Título: "Sin compromisos"
Disclaimer: Los personajes de Shingeki no kyojin no me pertenecen, son propiedad de Hajime Isayama, sin embargo, la historia sí es completamente mía.
Pareja principal: Eren x Levi
Otras parejas: Jean x Marco, Reiner x Bertholt
Ambientada en: La época actual
Advertencias: Yaoi o BL, (romance de chico x chico). Escenas con contenido sexual explícito y malas palabras
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Capítulo Primero "Te lo juro… sin compromisos"
Si pensaba que sólo iba a ser una aventura de una noche estaba muy equivocado…
Era viernes y Levi Ackerman declaró al final del día haberse levantado con el pie izquierdo, pues en la mañana no sólo tuvo que caminar seis calles hasta la parada de autobús por no haberse acordado de ponerle gasolina a su auto, sino que también le había tocado ir apretado entre tanta gente dentro del transporte, y lo que es peor… a pie. El tráfico llegó a ser tan insoportable como el calor que sentía por estar en medio de dos señoras, quienes además de asfixiarlo con sus voluminosos cuerpos, no paraban de pegarle una y otra vez con el estúpido bolso. Está bien que fuera pequeño, pero no tenían derecho a aprovecharse de él. No obstante, cuando arribó a la empresa en la que trabajaba, se llevó la "grata" sorpresa de que el ascensor no servía y que aquello le obligaba a subir deliberadamente las casi trescientas escaleras que conducían hasta el sexto piso del edificio, en el cual, por supuesto, se hallaba su oficina. ¡Y no la vio! Definitivamente no vio la señal de piso mojado, así que resbaló cayendo de espaldas al suelo golpeándose, por si fuera poco, en sus bien formadas nalgas. ¡Maldita sea su suerte!
Una vez que estuvo sentado en la silla que giraba sobre cuatro rueditas suspiró con alivio. Creía con cierta ingenuidad que las cosas mejorarían en el transcurso del día, pero aquello quedó sólo en una estúpida creencia, porque en realidad se complicaron mucho más. Su secretaria llegó demasiado tarde, problemas familiares o algo parecido, pero el que en verdad estaba liado era él, pues había tenido que trabajar solo durante 5 horas consecutivas y sin desayuno en el estómago.
Cuando al fin Petra se había puesto al corriente con todos los informes que debían presentar en la próxima junta directiva, Levi decidió ir en sus dos horas de descanso a la cafetería más cercana para alimentarse como es debido. ¡Pero no! Ahí tampoco lo recibieron de buena manera, pues un camarero tropezó con algo que estaba tirado en el suelo y derramó el café caliente sobre el saco y pantalón del señor Ackerman. ¡Y la que se armó! Levi salió maldiciendo del lugar con notorio enfado y sobre todo con hambre. ¿Las cosas podían ponerse peor? Y la respuesta era sí, mucho pero mucho peor.
—¿Y esa cara de pocos amigos? —preguntó Erwin entrando disimuladamente en la oficina de Levi.
—No tengo otra —bramó con cierto fastidio—. ¿Qué se te ofrece?
—La verdad es que sólo quería saber cómo estabas, en los pasillos hay rumores de que estás poseído por el diablo, ¿eso es cierto? —sonrió con sorna.
—¡Tonterías! —Levi se levantó de su asiento y empezó a recoger sus cosas. Ya le andaba por irse de ese maldito lugar.
—Vale, vale, pero no te enfades…
—¡No estoy enfadado!
—Sí lo estás, aunque ciertamente no deberías.
—He tenido un día de perros, ¿acaso debería ir por ahí saltando de la felicidad?
—No, por supuesto que no. Pero yo me refiero a que deberías estar contento porque pronto el jefe tomará una decisión con respecto a tu futuro —dijo y por un segundo a Levi le brillaron los ojos—. Sabes mejor que nadie que serás ascendido a vicepresidente de la empresa —continuó luego de verificar que el ánimo de Ackerman mejoraba notablemente con esas palabras.
—Lo sé, al menos tengo eso —cogió su maletín—, ¿ya estás por irte?
—Aun no, le prometí a Hanji que iría a cenar con ella, pero tengo que esperarla a que terminé de firmar unos documentos.
—Entiendo, entonces nos vemos el próximo lunes ¿de acuerdo?
—Sí claro, y ese día celebraremos tu ascenso.
Salieron ambos riendo de la oficina del pelinegro. Caminaron por los pasillos y cuando estuvieron a punto de despedirse, escucharon por unos minutos la conversación que Jean y Marco tenían en ese momento.
—¿Y cómo te enteraste de eso? —cuestionó Jean incrédulo.
—Estaba fotocopiando unos archivos cuando de pronto escuché de la boca del presidente que estaba muy orgulloso porque su hijo se había graduado con honores de la universidad.
—Y me imagino que sólo por eso está resuelto a tomar esa extraña decisión.
—No te voy a mentir, todo el tiempo estuve pensando en que el próximo vicepresidente iba a ser Levi Ackerman.
—Yo también lo pensaba… pero los lazos familiares en este caso resultaron ser más importantes ¿no?
—Sí, es una pena… pobre Levi.
A Erwin no le dio tiempo de reaccionar, y para cuando quiso darse cuenta, su amigo ya no estaba a su lado.
Tristeza, enfado, confusión. Todo eso sentía Levi y mucho más. ¿Por qué tenía que haberle pasado eso? ¿Acaso era un imán que atraía todas las desgracias? ¡Definitivamente no era justo! Era un buen ciudadano, se había esforzado mucho trabajando en esa empresa de autos. Siete años para ser exactos. Sólo para que ahora se entere de que lo que siempre soñó con tener, ahora pertenecerá a un niñato recién graduado. ¡A la mierda con todo!
Se dirigió a un bar. Tenía que ahogar esas penas, y nada mejor que con el alcohol, era viernes y tenía derecho a beber todo lo que quisiera, aunque se le fuese la vida en ello. Debía, indudablemente, liberar toda esa frustración que le recorría el alma haciéndosela pedazos, pues no sólo había tenido un espantoso día, sino que la noticia de que no iba a ser ascendido por culpa de un mocoso, había resultado ser la cereza del pastel. ¡Y la más amarga!
Bebió un vaso y en seguida cogió el segundo. Estaba sentado cerca de la barra y en el extremo izquierdo, casi apartado de toda la demás gente. No le dirigía la palabra a nadie que no fuera el cantinero. Y pidió el tercero casi con urgencia. Se ensimismó en pensamientos absurdos y maldijo a todo el mundo.
A lo lejos, un joven de no más de 22 años entraba con cierto temor. Su mirada inocente buscaba con ansiedad a los amigos que le habían prometido ir a celebrar su futuro nombramiento. Lo cierto es que no hallaba a ninguno. ¿Acaso lo habían engañado? Dio tres pasos discretos y se detuvo aterrado. No conocía a nadie y todo el mundo le parecía demasiado sospechoso. El cantinero lo observó y le invitó a venir con un ademán. El chico dudó por un instante, pero después de sentirse acosado por un hombre robusto, decidió huir de él yendo hacia la barra. Se sentó al lado de un Levi completamente borracho.
—¿Qué vas a beber? —preguntó el cantinero.
—Una malteada de chocolate por favor... —solicitó el chico y una sonora carcajada brotó del sujeto que estaba contiguo a él.
—Lo siento, pero aquí sólo hay bebidas alcohólicas, si quieres tomar eso mejor ve a un restaurante —sentenció el cantinero mientras limpiaba los vasos y copas con un paño de color blanco.
—Es que bueno… yo no bebo —habló dirigiendo levemente la mirada hacia el hombre que se había reído de él.
—¡No me mires a mí! Yo no solicité una estupidez —admitió Levi sacando su lado más frío.
—No tienes por qué hablarme así y mucho menos debiste haberte burlado —gritó Eren defendiéndose.
Levi encogió los hombros, desvió la mirada y se dispuso a beber el quinto vaso. Eren lo miró con intriga y en seguida se cruzó de brazos. ¡Qué tipo más extraño! Pensó mientras abría los labios para pronunciar lo siguiente:
—¿Tendrá una hamburguesa?
El hombre borracho sonrió por segunda vez en toda la noche. Aquel niñato sí que era de lo más jocoso e inocente. ¿Cómo le hacía para pronunciar cosas tan graciosas en un par de segundos?
—¡Qué grosero! —espetó Eren levantándose del asiento dispuesto a todo.
—No me digas que quieres pelea —dijo Levi poniéndose de pie también.
—¡Quiero que me dejes de molestar!
—Pero si yo no he hecho nada más que reírme de las tonterías que pides —aclaró acercándose al chico—. Sin embargo, gracias a ti he reído al menos un poco en todo este maldito día.
Eren no esperaba para nada aquellas palabras. ¿Qué mosca le había picado? Primero muy rudo y molesto, y ahora le estaba dando las gracias. No cabía duda de que la borrachera le estaba haciendo daño. ¿O acaso el sujeto era bipolar?
—No me mires con esos ojos, ya sé que piensas que soy raro —habló Levi sentándose una vez más.
—No es que seas raro, es que estás borracho.
—Ya veo —giró en su lugar y quedó frente al chico—. ¿Y qué hace un niño en un lugar como este? —en verdad le daba curiosidad saberlo.
—Espero a unos amigos, aunque creo que se han olvidado de mí —respondió con honestidad.
—¿Qué harías si ellos no vienen?
—Supongo que me iría a mi casa —no recibió una respuesta por parte de su acompañante, así que decidió preguntar —: ¿Y tú qué haces aquí? ¿Algún desamor quizá?
—Hoy fue el peor día de mi vida, pero qué más da, ya me he desahogado lo suficiente bebiendo. Ya hasta he perdido la cuenta de cuántas llevo.
—Creo que no deberías beber mucho, te harás dependiente.
—A estas alturas me vale todo lo que pase conmigo.
Y estuvieron platicando durante más tiempo, pero no precisamente sobre todos los males que habían caído sobre Levi ese fatídico día, ni muchos menos del nombramiento de Eren en una empresa de autos, sino más bien se enfocaron en los temas que tenían que ver con la sociedad de aquellos tiempos. Al final los amigos de Eren nunca llegaron. Y Ackerman no estaba precisamente en condiciones para caminar, por lo que el más joven se ofreció a acompañarlo a su casa en su auto.
—No acostumbro a que los niñatos me lleven a casa —objetó Levi intentando caminar lo más decente posible.
—Y yo no acostumbro a dejar a la deriva a un conocido que necesita ayuda —respondió Eren con amabilidad— Y no me digas niñato, ya tengo 22 años, creo que soy lo suficientemente mayor.
—Sí claro…
Salieron del bar, Eren sosteniendo a un Levi que se tropezaba en cada paso. El cielo completamente oscuro, la luna en lo alto y unas cuantas estrellas. Poca gente en la calle y tiendas cerrando sus servicios. El auto de Jaeger en medio de dos camionetas. Lo subió casi empujándolo, y éste quedó recostado en los asientos de atrás, por su parte Eren se dirigió al volante.
—¿Por dónde queda tu casa? —cuestionó y no recibió respuesta.
Giró su cabeza con la intención de repetir la pregunta, y para su mala suerte el susodicho ya se había quedado dormido. Sí, descaradamente y en su auto.
—¡No puede ser! ¿Y ahora qué voy a hacer? Ni modo que lo saque y lo deje a su suerte, no soy capaz de hacer eso, aunque se trate de un tipo que acabo de conocer.
De inmediato miró hacia el maletín. ¿Debía revisar los documentos que estaban dentro de él para ver si encontraba algo sobre su residencia? Alguna dirección tal vez. Inmediatamente negó con la cabeza, aquello significaba indagar en cosas privadas y, definitivamente, su moral no le tenía permitido hacerlo. La segunda opción era llevarlo a su casa, prepararle un café cargado y una vez que éste se encuentre en condiciones, mandarlo de paseo. Lo bueno era que su padre le había comprado un apartamento para él solo. Haberse graduado con honores había merecido la pena.
Gracias al ascensor, subió con un Levi semidormido hasta llegar a donde vivía. Sacó las llaves de su bolsillo con cierta dificultad y abrió la puerta. Suspiró una vez que se sintió dentro de casa, cerró y abandonó a su acompañante en el sillón. Pero oh sorpresa, éste le jaló por el brazo hasta recostarlo junto a él. ¿Qué diablos estaba pasando ahora?
—Shhh no hables —susurró Levi cerca del oído de un Eren entre asustado y sorprendido.
—¿Q-qué h-haces? —tartamudeó Eren. El sujeto le estaba abrazando por detrás, ¿cómo no iba a sentirse nervioso?
—Nada —respondió con picardía y sus manos empezaron a recorrer el cuerpo del más joven.
—¿C-cómo que n-nada? —dijo con estremecimiento, pues las manos de Levi estaban tocando puntos débiles y demasiado privados.
—Sé que lo deseas tanto como yo.
Igual y la borrachera no le permitía pensar con claridad, pero qué más daba en ese momento. Algo bueno debía de haber en todo ese estúpido día de perros.
—¿Como en las películas? —gimió Eren cuando le empezó a acariciar en la entrepierna—. En las que dos desconocidos se encuentran en un bar y después de una charla amena deciden ir a un hotel…
—Algo así —sus labios empezaron a lamer el lóbulo izquierdo de Jaeger.
—Está bien, pero…
—Ya sé lo que estás a punto de decir. Te prometo que sólo será por esta noche, probablemente mañana esté más cuerdo que ahora, así que me iré sin causar problemas y no volverás a saber de mí nunca. No te estoy pidiendo que te enamores de mí, sólo quiero sexo y ya.
—¿Sin compromisos entonces? —volvió a gemir y esta vez con más fuerza.
—Te lo juro… sin compromisos.
Aquella iba a ser una noche larga, muy larga.
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Lo sé, es muy raro ver a los personajes de Shingeki no kyojin en un ambiente completamente distinto al original (es decir, sin titanes), pero es que tenía esta idea en mente y no podía dejarla pasar. Les agradecería muchísimo que comentaran. Nos vemos en el siguiente capítulo, el cual probablemente contenga la sex scene y mucho más. Bye bye!
PD: La historia puede verse un poquito predecible, pero les aseguro que se sorprenderán.
Preview:
—¿Qué haces? —preguntó Eren después de lanzar el segundo bostezo.
—Estoy limpiando, ¿acaso no estás viendo? —respondió tajante Levi.
Maldito niñato… ¿por qué tenía que tener el apartamento tan sucio? ¿Acaso sus padres no le habían enseñado a ser ordenado?
….
—Quiero que conozcan al nuevo vicepresidente de la empresa —habló el jefe y en seguida entró Eren con una inquietante sonrisa.
—Gracias padre —sus ojos se abrieron como platos, ahí estaba él…
El hombre que había conocido aquel viernes y con el que había hecho cosas. Sí, joder, cosas perversas. Por su parte Levi aun no le había visto, pues mantenía la cabeza inclinada con un dejo de desolación, no quería siquiera mirar a la persona que le estaba quitando lo que él se merecía. Y cuando lo viese se iba a llevar la sorpresa de su vida.
