Ranma 1/2 es una obra cuyos derechos pertenecen a Rumiko Takahashi. Este fanfiction está realizado sin ningún ánimo de lucro y con el mero objetivo de divertir y entretener.
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Encuentros
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1. Tren
Camina sola, distraída, tiene demasiadas cosas en la cabeza. Le da vueltas a esa discusión que tuvo en el trabajo, esa impertinencia que su carácter impulsivo fue demasiado veloz para retener en sus labios.
Piensa en su familia, en su padre y en sus hermanas, en todo el tiempo que lleva sin hacerles una visita. Piensa en la cena, la triste nevera de su apartamento está vacía a excepción de una lata de atún abierta desde hace días y un yogurt que cree caducado. Piensa que tendrá que volver a encargar algo al restaurante de la esquina.
Piensa en lo que le duelen los pies por culpa de los incómodos zapatos, piensa en su dolorida espalda y brazos, demasiado tiempo sin ser ejercitados.
Piensa, piensa, piensa…
Recuerda al último hombre que rechazó, lo patético que era, tan simple, tan normal… tan aburrido y anodino como un vaso de agua.
Añora unos brazos que nunca existieron, un calor que jamás estuvo allí.
Piensa, piensa, piensa…
Corre.
Pisa el suelo de baldosas con fuerza, hace resonar sus tacones por la estación, choca contra una mujer y se disculpa torpemente.
Sigue corriendo.
Escucha a lo lejos el crujir de los railes, el chirriar de las ruedas metálicas, acaba de perder su tren.
Suspira, camina.
Piensa, choca de nuevo.
Tiene que dejar de hacer eso, parece que siempre está en las nubes, se da la vuelta, inclina la cabeza, se disculpa de nuevo.
Levanta la mirada, él la observa. Un extraño, un desconocido, un chico que tampoco para de pensar.
Torpes tartamudean, se giran y cada cual sigue su camino. Sus pasos rápidos comienzan a volverse vacilantes, él se gira con el rostro compungido y observa la delgada figura que le da la espalda, la chica de cortos cabellos envuelta en capas humanas se pierde entre el gentío de la estación.
Algo, hay algo. Qué tontería, otra vez su cabeza le induce a ideas extrañas.
Sigue andando y piensa.
Piensa, piensa, piensa…
Ella siente cómo su corazón se acelera, se lleva una mano al pecho, se voltea y mira de nuevo la espalda del desconocido, ¿lo sabría, verdad? si le hubiese visto antes lo sabría, esos ojos azules serían difíciles de olvidar, y sobre todo ese curioso peinado, con esa larga trenza.
Piensa, piensa, piensa…
Sus pies le conducen hasta el andén, llega su tren. Mira al suelo, espera paciente a que las puertas se abran, ¿por qué de repente le invade la melancolía?.
Da un paso dentro del vagón y entonces lo siente, se lleva una temblorosa mano a las mejillas, ha comenzado a llorar.
Se seca las lágrimas perpleja, sin entender lo que está ocurriendo. Las puertas se cierran tras ella con un sonido de ultratumba.
Se gira asustada, sorprendida de la inexplicable necesidad que se apodera de todos sus sentidos. Apoya ambas manos sobre el frío cristal de la ventana y le busca desesperada, debe verle una vez más, tan sólo eso bastará para recordar aquello que de forma abrasadora se abre paso en su cerebro.
Las lágrimas corren por sus pálidas mejillas, incontrolables, como ríos. Golpéa el cristal.
Y él aparece invocado por su pensamiento, atraído por una fuerza ajena, con la desesperación tan viva en su rostro que parece que ambos se miran en un mismo espejo.
Corre. Se acerca frenético y apoya sus manos contra el mismo cristal, casi choca contra él, si no fuese por el frío material las puntas de sus dedos se tocarían.
La misma pregunta en sus ojos, la muda desolación.
Golpea el cristal que tan cruelmente les separa, habla, pero ella no le entiende.
El tren avanza por la estación, ambos comprenden al mismo tiempo que el instante llega a su fin, él la sigue intentando mantenerse a su altura, ella camina al mismo tiempo por el vagón, comprende que no le quiere perder, que no debe perderle.
— ¿Te conozco? — pregunta aún a pesar de conocer la respuesta.
Él continúa hablando, grita algo.
— No te oigo — corre por el tren, le va a perder, tan sólo unos segundos y le perderá.
Ambos corren, se acaba el andén, el túnel engullirá el convoy en la oscuridad. Se miran apenas un segundo antes de perderse, sus ojos se dicen algo que sus cuerpos han comprendido hace tiempo. Sus almas de rozan por última vez, anhelando un contacto que ninguno de los dos recuerda.
Y ella juraría que escucha un grito agónico, ¿es su nombre lo que llora la noche?, sus cabellos se erizan, las piernas le dejan de sostener.
Cae al suelo ante las miradas atónitas del resto de pasajeros, se lleva una mano al rostro, sus lágrimas han empezado a empapar sus ropas.
Lo paladea, puede sentirlo. Es su nombre, ella también conoce el nombre de ese chico, lo captura un segundo en su mente testaruda, lo atrapa con decisión.
— ¿Ranma? — alza la mirada con la sensación de haber dicho algo horrible, pero un segundo después la culpabilidad desaparece, el sentimiento de nostalgia se evapora, sus lágrimas se secan.
Un segundo después no recuerda el nombre que tan dolorosamente ha pronunciado. No recuerda el rostro de ese chico, de hecho no consigue adivinar porqué está sentada en el suelo.
Se levanta, sacude sus ropas, toma asiento.
Y piensa…
.
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Hola a todos,
Esta es una pequeña historia hecha sin ningún propósito en particular, no se si es muy adecuada para San Valentín (más bien creo que no...), pero aquí está.
Dedicada en especial a los foreros de Ranma 1/2 y a Nodokita por siempre tenderme una mano y ayudarme tanto con lo que escribo.
