N/A: Sip, lo sé, aun no he terminado 'Entre Luz y Oscuridad' pero... no
pude evitarlo. Me encanta e/k, y esta vez será un e/k/k. Y para Hitokiri
Lady Kenshin no terminará ni por si acaso con Tomoe. Bueno este fic es de
reencarnación, pero los personajes no recordarán totalmente su vida
anterior, sino que lo harán por algunos sueños y karma. Espero que lean
esto y les agrade.
Disclaimers: Nop, - . - ni Kenshin, ni Kaoru, ni Enishi-sama, ni el resto de los personajes de Ruouni Kenshin me pertenecen, pertenecen al gran Watsuki-sama.
En otra vida
Prologo
"¿Donde me ha dado esa cita misteriosa?. No lo sé. Acaso en el cielo, en otra vida anterior a la que solo me liga este confuso recuerdo. Pero yo la he esperado, y la espero aun, trémulo de emoción y de impaciencia. Mil mujeres pasan al lado mío: pasan unas altas y pálidas, otras morenas y ardientes; aquellas con un suspiro, estas con una carcajada alegre, y todas con una promesa de ternura y melancolía infinita, de placeres y de pasión sin límites...
Éste es su talle, aquellos sus ojos y aquel el eco de su voz, semejante a una música. Pero mi alma, que es la que guarda de ella una remota memoria, se acerca a su alma... ¡y no la conoce!... Así pasan los años, y me encuentran y me dejan sentado en el borde del camino de la vida... ¡siempre esperando! Tal vez viejo y a la orilla del sepulcro, veré, con turbios ojos, cruzar a aquella mujer ten deseada, para morir como he vivido: ¡esperando y desesperando!..."
Fragmento de "Pensamientos" Por Gustavo Adolfo Bécquer
'Otra vez ese sueño..' Simplemente no lo dejaba en paz y lo peor era que no podía recordarlo bien, a decir verdad solo recordaba el rostro de una hermosa mujer, los largos cabellos oscuros como la noche y la piel blanca como la nieve, de ojos tan azules como el cielo cuando empieza a anochecer, en esos ojos había determinación y ciega confianza en alguien que él odiaba. Pero a como la luz del amanecer iba penetrando lentamente en la oscura habitación, las imágenes del sueño se desvanecían, dejando solo, como siempre, la sensación de que algo faltaba en su vida.
-"Ahhh, basta de idioteces"- con esto último dicho por lo bajo, la alta y atlética figura de un joven hombre emergió de entre las sábanas, vestido solo en un par de boxers. Al acercarse a la ventana del balcón a cerrar las cortinas, la luz del sol iluminó su bello rostro, tenía facciones agudas pero no precisamente duras, en su rostro no había nada que pudiera decirse que fuera perfectamente masculino o femenino. Sus ojos eran de un tono casi imposible, entre turquesa y verde claro. Pero lo más extraño y llamativo en él era el color de su pelo, entre blanco y plateado, y hasta algo violeta, que se elevaba hacia arriba en mechones cortos y algo desordenados. Deteniéndose solo instante tratando de recordar a quien pertenecían esos impresionantes ojos azules que lo perseguían siempre, el vacío que sentía se duplicó, así que para dejar de pensar en 'estupideces'como él las llamaba, se dirigió al closet.
Luego de vestirse en un elegante Armani, recoger su portafolios, haber saboreado un exquisito desayuno en el restaurante de enfrente, bajó hasta el estacionamiento del lujoso edificio en el que poseía un penthouse, arrojó su portafolios en la parte trasera de su BMW plateado deportivo, subió al espléndido carro y arrancó, listo para otro día de trabajo en su buffet de abogados, para ganar otros tantos millones de dólares destruyendo alguna que otra vida.
*~*~*
Kaoru observaba el amanecer desde su balcón con una mirada indescifrable en sus azules ojos. Había tenido otro de esos sueños tan extraños, lo que más le molestaba de estos sueños era que a pesar de no recordaba casi nada de ellos, al despertar sentía un vacío dentro de su alma, como si algo muy importante le faltara. La suave brisa del amanecer hacía que sus oscuros y largos cabellos se revolvieran y la tenue luz del sol que iba creciendo poco a poco resaltaba su pálida tez. Y no es que a ella le faltara algo, se dijo a sí misma, tenía un buen trabajo que adoraba, enseñar era su vocación, tenía a su pequeño hermano, Yahiko, a sus amigos de toda la vida, Sano, Megumi, Misao, Aoshi, Soujiro, sin mencionar al resto de sus buenas amistades, y sobre todo estaba a quien ella creía sinceramente era el amor de su vida, Himura Kenshin. Él era todo un príncipe azul, apuesto, muy correcto y educado, y ella estaba segura de él la amaba muchísimo. Entonces, si tenía todo lo que cualquier chica pudiera pedir, por qué esta sensación de vacío no la abandonaba.
Para ahuyentar aquella molesta sensación se dirigió nuevamente a su cuarto a alistarse para sus clases de kendo. Ella enseña el Kamiya Kashin Ryu en el antiguo dojo de la familia, pero desde que sus padres pasaron a mejor vida había decidido que el lugar era muy grande para solo dos personas, así que decidió comprar un apartamento de tamaño suficiente para ella y su hermano menor. Ambos habían llegado a un pacto, el que primero se casara, heredaría el dojo y el otro el departamento. Claro su hermano menor, de solo trece años realmente creía que se casaría antes que ella, eso sería el colmo!. Entretenida con las tonterías que habían poblado su mente, terminó su desayuno, se despidió de Yahiko, quien iba a la escuela, y vestida en un simple gi blanco y una hakama oscura se encaminó hacia el dojo, lista para un bonito día haciendo lo que más le gustaba, enseñar.
*~*~*
El Teniente Himura se encontraba en uno de esos raros momentos en que no tenía nada que hacer en su oficina, nada más que pensar en curso de su vida hasta ahora. Había decidido convertirse en policía porque quería ayudar a las personas, y como provenía de una familia bastante adinerada, la paga era lo menos importante. Había salido de una larga relación de más de tres años al solo ver pasar a Kaoru. Él nunca había tomado decisiones tan drásticas, pero, llámenlo loco, pero siempre había soñado con Kaoru, aun antes de conocerla, era como si la hubiera buscado durante toda su vida. Al principio creyó que aquella mujer de sus sueños era Yukishiro Tomoe, y aunque fue feliz con ella, nunca pudo llenar ese vacío que tenía, pero al ver pasar aquel día a Kaoru, fue como si le echaran un balde de agua helada encima y se diera cuenta de que era ella, y no se había equivocado. Kaoru no solo era la mujer más hermosa que él hubiera visto jamás, si no que lo hacía inmensamente feliz, era alegre, sumamente interesante e inteligente, graciosa y tan pura como el más bello cristal. Es más solo estaba esperando el momento exacto para hacer la pregunta, estaba convencido de no podría imaginar su vida sin ella.
Con esto ultimo en su mente y una sonrisa en sus bellas y delicadas facciones, abrió el primer cajón de su escritorio y sacó un pequeño estuche, lo posó en su callosa mano y la abrió con extrema delicadeza. Dentro se encontraba un hermoso anillo de diamantes, deslumbrante y delicado a la vez. En sus ojos violetas se reflejaba tal ternura que era imposible de describir.
- "Pronto, koishi, pronto serás mi esposa"- su voz era apenas audible. Y con esto último dicho volvió a guardar el anillo justo a tiempo antes que entrara su compañero y mejor amigo, Sagara Sanozuke.
- "Oi Kenshin, ¿ que hay? Otra vez soñando con Jou-chan, ah?"- fue el saludo del alto joven a su compañero pelirrojo, quien por cierto tenía el rostro casi tan colorado con su cabello al ser descubierto con las manos en la masa. Al percibir esto, Sano simplemente lanzó una feliz carcajada.
N/A: Y... que les parece? Porfa dejen un review, si... Ahh, también tengo esta idea loca en la cabeza de hacer un Enishi/Kaoru/Sanozuke, ¿qué dicen?
ari-g
Disclaimers: Nop, - . - ni Kenshin, ni Kaoru, ni Enishi-sama, ni el resto de los personajes de Ruouni Kenshin me pertenecen, pertenecen al gran Watsuki-sama.
En otra vida
Prologo
"¿Donde me ha dado esa cita misteriosa?. No lo sé. Acaso en el cielo, en otra vida anterior a la que solo me liga este confuso recuerdo. Pero yo la he esperado, y la espero aun, trémulo de emoción y de impaciencia. Mil mujeres pasan al lado mío: pasan unas altas y pálidas, otras morenas y ardientes; aquellas con un suspiro, estas con una carcajada alegre, y todas con una promesa de ternura y melancolía infinita, de placeres y de pasión sin límites...
Éste es su talle, aquellos sus ojos y aquel el eco de su voz, semejante a una música. Pero mi alma, que es la que guarda de ella una remota memoria, se acerca a su alma... ¡y no la conoce!... Así pasan los años, y me encuentran y me dejan sentado en el borde del camino de la vida... ¡siempre esperando! Tal vez viejo y a la orilla del sepulcro, veré, con turbios ojos, cruzar a aquella mujer ten deseada, para morir como he vivido: ¡esperando y desesperando!..."
Fragmento de "Pensamientos" Por Gustavo Adolfo Bécquer
'Otra vez ese sueño..' Simplemente no lo dejaba en paz y lo peor era que no podía recordarlo bien, a decir verdad solo recordaba el rostro de una hermosa mujer, los largos cabellos oscuros como la noche y la piel blanca como la nieve, de ojos tan azules como el cielo cuando empieza a anochecer, en esos ojos había determinación y ciega confianza en alguien que él odiaba. Pero a como la luz del amanecer iba penetrando lentamente en la oscura habitación, las imágenes del sueño se desvanecían, dejando solo, como siempre, la sensación de que algo faltaba en su vida.
-"Ahhh, basta de idioteces"- con esto último dicho por lo bajo, la alta y atlética figura de un joven hombre emergió de entre las sábanas, vestido solo en un par de boxers. Al acercarse a la ventana del balcón a cerrar las cortinas, la luz del sol iluminó su bello rostro, tenía facciones agudas pero no precisamente duras, en su rostro no había nada que pudiera decirse que fuera perfectamente masculino o femenino. Sus ojos eran de un tono casi imposible, entre turquesa y verde claro. Pero lo más extraño y llamativo en él era el color de su pelo, entre blanco y plateado, y hasta algo violeta, que se elevaba hacia arriba en mechones cortos y algo desordenados. Deteniéndose solo instante tratando de recordar a quien pertenecían esos impresionantes ojos azules que lo perseguían siempre, el vacío que sentía se duplicó, así que para dejar de pensar en 'estupideces'como él las llamaba, se dirigió al closet.
Luego de vestirse en un elegante Armani, recoger su portafolios, haber saboreado un exquisito desayuno en el restaurante de enfrente, bajó hasta el estacionamiento del lujoso edificio en el que poseía un penthouse, arrojó su portafolios en la parte trasera de su BMW plateado deportivo, subió al espléndido carro y arrancó, listo para otro día de trabajo en su buffet de abogados, para ganar otros tantos millones de dólares destruyendo alguna que otra vida.
*~*~*
Kaoru observaba el amanecer desde su balcón con una mirada indescifrable en sus azules ojos. Había tenido otro de esos sueños tan extraños, lo que más le molestaba de estos sueños era que a pesar de no recordaba casi nada de ellos, al despertar sentía un vacío dentro de su alma, como si algo muy importante le faltara. La suave brisa del amanecer hacía que sus oscuros y largos cabellos se revolvieran y la tenue luz del sol que iba creciendo poco a poco resaltaba su pálida tez. Y no es que a ella le faltara algo, se dijo a sí misma, tenía un buen trabajo que adoraba, enseñar era su vocación, tenía a su pequeño hermano, Yahiko, a sus amigos de toda la vida, Sano, Megumi, Misao, Aoshi, Soujiro, sin mencionar al resto de sus buenas amistades, y sobre todo estaba a quien ella creía sinceramente era el amor de su vida, Himura Kenshin. Él era todo un príncipe azul, apuesto, muy correcto y educado, y ella estaba segura de él la amaba muchísimo. Entonces, si tenía todo lo que cualquier chica pudiera pedir, por qué esta sensación de vacío no la abandonaba.
Para ahuyentar aquella molesta sensación se dirigió nuevamente a su cuarto a alistarse para sus clases de kendo. Ella enseña el Kamiya Kashin Ryu en el antiguo dojo de la familia, pero desde que sus padres pasaron a mejor vida había decidido que el lugar era muy grande para solo dos personas, así que decidió comprar un apartamento de tamaño suficiente para ella y su hermano menor. Ambos habían llegado a un pacto, el que primero se casara, heredaría el dojo y el otro el departamento. Claro su hermano menor, de solo trece años realmente creía que se casaría antes que ella, eso sería el colmo!. Entretenida con las tonterías que habían poblado su mente, terminó su desayuno, se despidió de Yahiko, quien iba a la escuela, y vestida en un simple gi blanco y una hakama oscura se encaminó hacia el dojo, lista para un bonito día haciendo lo que más le gustaba, enseñar.
*~*~*
El Teniente Himura se encontraba en uno de esos raros momentos en que no tenía nada que hacer en su oficina, nada más que pensar en curso de su vida hasta ahora. Había decidido convertirse en policía porque quería ayudar a las personas, y como provenía de una familia bastante adinerada, la paga era lo menos importante. Había salido de una larga relación de más de tres años al solo ver pasar a Kaoru. Él nunca había tomado decisiones tan drásticas, pero, llámenlo loco, pero siempre había soñado con Kaoru, aun antes de conocerla, era como si la hubiera buscado durante toda su vida. Al principio creyó que aquella mujer de sus sueños era Yukishiro Tomoe, y aunque fue feliz con ella, nunca pudo llenar ese vacío que tenía, pero al ver pasar aquel día a Kaoru, fue como si le echaran un balde de agua helada encima y se diera cuenta de que era ella, y no se había equivocado. Kaoru no solo era la mujer más hermosa que él hubiera visto jamás, si no que lo hacía inmensamente feliz, era alegre, sumamente interesante e inteligente, graciosa y tan pura como el más bello cristal. Es más solo estaba esperando el momento exacto para hacer la pregunta, estaba convencido de no podría imaginar su vida sin ella.
Con esto ultimo en su mente y una sonrisa en sus bellas y delicadas facciones, abrió el primer cajón de su escritorio y sacó un pequeño estuche, lo posó en su callosa mano y la abrió con extrema delicadeza. Dentro se encontraba un hermoso anillo de diamantes, deslumbrante y delicado a la vez. En sus ojos violetas se reflejaba tal ternura que era imposible de describir.
- "Pronto, koishi, pronto serás mi esposa"- su voz era apenas audible. Y con esto último dicho volvió a guardar el anillo justo a tiempo antes que entrara su compañero y mejor amigo, Sagara Sanozuke.
- "Oi Kenshin, ¿ que hay? Otra vez soñando con Jou-chan, ah?"- fue el saludo del alto joven a su compañero pelirrojo, quien por cierto tenía el rostro casi tan colorado con su cabello al ser descubierto con las manos en la masa. Al percibir esto, Sano simplemente lanzó una feliz carcajada.
N/A: Y... que les parece? Porfa dejen un review, si... Ahh, también tengo esta idea loca en la cabeza de hacer un Enishi/Kaoru/Sanozuke, ¿qué dicen?
ari-g
