¡Hola! Es la primera vez que publico aquí un fanfic, así que espero que sea de vuestro agrado y que podáis disfrutarlo de la misma manera que yo mientras lo escribía. Vamos allá con la primera parte...


Misa echó un vistazo hacia abajo, ¿realmente estaba bien lo que iba a hacer?

Cerró los ojos un momento. Hacía tan solo un par de horas que los agentes habían llegado a su casa y le habían contado lo sucedido aquel día… Su querido Light había confesado ser Kira, el más buscado de los asesinos y, tras un tiroteo, el chico había salido huyendo. Sin embargo, al poco de aquello se lo encontraron muerto sobre unas escaleras.

Tras saber esto y aprovechando un descuido de los agentes, Misa había salido de casa y se había dirigido decidida hacia uno de los puentes más altos de la ciudad. Una vez allí saltó una pequeña verja de metal que separaba la carretera de una pequeña plataforma de tan solo un par de metros.

La chica dio un paso atrás y se agarró con una mano a la barrera de metal. La altura del puente imponía bastante, pero estaba segura casi al cien por cien de que debía hacerlo, total, sin su novio ya nada de la vida parecía ser importante.

Respiró hondo y se dispuso a avanzar hacia el abismo cuando alguien la agarró fuertemente por detrás.

-Sabía que eras tonta, pero no sabía que llegaras a ese extremo – le dijo una voz masculina que le resultaba familiar.

Ella había escuchado esa voz antes… pero no lograba asignarle una cara. De todas formas no era el mejor momento para ponerse a pensar en eso, así que ni siquiera se molestó en darse la vuelta para ver quién le hablaba.

-¡Suéltame! No quiero vivir en un mundo sin Light – contestó intentando soltarse del agarre, aunque enseguida se dio cuenta de que le habían encadenado la mano a la valla y que era imposible. Un sujeto previsor, sin duda.

-¿Solo se te ocurre decir eso? – le preguntó él con tranquilidad y ella entonces por fin se dio la vuelta y lo vio.

-Tú… tú… ¡AHHHHHHHHHH! – gritó ella muy asustada, pero él prácticamente ni se inmutó. Es más, teniendo en cuenta las circunstancias, esa era una reacción esperable – Pero… pero, ¡¿por qué estás aquí?! ¿Eres un fantasma?

-Es una larga historia… – contestó él con la misma tranquilidad ante la cara de terror de la chica – Y no, no soy un fantasma.

Al momento el chico se sacó un teléfono móvil del bolsillo, marcó y se lo puso en la oreja de forma peculiar.

-Near, acabo de encontrarla… a punto de cometer una estupidez – le dijo al aparato.


-Tranquilos, tengo buenas noticias. Os he llamado porque ya han encontrado a la chica y parece que está bien – les comunicó Near a los agentes una vez que estuvieron todos reunidos en el cuartel de investigaciones.

Ellos habían ido a casa de Misa a comunicarle todo lo sucedido y en un momento determinado la perdieron de vista, así que decidieron empezar a buscarla cada uno por un sitio distinto, pero Near los había llamado a todos para que dejaran la búsqueda y se reunieran con él en el antiguo cuartel que habían usado los agentes hacía ya varios años.

-Uff, ¡qué alivio! Yo ya me estaba preocupando pensando cosas como que podía haberse tirado de un puente – dijo Matsuda empezando a reírse.

-De hecho, es lo que ella pretendía – siguió informando Near y todos lo miraron sorprendidos.

-¿Qué?

-Tened en cuenta que lo ocurrido hoy debe de haber sido un golpe muy duro para ella – continuó diciendo el detective de pelo blanco.

-¿Qué podemos hacer? Podría volver a intentarlo – comentó Matsuda con preocupación.

-Sugiero que esté vigilada hasta que se le pase la depresión – propuso Near – Después de todo, según tengo entendido, ya estuvo viviendo vigilada en este edificio hace unos años…

En ese momento la puerta de la habitación se abrió y entró Misa con cara triste.

-Misa-Misa, estábamos preocupados por… – le empezó a decir Matsuda, pero se calló en cuanto vio pasar a la habitación al chico que había evitado que ella se tirara por el puente.

A todos les llamó la atención la expresión tan desolada de la chica, pero a la mayoría le chocó mucho más que L estuviera allí en esa habitación tanto tiempo después, vivo.

-Bienvenido, Ryuzaki – lo saludó Near por el nombre en clave por el que conocían al chico.

-Pero tú… ¿no estabas muerto? – le preguntó Matsuda con algo de miedo levantándose de su silla – ¡Si… si te vimos morir incluso!

-Oh… aquello – contestó L haciéndose el pensativo – Puro teatro.


Unos cinco años atrás…

L sabía que las cosas con respecto al caso Kira no iban nada bien… así que tras meditar por un largo rato decidió ir a hablar con Watari, un hombre mayor que además de ser su ayudante también era el fundador del orfanato en el que el muchacho había vivido.

-¿Qué ocurre Ryuzaki? ¿A qué viene esa cara de tristeza? – le preguntó Watari a L al ver la expresión que traía.

El chico se pensó un momento cómo diría lo que tenía que contar, ya que no era fácil.

-Creo que… ha llegado la hora – contestó él por fin con preocupación.

-Entiendo… – respondió el hombre pensativo – Bueno, cuando aceptamos el caso sabíamos que era peligroso y que nos jugábamos la vida, así que si con mi muerte ayudo a resolverlo no me importa nada morir, no te preocupes.

-Bien… Entonces quiero que hagas algo. Por favor, instala un sistema mediante el cual pudieras borrar todos los datos si algo malo llegara a ocurrir. Con ello evitaríamos que los datos de la investigación cayeran en manos de nuestro principal sospechoso y además yo tendría una señal para actuar.

-¿Actuar? – preguntó Watari intrigado.

-Sí, según he leído en las normas de ese Death Note, si se escribe un nombre dos veces al mismo tiempo en distintos cuadernos, se anula el efecto y la persona no muere. Y, si mal no calculo, yo doy las órdenes, pero eres tú quien las ejecuta, por tanto el orden que seguirá probablemente el asesino será primero tú e inmediatamente después yo – siguió explicando L – Por tanto, con tu señal yo aprovecharé para escribir mi nombre y fingiré mi muerte. Así el asesino creerá que su plan ha funcionado por completo.

-Es una idea brillante – admitió Watari – Digna de ti.

-Pero, por si algo llegara a salir mal, también quiero que al accionar el sistema de borrado mandes un mensaje al orfanato y les digas que he muerto. De esa forma ellos también empezarán a investigar, y si sigo con vida me uniré a su equipo y les ayudaré en secreto.


Eran días muy fríos y tristes en Tokio. La nieve se veía caer copiosamente tras las ventanas la mayoría del tiempo.

L, Near y los otros agentes se habían pasado las últimas semanas comprobando que el Caso Kira podía darse por cerrado definitivamente, cosa que por fin habían conseguido esa misma mañana. Los otros tres miembros de la SPK acababan de volver a los Estados Unidos, y en cuanto a los dos cuadernos se quedaron en Japón en una caja fuerte de máxima seguridad, pero posiblemente serían destruidos en breve para no causar más problemas de los que ya habían causado.

Misa no había vuelto a hacer ninguna cosa extraña… no merecía la pena, los chicos la tenían demasiado vigilada como para intentarlo siquiera. Tampoco había ido a trabajar… y eso que le habían llegado un par de ofertas interesantes, pero todas fueron rechazadas.

Se pasaba los días tendida en el sillón. Llorar ya no lloraba, se le habían agotado las lágrimas desde hacía días. Evitaba encender la tele o leer el periódico por si se les ocurría mencionar algo de Light… Estaba claro que ni lo había superado ni lo superaría… al menos en mucho tiempo.

-Venga, tienes que animarte. Ya sé, te llevaré a dar un paseo – propuso Matsuda, que empezaba a estar un poco harto del encierro de la chica… y de tener que estar también él encerrado todo el rato dentro para hacerle compañía y no dejarla sola.

-No… – contestó ella sin ganas.

-Vamos… ¡Iremos a algún lugar que te guste! – le respondió él con mucho entusiasmo obligándola prácticamente a levantarse del sillón y a salir de la habitación.

Fuera del edificio hacía bastante frío, pero en ese momento el sol asomaba tímidamente por detrás de las nubes.

-¿Lo ves? Fuera también se está bien – comentó él poniendo cara de felicidad y haciendo como que no tenía frío, pero un tiritón lo delató, con lo que ella suspiró por la estupidez de él.

-Matsuda, eres un poco payaso – le dijo y el chico empezó a reírse.

-¡Qué cosas tienes, Misa-Misa! – exclamó él inocentemente.

-Solo digo la verdad – respondió ella.

-¡Vaya! Eso ha sido un golpe bajo, ¿no? – les dijo alguien por detrás en ese momento.

No había vuelto a verlo desde aquel día, aunque en esta ocasión la chica no necesitó girarse para reconocer la voz de L.

-Ah, hola Ryuzaki – lo saludó Matsuda.

El otro día Misa apenas se había fijado en L, pero en ese momento lo miró mejor. Aunque hubieran pasado unos años él seguía exactamente igual que lo recordaba, con su pelo moreno desordenado y con sus grandes ojeras.

Pensándolo bien, ella no estaba segura de si debía alegrarse porque el chico no estuviera muerto o si odiarlo por ser el archienemigo de Light y porque el otro día hubiera evitado que ella pusiera fin a su sufrimiento. Definitivamente le parecía mejor la segunda opción, así que se le acercó y le dio una bofetada en la cara sin previo aviso.

-¡Ay! Eso ha dolido – le dijo él poniéndose la mano en la mejilla.

-¡Gracias a ti estoy sola! – le gritó enfadada.

-En realidad… fue ese individuo el que le disparó a tu novio – contestó L con tranquilidad señalando a Matsuda.

-¿Qué? ¡¿Qué?! ¡¿QUÉ?! – exclamó Misa alucinada.

-¿Y tú cómo sabes que ocurrió eso si no estuviste allí? – le preguntó él a L asombrado.

-¡Y encima admites la autoría! – le gritó ella enfadada a Matsuda – Eres un…

-Lo sé obviamente porque me han contado todos los detalles. Y Misa, por si te tranquiliza un poco te diré que los disparos, aparte de haber sido en defensa propia, no causaron la muerte de tu novio – respondió L serio al ver que ella estaba a punto de pegarle también a Matsuda.

-¿No? ¿Entonces qué le pasó? – demandó la chica extrañada.

-Se cayó por unas escaleras – mintió el detective.

La verdad es que los análisis realizados demostraron que fue a causa de un ataque al corazón. Además desde aquel día no se volvió a ver al shinigami por ningún sitio… así que lo más probable es que aquel ser lo hubiera matado.

Pero intentar explicarle esto a la chica, aparte de llevar bastante tiempo, implicaría revelar información confidencial de la investigación, por no hablar de que se trataba de un asunto bastante difícil de creer, así que lo mejor era inventarse otra cosa más normalita.

-Gracias por la información, pero no pienso perdonarte – le contestó ella – Ni a ti tampoco, Matsuda – añadió y se dio la vuelta dispuesta a entrar de nuevo al edificio.

Los chicos empezaron a andar en la misma dirección, aunque con un paso bastante más lento que el de Misa.

-¿Crees que ha sido buena idea decirle que fui yo el que disparó? – preguntó Matsuda a L no muy seguro.

-¿Por qué no? Parece que está más animada sabiéndolo – le respondió encogiéndose de hombros.

Él no contestó. Sabía que L llevaba bastante razón, la Misa de hacía un momento se parecía mucho más a la que ellos conocían de siempre que a la chica triste de las últimas semanas.