Disclaimer: Dragon ball y sus personajes son de Akira Toriyama.


BURBUJAS


I

Vegeta & Bulma

Poción Mágica


Decidió fumar su último cigarrillo, lo tomó entre sus dedos y se levantó de la silla. Salió al jardín por la puerta de la cocina. Suspiró mirando hacia el cielo mientras lo recordaba, y seguía sintiendo una contradicción de emociones. Amor y ternura había sido lo primero, cuando, al despertar, Krillin y Goku habían relatado con lujo de detalle lo acontecido. No recordaba nada más allá de aquella frase No toques a Bulma, de ahí en más perdió el conocimiento por horas. Al recordarlo un escalofrío recorrió su cuerpo, aún le ardía la mejilla y su cabeza, al moverse demasiado rápido, dolía. Y sólo por un segundo pensó en las consecuencias en su rostro, mañana tendría otro color, no aquel rojo que todavía brillaba. Su ceño se frunció y, al hacerlo, se quejó de dolor. Finalmente se resignó, él no volvería. Por ahora, se dijo.

Apagó y botó el cigarrillo a medio fumar en la cocina y antes de apagar la luz, retrocedió. Quiso esperar por unos momentos más y así lo hizo. Se sentó nuevamente, observó su teléfono móvil, leyó las noticias, el tiempo, la bolsa del mercado, la empresa de su competencia, e incluso de dedicó a responder algunos mails del trabajo, hasta que sus ojos comenzaron a sentir pesadez. Miró la hora, tres y veinte de la madrugada.

—¡Bah! —exclamó. Apagó la luz y se fue a su dormitorio, no sin antes mirar hacia el de Trunks. Y sonrió al verlo todo desparramado en la cama mientras dormía. Se acercó a él, acomodó las cobijas y besó sus cabellos—. Descansa, mi pequeño hombrecito.

En su habitación se cambió de ropas, siempre con cuidado de no rozar su mejilla hinchada y adolorida, y en el baño mientras cepillaba sus dientes, evitó mirarse en el espejo, pero al secar su boca, no lo pudo evitar otra vez, se observó detenidamente. Ahora notaba como el tamaño de su ojo disminuía y el párpado crecía, y al tocarse siseó de ardor. Se encogió de hombros, se resignó. Con el pasar de los días todo se iría.

Antes de dormir, extrañó el cuerpo que cada noche sentía a su lado. Vegeta se había vuelto imprescindible para ella.

Bulma despertó con un dolor de cabeza descomunal y aquejada se incorporó con lentitud, miró su mesita de noche buscando el vaso de agua que siempre dejaba allí y que justamente hoy no estaba. Se sentó en la orilla de la cama mirando sus pies descalzos y de pronto sintió una ráfaga de viento, al mirar hacia delante estaba Vegeta, de pie, con su mirada fría de siempre sosteniendo un vaso de jugo de naranja, y sin decir una sola palabra se lo entregó.

Ella sonrió— Gracias —tomó un par de sorbos y habló de nuevo.— ¿Dónde estabas anoche?

—Bebe todo, Bulma —dijo él.

Ella lo miró extrañada— Está bien así —sonrió con agradecimiento.

—No, bebe todo.

Bulma quería saber qué había hecho toda la noche, quería discutirle que no había estado con ella cuando se sentía miserable físicamente, pero lo conocía lo suficiente, así que bebió todo de un sorbo para luego hablar. Pero antes de siquiera intentarlo el malestar desapareció. Sorprendida observó el vaso y luego a Vegeta, ya discutiría, antes de eso corrió al baño y se observó. Nada. No había ni un rastro del golpe, estaba y se sentía como nueva.

—Veg… —se calló cuando no lo vio. Supuso que se había ido por la ventana que estaba abierta mientras las cortinas se movían con el viento, al acercarse lo vio caminando en short por el patio, camino hacia la cocina. Inconscientemente Bulma sonrió, se volteó a recoger la ropa que había dejado tirada sobre la cama y, al hacerlo, notó cientos de pequeños pelos blancos regados por todas las prendas. Encogiendo sus hombros la llevó hacia el contenedor de ropa sucia.

—¡Mamá! —escuchó, y al instante olvidó todo.

Mientras Vegeta buscaba una botella de agua en la cocina, sonrió. Ella jamás se enteraría de nada.

O eso creía. Con la intrépida Bulma jamás se podría saber.


Nota autora:

Gracias a quienes leyeron, de todo corazón. ¡Nos leemos en la próxima!


Kattie.-

29 Agosto 2015