¿Alguna vez te pregustas cuantas cosas puedes dejar al aire sólo porque las oportunidades se te van de las manos o porque las circunstancias son bastante impredecibles? Ni siquiera con el mejor promedio, las mejores notas, los mejores amigos, puedes librar los errores.

Por eso cuando esquivó sin problema el primer poste, no creyó que fuera milagro que siguiera viva, es más, maldecía haber pasado la calle sin algún percance, maldijo internamente que hoy precisamente, ningún automóvil viajara a gran velocidad para atropellarla.

—¡Qué hay, Kyouyama! —la saludó algún extraño estudiante del instituto, pero la verdad es que eso le importaba muy poco.

Varios le miraban con admiración y eso no era novedoso para ella, pero por qué entonces se sentía tan miserable porque de la noche a la mañana la miraran distinto. Quería matar a Hao Asakura y quería hacerlo en ese preciso momento.

—Alguien viene molesta hoy-Escuchó el comentario de Ren en el preciso momento en que guardaba los libros en su casillero.

¿Es que acaso nadie podía ignorarla hoy? Vaya día, vaya preciso momento para querer hacer una nueva charla.

—¿Qué acaso no basta con ver que estoy molesta?

Al menos no se había quedado callada.

—Lo sé, el punto es… ¿por qué? —sonrió con alevosía, como si verla en ese estado sólo incrementara su ego—Tú me molestas cada vez que estoy enojado, ahora es mi turno.

Sí, pero hoy no.

—Estoy embarazada—dijo sin mayor preámbulo, sin siquiera preparar una charla previa de aquello que le había llevado a esa consecuencia, pero ya, eso era todo.

—¡¿Qué? ¿Qué fue lo que dijiste? Creía que habías dicho que…

Con un demonio ¿En serio era tan difícil de creer? Claro, digo, a ella le había costado toda la noche asimilarlo, pensarlo y aceptarlo. Es sólo que se sentía tan… estúpida, tan fuera de lugar. Simplemente no era algo que ella haría.

—Estoy embarazada, idiota, y sí ya sé la idiota soy yo, pero…

Las palabras salían muy poco, tanto que ni siquiera se imaginaba el hecho de ser madre, le horrorizaba, casi al grado de ser algo espantoso.

—¿Hablarás con Hao? —fue lo único que vino a su mente en ese preciso instante— Se tiene que hacer responsable.

Por supuesto, no sólo lo haría cargar con esa responsabilidad, sino que le propondría algo mejor para los dos.

—Quiero abortar—confesó solemne—No quiero tenerlo y casi sé que él tampoco.

—No, no quiero que hagas eso—recriminó con dureza, mientras la sujetaba de los hombros— Por dios, Anna, eso sería un grave error, ten a tu hijo y después si quieres lo das en adopción.

Aunque para Anna las opciones eran casi iguales, en verdad le importaba muy poco lo que Hao pensara, ella no quería a ese niño, a pesar de que lo había concebido a su lado. Por suerte, la campana sonó y fue inevitable no seguir a la multitud adentrarse al aula de clases. Ren la abrazó antes de partir, algo que usualmente no hacía, pero que hoy necesitaba más que nunca.

Capítulo I

—Escuchen jóvenes, estamos a punto de concluir el programa y antes de las vacaciones de invierno, pero debo decir que hay dos cosas que me preocupan….

¿Y cuándo no había algo que le preocupara a Marco? Casi siempre vivía angustiado por todo, por no concluir los libros, por no tener suficiente material, por no tener alumnos que participaran en el festival de clausura.

—Sólo está inscrita la banda escolar y necesitamos un verdadero programa, el baile será grandioso, pero sólo si ustedes hacen un buen cierre de año— amenazó con voz alta el rubio— Así que para aprobar mi materia, tendrán que participar, sea como sea.

Manta escribía atento las indicaciones, incluso los detalles que Marco quería para que eso fuera perfecto: no bailes tontos, como si al él le gustara algo sobre eso, no canciones navideñas clásicas, no repetir actos y… ¿por qué Yoh no estaba en la clase?

—¡Oyamada! —le llamó bruscamente la atención Marco— ¿Dónde demonios está Asakura?

Ése era un excelente punto, si no estaba en su clase favorita, aunque no sea su maestro favorito…. ¿en dónde podría estar?

—La verdad no lo sé—contestó asustado— Seguramente lo veremos después.

Por supuesto, porque Yoh no faltaba ni un día de clases desde que entrara a la preparatoria a ese lugar, al menos era un cambio favorable, pero seguía escapándose cada que algo le preocupaba, cada que tenía muchas cosas en la cabeza. Y por eso tenía su sitio especial, cerca de sus amigos, cerca de donde estaba ella.

—Te ves deprimido—escuchó la voz de Horo Horo hablándole, mientras tomaba un sorbo de su bebida enlatada.

—No lo estoy, sólo… me preocupa que no falte tanto para salir de aquí—contestó en un largo suspiro— Jamás pude decirle lo que sentía.

—¿No hay otra cosa por aquí que no sea Anna? —cuestionó intrigado Horokeu— Llevamos aquí casi tres años y no hablas otra cosa que no sea ella.

Yoh rió nervioso, fuera de costumbre, sí era verdad, pero hoy tenía una razón especial.

—Hao piensa estudiar en la misma universidad que ella—agregó el castaño tomando su guitarra del pedestal en el que estaba— ¿Y no deberías estar en clase?

—¿Y tomar clase con Marco hoy? Ni de broma, es un día perfecto…

—Está nublado—dijo Yoh mirando al cielo.

—Exacto, es perfecto para que todas las chicas estén dentro de la cafetería y los pasillos— resolvió con gracia mientras le pegaba en la espalda— Oye, no todos estamos obsesionados con una sola chica.

—Es amor, no obsesión y sí lo estás, sólo que no tienes alguien fijo—defendió el castaño, tocando una balada lenta y suave— ¿Al menos sabes si vamos a tocar algo en el cierre de año?

—Ya nos lo dirá tu novia, aunque la he visto rara estos días, digo, ella no es tan faltista como tú y mira que hoy ni siquiera entró a las dos primeras horas de clase.

—¿Hao? —cuestionó extrañado de esa actitud de su hermano, pues no solía hacerlo por tantas horas continuas.

—Creo que el problema se llama: Ren. Los vi muy juntos hoy, casi se me va el aliento cuando los vi abrazarse en el pasillo—describió mortificado el hombre— Digo no soy tú para sentir celos, ni soy tu hermano para cuidar a mi novia, pero… vaya a esos dos jamás los había visto tan cariñosos.

—Es su mejor amigo.

—¿Tú también eres su amigo, no? Y a ti no te abraza ni te besa, ni está llorando sobre tu hombro…

Eso sí lo sacó de equilibrio, especialmente porque Anna no lloraba en plena escuela, ni en medio del pasillo y mucho menos sobre el hombro de Ren.

—Créeme, estaba consolándose con el chino.

Aunque cuando la vio caminar erguida, firme y segura, no creyó que las palabras de Horo Horo fueran verdad, es decir, se veía tan tranquila e incluso hasta solemne.

—Hola Anna—la saludó con el mismo entusiasmo de siempre.

—Hola, Asakura—devolvió con la intensidad de todos los dí gemelos, pero el trato era diametralmente diferente.

Cuando lo miraba no había calor e ilusión en sus ojos, sólo un simple mirar, tranquilo y apacible. Era una verdadera tortura verla, sin poder decir más. Conteniéndose hasta el límite en sus sentimientos.

—Escuché que Marco quería que participáramos con algún número especial, ¿piensas inscribir a nuestra banda? —añadió con naturalidad, a fin de conseguir una charla mucho más amena, sólo que Anna parecía preocupada por algo más que la escuela.

Tomó ambas bandejas de comida, de esa forma no se escaparía tan fácil y supuso, por la forma en que lo miraba ocasionalmente, que estaba dispuesta a tener una charla con él de cualquier otro tema. Tal vez quería algo diferente a la rutina, eso francamente estaba de más, le estaba permitiendo comer con ella a solas, era un gran avance.

—¿Has pensado en algo? —cuestionó de nueva cuenta cuando se sentaron un poco más apartados de los demás, en una mesa exclusiva para ellos.

Sólo que en sus ojos veía un destello diferente y que inevitablemente le hizo sentir mal. El brillo que había descrito Horo Horo, la intensidad con que la veía cada que tenía un grave problema, ahora el asunto es que no sólo ella lo tenía, él también.

—¿Ocurre algo? —preguntó preocupado cuando no la vio comer ni un trozo de fruta de su bandeja.

—¿Alguna vez imaginaste que yo podría casarme con tu hermano?

Por qué si estaba acostumbrado a verlos como pareja no podía siquiera describir lo detestable que le sería verlos casados. No, la verdad no los veía a futuro, ni siquiera quería imaginarlos. Supuso que su silencio habló por él, ya que ella continúo con aquel cúmulo de interrogantes.

—¿Puedes verme dentro de tu familia?

—¿Por qué el interés, Anna? —se atrevió a interrumpirla, sin contestar nada de lo que ella le había dicho— Sabes que eres prácticamente mi cuñada.

Bastante cierto, pero ¿por qué no la miraba a los ojos? No tenía el valor de hacerlo, claro que no y cuanto más rápido fuera la plática, mejor.

—Gracias—le dijo realmente conmovida— Creo que después de todo no eres tan mal amigo.

—No, no lo soy—y sonrió con cierta tristeza mientras su mano se atrevía a tomar la de ella—Puedes confiar en mí, si tú lo quieres. Siempre que me necesites ahí estaré.

Aunque no se explicaba con precisión porque ese estremecimiento lo había sentido antes, tenía que admitir que le agradaba la sensación que Yoh le ocasionaba. Ella no tenía hermanos, así que lo más natural era que lo viera como uno, pero por ese motivo era que no terminaba de conectarse con el menor de los gemelos.

—Yo…

—¡Hey, muchachos, ¿saben que habrá guerra de talentos este invierno? —fue la voz molesta de Chocolove la que interrumpió abruptamente las palabras de Anna—¡Te necesitamos recuperada, güerita!

—¿Recuperada? ¿Qué estás enferma? —sonó la voz de Horo Horo mientras empujaba a Yoh para poderse sentar en la misma banca.

—No—contestó Ren acompañando a Anna en el mismo lado— Ella está perfecta, ¿no es así?

Y con tanto eco de voces, la pareja se sentía realmente abrumada, eso si contar el grito general que se armó cuando los verdaderos anuncios sonaban en el altavoz, anunciando un premio sustancioso al que presentara la mejor propuesta para invierno.

—Somos expertos en el área, tenemos a Ren en la batería, a Chocolove en el teclado, a Yoh y Anna de guitarristas y yo… su mejor cantante, ¿díganme si eso no es para ganar eso? —se jactó alegremente Horokeu.

Sólo que únicamente Chocolove lo secundó con una gran ovación. Al menos ese par se divertía, no como Anna y Ren que se miraban contrariados, él no pudo reprocharse por no tener ese tipo de contacto, pero lo había sentido, Anna temblaba cada que la tocaba, cada que él la… besaba.

—Hola rubia—saludó alegre Hao, besando su cabello.

Se notaba a simple vista que Hao amaba a Anna, no en balde llevaban tres años de novios, prácticamente era un hecho de que iban a casarse, se veía a leguas, sólo que ahora Anna no lo miró, únicamente tomó la mano que Hao había dejado en su hombro.

-Tardaste mucho- fue lo único que le dijo Anna mientras en la mesa Horo y Chocolove trataban de hablar del Show que se veía preparando.

—Estaba coqueteando con Tamao—dijo sin temor a ser reprendido, aunque Anna no expuso celos, Yoh sí que se vio contrariado— Es más dulce que tú, mucho más linda y tierna.

¿Eso era para darle celos a Anna o a él? Porque para quien fuera el comentario estaba más que fuera, no, Anna no se estremeció al oírlo y él no iba a sentir absolutamente nada porque no le gustaba Tamao.

—Sabes, Yoh, deberías salir con ella—sugirió Hao— Lleva años queriendo salir contigo, hermano.

—No gracias, Hao, no me hagas recordarte como fue la última cita que me arreglaste—contestó molesto y celoso al ver como su hermano pasaba a abrazar a Anna enfrente de él.

—¡Yoh, todo hombre necesita tener su primera vez con una mujer de verdad! —sí, lo había dicho a todo lo alto.

La cafetería silenció y varios compañeros observaron con atención aquella mesa. Seguramente más de uno se escandalizó cuando Yoh enrojeció, sólo que nadie esperaba que Anna se molestara y saliera airadamente del sitio.

—Eres un…—¿tonto? ¿Un tarado?

Yoh tenía grandes frases para su hermano, es sólo que él, contrariado como muchos se había impactado cuando Anna salió furiosa de ahí. Sólo que no se quedó a esperar un insulto de su hermano porque había salido tras de Anna, al igual que Yoh tras su hermano.

—Esto va a ser un escándalo—dijo Horo Horo preocupado—Será mejor que nosotros también vayamos a ver.

—No—pronunció Ren con seriedad—Yoh ya fue de intermediario.

¿Pero en verdad serviría? Anna se detuvo en el patio trasero hasta ver como Hao la seguía preocupado. Y así lo demostró cuando se paró a abrazarla.

—¿Qué pasa, Anna? —preguntó perturbado— Lo que dije adentro era broma, sabes cómo me gusta molestar a Yoh.

—¿Lo de pasar la noche con una verdadera mujer? O que ni siquiera te tomas la molestia de medir tus palabras cuando yo…

Se veía alterada, bastante para ser Kyouyama, pero no importó dejó que hablara, quería escuchar porque estaba tan extraña.

—¡Yo no quería esto, Hao! —dijo exaltada— ¡Quiero ir a la universidad, no quiero quedarme estancada aquí!

La mano del castaño acarició los cabellos largos de su novia y sintió una punzada anormal. Claro que lo sabía, ellos ya tenían un plan, incluso dejarían de ser pareja en cuanto se fueran a la universidad y todo para que pudieran hacer felizmente lo que les pareciera de su vida.

—Sí, claro, yo también quiero ir—dijo solemne— ¿A qué viene esto?

—¿A qué viene esto? ¡Hao, no usaste protección! —espetó con dureza, separándose de su lado— Y por eso es que yo… demonios, yo… ¡estoy embarazada!

La noticia le cayó como un balde de agua helada a Hao, quien no podía salir de la impresión al ver a Anna tan seria, casi recriminándose por el hecho de haber…

—Pero qué tonterías estás diciendo, Anna, ¿estás enferma o qué? ¿Es un embarazo psicológico? ¡Por qué si es así, sabes que acepto con gusto complacerte, pero con un demonio, deja de decir tonterías!

—¡¿Tonterías?! —gritó furiosa la rubia— ¡¿Estás dudando de la paternidad de tu hijo? ¡Con el único hombre que me he acostado es contigo, imbécil!

Sólo que Hao la tomó de los hombros y la sacudió sin saber si reír o llorar.

—¡Yo jamás he tenido sexo contigo, Anna Kyouyama! —le replicó endemoniado— ¡Hicimos un pacto y yo lo he cumplido!

Anna se soltó de sus brazos, totalmente confundida. No era estúpida. Los exámenes lo decían y se los dio en cuanto pudo agarrar la bolsa de su chaqueta.

—¡Estoy embarazada, Hao! Y tú has sido el único hombre con el que he estado, aquella noche.

—¿Qué noche? ¿Qué noche, Anna? —le dijo demandante, casi iracundo.

Halloween—mencionó incrédula—Sólo ha sido una vez, pero con eso…

Ella no podía creer que Hao la juzgara de aquella forma si siempre era él que más confiaba en ella, ciegamente, casi era un hecho de que no le creía, que la iba a dejar sola. Sólo que cuando él arrugó el papel y pateó el cesto de basura, le dio temor.

—¡Maldito imbécil! —pronunció fuera de sí— ¡Es un estúpido, como se atrevió! ¡Y cómo te atreviste a confundirme con mi hermano, Anna!

—¿Tu hermano? —preguntó sin saber a qué se refería

Sólo que cuando Yoh apareció detrás de ella, no sabía con que armas atacar, pero Hao sí y se le fue encima al menor de los Asakura en cuanto lo tuvo a su alcance.

—¡Cómo te atreviste a embarazar a mi novia, Yoh!

Continuará…