Heme aquí, sentada frente a la ventana, con el mismo aire melancólico, ese que te invade cada vez que la tormenta hace su digno acto de aparición, ese que inevitablemente prefieres.

En espera estoy, como cada día, toda una rutina, típico de un simple matrimonio, no es que lo menosprecie, solo estoy cansada, no es el mismo, indiferente a mi presencia o así yo lo noto.

Mientras las gotas chocas ferozmente contra la cristalina ventana, yo derramo silenciosas lagrimas, otra costumbre mas, que hasta tradición a de aparecer y el, no sabe, ya tiene su propia agonía ya, tarde o temprano casarse con una aburrida sabelotodo tiene su precio, y el tiempo ha venido a cobrar, no lo culpo.

Sabrás de sobra que perfecta no soy, por lo cual el sufre, pero….

¿Que hay de el?

¿Acaso esta inconfundible tristeza surgió por su imperfección?

No, el es perfecto, ante mis ojos, con sus defectos y fuertes ataques de ira, es perfecto, es solo sus acciones, esas que me dañan sin tocarme, que la soledad es mi compañía, irónico ¿no, su indiferencia es insoportable, pero sigo esperando una respuesta.

Desvió mi mirada perdida de la neblina que abunda en las afueras, y noto aliviadamente que son las 6:02 am, temprano, lo se, me levanto de la incomoda silla, pero mas incomoda es la cama con su cuerpo, ajeno al mío, ya no puedo tocarlo, no puedo besarlo, no puedo, no es mío a pesar de que los papeles dicen lo contrario, claro junto al glamoroso anillo, que su brillo no es nada para mi, opaco es lo que veo.

Tratando de hacer el menor ruido posible me baño, sola, otra vez, no como aquellos días…………..tan lejanos parecen, rió suavemente de mi infortunado futuro, preparada para un día mas, me visto para el trabajo, un hermoso traje negro, elegante y discreto, me sienta bien, bueno, eso dice los demás, sin embargo, el no comenta nada, el no nota nada.

Culpable es el sentimiento que me embriaga al agarrar las llaves sobre la mesa de la cama, no me marcho, no hay maleta, no te preocupes, mitigo el dolor alejándome, que buena excusa que ir al trabajo, dando una ultima mirada a su tentador cuerpo me marcho de la pequeña casa, el duerme tranquilo y atormentada estoy al caminar, siempre lo mismo.

Detrás de un escritorio paso la mayor parte de mi día, firmando, leyendo, analizando, organizando, busco solución a los problemas de los demás, mas no me molesto por los míos, ni siquiera se si hay una salida.

El trabajo es algo aburrido, ya perdí mi pasión en todo, menos en el, solo deseos reprimidos, lamentablemente las horas vuelan y es hora de ir a casa, con desgana prefiero caminar, así gano un poco mas de tiempo, patética he de parecer ante ustedes, si supieran lo doloroso que es saber que su apatía conmigo, un desinterés.

Frente a la puerta estoy, a veces olvido que tengo llaves y me preparo a tocar, tanto es la neutralidad entre los dos, que hasta se me olvida que esposos somos, que un compromiso basado en amor, solo queda impasibilidad.

Entro, rezando por que no este, al parecer mis plegarias también le es indiferente murmuro al verlo, dándome la espalda, con unos jeans puestos, cualquiera diría que esta hecho a su medida, aun no se ha colocado la camisa, para mi deleite.

Avanzo lentamente, dominada por mis instintos primitivos, lo siento tensarse al notar mi pausada respiración en su nuca, lentamente, deposito un suave beso en ella, permitiéndome saborear su piel que hace días, tal vez semanas no probaba, otro pequeño y casi impercibible beso, cansada de resistirme, me acerco mas, chocando suavemente mi pecho con su impertinente espalda, lo siento estremecerse, me pregunto por que, sin pensarlo mucho para no arrepentirme, deslizo mis manos por su torso, con delicadeza, con paciencia, recorriendo cada detalle que el me otorga, tratando de memorizar como su fuera la ultima vez, quien sabe, lo nuestro puede acabar mañana.

Asustada por mi último pensamiento, beso con más atrevimiento su nuca, para pasar a sus fuertes hombros al mismo tiempo en que mis manos me recuerdan constantemente cuanto lo extrañe, lo siento moverse, inmóvil me quedo.

¿Acaso fui muy lejos?

¿He cometido un error?

Te vuelves frente a mi, me miras inexpresivamente, ya no se descifrarte, maldigo al tiempo por privarme del privilegioso don que contigo aprendí, solo contigo.

Nerviosamente te sonrió, ilusa soy por creer, por un segundo, solo un segundo, que podríamos empezar de nuevo, siento como colocas tus manos en cada lado de mi rostro, te acercas un poco, provocando que nuestras narices rocen y que mi respiración se agite, recortas la distancia con mucha lentitud, demasiada pienso yo, y sin darte tiempo de reaccionar, te beso desesperadamente, presionado mi cuerpo con el tuyo, y para mi satisfacción tu sonríes para luego corresponderme con la misma intensidad, te empujo gentilmente para caer los dos en la cama pero te separas inmediatamente.

Extrañada pero ya preparada, te miro y tú, evitándome, respondes secamente, tengo que salir, y sin mas, agarras la camisa con furia y azotas la puerta, sobresaltada sigo en la misma posición de antes, de pie, con mis rojos labios y sensibles manos, otra frustración, pienso graciosamente, voy a la cocina, dispuesta a aplacar mi hambre, a pesar de que no es comida lo que quiero, pero que mas da, se que no regresaras, no hasta la madrugada o hasta la hora que tu crees que yo ya deba de estar dormida, si supieras que finjo…

Agarro una almohada de la extensa cama, de la innecesaria cama, y una pequeña manta, para luego sentarme en el cómodo sillón, me cubro temblando de un frió que ni hace y otra vez, dejo que los pensamientos me invaden y mi mirada se pierda en algún rincón del solitario cuarto, en espera de ti, pretendiendo dormir.