Prologo
...
El "embrión" comenzó a oscurecer lentamente mientras la vida parecía dejarlo. Tomaría un año para que este se desquebrajara y liberara a las personas del interior de su sueño. Todavía no entendía porque los demonios se habían interesado tanto en mantener humanos guardados en mundos de fantasía. Quizás un mundo sin criaturas que atormentar les era aburrido, y simplemente las despertarían para volver a empezar otro apocalipsis cuando el mundo fuera repoblado.
BANG.
Un disparó a la cabeza lo desequilibró y casi cayó al piso, pero pudo recomponerse y darse la vuelta con una cara claramente enfadad.
-Eso duele.
-Maldito monstruo. ¿Por qué mierda están aquí? –El soldado apenas podía mantenerse en pie con todas las heridas en su cuerpo, uno de sus brazos colgaba roto junto a él mientras se esforzaba por apuntarle con su pistola.
-Por si no lo notas, acabo de matar a un demonio arácnido de cinco pisos. ¿Qué tal un gracias?
-¡No me jodas! –Gritó mientras apretaba el gatillo de su arma.
Disparó tres veces antes de que el retroceso le arrancara el arma de las manos y callera de espaldas torpemente. Sólo dos balas de dieron en el pecho, pero ni siquiera las sintió.
-Supongo que es inútil esperar un mísero gracias.
A su alrededor estaban esparcidos los cuerpos de un batallón de soldados junto a los restos de demonios de todos los tamaños. Dudo de que hubiera algún superviviente aparte del soldado que estaba agonizando frente a él. Ellos ya sabían a que se enfrentaban, por lo que deberían haber estado preparados para este resultado. Al menos habían vencido. Aunque hubiera mejor si no se hubieran presentado, para lo único que sirvieron fue para matar demonios menores y como carne de cañón.
Se acercó al soldado caído mientras ajustaba su bufanda en su cuello.
-Dudo que vivas mucho tiempo. ¿Sabes donde puedo encontrar más embriones?
-Púdrete monstruo.
Suspiró. Siempre era lo mismo.
-Aunque no lo creas estoy tratando de ayudar. –Dijo con tristeza. –Hace setenta años que intento terminar con toda esta basura.
El soldado lo miró descosertado. Lo que sus ojos veían era un niño no mayor a doce o trece años, y sin embargo también era un monstruo inmune a las balas y-
-Eres él… él caminante.
-¿Así me llaman ahora? Bueno, es una mejora de "pequeño demonio". No soy ningún demonio, tú sabes. Me pregunto que se les ocurrirá después.
-¿Eres… real?
-Tan real como el hecho de que te estés muriendo. –Dijo sin gracia. –Ahora, si pudieras decirme donde encontrar al menos más demonios que pueda matar, me sería muy útil. Si escuchaste de mí entonces sabes que me dedico a caminar de un lado a otro matando demonios, y humanos, pero sólo si me atacan.
-Je. Y decían que él Caminante era un enano. Los chicos… se morirán… de risa.
-Sí. Sí. Muy divertido. Los demonios.
…
El soldado cayó en silencio.
-Mierda.
Abandonó los cuerpos y se dirigió a los transportes. Quizás en ellos pudiera encontrar algo útil. Más información sobre embriones y demonios. Más criaturas que matar.
Hace setenta y tres años estalló el apocalipsis en la tierra. Los demonios fueron guiados a nuestro plano de existencia por una entidad maldita y comenzaron a causar caos y destrucción por doquiera. En este tiempo se han formado resistencias y todas las naciones del mundo se han aliado, pero no hay mucho que puedan hacer contra fuerzas tan antiguas y poderosas.
Existen Embriones. Son enromes formas circulares que brillan y parecen contener un gran número de personas en su interior, todas ellas protegidas contra los estragos del mundo mientras "sueñan". Sólo podían ser libres del sueño si el demonio que creó el embrión era destruido, o él demonio mismo lo destruía.
Y era su deber, su responsabilidad, asesinar demonios y destruir embriones.
Todo esto era su culpa…
