Holi~ Holi~ x3 Paseándome aquí de nuevo~, este es un fanfic muy inusual que se me vino a la mente de repente, los papeles de Alice y Oz se ven intercambiados en ciertas cosas, así que antes de empezar doy unos avisos: Primero, esta historia tiene cierto Ooc; segundo, es algo lemmon… no mucho(?); Tercero, solo este capitulo espero sea así.

Sin mas que decir, espero mi historia sea de su agrado ^^.

Disclaimer: Pandora Hearts no me pertenece, si no, a Jun-sama.


Un largo y estruendoso bostezo se escuchó, haciendo eco en cada pared del carruaje, que casi quiso opacar él ruido que causaba el mismo.
-Una dama no bosteza de esa manera-Le reprendió suavemente un muchacho de cabellos dorados que miraba a la joven con ojos de ternura.-Alice-Canturreo el nombre de la chica de manera divertida, ella simplemente bufó mientras desviaba su mirada hacia la ventana del carruaje y con una de sus manos echaba para atrás uno de sus castaños mechones de cabello y ladeaba suavemente la cabeza con total naturalidad.
-No le encuentro el caso a este tipo de cosas-Le confeso la chica con un gesto de malhumorada, algo que era muy usual en ella.
Cómo el muchacho no decía nada para apaciguar sus aguas, ella lo miro con esos ojos violetas desafiantes, que lo hizo reír de manera nerviosa, no dedico mucho su tiempo a intimidarlo con la mirada; nuevamente aburrida, continuo viendo el paisaje del crepúsculo amenazante con comenzar, cada minuto que pasaba era tanto un minuto más cerca para comenzar una eterna tortura como un minuto más cerca de ser liberada de la misma.
Solo se escuchaban los estruendos del carruaje andando.
Al ir por un mal camino y pasar por un bache, el carruaje salto bruscamente haciendo caer de rodillas a la joven muchacha al suelo de este.
-¡Alice!-Exclamo el muchacho mientras se agachaba y la tomaba suavemente de sus manos para ayudarla a levantarse.- ¿Te encuentras bien?-Inquirió este con voz preocupada, la chica simplemente tenía una cara de pequeña perdida, que no entendía nada, a lo que él soltó una leve risa, era inevitable para él el no reírse.
-¡¿Qué te es tan gracioso?! Sirviente inútil-Reclamo Alice enojada como siempre, ahora sentada en el suelo del carruaje.
Él no le contesto nada y solamente la miro con una tenue sonrisa dibujada en el rostro al momento que le acariciaba suavemente el dorso de las manos con los dedos pulgares, a lo que ella empezó a quedar levemente colorada por esas acciones. Cuando el muchacho la miro con sorpresa por esa reacción, antes de que pudiera preguntar algo, el carruaje se sacudió nuevamente, haciendo que el muchacho cayera encima de Alice.
-¡Oz!-Exclamo Alice algo adolorida por un leve golpe que se habían dado juntos, pero más que adolorida, era avergonzada por encontrarse así con él, que estaba apoyando sus manos sobre el borde del asiento que se encontraba atrás de Alice, lo cual ayudo a que no cayera completamente sobre ella, pero aun así, la escena no era la mejor ya que la tenía acorralada; el corazón de Alice latía fuertemente como si fuera a salirse de su pecho.
Los segundos pasaban, y Oz seguía de la misma manera, solo estaba mirando fijamente a Alice, perdido en aquella jovencita que ahora miraba en otra dirección intentando disimular su notable sonrojo.
Bien sabía que ella podía quitárselo de encima de un golpe, pero no hacía nada por removerlo. Atontado por sus pensamientos se fue acercando a ella, cuando su aliento rozo suavemente la piel de la chica, justo cerca de sus labios, esta estremeció y volvió a gritar suavemente el nombre del joven, haciéndolo reaccionar.
-¡Argh!-Soltó de inmediato las manos de la joven para comenzar a revolver sus rubios cabellos de manera desesperada, pero cuando volvió a recuperar la compostura, se sentó en su asiento mientras volvía a tomar a Alice de sus manos para ayudarla igualmente a sentarse, ahora a su lado, la soltó al instante. Desde ese momento Oz se mantuvo callado, con el codo apoyado sobre la ventana y la mano cubriéndole un poco la boca.
Alice solo lo miraba en silencio de manera melancólica, como si esperara algunas palabras del desconcertado chico, pero nunca hubo palabra alguna.
La noche ya se estaba haciendo presente, y la obscuridad los comenzaba a cubrir como un suave manto, pero al igual que la noche llegaba, ellos llegaban a su destino; Al parar el carruaje, el primero en bajar fue Oz que luego extendió su mano para ayudar a la joven a bajar, estaba luciendo un precioso vestido strapless color rosa con un corsette con un decorado color rojo con un corte de "A" del mismo color sobre la falda con lindos encajes de rosas.
-Tan bella como siempre-Susurro Oz justo en el instante que Alice bajo y tuvo oportunidad de hablarle al oído de manera sutil.-Que comience su tortura, señorita-Se burló, realmente le causaba gracia verla hacer berrinche por estar ahí.
-Ahora me has salido con que tienes mejor etiqueta que yo-Gruño la chica disimulando con una sonrisa radiante.
-Estudie mucho para enseñarte-Comentó y la chica puso una cara de estar totalmente ofendida, pero se relajo y prosiguió su camino.
Él la miraba, caminaba como toda una dama bien educada, lo cual sabía perfectamente que no era, de repente ella dio un poco la vuelta y le hizo un ademan con la cabeza para que la siguiera. Sabía que no era muy propio que un simple sirviente estuviera en una fiesta de ese calibre.
-No te alejes de mi lado-Le susurro Alice de manera posesiva al tiempo que lo sujetaba por el brazo y caminaba a su lado, esas pequeñas palabras hicieron sentir extraño a Oz, su semblante se formaba en una sonrisa melancólica.
-Nunca lo haría-Le contesto una vez escapado del encanto de las anteriores palabras y le acaricio una de sus manos que lo mantenían atrapado del brazo.
Ambos caminaron entre la demás gente que se hacía presente, simplemente miraban y murmuraban alrededor de ellos, para ser sinceros, Oz no vestía de mala manera, realmente, se veía muy elegante con la casaca color azul que usaba y su pantalón blanco, Alice no lo dejaría mal vestido, hacia todo por hacerlo parecer un joven de alta sociedad, pero eso no evitaba el hecho del que joven rubio fuese el sirviente de la bella heredera Baskerville. Sus posiciones sociales eran muy diferentes, era mal visto que ella estuviera siempre con él, pero… Aún sin confesarlo del todo, ninguno de los dos podía estar bien sin el otro a su lado.
Hace ya cuatro años más o menos, la pequeña Alice había escapado de la mansión de sus padres para poder salir a jugar al mundo exterior y conocerlo, ella sabía que su madre había hecho lo mismo, pero no a la edad de diez, si no a la de quince, pero eso no le importaba, quería disfrutar de igual manera o más.
Paseaba con paso firme por las humildes calles del pueblo, mirando a las hermosas mujeres del lugar comprando, paseando con sus maridos o con sus hijos, todo mundo parecía seguir un ritmo exacto, no se paraban a preguntar que hacía allí una de las hijas de los Baskerville, pero quizás era que no la reconocían, si, quizás era eso.
-¿Qué hace una pequeña niña tan linda como tú en un lugar tan sombrío como este?-Pregunto un hombre que había tomado a Alice de su muñeca, jalándola, obligando que levantara levemente sus talones del suelo.
-¡Suéltame!-Grito Alice que intentaba zafarse, pero el hombre ni siquiera presto atención y de un tirón rompió los botones de su vestido, dejándola un poco al descubierto.
Estaba avergonzada, asustada y al borde de llorar. Gritaba ayuda a todo pulmón, pero nadie escuchaba sus suplicas, luchaba con fuerzas el zafarse, solo logrando lastimarse a ella misma; El hombre la arrastro hasta una especie de callejón, donde la comenzaba a tocar, Alice lloraba ya desesperada. Su vestido cayo deslizándose por su cuerpo hasta el suelo.
Todo ya parecía perdido, sus gritos eran mudos a oídos sordos, creyó que lo peor iba a comenzar, entonces sangre comenzó a brotar, manchándola, no era de ella, si no del hombre, algunas extrañas cuchillas le habían atravesado el pecho, y así mismo como entraron, salieron de un golpe.
El cadáver del hombre cayó al suelo, Alice también, pero a un lado. Su cuerpo se estremecía al sentir el tacto de su piel desnuda contra el frío suelo, era una sensación desagradable, su cuerpo se sentía sucio, a pesar de que no fue convertida en una fruta podrida.
-¿Te encuentras bien?-Le pregunto una voz a lo lejos, ella no alcanzaba a ver quién era, pero aun así, Alice asintió.-Cierra las piernas-Ordeno de manera amable y así lo hizo, prefería obedecer, ya que en momentos de miedo, el no obedecer era algo tonto.
De entre las sombras, asomo un joven muchacho de rubios cabellos y ojos de un extraño tono rojizo que miraba de manera serena a aquella chica que cubría con uno de sus brazo sus pequeños pechos de infante mientras usaba su otra mano como apoyo para mantenerse sentada, estaba perturbada por la expresión serena de ese chico, esos ojos vacíos parecían decir otra cosa, y para terminar, las mismas cuchillas que habían atravesado al hombre, sobresalían desde atrás de él, sujetas por unas cadenas.
De la nada él recogió el vestido y se lo entrego para luego, dándose media vuelta, volver a desaparecer; Alice, a pesar de todo, se levantó y corrió atrás del chico, pero ya no lo encontró.
Todo eso había sido muy extraño, pero quería verlo de nuevo, extrañamente anhelaba eso más que nada en el mundo ahora, era su deseo.
A las pocas semanas, ella había vuelto al mismo rumbo en busca del chico, no lo encontraba por ninguna parte, y con todo el miedo del mundo, fue adentrándose cada vez más en peores rumbos, hasta que se encontraba entre burdeles y bares, era de noche, el olor a tabaco y alcohol estaba por todas partes, le resultaba poco creíble pensar que él estaría en este lugar, pero no perdía nada con intentarlo… a menos de que no viniera, perdería mucho y estaba consciente de ello.
-¡Aquí está la chiquilla que asesino a mi novio!-Exclamo mujer que venía con las prendas todas desacomodadas, salía de uno de los burdeles. Apenas su reclamo fue escuchado, varios hombres comenzaban a rodear a Alice, el sentimiento de pánico la comenzaba a invadir, intentaba relajarse, pero cada vez que alguien la comenzaba a sujetar, le entraban ganas de gritar a no más no poder y caer hecha un desastre hasta volverse loca por el miedo.
-Veo que nadie ha cambiado aquí después de tanto-Se escucho la misma voz de antes y Alice subió la mirada esperanzada, y ahí se veía su silueta sentada tranquilamente en un balcón.
Comenzaban a dispararle pero las balas ni siquiera se le acercaban.
-¡La mataré!-Grito uno de los hombres de manera desquiciada mientras apuntaba el arma a la cabeza de Alice y de un movimiento, el rubio ahora se encontraba a lado de ese hombre, al cual miro con odio y le atravesó la frente con una de las cuchillas en menos de un segundo al mismo tiempo que sostenía a Alice en sus brazos.
-Ha sido un placer, como siempre-Les dijo él, ya con una sonrisa más calmada y de inmediato se marcho corriendo con la chica en brazos. Alice le miraba perdida.-Sujétate bien, te caerás-Le dijo suavemente y Alice se abrazo al cuello de él.
Al fin termino de correr cuando llegaron a un obscuro bosque para que no les encontraran, donde dejo a Alice recargada sobre un árbol. Se encontraba jadeante por haber estado corriendo.
Ella lo miraba con los ojos bien abiertos, disfrutando con la vista que le daba la luna al pálido rostro del joven, no estaba para nada mal y ahora sus ojos se notaban de un brillante verde esmeralda.
-Parece que te volviste fanática a que te salve-Le comentó como si nada, como si hablase de una cosa cualquiera y la conociera de hace años.
-¡Eso es mentira!-Exclamo ella enojada y avergonzada, ahora tenía las mejillas coloradas por el comentario y por el hecho de que había dado cuenta de que lo estaba mirando casi queriendo tirar un suspiro por él.
Él sonrió, haciéndola rabiar más, pero se preocupo al ver la muñeca del joven sangrar.
-¿No te duele?-Pregunto algo atemorizada aun mirando aquella herida, él ladeo la cabeza.-Pero si estas grave-Le reprendió mientras tomaba con suavidad la mano del joven y divisaba la herida de mejor manera-, deberías cuidar más de tu vida.
-Mi vida no lo vale, no me importa mi existencia ni a nadie le ha importado-Suspiro y al momento movió su mano para que ella le soltase-, realmente nunca me importo la de nadie, pero cuando te vi así, fue inevitable para mi el salvarte… pero no sabía que ibas a ponerte en peligro a propósito solo para que te salvara de nuevo, si fueses otra te hubiera dejado morir.
Alice intento razonar sus palabras,le había cambiado el tema completamente pero podía sentir en cada palabra que él realmente aborrecía la vida, al igual que ella, no encontraban un motivo para vivir, ella solo lo hacia por el recuerdo de su madre, él quien sabe… pero ambos sentían el horrendo frío de la soledad.
-Cuida de mi-Le ordeno Alice, pero el muchacho sin ni siquiera mirarle comenzó a lamer su herida.-¡Cuida de mi, por favor!-Repitió con molestia de las ultimas palabras, haciendo que este subiera la mirada.
-Te escuche desde la primera vez-Soltó y la tomo de su mentón con una mano, haciendo que lo mirara fijamente.-Eso no tardara…-Susurró y aun sujetándola del mentón, tiro un poco más de ella y la beso en la boca, pasándole la sangre que hace unos momentos había lamido y la obligaba a beberla.
El sabor era metálico, nada agradable. Sus pensamientos parecían haberse detenido, mantenía ojos de sorpresa, los cuales poco a poco se fueron obscureciendo y cerrando.
Desde ese momento, su contrato fue sellado, la marca de ello estaba en el pecho de Alice, pero Oz nunca la veía, ya que a ella le resultaba vergonzoso.
-Esto es aburrido-Bufó Alice, que miraba en otra dirección como otras personas y niños comían del suculento bufete, pero que ella no podría probar para mantener una imagen.
El solo aroma la incitaba a ir y comer un gran bocado de cada platillo que se encontrase ahí perfectamente acomodado.
-Si quieres, ve a comer-Le permitió Oz, Alice lo miro con los ojos brillantes de la emoción, pero parpadeo un par de veces y luego con mirada de sorpresa al escuchar una nueva melodía, tomo a Oz del brazo y lo arrastro hasta el centro del salón, donde de inmediato ambos se pusieron en posición y comenzaron a bailar como si fuese algo tan natural como respirar.
Ambos estaban siguiendo el ritmo del otro a la perfección, los pasos que daban eran exactos.
-Siempre quise bailar contigo-Le confesó Alice con una sonrisa amplia, Oz la miro sorprendido un par de segundos, pero luego correspondió a la sonrisa y continuo bailando con ella al ritmo de la música.
La gente se exaltaba al verlos, comentaban sobre Oz, preguntándose quien era… si supieran que él era un sirviente de lo más bajo, peor aun, si supieran que él era una cadena…
«-¡Él es mi sirviente!-Era por lo que se moría Alice de decir, reclamarlo ante todas las damas de sociedad que ahora soltaban un suspiro al verle.»
Cuando la pieza termino, ambos hicieron una reverencia y rieron a coro, compartir tantos años juntos los había transformado.
Después, empezaron a bailar una pieza más lenta, más suave… Alice se relajaba y miraba a Oz a los ojos, él, sin que ella entendiera, la miraba con ojos de amor, una mirada que solo podía dedicarle a ella. Ambos ahora sentían como si fuesen las únicas personas presentes en el salón y tuvieran la libertad de bailar un vals por toda la eternidad, paseándose por cada rincón.
Alice entrecerraba sus ojos, aquella lenta melodía la hacia dormitar, aun con su sonrisa recargo su cabeza sobre el pecho de su sirviente mientras aún bailaban, haciendo que Oz se sobresaltara un poco, haciendo que un sutil sonrojo se apoderara de sus mejillas, y su próximo movimiento fue tan inconsciente para él; con la mano que mantenía en la cintura de la joven, la obligo a apegarse más a él.
Esto hizo que un leve murmuro se escuchara entre la multitud, hasta que Alice levanto la cabeza de nuevo, espantada por algo, con la mirada atenta a la nada, Oz la miraba en la espera de alguna explicación.
-Algo huele extraño-Le dijo sin mirarlo.- ¿Lo sientes?
Oz espero unos segundos, no era el aroma de la comida, ni del caro perfume que portaban las damas, era otra clase de aroma, no, de hedor ya conocido.
-Sé que es, vamos-Aseguro Oz y ella asintió, ambos sin conocer la mansión, se encaminaron hasta lo que parecía ser un sótano enorme, del tamaño del salón.
Estando ahí, ella comenzó a tomar la delantera en busca de lo que provocaba ese extraño y asqueroso hedor, era putrefacto.
-Esta muy obscuro-Comentó Alice, la cual luego emitió un grito de dolor cuando algo rasguño su brazo, desgarrando uno de sus largos guantes.
-¡Alice!-Grito Oz corriendo a ayudarla pero no la encontraba, ni siquiera sentía su presencia.-¡¿Donde estas, Alice?!
De la nada, un pequeño pero odioso tintineo comenzó a escucharse, era suave pero era suficiente como para sacar de quicio a Oz, era odioso para él, inexplicablemente así era.
Busco desesperado a su contratista, hasta ver una luz al final de un pasillo; entró a toda prisa y para su suerte, ahí estaba Alice sentada… pero algo estaba mal… grandes lagrimas recorrían sus mejillas, eso hizo que sintiera algo extraño, algo que de verdad lo enojaba.
-Bienvenido, Oz-Le llamo una voz masculina y de la nada apareció un hombre desconocido de largos cabellos blancos, estaba lleno de vendajes.-Me alegro de que hayas venido aquí por mi hija-Continuo, Oz no le creyó ni una sola palabra, los padres de Alice ya estaban muertos.
Le dedico una mirada de odio, y él solo sonrió naturalmente.
El tintineo continuaba, ahora más escandaloso. Oz abrió ampliamente sus ojos, con una mirada vacía. ¿El ruido provenía de aquel hombre?
-Te destruiré, quizás así ese molesto tintineo cese… y Alice deje de llorar-Le dijo mientras aparecía su enorme guadaña, y al instante quejidos se comenzaban a escuchar, Alice estaba sintiendo un dolor punzante en el pecho… era un sacrificio que debía hacer para protegerla, no le quedaba de otra.-Aguanta por favor… mi querida Alice-Le dijo con suavidad mientras se paraba frente a ella, dandole la espalda.-Yo te protegeré, porque has estado conmigo desde el principio-Fue lo único y ultimo que Alice logro escuchar antes de caer desvanecida al suelo.
Cuando volvió a despertar se encontraba en los brazos de Oz, él cual tenía algunas manchas de sangre en su casaca azul y hasta en su cabello, el realmente estaba lleno de rasguños, lo miraba apabilada, subiendo su mano hasta la mejilla del joven, acariciandola y él le sonrió. Cuando ella ya estaba más consiente, la dejo sentada en el suelo, recargada a la pared y se arrodillo frente a ella.
-¿Estas bien?-Pregunto Alice casi en un susurro, se dio cuenta de que los ojos de su cadena no eran de ese hermoso esmeralda, ahora daban un tono carmesí, ella realmente no estaba bien y aun lloraba aun por un dolor punzante en el pecho, que cuando fue muy fuerte, presiono su pecho con la mano, dolía mucho pero le preocupaba su cadena.
-Es más importante el saber como estas tú-Fue lo que le contesto Oz d manera seria, saco un cuchillo de uno de sus bolsillos y corto el adorno rojo que iba desde el cuello hasta el vestido de Alice.
Ella lo miro atónita y trago saliva avergonzada cuando sintió dos de dos dedos de Oz, entrando a los costados de su corsette.
-No, ¡no mires!-Grito Alice intentando alejarse en vano porque se encontraba apoyada en la pared, lo hubiera golpeado a no más pero se sentía casi sin fuerza.
Oz, halando suavemente del corsette, tiro hacia abajo y dejo sus juveniles senos al descubierto, que apenas y eran cubiertos por sus largos cabellos castaños como un sutil velo obscuro.
-¡No me mires!-Le grito nerviosa y se abrazo a si misma intentando cubrir su piel expuesta.
Oz solo la abrazo fuertemente contra él algunos minutos, intentando hacer que se calmara ya que podría golpearlo cuando haya recuperado fuerzas, y supo que ya todo estaba mejor cuando Alice correspondió al abrazo. Se separaron de nuevo y con menos pena, Alice se dejo mirar un poco avergonzada, manteniendo el ceño fruncido.
En realidad, él estaba buscando el sello de la chica… removió su cabello de su lado izquierdo y pudo ver el sello con forma de reloj, ya llevaba más de la mitad, eso era preocupante.
-Oz…-Le llamo Alice mientras volvía a cubrirse un poco con su cabello, era realmente vergonzoso que él la viera en ese estado, a pesar de que ya la había visto así cuando era menor… ¡Pero eso no le importaba! Ya había crecido…-No importa si somos tragados por el Abismo, quiero permanecer por siempre a tu lado…-Confesó cabizbaja mientras acariciaba el sitio donde se encontraba la marca de su contrato.
Oz no dijo nada, quedo atónito por las palabras de Alice y sus ojos ya volvían a su tono natural.
-Y eso será una promesa, como un contrato-Continuo ella, acercándose peligrosamente a su cadena.-Ahora hay que firmarlo…-Dijo en un tono más suavizado, él trago pesadamente entendiendo a lo que se refería, se le erizo cada cabello del cuerpo cuando sintió la mano de su contratista en su mejilla, aún atontado, se dejo manejar como a una marioneta, permitiendo a su contratista que tirara suavemente de él para sellar sus labios en un inocente beso, esa fue una excusa que causo la más profunda ternura en el chico, aquel sencillo beso estaba lleno de sentimientos, sentimientos que parecían haber estado atrapados en ambos por demasiado tiempo. El roce de los labios de Oz contra los suyos la hacían embeleser completamente, agitando su corazón.
Oz, que había esta deseoso de darle otro beso todo este tiempo, cuando ella comenzó a separarse de él sintió un cosquilleo; no lo evito, poniendo sus manos contra la pared, la acorralo y la volvió a besar de una manera apasionante, pero Alice no quedo atrás y hundió sus manos en los cabellos dorados de Oz, evitando que deshiciera aquel beso que se deseaba fuese eterno, que ese cosquilleo no parase, que esa sensación de único y suave placer se quedase ahí presente.
Él se separo un poco de ella, ambos estaban algo jadeantes; la tomo del mentón e hizo presión sobre el hueco del mismo con él dedo pulgar y prosiguió a lamerle con delicadeza los labios, ella sentía el húmedo roce dejándola fuera de sí, dejaba sus labios entreabiertos en espera de otro beso; él proseguía y lamia con suavidad la comisura de los labios de Alice para terminar dándole una suave mordida a su labio inferior, eso la hizo estremecer, y para terminar, le dio un fugaz beso.
-Eso ha sido cruel-Comentó decepcionada Alice, haciendo un gesto de berrinche, aunque abrió sus ojos de par en par al ver la mirada tan misteriosa que le dedicaba Oz, acompañada de una sonrisa que parecía decirle «Sé algo que tú no», eso si que la dejaba fuera de lugar, sin saber que decir.
Oz podía recordar el primer momento que la escucho pidiendo ayuda, recordaba haber visto su piel de infante, haber visto su mirada de temor, la mirada de vergüenza, la de esperanza, esas miradas que lo encantaron desde el primer momento… un sentimiento desconocido nació desde el fondo de su corazón, sus pupilas se dilataron un poco de solo verla, cuando la cargo para salvarla, el tacto lo había dejado casi estático, y sabiendo que el beso no era necesario para firmar el contrato, lo hizo con maña, al sentir sus castos labios, una sensación extraña recorrió su cuerpo, confirmando el sentimiento, una razón para valorar su existencia había nacido.
Fue sacado de sus pensamientos en el momento que sintió un leve dolor en la punta de su dedo indice, era Alice que le sostenía su mano derecha y le mordía el dedo sin piedad hasta la punta, así quitándole su guante sucio de sangre y lo dejo caer al suelo. Ella miraba de manera melancólica la mano de Oz, y cuando se dio cuenta de que él la observaba sin decir nada al igual que ella, le sostuvo la mirada un par de segundos, parpadeando despacio, se ahora se ponía de una manera realmente encantadora la cual desconocería si no fuera gracias a "alguien", al dejarlo de mirar fue dándole unos leves besos sobre la punta de sus dedos, haciendo que él se sonrojara con levedad, esas acciones que Alice realizaba inocentemente, realmente sentía que le insinuaban algo, y hacerlo en ese momento, así como ella se encontraba, casi desnuda de la cintura hacia arriba, lo hacia sentir un anhelo más fuerte sobre aquella chica a la que le debía mucho.
-Alice, te deseo-Soltó de repente, captando la atención de la joven-, quiero que seas mía.-Le dijo y Alice lo miro con sorpresa y con las mejillas ardiendo, de inmediato cubrió su colorado rostro con una de sus manos, no podía creer lo que escuchaba, pero aun así, esas palabras la hacían sentir emoción, ya que si ella era de él, así como ella siempre lo proclamaba de su propiedad, eso significaba que realmente quería estar siempre con ella, pero él termino "ser de él"… la orillaba a cometer algo grande, algo que desencadenaría muchas cosas.
-¿Quieres ser mía?-Consultó mientras sujetaba la mano de Alice y la bajaba para ver mejor aquella expresión que le causaba gran ternura, él la quería toda para él, no vacilaría en nada… ¿Pero y ella?
La expresión de Alice insegura, Oz solo se sonreía ingenuo, paso su mano hasta la mejilla de Alice y la acaricio, ese pequeño tacto que sentían, antes era maravilla, ahora era una migaja de lo que se deseaba, era algo prohibido y extasiante.
-¿Qué me dices, Alice?-Le volvió a preguntar, ahora algo temeroso por la respuesta.
La chica sostuvo la mano de Oz y la coloco sobre su pecho, haciendo que él se sobre saltara y al mismo tiempo encantaba por él tacto de la piel tan suave. Lo miro con recelo y se acerco despacio a él para besarlo, pero se inclino demasiado y termino cayendo al suelo sobre su cadena. Oz correspondió al beso sin pensarlo, realmente su cuerpo comenzaba a reaccionar solo al tenerla a ella encima de él así, peor aun que tenía uno de sus pechos contra su mano, daban al tamaño perfecto para su gusto.
Cuando ella se separo de él, ambos esbozaron una sonrisa a su manera.
-¿Eso responde a tu pregunta?-Inquirió Alice, y Oz, tomándola por sus hombros, la empujo al suelo para que ahora él quedara encima de ella; entonces cuando Alice sintió el helado suelo contra su espalda desnuda se estremeció levemente y miro de manera indefensa a Oz, que simplemente la admiraba, ahora mismo en la forma que ella se encontraba con los brazos a la altura de la cabeza y en la manera en que sus cabellos cubrían su senos hacían que poco quedara a la imaginación.
-Si, eso es más que suficiente-Le contesto Oz y le dio un rápido beso en los labios, separándolos un poco comenzó a recorrer el cuello de su contratista de forma suave, depositando algunos besos en el transcurso, la respiración de ella era agitada, lo cual hacia sonreír a Oz auto satisfecho.
Puso su mano sobre el pecho de la chica y lo acaricio con suavidad. Ella gimió encantada por esas sensaciones, su corazón y respiración eran similares a como si estuviese corriendo un maratón.
Oz dejo de tocarla y se arrodillo en el suelo, mirando a la chica jadeante, no le presto mucha atención y solo fue paseando sus manos por sus costados, ella estaba muy sensible al tacto, sin avisarle, metió las manos bajo el vestido y tiro de su ropa interior, dejándola hasta la mitad de sus muslos.
-Flexiona un poco las piernas, Alice-Oz se estaba poniendo un poco mandón aunque su tono de voz continuara siendo dulce, para variar de aquella cadena que se tomo rato de educar a su propia contratista, pero a Alice no le quedaba más opción que simplemente obedecer como siempre.
Cuando mantuvo las piernas flexionadas, Oz se deshizo completamente de esa prenda y la tiro a un lado, si quitaba completamente las ropas de la joven, quizá podría coger un resfriado.
Alice, para no quedar mal ante su sirviente, bajo sus manos hasta los botones de la casaca del rubio y la desabotono para luego quitársela y tirarla junto a su prenda.
Tomo a Alice de sus manos y la invito a arrodillarse en el suelo frente a él. Con cuidado, deslizo sus manos por el cuello de la joven hasta la nuca, tirando hacia atrás sus largos cabellos que habían estado cubriendo su cuerpo.
-Ahora deberíamos divertirnos, ¿no crees, Alice?-Inquirió Oz sonriéndole de manera misteriosa de nuevo, y levantando un poco el vestido de la joven, la alentó a que se acercara un poco más, hasta acabar sentada en la entrepierna del muchacho.
Apenada por encontrarse así, comenzó a desabrochar los botones de la camisa de su cadena en un intento de distraerse ella misma, pero comenzó a temblar levemente cuando volvió a sentir los labios de este sobre su cuello, paseando suavemente hasta su hombro donde le dio una leve mordida, ella solo mordió su labio inferior en un intento de no emitir algún sonido vergonzoso.
Eso definitivamente no se iba a quedar así, rodeo el cuello de Oz con sus brazos y se abrazo a él apegando sus senos contra el pecho del muchacho, para luego comenzar a moverse a un ritmo moderado, causando un leve frote entre la entrepierna desnuda de Alice y la de él. Sin darse cuenta, ella comenzó a emitir suaves gemidos por el roce que le causaba en su parte baja, mientras que Oz jadeaba muy leve, estaba reaccionando a los movimientos de la chica.
-Si que te ha corrompido aquellos libros que has leído-Comentó Oz, mirándola con un ojo cerrado, algo jadeante.
-Yo… no quiero saber… donde aprendiste tanto…-Gimoteo entrecortada-, veo que no solo te dedicaste… a la etiqueta-Fue lo ultimo que dijo al ver aquella sonrisa burlona de Oz, una de sus manos le sostenía de la espalda baja, manteniéndola contra su cuerpo, al tiempo que su otra mano se iba paseando por debajo del vestido de Alice, hasta que el sonido algo metálico deslizarse se escucho muy sutilmente; deslizando su miembro poco a poco entre los pliegues de la chica, gimoteaba por lo bajo ante la húmeda sensación y ella suspiro con una leve sonrisa, algo le estaba causando un delicioso placer.
-¡Oz!-Exclamo algo jadeante, sintiendo como algo estaba frotandose por su pieza.-Se siente bien…-Musito sin saber de que se trataba.
Avergonzado pero al mismo tiempo feliz por el comentario, coloco ambas manos en la cintura de ella y la fue atrayendo hacia si, comenzando a entrar por la hendidura de Alice…
Eso se sentía muy doloroso para ella, se quejaba mucho, que al contrarió de él era una sensación maravillante.
-¿Quieres que pare?-Pregunto, sabiendo que apenas iba comenzando.
-No-Soltó con unas pequeñas lagrimas en los ojos.-Confió en ti… y quiero que tú también seas mío-Confesó, consiente de lo que se venía y de lo que tendría que soportar…
Devoto de esas palabras, halo más de ella y Alice grito cuando sintió un leve dolor punzante en el interior de su vientre.
Gimió, la piel húmeda y suave apretaba a Oz, aquella sensación le resultaba embriagante. A diferencia de él, su compañera tenía una mueca de dolor dibujada en el rostro, eso no le gustaba para nada.
-Perdona, Alice-Se disculpo, subiendo una de sus manos hasta una de las mejillas de Alice y sello sus labios con los de ella en un tímido beso, no se movían, simplemente se dedicaron a sentir el contacto con la piel del otro y sus intimidades.
-Estoy bien-Susurro Alice cuando separaron sus labios.-Puedes seguir…
Cuando ella dejo de temblar por el dolor, Oz, avergonzado, tomo a Alice de sus caderas y dio un movimiento despacio, aunque su posición fuera con ella sentada en su entrepierna. Gimió levemente.
Los quejidos de la fémina acompañaron lo anterior, debía de admitir que aun le resultaba poco agradable, aunque no era tan doloroso como al inicio.
Instintivamente, el rubio continuo moviéndose en un va y ven de caderas, haciendo de ella una rutina acompañada de rápidos besos y los melodiosos gemidos de Alice que habían sustituido a los lloriqueos cada vez él que llegaba a fondo.
El ritmo cardiaco se aceleraba en ambos, los jadeos provenían de ambos y el color carmín en sus mejillas parecía volverse uno con ellos. El tibio sudor se hacia notar cuando el cabello se les pegaba levemente en la frente.
Alice, embriagada por el placer, intentaba mantener un ojo abierto para observar a su acompañante mientras con su mano derecha se sostenía del cuello del mismo y con la otra mantenía un poco levantado la parte delantera de su vestido para que no estorbase en sus acciones. Sus pies comenzaban a levantarse del suelo para que sus piernas corrieran libertad de abrazar la cintura del joven.
-Oz-Gimoteaba en voz alta.-Por favor…-Rogaba sin saber a que referirse, jadeaba descontrolada con el corazón andando desbocado.
Él muchacho de un movimiento recostó a Alice sobre sus prendas abandonadas y la miro con los ojos entreabiertos mientras aún se movía. Jamas olvidaría esta nueva expresión que le dedicaba Alice, esta era una que solo él podría ver.
De nuevo, su cuerpo actuó solo ante la erótica escena y aumento la intensidad de los movimientos.
Ella lloriqueó, el roce en su interior la electrificaba, quería más, no quería que parara, se sentía pendiente de un hilo.
-¡Oz!-Gimió con mas fuerza, quería hablar, pero jadeos desesperados brotaban en su lugar. Su cuerpo era el único que reaccionaba, una extraña pero fuerte sensación se estaba acumulando en su parte baja, bloqueando cualquier tipo de pensamiento que no fuera acerca de este mismo momento.
Oz jadeaba, y la besaba repetidas y entrecortadas veces; los jadeos, suspiros y movimientos no les permitían mantener un beso largo y placentero.
Ella comenzó a gemir a gritos, abrazando fuertemente la cintura del chico con sus piernas, su cuerpo se sentía a punto de estallar.
El miembro fue comprimido por el interior de Alice, el final era inminente para ambos, se tensó completamente, apretó los dientes y al instante dejo su esencia en el interior del vientre de Alice, había sido víctima de su primer orgasmo.
No pudo más, Alice se arqueo al momento que emitía un fuerte gemido y sentía el corazón latirle, sintió que en cualquier momento se le saldría del pecho, y volvió a recaer al suelo jadeante con Oz recostado en su pecho, sin deshacer la unión.
-¿Ahora soy tuya…?-Murmuro jadeante, esbozando una leve sonrisa.
Ahogado en jadeos, el muchacho simplemente asintió con la mirada.
Sin planificarlo, víctimas del cansancio, se dejaron caer juntos a brazos de Morfeo.
Cuando Oz volvió a recobrar conciencia, se exalto mucho al darse cuenta de que aun seguían en el sótano de la mansión donde fue el baile, y posiblemente aún siguiera.
Se reincorporo en el suelo y cuando miro a Alice recostada, aun con esa apariencia semidesnuda, sus mejillas ardieron y sus ojos se abrieron como platos.
«-¡No había sido un sueño húmedo!-Pensó.»
se acomodo sus prendas y se acerco la chica, le comenzó a acomodar su vestido, ella aun dormitaba.
-Oz…-Musito.-Tengo mucho frió…
-Nos tenemos que ir, estamos aun en el baile-Ante esas palabras la chica despertó de golpe y se levanto del suelo, caminaba sin saber a donde de un lado a otro impaciente, disimulando inútilmente su nerviosismo.
-¿Que vamos a hacer? ¿Y si nos vieron? ¿Si nos escucharon? ¿Que haré?-Preguntaba nerviosa, no se iba a parar a golpearlo a echarle la culpa ya que ella igual tenía parte de esta.
-Lo primero que debes hacer es ponerte tu ropa interior-Le dijo Oz con una sonrisa, a lo que ella reacciono avergonzada y corrió hasta donde estaba su abandonada prenda y se la coloco de nuevo en su lugar y continuo su rutina andando de un lado a otro, pero se detuvo exaltada cuando sintió que algo suave recaía sobre sus hombros. Observo que era y se dio cuenta que era la casaca de Oz, frunció el ceño apenada pero ahora más calmada.
-Así estas mejor-Le susurro Oz y la beso en la mejilla, esa expresión de molestia fingida era una de las que mas amaba de ella.
Ella se sonrojo y se volteo en dirección a Oz y se apoyo contra su pecho, se sentía muy feliz.
-No quiero matar el momento mi señorita, pero tenemos que irnos de inmediato-Le dijo Oz con un tono servicial y ella solo frunció el ceño de nuevo, haciendo un puchero, quería estar con él pero el muy… él, tenía razón. Caminaron juntos y al llegar al salón, aun estaba repleto de gente que continuaba celebrando.
-Que miedo-Susurraba Alice, deseando que nadie los hubiera escuchado.
Oz iba a decirle algo para reconfortarla, pero esta lo tomo de la mano y halo de él para que salieran; cruzaron el lugar tranquilamente, intentando distraer sus mentes de las miradas críticas de los demás, al salir corrieron hasta su carruaje.
-¡Avanza!-Exclamó Oz al chofer cuando Alice subió, por poco y lo deja pero logro subir y cerro la puerta, ya al estar sentado frente a Alice, ambos rieron a coro.
Alice pego un profundo bostezo y comenzaba a tambalear un poco, Oz sonrió ante ello y le tendió la mano, cuando la tomo, la halo hacia sí y la hizo sentarse a su lado, dejando que Alice apoyara su cabeza en el hombro.
-Si que estas cansada-Susurro Oz al tiempo que pasaba uno de sus brazos alrededor de Alice y la mantenía abrazada.
Ella no contesto nada solo sujeto con sus manos la casaca que la mantenía cálidamente abrigada, de un solo suspiro podía capturar el suave aroma de su cadena, ella estaba rodeada de el, sus párpados cayeron suavemente como cortinas.
-Mi dulce Alice-Suspiro Oz apoyando un poco su cabeza sobre la de ella.