Disclaimer: Ninguno de los personajes ni los lugares que se mencionan en este fic me pertenecen. Todos son de George R. R. Martin.

Nota: Este drabble participa en el reto "¿Qué harán en la intimidad?" del foro Alas Negras, Palabras Negras.

Eres la dama ideal. La reina que todos desearíamos, y pronto lo serás. Eres hermosa; tus bucles castaños huelen a flores, tu sonrisa cautiva y tus ojos turquesa seducen. Todo Desembarco del Rey besa el suelo por el que caminas con esa gracilidad que te caracteriza. Quizás algún día pueda ser tan perfecta como tú.

Gracias a ti, llega un poco del sol de Altojardín a esta prisión roja. Me invitas a pasear contigo por los alrededores. Eres una amiga, alguien con quien puedo hablar sin ser un rehén. Me haces sonreír con tus historias y me consuelas cuando necesito contar mis penas. Cada vez que me abrazas y entrelazas tu brazo con el mío dejo de ser el pajarito enjaulado y vuelvo a ser la niña que creía en las canciones. Y yo cada vez ansío más de esos toquecitos amistosos.

Hoy me invitas a tus aposentos, como si fuera una más de tus primas, parte de tu familia. Mi corazón se desboca de alegría, y también de ansiedad: mi comportamiento debe ser impecable. Quiero agradaros. Necesito agradaros.

Todo son risas y bromas, canciones y juegos. Es como estar en casa de nuevo. El vino acompaña los cotilleos. Almohadones vuelan de vez en cuando, niñas corretean por la habitación. Entonces tú pides que nos dejen solas y se me hace un nudo en la garganta. Presiento que algo va a suceder. Algo que he deseado mucho tiempo sin saberlo.

Y no lo sé hasta que te deslizas junto a mí entre las sábanas con ese destello de picardía en la mirada. El estómago me da un vuelco. Esos labios como pétalos de rosa cada vez están más cerca de los míos… y mi cabeza empieza a dar vueltas cuando se tocan. Una punta de lengua. Manos cálidas me atrapan, sin darme tiempo a reaccionar. ¡Como si acaso fuera a huir!

El resto sucede como en una nube. Repentino y confuso. Los latidos de tu corazón, inquietos contra mi pecho. Besos suaves a través de la tela de mis enaguas. Y después… después… Cosquillas. Escalofríos. La sensación más extraña e intensa que jamás he tenido. Me da miedo… pero me gusta.

Me sacudo. Todo mi cuerpo tiembla. Estoy mareada, como si hubiera bebido demasiado vino. Parece un sueño. Tu olor. Tu aliento en mi nuca. Tu brazo alrededor de mi cintura. No quiero irme de allí. No quiero que deje de ser real.

Entonces lo sé. Eso era lo que tanto anhelé. Algo de lo que no se hablaba ni en la mejor de las canciones.