo por miedo a tocarle y provocar un reacción no deseada… pero nada más lejos de la realidad, en cuanto una de sus lágrimas cayó, Aizen la recogió con el pulgar, la misma mano pasó a su cuello y la otra, que aún estaba en la pared, pasó a su espalda para atraerla hacia él y abrazarla:

— Aizen-san, lo siento… lo siento, de verdad – se disculpó en voz baja.

—Shhh… tranquila, lo sé, lo sé.

.

Se mantuvieron así un rato, sin decir nada, hasta que se calmaron:

— En la cena de negocios está una empresa asociada con la de tu padre, pero no es la suya, no estará aquí esta noche ¿vale?

— Vale, de acuerdo, puedo hacerlo.

— ¿De verdad? ¿vas a cantar? – dijo con una pequeña sonrisa.

— Si, lo haré.

.

Aizen se separó un poco de ella para poder verle la cara:

— Ya era hora – le dijo.

.

Ella soltó una carcajada, y él vio en sus ojos es chispa de felicidad que tenía cada vez que la veía haciendo su trabajo, y decidió arriesgarse de una vez; se fue acercando poco a poco, hasta que la besó. Halibel no se esperaba para nada que su jefe la besara de esa manera, durante un segundo se dejó llevar y correspondió el beso, pero luego volvió a la realidad y se separó de él, rompiendo así el beso:

— No, no puedo

.

Halibel intentó separase por completo, aunque no quisiera hacerlo, pero no pudo porque él la mantuvo prisionera un poco más:

— Tia – la llamó – si es un "no" porque no me correspondes, lo entenderé, pero si es porque tienes miedo, entonces espero que me perdones…

.

La rubia le miró extrañada:

—… porque voy a luchar hasta el final.

— Sousuke… – susurró.

— AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHH!

.

Ambos se volvieron asustados por ese grito que provenía del pasillo, abrieron a toda prisa la puerta, y se encontraron a Orihime pegada a la pared del pasillo, su cara estaba blanca como una sábana, y con una expresión de terror, y boca aún estaba abierta porque todavía estaba gritando; no tardaron ni un segundo en correr hacia ella:

— ¡Orihime!

— ¡Hime!

.

Cuando llegaron hasta ella y volvieron la cabeza al interior del camerino, no esperaban encontrarse lo que había allí dentro… justo sentado en la silla, como si estuviera descansando aunque no era así, estaba Love, uno de los ayudantes de Ishida a la hora de diseñar el vestuario. No habría importado nada, de no ser por el hecho de que su cara estaba pálida, sus ojos no tenían vida, corría un hilo de sangre por su boca, su ropa tenía cortes en la parte de la camisa y estaba empapada de sangre, y había un corte profundo a lo largo del cuello, además del charco de sangre que había a sus pies.

Aizen no tardó ni un segundo, después de ver la horrible imagen, en coger a Orihime y abrazarla para que dejara de ver aquello, y ojalá fuera tan fácil como eso, pero por desgracia no era así. Orihime temblaba de miedo y lloraba, Halibel estaba paralizada; de un momento a otro Orihime empezó a hiperventilar y se desmayó, y parecía que la suerte estaba de su lado, pues en ese momento entraron Ichigo y Hisagi, quienes se acercaron a ver qué pasaba, y ver aquella escena los dejó aturdidos durante unos segundos, pero consiguieron reaccionar, Hisagi sacó su móvil y llamó a la policía, mientras que Ichigo cargó a Orihime:

— Llévala a mi casa, iré enseguida – le dijo el dueño.

— Hecho.

.

Aizen se volvió hacia Halibel en cuanto el chico se fue con la joven en brazos:

— Halibel – llamó – Halibel.

.

La rubia seguía sin reaccionar, hasta que sintió la mano de su jefe en la mejilla y la obligó a mirarlo:

— Halibel, vamos.

.

Sin esperar una respuesta, la agarró de la cintura, y casi la arrastró a la puerta, donde aparecieron Kensei y Sado:

— Que nadie se acerque al camerino de Orihime ¿entendido? – ordenó.

— Sí, señor.

— Han… asesinado a Love – añadió en voz baja.

.

Ambos hombres se quedaron en shock ¿Love? ¿asesinado? Se apresuraron al camerino de Orihime para impedir que nadie entrara y se encontrara con aquella horripilante escena, de hecho, cerraron la puerta casi del todo, y con mucho cuidado de no pisar nada. Mientras tanto Aizen empezó a dar órdenes a todo el mundo, de que se reunieran lo antes posible en el comedor, también dijo a los responsables del hotel que llamaran a los clientes para hacerles saber que sus reservas quedaban anuladas por el momento y el club no abriría esa noche; al mismo tiempo salió por la puerta de atrás casi arrastrando a una Halibel aún en shock, que se aferraba a él como a un salvavidas en medio del océano. Cuando llegó se encontró a Ichigo en el salón tratando de despertar a una inconsciente Orihime, la cual aún tenía rastros de lágrimas en las mejillas. Sentó a la rubia en una silla, pero antes siquiera de dar un paso hacia la cocina, la mujer reaccionó y se abrazó a él:

— N-no, no m-me dejes – susurró.

— Nunca. Hisagi ya ha llamado a la policía, pero tengo que ir a hablar con los demás y hacer lo posible porque se mantenga la calma ¿de acuerdo? Quédate con Kurosaki, por favor – le cogió el rostro con ambas manos y la miró a los ojos – volveré por ti.

.

Halibel asintió y se acercó al sofá donde estaba Inoue:

— Kurosaki, cuida de ellas, por favor.

— Eso no tiene que pedirlo jefe – contestó serio el peli-naranja.

.

Aizen se encaminó hacia la puerta y se fue de vuelta al club, vaya manera de empezar la noche.

.

.

.

(Comisaría de Policía de Karakura)

— Schiffer, Jaegerjaques, a mi despacho, es urgente.

— ¿Qué ocurre ahora? – preguntó un hombre con el pelo y los ojos celestes a su compañero, mientras se levantaba de la silla.

— Será otro caso – contestó su compañero, de pelo negro y ojos verdes, encaminándose al despacho de su capitán.

.

Llamaron a la puerta y entraron al despacho del capitán Kuchiki, un hombre con el pelo negro y los ojos grises, pero de semblante serio, que se encontraba sentado en su silla con el ceño fruncido, lo cual solo significaba una cosa, problemas:

— ¿Ocurre algo, capitán? – preguntó el moreno.

— Tenéis un caso – contestó directo al grano – pero hay un problema, Grimmjow.

— ¿Señor? – preguntó el aludido confuso.

— El caso es en el club "Las Noches", y antes de que armes un alboroto te diré, que tu mujer está bien. Sé que hay conflictos personales en este caso, pero quiero a los mejores trabajando en este caso ¿de acuerdo? Hacedlo rápido y limpio, y coged al responsable.

— Sí, capitán – respondieron.

— Llama a tu mujer e intenta tranquilizarla, Grimmjow.

— Gracias, capitán.

.

Ambos hombres recogieron sus chaquetas de las sillas y fueron al aparcamiento para ir lo más rápido posible al lugar:

— Conduce tú, tengo que llamar a Nelly.

— Tampoco ibas a poder conducir en ese estado – dijo cogiendo las llaves.

.

El moreno arrancó, salió de la comisaria a toda prisa, y puso la sirena del coche para pedir paso al tráfico, mientras su compañero aferraba el móvil con la mano, apretando la mandíbula, escuchando el tono de llamada, hasta que por fin su mujer le cogió la llamada:

— ¡Neliel!

— Grimm-jow… ssff… – se oyó por la línea que ella estaba llorando.

— Nelly, Ulquiorra y yo vamos para allá ¿vale? – dijo el de pelo celeste intentando calmarla.

— Vale… ssff… Dios, ha sido horrible, Orihime estaba con nosotras en el taller de Ishida, hablando y riendo, y las ocho se fue a su camerino para cambiarse, y al abrir la puerta… ssff… se encontró a Love, en la silla…

— ¡Nelly! ¡escúchame! ¿vale? Cálmate, llegaremos allí en un par de minutos, quiero que me esperes en la salida con el dueño, me dijiste que se llamaba Aizen ¿cierto?

— Ssff… si; vale, te espero fuera.

— Buena chica, te quiero.

— Yo también.

.

Un poco de tráfico, carreras, pitidos de coches, y cinco minutos más tarde, entraron en el recinto, donde Grimmjow reconoció en la entrada a su mujer, Neliel, nadie tenía un color de pelo como ese, de un verde apagado pero a la vez vivo; Ulquiorra no terminó de apagar el motor, cuando su compañero bajó a toda prisa del coche y corrió hacia la peli-verde, la cual tenía toda la cara llena de rastros de lágrimas, el maquillaje desecho, y un pañuelo en las manos; ambos se abrazaron fuertemente, ella a él como si fuera su salvavidas, y él a ella preocupado porque la hubiera perdido. El moreno se bajó del coche algo más tranquilo, saludó a Neliel, que todavía se encontraba entre los brazos de su compañero, y fue hacia el hombre, que se suponía, era el dueño de aquello y había estado esperando con la chica en la entrada:

— Detective Ulquiorra Schiffer – dijo dándole la mano.

— Sousuke Aizen, soy el dueño de Las Noches – respondió devolviéndole el saludo.

— Lamento conocerle en estas circunstancias; el equipo forense y los fotógrafos llegarán en breve, y llevaremos esto con la mayor discreción y rapidez posible.

— Gracias, detective; por aquí – dijo señalando el interior del club.

.

Los dos policías se internaron en el recinto; hora de hacer su trabajo y ganarse el sueldo.

.

Continuará…

.

.


Buenooooo… madre mía como empieza esto; espero que os haya gustado y tengáis ganas de más porque esto no acaba aquí, hay un misterio que resolver y mucho amor en el ambiente ;) por ahora me despido, nos leemos en el próximo capítulo!