Nota: Bueno, aquí les dejo mi primer fic publicado de Star Wars. Espero que les guste a todos ustedes, a pesar de que es un poquito triste!

Disclaimer: Nada de Star Wars me pertenece.


Exterminio

Siempre había habido oscuridad en él, y ella siempre la había sentido. Había visto cómo el Lado Oscuro de la Fuerza había dominado el corazón de su amigo, y nunca había podido evitarlo. Había buscado desesperadamente la ayuda de Obi-Wan, pero todo había sido en vano, porque Anakin los había traicionado. Y aún no conseguía creerlo. Habían sido amigos durante años y jamás habían peleado, ni siquiera discutido. ¿Por qué le hacía esto ahora?

Las lágrimas le llenaron los ojos en cuanto consiguió encontrarlo en una sala del Templo Jedi, parado frente a unos niños de no más de diez años, todos con la misma expresión de terror en los rostros pequeños.

-¡Maestro Skywalker!-gritó uno-¡Nos están atacando y son más que nosotros! ¿Qué vamos a hacer?

Lo que Anakin hizo luego le paralizó el corazón por, al menos, tres segundos completos. El Padawan cayó al suelo, muerto por el sable de luz perteneciente a uno de los mejores Jedi de la historia y que, ahora, había matado a un niño inocente, que aún tenía toda una vida por delante. Y a ése lo siguieron los demás, uno por uno. Los asesinaba sin piedad y a sangre fría…y ella sólo podía mirar, paralizada por su propia tristeza y su miedo.

Nunca supo de dónde sacó la fuerza para gritar:

-¡Anakin!

Él reconoció la voz y se volteó, clavando sus horribles y fríos ojos amarillos en los grandes y castaños de ella.

-¿Por qué lo has hecho, Anakin?-le preguntó con voz temblorosa-. ¿Por qué has matado a esos niños?

-Los Jedi han traicionado a la República-le respondió sin emoción-. Merecen pagar por lo que han hecho.

-¿Traicionar?-exclamó-. ¡No hemos traicionado a nadie!

Lo miró fijamente por unos momentos, mientras silenciosas lágrimas caían por sus mejillas.

-Tú nos has traicionado, Anakin.

-¡He salvado a la República!-le gritó con furia, y ella dio un paso atrás.

¿Quién era él? ¿Qué había hecho ese…ser…con Ani, su amigo?

-Ya no te reconozco-le dijo en voz baja-. ¡Ya no sé quién eres, Anakin!

Sabía que tenía que detenerlo, hacerlo entrar en razón. Pero no era rival para él, para el Elegido. Nunca había sido fuerte y no podía vencerlo…esa sala se convertiría en su tumba.

Peleó con cada fibra de su ser, usando toda la fuerza que tenía, pero ni siquiera consiguió durar más de diez minutos. El sable de luz de Anakin se clavó en su pecho, atravesándolo, y ella cerró los ojos y se dejó caer lentamente en el vacío de la muerte.

Horas después, Obi-Wan Kenobi y el Maestro Yoda encontrarían el cuerpo de una joven Jedi de cabellos oscuros y ojos marrones que, ya sin ver, estaban clavados en el techo. Ambos Maestros no habían visto nunca antes una tristeza, y un dolor, tan grandes como los que se reflejaban en el rostro de aquella muchacha.