Disclaimer: Kobata no me pertenece, punto. XD


Mirando hacia el futuro está nuestro destino.

Habían pasado los años uno detrás del otro y él aún no había podido encontrarla. No era que pensara que podría hacerlo, pero tampoco estaba resignado a creer que nunca la encontraría. Kohaku había dicho que todo ocurría por una razón, y que el ser con el que Kobato había hecho el contrato era un alguien verdaderamente bondadoso, otorgándole así una nueva esperanza.

La esperanza de que tal vez y sólo tal vez, Kobato renacería en este mundo y cumpliría su nuevo deseo, permanecer al lado de él, por siempre.

Llevaba consigo todo el tiempo y a todas partes, el pequeño fragmento rosa, el caramelo de Kobato, como le llamaba Kohaku. Según él, Fujimoto había sido capaz de curar el corazón de Kobato y ése pequeño caramelo era la prueba de ello, debido a que ella no sería capaz de curarse sola y mucho menos de que el mismo hubiera estado dentro de la botella.

Así que, convencido de la benevolencia del Dios en los cielos y de que todo pasa por una razón, siguió caminando hacia adelante con la plena determinación a encontrarla.

Su persona más importante. Su Kobato chan.

Se graduó con honores a pesar de que en un principio su carrera se vió en peligro, y debido a la determinación que tenía a ayudar a la gente (más que nada porque eso le permitiría ampliar sus lugares de búsqueda), consiguió con facilidad un puesto en una firma de abogados tan pronto se graduó.

Tenía su propio apartamento y el salario era perfecto para vivir con poco más de lo suficiente. Esperó con paciencia participar como representante legal sin tener que ser llamado practicante o novato. Y finalmente la espera rindió sus frutos.

Cuatro años después de la desaparición de su amor, se le encargó el caso de cede de posesión de bienes a la nieta de uno de los recién fallecidos clientes, tenían problema para delimitar el terreno de la propiedad y era necesario ir directamente para solucionarlo. Él aceptó la enmienda en cuanto se la ofrecieron, sin saber lo que el destino tenía preparado para él.

El lugar estaba bastante retirado de Tokyo y tuvo que partir en tren. La ciudad era bastante tranquila y el terreno en el que se encontraba la propiedad estaba lejos del bullicio de los habitantes. Era un lugar hermoso.

Llamó a la puerta primero, esperando el que alguien lo recibiera pero sin respuesta. Así que se animó a adentrarse en la mansión que, a pesar de estar deshabitada, lucía bastante acogedora y limpia.

Descubrió el piano entonces, y atraído por él y sus acordes, corrió las cortinas de la sala para permitirse un poco de luz en el lugar, la cual lastimó un poco sus ojos. Se sentó al banquillo y comenzó a tocar, al principio renuente a hacerlo, pues temía al dolor de recordar aquello que había perdido. Pero cuando el amor es más grande que la nostalgia, no se puede detener el brote de los sentimientos.

Suspirando antes de comenzar a tocar, sus manos se apoderaron de cada una de las notas, tocando los acordes de la canción que siempre fue sólo de ella. Uno a uno, los recuerdos de su persona importante embriagaron cada rincón de su mente, mientras su corazón deseaba el que nunca se hubiesen desvanecido y poder así tenerla en sus brazos.

Se detuvo cuando el dolor en su pecho fue demasiado grande. Decidido a no quebrarse en aquél lugar, no durante su trabajo. Pero justo entonces, la voz de aquella a quien creía perdida inundó sus oídos.

Había salido a su encuentro, al principio casi incapaz de controlar el deseo de abrazarla. Lucía tan exacta a la chica en sus memorias. ¿Sería posible el haberla encontrado después de tanto?

-Así que tú eras el abogado. Mucho gusto en conocerte. –le saludó ella con su peculiar sonrisa.

-Lo mismo por mi parte. –Respondió –Mucho gusto en conocerte.

Estaba feliz, rebosaba de alegría. Pero al terminar de decir aquéllas palabras caía en cuenta de la realidad que sopesaban, aquélla de la que le había hablado Kohaku cuatro años atrás.

"Aunque las memorias de nuestras vidas pasadas no estén."

Y recordó incluso las palabras de su pequeña Kobato en aquella fatídica despedida, reafirmando así, que era posible el reencontrar ese amor.

"Fujimoto san es, mi persona más importante... hasta ahora, y desde ahora, por siempre."

-El piano...

La voz de ella lo sacó de pronto de sus recuerdos, se sintió de pronto avergonzado por haberse quedado en la ensoñación.

-Eres bueno tocando el piano -le dijo ella sonriendo

-Perdón por tocar sin permiso -se disculpó él

-Es gracioso, pero por algún motivo me pareció conocer esa melodía

-¿En serio? -sonrió él -Hace un tiempo, una persona importante para mí solía cantarla -le dijo -He estado buscando a esa persona -confesó

Kobato pareció sentir la superficie de los sentimientos de él y sintió pena entonces

-¿De verdad? Espero que la encuentres

Él la miró directamente, como si pudiera confesarle de esa forma que se trataba de ella. Desde luego no podría decírselo en voz alta.

-Sí -y sólo pudo sonreír

Era un pequeño encuentro apenas, y sabía que dentro de poco terminaría, así que decidió aprovechar cada segundo que estuviera a su lado. Fue entonces cuando notó un peculiar y conocido objeto en el bolso de ella.

-Eh? Ése muñeco

Era un pequeño encuentro que estaba por terminar.

-Oh!, es mi peluche favorito –respondió sonriendo, tomándolo en sus manos para mostrárselo

Pero estaba seguro…

–Lo tengo conmigo desde que puedo recordar -le dijo, los ojos de asombro de él clavados en el perrito azul que estaba frente a él -su nombre es Ioryogi.

…de que sería sólo el inicio.


A/N: Hi! tenía tiempo queriendo hacer este fic, desde que salió el capítulo final de Kobato, pero no encontraba el tiempo (además de tener otras historias pendientes XD), pero por fin lo conseguí, haber cómo sale =P