Me levanté de golpe con un leve dolor de cabeza. Tardé unos segundos para darme cuenta de que estaba en la sala de enfermería… y que ahí estaba… Kougami-san, mirándome con esos ojos provocativamente salvajes que no irradiaban enojo, sino más bien preocupación.
Al notar que me había despertado sobresaltada, se levantó de la silla, en la que se encontraba sentado, y se dispuso a sentarse en la cama -donde estaba yo, cabe decir- ni siquiera sé porque estaba nerviosa, el solo estaba mirándome, aunque con cierto reproche.
-Estas bien? _ me preguntó con ese tono bajo pero lo suficientemente alto para escucharlo.
Debía referirse al último caso en el que trabajamos, me lleve un buen porrazo por parte del criminal, pero lo bueno es que todo terminó bien.
-Sí, estoy bien Kougami-san_ le conteste con una sonrisa de lo más radiante.
Supe inmediatamente que mis palabras no lo habían convencido. Su mirada se posó aún más en la mía –si es que se podía- aun con más reproche, y por un momento considere la idea de apartar la vista.
Pero no lo hice, no quería dejarme amilanar por Kougami-san, no ahora.
Pensé que me daría un buen sermón debido a mi imprudencia durante el caso, pero no fue así. Me tomo la cabeza y la colocó en su hombro.
-Tu cabeza debe estar doliendo inspectora, descansa un poco.
Bien. No me esperaba precisamente un sermón, pero tampoco esto.
¿Desde cuando nuestro espacio se había reducido? ¿Desde cuando nuestra relación se había vuelto más estrecha?
No me dio tiempo de pensar en una respuesta clara, porque él me agarro la mano, y los nervios se me dispararon como un arma –una muy grande-.
Estaba hecha un manojo de nervios.
-Me tenías muy preocupado, inspectora.
Su voz sonó casi inaudible.
-Por favor no lo vuelvas a hacer.
-Otro disparo más-
Me di cuenta inmediatamente que su respiración se había vuelto más agitada. ¿Acaso estaba soñando?
Luche contra los nervios y levante mi cabeza para mirarlo a los ojos.
Y ahí estaba el, prácticamente desarmándome con la mirada, ya no quedaba ni una pizca de reproche en ella, era más bien algo como… ternura?
Nos sostuvimos la mirada, y de repente todo el aire entre nosotros se esfumó y el tiempo pareció congelarse, mi cordura se fue al suelo y salió corriendo en ese mismo instante, solo éramos nosotros dos.
Pude ver como su cara medio sonrosada se acercaba a la mía, sus ojos se oscurecieron y me pregunte si los míos también. Antes de que pudiera darme cuenta, sus labios ya estaban sobre los míos, pero no se movía, así que supuse que me estaba pidiendo permiso.
No me hice de rogar, así que cerré los ojos, abrí los labios y me deje llevar por el momento.
El beso fue lento, demasiado lento, tanto que una inexperta como yo pudo coger el ritmo rápidamente.
Kougami-san jugaba con mis labios, los mordía, chupaba y hacia otro tipo de cosas que la verdad no sabía cómo describir, pero sabía una cosa, no quería que ese momento se acabara.
Nos separamos a regañadientes por la falta de aire.
Y la realidad cayó sobre mí como un balde de agua fría, éramos una inspectora y un ejecutor, no podíamos hacer eso.
Pero aquí estaba yo, queriendo que el momento perdurara un poco más, quizás un poquito más, y no cumpliendo una de las ordenes de Ginoza-san.
Nos sostuvimos las miradas otro rato más, las palabras sobraban, sabíamos lo que pasaría si éramos descubiertos, una relación ejecutor-inspector no era posible.
¿Pero cómo resistirse a Kougami-san? ¿Cómo resistirse a esa tierna mirada?
-Akane, se lo que estás pensando en este preciso instante, pero no quiero dejarte ir.
Y eso fue lo que colmó el poco de cordura que aún quedaba en mí.
Lo jale por la corbata y pegue su boca a la mía, tratando de que supiera que tampoco estaba en mis planes hacerlo.
-Yo… tampoco… quiero… dejarte.
Le dije entre besos y jadeos.
Aunque sabiendo de remate que él ya lo sabía.
