Era el turno de Hermione de vigilar los alrededores mientras Harry dormía. Estaban en plena guerra y no era seguro, por mas hechizos de alarmas que pusieran, dormir sin tener a alguien vigilando.

Fue entonces cuando algo entre las ramas llamo su atención. Fue demasiado rápido y tal vez ella estaba demasiado cansada o el mortífago era demasiado ágil porque apenas si alcanzo a reaccionar ante la maldición.

-Desmaius- grito el enmascarado llamando automáticamente la atención del muchacho que dormía dentro de la carpa.

-Tarantalegra- devolvió Hermione

-Sectusempra- exclamo un nuevo mortífago que Harry esquivo por milímetros – ¡Mira lo que hemos encontrado! Pero si son Potter y la Sangre Sucia de su amiga, mi señor estará muy entusiasmado cuando los entreguemos-

-Eso no pasara nunca ¡Palalingua!- contraataco Hermione cuando sin darse cuenta quedo justo de espaldas a un nuevo mortífago que salía de entre las sombras.

-Es una lastima que a ti no te haya pedido específicamente con vida ¡Avada Kedabra!-

Y entonces Hermione pudo ver como todo pasaba en cámara lenta, pudo ver como de la punta de la varita del mortífago se asomaba el rayo de luz verde que ella estaba segura seria lo ultimo que vería en su vida. Había luchado tanto que de veraz no podía creer que ese fuera el final que le correspondía, sonaba tan simple.

-¡Expeliarmus!- escucho entonces decir a Harry en un vano intento de moverla de la dirección del rayo, pero ella sabia que era demasiado tarde cuando sintió como se quedaba sin aire de pronto y todo se volvió negro.

Y entonces comenzó a caer a un precipicio oscuro y sin fondo, y mientras caía se dijo a si misma que si morir se sentía así talvez no estuviera tan mal.