Hola, mis cupcakes bonitos.
En esta ocasión he tomado un ritmo diferente y he narrado desde la perspectiva únicamente de mujeres, de mujeres que admiro o me provocan una gran inquietud. En este caso, mi pareja favorita de X-men, Irene y Raven (Destiny y Mystique). Esta basado ligeramente en los comics, cuando Irene se enteró de su muerte.
Nada, nada me pertenece es propiedad de Disney (que compró Marvel y FOX).
Este fic participa en el Reto #23: "Solsticios y equinoccios" del foro La Torre Stark.
Canto I. Primavera.
De cómo el tiempo, infinito y eterno, no siempre tiene todas las respuestas.
Dentro de las posibilidades de la existencia, encontrar el amor y mantenerlo a tu lado es un riesgo inevitable, pero casi que imposible de conquistar. Sobre todo cuando el futuro es una cosa cierta, cercana, de manera tangible se apresura sobre ti con la fuerza y la vitalidad de un huracán.
Pero entonces llega Mystique, Irene desliza una sonrisa como lo hace su pierna derecha sobre la izquierda y extiende con la mirada una invitación taciturna. No tiene que preguntar, ya sabe que ella viene de pelearse otra vez con Charles y de tratar de frenar a Magneto. Viene con las ganas vivas y las esperanzas añejas.
—Ha sido horrible —dice, al tiempo que se tumba sobre la alfombra y deposita la cabeza en su regazo.
—Lo sé, lo vi —Irene trata de no hacerlo, pero a veces es imposible controlarlo, sobre todo cuando las posibilidades de Raven a veces se hacen tan ínfimas. Sabe que Rogue está dormida, arriba, con la manta enrollada en sus pies desnudos. Es su niña.
Raven alza su mano para acariciar el rostro de Irene, desde su perspectiva, esos ojos apagados no parecen ir a ningún lado.
—Tengo algo para ti, afuera.
—¿Una sorpresa? —el comentario es irónico, lo sabe, pero cómo se sorprende a una vidente.
Sí, fuera huele a polen y a sol cálido sobre el césped. Ya se van alejando los fríos vientos del norte. Caminan de la mano, como suelen hacerlo siempre que están a solas, porque Irene sabe que un día, un día ya no la tendrá más y le aterra que ese corazón herido vague solo, sin amor.
Lo siente. Es el calor de unas velas, el olor de un vino dulce y donde debiera estar su césped bien cuidado, las plantas de sus pies detectan una mullida alfombra.
—Nuestro aniversario es en un mes —le dice a Raven, colando una sonrisa en el regaño. Siente entonces unos labios sensuales contra los suyos y unas manos tersas y fuertes que la sujetan maravillosa y tiernamente.
Raven habla entonces con un susurro infinito.
—Desde que dijiste que habías visto tu fin, no dejo de pensar que tengo que hacer cada cosa que este en mi poder para que sepas, que aunque no vivas, siempre vas a estar conmigo.
