El lugar era mucho más que sombrío y sucio, pero poco le importaba a él en esos momentos. Después de todo, eran lugares como esos donde la atmósfera tomaba un matiz especial combinándose de manera perfecta con la noche nublada en la ciudad. Casi podía afirmar que aquel bar, que por mera elegancia al caso los ingleses llamaban pub, era mucho más que peligrosos, puesto que no era necesario ser demasiado inteligente para ver los rostros con el ceño marcado y miradas oscuras, tal vez por lo cometido o por la cantidad de alcohol que habían bebido ya durante toda la noche; pero eso era un hecho que trataba de ignorar, aunque nadie podía realmente ignorar su presencia y eso era algo, que por primera vez en su vida, lamentaba.

Miro su reloj, como lo había hecho varias veces durante todo el tiempo que llevaba sentado en la barra; marcaba las once y veintitrés de la noche. Pronto serían las doce de la noche, y seguía sin divisar a quien estaba esperando. Suspiro pesadamente, y pidió en un susurro casi inaudible al camarero una cola, una de las tantas bebidas que había ingerido, puesto que no era de su gusto beber demasiado alcohol, como seguramente, lo habría hecho cualquier otro hombre que estuviera en el lugar. El camarero sonrió con malicia, e hizo como pidió el joven, no sin antes darle una mirada cómplice, a lo cual, el rubio solo respondió con una ligera sonrisa, casi forzada por el cansancio que se acumulaba en sus ojos. Acomodo los lentes en su rostro, dio un sorbo pequeño, y siguió esperando.

-¿No eres de por aquí, cierto?-le pregunto el camarero, recostándose un poco sobre la barra, frente al joven

-No… ¿Es muy evidente? ¿Demasiado?

-Bastante muchacho, pero si lo que quieres es pasar desapercibido, yo me quedaría callado; tu acento te delata

-Gracias…realmente es la primera persona que me habla con algo de cordialidad-rio bajito, como ahogando un suspiro

-Bueno, ya sabes lo que piensa la mayoría de personas por acá de los estadounidenses, pero yo en ti no veo más que un chico perdido, a decir verdad

Dirigió una mirada vacía a su bebida, y reviso su reloj de nuevo. Solo habían pasado cinco minutos.

-¿A quién esperas? Estas no son horas para citas, y menos lugar para citas- sonrió burlonamente

-¡Yo…! La verdad, esa persona ni siquiera debe de saber que estoy aquí, pero lo estoy buscando…

-¿Buscas problemas?

-¡No, no señor! Es…es una larga historia…

Repentinamente, su improvisado intento de conversación con un completo desconocido se vio interrumpido por el seco sonido del vidrio al quebrarse; se escuchó de una manera estridente en todo el establecimiento, e inmediatamente, casi por instinto de supervivencia, giro su mirada hacia el lugar donde se había generado en sonido, para después quedar atónito por lo que observaba: quien estaba buscando, sostenía en su mano lo que era antes una vaso de cerveza, quebrado con violencia, y sus ropas impregnadas del líquido; y bajo el, yacía en el suelo un hombre que se cubría con dolor y quejidos fuertes sus rostro, ensangrentado…

Entonces quedo allí, sentado, observando la escena con un deleite masoquista, tratando de convencerse de que efectivamente, quien estaba buscando había atacado a este hombre, aparentemente de la nada; pero luego, quien había sido atacado, un hombre de mucha más edad, tomo con violencia el cuello de la camisa del joven, y lo tiro contra una de las mesas, arremetiendo con fuerza sus puños sobre el rostro de su oponente, quien lograba evitar algunos, y ganarse otros con desdén y más puro que los primeros. En muy poco tiempo, cayeron al suelo, donde fue ganando fuerza el más mayor arremetiendo cada vez con más fuerza, y el menor, perdiéndola.

Pocos habían en el bar, y quienes estaban, carecían de conciencia debido al alcohol, algunos ni siquiera levantaron su cabeza de la mesa; pero el no, no había llegado desde tan lejos solo para ver a quien estaba buscando recibiendo una paliza en un bar como ese; un impulso ajeno a si mismo le indicaba que debía intervenir, puesto que quien resultaría afectado, no era un desconocido, y hacia parte de sus mejores recuerdos, debía protegerlo, debía hacer algo. En menos de lo que pensó, dejo su lugar en la barra, y corrió hacia la pelea derribando varias sillas y mesas en su camino. Luego, por solo instinto, tomo lo más cercano a él, vio una silla vieja de madera, la tomo de su respaldo, y asesto con ella salvajemente en la cabeza del sujeto desconocido, varias veces con lo que aún quedaba de silla, hasta que este cayo pesadamente en el suelo encima del más joven, que miraba impactado como trozos enteros de madera caían a su alrededor cuando unos segundos antes, él era el atacado.

El de lentes detuvo sus golpes al ver el hombre caer definitivamente, y con sus ojos azules que ahora reflejaban el pánico y cargo de conciencia por lo ocurrido, miraban el cuerpo sin moverse de lugar, solo soltando el respaldo y las astillas que quedaron pegadas a lo que antes solía llamar silla, dejándolo caer al suelo. Por otra parte, quien estaba en el suelo, bajo el individuo, reacciono de su aturdimiento y empujo de un golpe el cuerpo a un lado, para luego, arrastrarse por el suelo lejos de él, agitado, con el rostro amoratado y con sangre saliendo de su boca, que limpio con un brusco movimiento con su mano. Luego, miro hacia arriba, a quien aparentemente, lo había salvado de continuar con aquella pelea. Sus orbes esmeraldas se abrieron, estremecidos, entre sorpresa y furia desatada…

-¡A-Alfred! ¡Pero que…!?

Ignoro la mirada confusa del muchacho, y volvió a acercarse al hombre mayor, para tomarle, con sus dedos temblorosos, el pulso en el cuello. Y sintió palidecer, sintió como su ritmo cardiaco paraba durante algunos segundos y le robaba el aliento. Una mueca horrorizada se formó en su rostro, y después de intentar modular varias veces, logro decir algo coherente

-¡Maldita sea! ¡Está muerto! ¡Esta jodidamente muerto!

-¡¿Qué!?- se llevó las manos a la frente, jalando un poco sus cabellos rubio cenizo, arrepentido

Los presentes, algunos que no habían bebido lo suficiente como para caer sobre la mesa, les observaban con terror, pero sus miradas se chocaron dirigiéndose una mirada cómplice y decidida. Lentamente, quien tenía el rostro amoratado se levantó del suelo y trato de limpiar el polvo de sus pantalones, mientras el otro solo le observaba tratando de fijarse en todas las heridas que había en su cuerpo

-¡Ustedes dos!-hablo fuerte y autoritariamente el camarero-No quiero eso aquí, llévenselo, no deseo que la policía venga y me interrogue por culpa de ustedes, ¡Y mas les vale que sea rápido!


-¡Puedo saber qué diablos hacías ahí!?- dijo fuertemente, casi gritando, y totalmente enojado, el de ojos verdes, mientras conducía rápidamente su Mini Cooper a través de las calles desoladas de la ciudad y agarraba la cabrilla con evidente furia y desespero

-¡Estaba buscando Arthie, solo eso!-le respondió casi haciendo un mohín, mientras apoyaba su codo en la manija de la puerta; sentado en la puerta de copiloto

-¡No me digas Arthie, carajo! ¡Y para que me necesitas!?- doblo una esquina a la izquierda

-Yo ya te había dicho, obtuve una beca para estudiar en la Universidad de Londres, y no tengo nadie más que me de alojamiento ¡Mi padre ya había hablado contigo! Pero está bien, está bien, lo olvidaste, pero ya vez, si el héroe no hubiera estado ahí, probablemente estarías muerto…

-¡Pero ahora alguien está muerto, pedazo de imbécil! Además, por supuesto que sí, me dejas esperando divertirte más en esa porquería de país y me dejas aquí, solo, con los tontos de mis hermanos, yo también me divertí mucho ¡Gracias!

-¡Arthur, era mi padre!

-¡Y yo tu amigo, prácticamente tu hermano! ¡Era tan necesario buscarme en un bar!?

-No contestabas al celular, tuve que hacerlo

Frunció su ceño de una forma más nerviosa que enojada, y paro el auto en la mitad del puente Blackfriars, donde abrió la puerta del pequeño auto con fuerza y la cerro en misma medida, por lo cual Alfred hizo lo mismo siguiéndolo

-¿Qué haces?

Ignorando por completo la pregunta, saco las llaves de su bolsillo con cierta impaciencia y abrió la cajuela del auto, para dejar que las luces del puente alumbraran el cuerpo que yacía dentro de allí, rodeado de algunas cosas más que tenía en la cajuela

-Hay que deshacernos de el…

-Pretendes… ¿Tirarlo al puente?

-¡No tonto! Flotara y se enteraran de todo el incidente…No sé ni que debiera hacer…Y apesta a cerveza

-Igual que tu

-Cállate

Ambos miraron meditativamente el cadáver, sin hallar realmente una solución al muy evidente problema, y sintiendo algo de paranoia, de culpa por lo que habían hecho; pero en cierto momento, el estadounidense se fijó en el resto de cosas en la cajuela: algunas bolsas plásticas, un maletín pequeño, soga…unos ladrillos

-Arthie, ¿porque tienes ladrillos en la cajuela?

El susodicho ahogo un suspiro de exasperación

-Hay algo en el antejardín que debo reparar; algunos de los ladrillos que sostienen las barandas hacia la calle ya están muy picados y pensaba en reparar eso este fin de semana…Pero…-callo durante un momento, meditativo- Creo que hay algo más importante por hacer ahora

Trato de jalar al hombre de los pies y sacarlo, pero era evidentemente muy pesado, cosa que Alfred noto con facilidad y lo cargo sin esfuerzo sobre su hombro

-Ya veo porque lo mataste…

-¡Era un villano!- el solo pensar que lo había matado le erizaba del temor y remordimiento

Poco después, luego de hacer un inmenso trabajo con la soga, lograron amarrar al cuerpo los ladrillos que había en la cajuela, para después acercarse cautelosamente al borde del puente, el rubio más alto sostenerlo por un momento, y después dejarlo caer al agua, donde se hundía poco a poco. Ambos se quedaron apoyados en la baranda del puente, mirando hacia abajo, como el agua pasaba y quien hace poco había tirado, ya había desaparecido de su vista, al parecer, sin ningún rastro.

-No puedo creer que es mi primer día en Londres y mate a alguien

-Matamos

-¿Por qué lo atacaste, Arthur!? Pudimos haber evitado todo esto ¡Me siento sucio!

-Tuve que hacerlo

-¿Por qué!?

-¿Recuerdas a mi padre, el comandante de la policía?

-Si…

-Bueno, en estos días clausuro un establecimiento donde se vendía droga. Y el hombre que acaba de hundirse…era el expendedor, y noto de inmediato que yo era su hijo. Vi sus intenciones de matarme, y yo solo quería dejarlo inconsciente, por eso lo ataque con el vaso de cerveza. No funciono…

-…Mierda…

Suspiro honda y profundamente, para después mirar hacia arriba y dejar de condensar su aliento en la helada noche

-Creo que tan pronto noten su ausencia, será el principio de esto. Estamos jodidos

La mirada azul no pudo esconder el temor, pero al mismo tiempo, el coraje y exaltación que le generaba la situación.

-Esta vez no te voy a dejar solo, lo prometo. Promesa de héroe- Entonces le dedico una amplia y blanca sonrisa, abrazándolo con fuerza