Descargo de responsabilidad: Akatsuki no Yona pertenece a la maravillosa Kusanagi sensei.

Este fic participa en la actividad Esa vez… del foro "El feliz grupo de hambrientos".

Opción nº 98: Esa vez en la que Zeno utilizó en su provecho el hecho de que el medallón de Hiryuu vuelva mágicamente a él (propuesta por Narutinachan).


EL MEDALLÓN

No era la primera vez que se desprendía del medallón de Hiryuu… Ya lo había hecho antes. Lo arrojó con furia, con rabia, porque el medallón era el recordatorio constante de su pacto con los dioses dragón. Y de esta maldición de seguir vivo, de una vida que no es vida, de no querer ni poder atarse a nadie, porque lo verás morir…; de esta soledad del alma, de un corazón que no hace más que romperse una y otra vez…

Pero también era el símbolo del afecto sincero de Hiryuu. Zeno está convencido de que en ese entonces, Hiryuu ya sabía de las consecuencias del poder de Ouryuu. Es por eso que le entregó un ancla para que su memoria regresase siempre a quien lo amó, tanto tiempo atrás… Un punto fijo en el tiempo al que volver para evitar la locura y los siglos de olvido, a aquellos años en los que Zeno fue amado por su rey y sus hermanos.

—¿Entonces el señor vendedor está de acuerdo?

El hombre miró con ojos codiciosos el objeto que le daba ese chico risueño, con cara de ingenuo, y con los estragos del hambre escritos en el rostro. Jamás haría mejor trato en su vida… Oro, oro puro, a cambio de un cesto de pan dulce…

El hombre asintió con un gruñido y el muchacho aceptó con una sonrisa el intercambio. Hoy comería… ¿Cuánto hace desde la última vez?

Zeno dedica una última mirada al disco de oro con la filigrana del dragón antes de que la tosca mano del tendero la aprese y la haga desaparecer dentro de su ropa, a buen recaudo.

Una punzada de remordimiento le aprieta el corazón y un suspiro de nostalgia sale de su pecho, pero luego mira el enorme cesto en sus manos y sacude la cabeza. Por un momento se siente extraño, como si le faltara algo: el peso del medallón y las cuentas de colores tintineando sobre su pelo…

Vuelve a sacudir la cabeza y se encamina hacia aquella casa a las afueras del pueblo, donde una muchacha, apenas una chiquilla, cuidaba de cinco niños huérfanos.

Zeno estaba seguro de que Hiryuu lo hubiera entendido.

Es lo correcto.

Y además, el medallón —Hiryuu— siempre regresaría a él.