Disclaimer: Katekyo Hitman Reborn! pertenece a Akira Amano.

Claim: Adelheid S./Enma K.
Advertencias: Ubicado en el pasado de ellos, osea, están de chibis.
Notas: Sí, gente, los shippeo. Son tan cutes ;^;. Y... veo que es el primero de ellos en esta sección en español.


La lluvia le impedía seguir avanzando, obligándola a refugiarse en las afueras de una vivienda en ruinas. Su gastado vestido tenía varios cortes y pronto debía ser lavado, aunque aquello no era lo más importante. Adelheid estrechó contra sí la bolsa con pan que logró conseguir para su nueva familia, le había costado mucho obtenerlo y no dejaría que el agua lo maltratara.

Un quejido no muy lejos de ella le capturó completamente atención. Consideró esconderse por si alguien del pueblo la había seguido, pero nadie parecía acercarse, al menos nadie adulto.

Su corazón se encogió al distinguir la empapada figura que yacía en el suelo, intentando levantarse. Pelirrojo y con la ropa igual o más gastada que la de ella, en algunas partes los jirones parecían recién hechos y el agua diluía el líquido rojo que le salía de una mejilla.

—¡Enma! —Llegó corriendo hasta él, de paso olvidando su bolsa—. Te… estás herido.

Se arrodilló junto a él, genuinamente preocupada. Un nuevo quejido se escapó de la boca del niño cuando Adelheid le tomó de la barbilla para examinarlo. Emna abrió sus ojos, aliviándose de verla bien.

—Nos preocupamos porque no volvías… —murmuró quedamente el chico, le dolía todo aunque ya se estaba acostumbrando a esas palizas—. Fui al pueblo.

La antigua preocupación en ella comenzó a transformarse en enojo, dirigido a dos partes iguales: a las estúpidas personas de aquel poblado y a Enma por permitir que lo maltratasen de aquella manera.

Y también a ella, se sentía responsable de no protegerlo como se debía.

—Eres un tonto, Enma —regañó, aunque su voz seguía sonando protectora. Él la miró con esa cara de perrito apaleado, murmurando un "lo siento", ella exhaló aire quedamente. Al parecer el pelirrojo no sabía la totalidad de convencimiento que esos ojos tristes tenían sobre ella—. Ven, déjame limpiarte.

Cortó un pedazo de su propia ropa, yéndola a limpiar con el agua que caía a cántaros. Enma veía todo en silencio. No protestó cuando sintió la tela mojada sobre sus heridas, aunque le dolía bastante, sabía que a pesar de su fuerte carácter, el toque de Adelheid era gentil sobre él. Siempre lo había sido.

Al terminar se sentó junto a él, trayendo la bolsa de papel con el alimento que por fortuna no se había ensuciado, para esperar a que la lluvia pasara y pudieran regresar junto a los suyos. Enma bajó su mirada hasta donde estaban sus manos, los delgados dedos de ellas sostenían firmemente una de sus palmas.

—Es para que no te me pierdas luego —comentó al aire Adelheid, sin mirarlo directamente para que no viera el levísimo rosa en sus mejillas.

Quien por estar concentrada observando la lluvia no se percató de la pequeña sonrisa de Enma, mirándola con mucho aprecio. Adelheid tampoco protestó cuando él se apoyó suavemente en su hombro en busca de calor y comodidad.